The Endless Dream is Over

La tienda estaba a oscuras como de costumbre, eran casi el amanecer, las velas estaban a medio consumir.

La luz crepuscular que entraba por la cortina de la puerta iluminaba pedazos de una armadura azul, junto a esta prendas de vestir masculinas; cinturones, capa roja, túnica azur, pantalones marrones y unas botas. No muy lejos de estos, estaban un vestido cerúleo, cintos de fibras marrones, túnica y guantes negros.

En un rincón, una gran hacha y una espada de hoja plateada, parecían desear estar lo más cerca posible una de la otra, al igual que sus dueños, que en un lecho yacían desnudos…

Héctor ya se estaba levantando, dispuesto a vestirse, mirando con ansias la entrada de la tienda, el día estaba naciendo y el sol apenas y asomaba unos tímidos rayos que se entremezclaban con el firmamento iluminándolo de una hermosa tonalidad rojiza.

Lyn todavía estaba durmiendo, la batalla del día anterior la había dejado exhausta, pero más aún la noche y con toda su fuerza deseaba que el día no llegara. Deseaba tenerlo un poco más, soñaba con sus caricias aún cálidas en su piel, disfrutando cada segundo de sus recuerdos como si las viviera nuevamente.

Al notar la ausencia de su amante despertó lentamente, como si llegara a esa realidad desde un lejano viaje; estiró su cuerpo mientas acomodaba sus brillantes ojos verde esmeralda a la casi penumbra de la tienda.

Lo observó con atención, como si deseara detener a Héctor en el tiempo con su mirada.

-Dentro de poco partiremos a Byran.-susurró Héctor, como si hablara consigo mismo.

-No quiero que te vayas aún…-respondió Lyn sin querer mientras deslizaba su figura hacia él.

El reaccionó y la abrazó, acarició su cuerpo, cálido, besó sus labios con una ternura que a Lyn sorprendió bastante, tratándose de él, mientras depositaba su cabeza en el hombro. Por unos segundos que parecieron eternos solo el ruido de la voz de Oswin despertando al resto del campamento y los quejidos de unos cuantos rompía el silencio.

Héctor volviendo a la realidad y recordando que le tiempo se acortaba, levantó el rostro de Lyn por la barbilla, miró ese hermoso par de ojos verde que le habían robado el corazón, besó sus labios con ternura una vez más, poniendo un dedo en medio de ellos para indicarle silencio.

-Mírame. Te quiero, pero quiero que entiendas que tenemos que partir-dijo Héctor casi susurrándole al oído-. Sabes que no podemos quedarnos por más tiempo.

-Pero yo…-intentó replicar ella.

-Vamos, a veces quiero soñar que nuestro tiempo se detenga, para estar juntos…

Lyn asintió en silencio, lo tomó por la cintura abrazándolo con fuerza, mientras inocentemente esperaba que el deseo de su cuerpo lo retuviera unos minutos más, tarea que sabía que era imposible, ya que el siempre había sido un testarudo y tenía determinación en lo que hacía, entonces solamente intentó disfrutar del efímero momento que aún les quedaba.

-"Lo odio…y lo amo…"-pensó Lyn, le costaba admitirlo, él había ganado.

Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por el calor de un cuerpo.

Era Héctor, vaya sorpresa, ella ganaba…

Una breve sonrisa se dibujó en su rostro, y no lejos de ahí los reclamos de Serra hacia Oswin anunciaban el inicio de un bello día.