Este era el fin.¿qué habría después? Como ninja había matado a muchos, generalmente por defender a quienes quería o para defenderse a si mismo. Y aunque se la pasaba pensando en todo, nunca se había detenido a pensar en el tipico "qué hay después de morir".

Quizá eso del infierno y el cielo era real, o quizá seria un fantasma y vagaria toda la eternidad sin ser visto o escuchado. Quizá reencarnaría. O ninguna de ellas. Sólo moriría y dejaría de existir. Un eterno quizas.

Era triste pensar en ello, más cuando no se puede hacer nada para evitarlo. Poco a poco sus ojos se cerraban y perdía su fuerza y conocimiento. En algún momento esto dejó de ser aterrador, se hizo todo lo contrario: sentía paz como nunca había sentido en su vida, ya no tenía preocupaciones, todas se iban, y eso le gustaba. Quería sonreír y decirle a quienes le rodeaban que estaba bien. Que no lloraran. Pero no podía.

Sus ojos se cerraron por completo y estaba en un lugar desconocido.

Todo era... Perfecto. No podría describirse de otra manera.

Entonces la vio, estaba tal como la recordaba, sólo que sus ojos se veían cálidos y vivos. Sostenía un dulce en su mano, el que el le regaló. En cuanto lo vio sonrió

-Te he estado esperando Omoi. Y tras decirlo sonrió aún más…

-Yo…- no pudo hacer más que sonreirle de vuelta y avanzar hacia ella, hacía Ringo Ameyuri. Tampoco es como si necesitara decirlo, no ahora. Pues por primera vez era realmente feliz y el resto no importaba.