Querida Antonia,

No preguntes porque estoy escribiendo esto, justo ahora, en este momento tan feliz de tu vida. Yo tampoco tengo la respuesta. No pretendo entorpecer tu vida. Ni siquiera sé si tenga el valor de hacerte llegar esta carta. Quizás siga guardada en mi escritorio otros diez años más o quizás yo mismo la desaparezca, en un estúpido intento de decirle al destino que no me importas más.

Pero si en algún momento baje la guardia y te hice conocedora de esta misiva quiero que sepas por mis propias palabras (y no por los sucios rumores ajenos) que me gustas. No, la verdad es que te amo. TE AMO. Ya está, lo he escrito .Toda mi vida quise poder escribirte tan imponente palabra, encerrarte en una sola frase todo lo que significas para mí, decirte en unas pocas letras que me has imprimado a tu ser de una forma que no se bien cómo explicar.

Te amo. Es probable que te sorprenda la firmeza de esta palabra, pero es verdad. Te amo. Te amo con un amor verdadero, ese que creció año tras año de experiencias vividas y lazos tan cercanos que temo tanto romper. Mi amor no es infantil, no me confundas con un acosador de tu natural belleza. No te quise desde el primer día que te conocí. Es más, hasta detestaba tu presencia y maldecía a mis padres por ser amigos de los tuyos. Que caprichoso es el amor ¿verdad? Y ahora que te escribo, me río al pensar que estoy amándote por las mismas pequeñeces por las que de joven te odié. Así de estúpido soy. Una parte de mi sigue odiándote, por hacerme amarte así, por este sufrimiento, por este dolor y por esa hermosa y horrible punzada de ver que eres así, tan feliz…aunque sea con alguien más.

Quizás yo habría podido ser el hombre de tu vida, ese a quien te entregas en cuerpo y alma, con el que pretendes caminar hasta la iglesia y jurar amor eterno. Quizás, si tan solo hubiera tenido el valor de decirte cuanto te amo, el presente sería muy distinto y él estaría escribiendo esta carta en mi lugar. Pero yo no me atreví y en todos estos años tú jamás descifraste lo que sentía tras mi cara de desgano y mi sonrisa rota.

Siempre te quise, Antonia .Siempre he querido decírtelo. Cada vez que te veía y fingía desinterés, cada vez que me llamabas y contestaba groseramente. No puedes pretender que al verte pasar delante mío no desperté en mi la más grande de las dulzuras y el más bajo de los instintos. Te amo, Antonia. Te deseo. No te avergüences por lo que acabas de leer, sé que eres así. Tan frágil y dulce. Pero por favor trata de comprender lo que te estoy confesando. Entiende que vivo desesperado por besarte, por tocarte, por decirte todo esto en persona. Pero también entiende que te veía tan hermosa y radiante sin mi desganada presencia que preferí confesarme solo en la oscuridad de mis pensamientos.

Ahora que conoces mi verdadera naturaleza sabes que no te pediría que me ames solo por reciprocidad, ni intento plantar la duda entre tu futuro esposo y tú .Solo pido que me guardes un rincón en tu corazón y el eterno recuerdo de ser un buen amigo. Siempre seré tu amante en las historias que me cuento antes de dormir.

Tuyo por siempre,

Tu vecino y amigo, el Sr Vargas.