Los personajes de Maria-sama ga mitteru son propiedad de Oyuki Konno, y solo los uso para fines de este fic.
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Nunca se sabe cuándo algo inexplicable, algo predestinado, llega a nuestras vidas. Llevo viviendo en este mismo lugar desde que era una niña; conozco a todos los vecinos de la calle, y he convivido con cada uno de ellos. Conozco los alrededores como la palma de mi mano, y parte de ellos han sido escenarios de mis historias. Como mangaka, me ha ido muy bien; no pasa un día sin que reciba cartas de fanáticas que les encantó mi trabajo, y en lo personal me agrada lo que me escriben, pero, a la vez me siento vacía, porque ninguna de ellas me conoce. Mi vida es así de simple, y sin complicaciones, o eso pensé.
Un día, mientras estaba en mi habitación divagando en como continuar mi historia, vi que llegaba un camión de mudanza, y un coche, a una casa que había permanecido sola por largo tiempo. Eso en definitiva era una gran novedad, ya que desde que yo era niña, nadie se había ido, o regresado de este lugar, y esa casa, según me contaron mis fallecidos padres, ha estado sola desde la época en que mi abuela era una niña. Vi que era una pareja, al parecer joven, pero mayores que yo; decidí que debía darles la bienvenida, y salí de mi "escondrijo" para ofrecerles unas galletas que acababa de hornear esa mañana (me gusta mucho comer dulces).
Salí de mi casa, y cruce la calle para darle la bienvenida a la nueva familia del barrio.
- Buenas tardes, sean bienvenidos- les dije amablemente mostrándoles una canasta grande llena de galletas.
- Muchas gracias señorita- me agradeció la señora de la familia, aunque suene rudo, si se veía mayor que yo, pero muy bien cuidada.
- Gracias por su amabilidad- contestó el señor de la familia, alto, delgado y de pelo negro; bien arreglado, y `parecía ser de buenos modales.
Entonces, del carro donde viajaba la familia, salió una jovencita, de no más de 15 años, de pelo corto castaño, ojos cafés, y la piel blanca, vistiendo un elegante vestido rosa, parecía una linda muñeca.
- Mamá, tengo hambre- se quejó la jovencita corriendo a los brazos de su madre.
- Tranquila hija, en un momento hago la comida- la tranquilizó la madre frotando su cabeza-. Saluda a una vecina que nos ha traído un regalo.
Aquella niña me miró con sus dulces ojos cafés, y me agradeció con una radiante sonrisa, que le hacían parecer mil veces más dulce que como normalmente, y esa sonrisa me dejó hipnotizada, como si el tiempo a mí alrededor se detuviera, y mi mente se puso en blanco.
Como hipnotizada por aquella sonrisa, me ofrecí a ayudarles con la mudanza, aunque a final de cuentas aún no tenía idea de que escribir, así que esto podría ayudarme a despejar mi mente.
- ¿Por qué no se queda a cenar?- me ofreció la señora Fukuzawa (al fin pude preguntarles su nombre).
- No se molesten- rechacé amablemente-. No quiero serles una molestia.
- No lo es, señora- me dijo amablemente la jovencita, cuyo hermoso nombre era Yumi.
Esto se me iba a hacer una mala costumbre; una vez más, esa linda sonrisa, de porcelana, me hipnotizó, y me privó de mi voluntad, haciendo que aceptara, sin desearlo, la invitación de su familia a cenar.
Pasaron las horas, mientras charlábamos. Ellos venían de Tokio, y al parecer terminaron en un lugar tan simple como este por gusto. Tenía muchas preguntas que hacer, pero decidí irme temprano, porque ahora tenía que ponerme a trabajar.
Entre a mi casa, sudando, y respirando profundamente; todo este tiempo estuve muy nerviosa, a pesar de que suelo convivir con todos, el estar en esa casa era difícil para mí, pero, al menos ya estaba en mi casa. Fui a la cocina a prepararme un poco de té, cuando de pronto suena el timbre de mi casa. Abría la puerta, y sentí que mi corazón se salía.
- Buenas noches, mi madre le manda esto por su amabilidad- me dijo aquella linda muñeca, con su amplia sonrisa, entregándome un platón con comida.
- Gr-gracias- agradecí muy nerviosa, y mi corazón latía con mucha fuerza-. Aunque no era necesario…
- ¡Claro que era necesario!- me reclamó Yumi-. Después de todo, nos mostró amabilidad, aun siendo la primera vez que nos vemos… además… no conozco a nadie aquí… y bueno…
Aquella niña, se veía aún más linda cuando estaba nerviosa, y sonrojada. Sus mejillas rojas, y la manera en que jugaba con sus manos, nerviosa, la hacían ver aún más linda.
Me di una palmada en la cara; ¿en qué estaba pensando?, en nada malo suponía, pero, la manera en que miraba a aquella pura e inocente niña, me hacía sentir incomoda conmigo misma.
- Muchas gracias- me forcé a sonreír natural-. Espero que su estancia aquí sea de su agrado.
Aquella niña de porcelana se alegró tanto de mi "sonrisa" que se me abalanzo con fuerza para darme un abrazo, pero lo hizo con tal efusividad que ambas caímos al suelo, yo de sentón en el descanso.
- Lo-lo siento- se disculpó de inmediato, poniendo cara triste.
- No te preocupes- dije forzadamente, obviamente me dolía, pero su cara me daba a entender que estaba a punto de llorar, así que una vez más hice el esfuerzo de fingir que todo estaba bien.
A partir de ese día, mi rutina se fue modificando poco a poco, a causa de esa nueva persona en mi vida. Todos los días, después de la escuela, Yumi se pasaba a mi casa a tomar el té, mientras esperaba la llegada de sus padres (los dos trabajaban, y llegaban un poco tarde). A mí eso no me molestaba, pero si me incomodaba, de alguna manera. Yo ya tenía en mente mis ideas para el manga de cada semana, pero lo hacía lo más rápido posible antes de su llegada, de alguna manera, no quería estar ocupada cuando ella llegase a mi casa, y de alguna forma, lo lograba. Ella siempre me contaba de cómo le iba en la escuela, y yo atentamente la escuchaba, y poco, su presencia en mi hogar me alegraba, tanto que se notaba en mi manera de escribir y dibujar.
- Oye, hoy me pasó algo muy incómodo- me confesó Yumi mientras tomábamos el té.
- ¿Qué pasó?
- El día de hoy, un chico de mi clase se me confesó- dijo Yumi algo inquieta, asiendo fuertemente su taza.
Un hueco grande se abrió en mi estómago, y sentí una ira inexplicable dentro de mí.
- ¿Y qué le dijiste?- le pregunté tratando de sonar lo más normal posible, pero, no podía negar que eso me molestaba, pero no me explicaba porque.
Estaba esperando por su respuesta, y los segundos eran interminables horas. Entonces, una pregunta cruzó por mi mente: "¿Por qué estoy tan molesta?" Quiero decir, ella es muy hermosa, una muñeca humana, una Mona Lisa caminando por la escuela, era obvio que más de uno ansiara, codiciara esa belleza, pero entonces, otra pregunta, una más terrorífica, cruzó mi mente: "¿Está ese tipo jugando con ella, o en realidad la ama?" Ella es hermosa, pero se ve muy inocente, por ello, más de uno debería creer que ella es fácil de obtener.
- "Bueno, al parecer a ella no le gusta ese tipo, por la manera en que me lo dijo"- me dije a mi misma en mi mente para tratar de tranquilizarme, pero eso en realidad tuvo el efecto contrario-. "¿Si insiste, y la enamora? o peor, ¿si intenta hacerle algo malo a ella?"- no podía confiar en ese chico tan fácilmente, aunque pudiera ser que pensara demasiado las cosas.
- ¡¿Sachiko-san?!- me llamaba Yumi, al parecer estuvo intentándolo muchas veces.
- Oh, lo siento- me disculpé inmediatamente-. Estaba pensando mucho… entonces, ¿qué le contestaste a él?
- Le dije que yo no quería un noviazgo en este momento- ella dio un sorbo a su té, y entonces, miró fijamente a la taza-. Acerca de eso… ¿puedo confesarte algo?
Se veía insegura una vez más, y mi corazón comenzó a latir con fuerza.
- Sí, claro que puedes- y de nuevo, esos segundos de espera se convirtieron en interminables horas.
- Bueno, yo…- se mordió los labios, señal de nerviosismo-. Bueno, a mí… a mí no… a mí no me gustan los chicos…
Diciendo aquello, se cubrió el rostro con sus manos, y yo no pude entender la razón; quizá fuera porque estaba apenada por su confesión, o por la misma sorpresa de la confesión. En mi interior, un montón de emociones comenzaron a colapsar unas con otras, creando nuevas emociones, y destruyendo otras, y algunas de estas nunca las había sentido; de cualquier forma, no sabía cómo reaccionar ante esa confesión.
- No te gustan los chicos…- repetí lo que ella dijo, para estar segura de lo que escuché, y ella se limitó a asentir con la cabeza-. Entonces, ¿te gustan las chicas?
Y de nuevo solo asintió con la cabeza, y un big bang ocurrió en mi interior; no supe bien cómo reaccionar ante su confesión, solo se me ocurrió sentarme a su lado, y abrazarla.
- Eso no es malo- le dije a su oído-. Tú no eres una chica mala.
Yumi estaba muy sorprendida por mi reacción, y a decir verdad, y también lo estaba. No podía creer que la estaba abrazando, pero, a decir verdad, no quería detenerme, y mi corazón latía muy intensamente. Después de unos segundos, nuestras miradas se cruzaron, y algo dentro de mí se encendió, y, lo siguiente que hice, fue completamente impresionante.
En solo una fracción de segundo, en un abrir y cerrar de ojos, mis labios y los de ella, se unieron en un suave y cálido beso. No podía creer lo que estaba haciendo; estaba besando a una chica, que acababa de conocer unos días antes; pero, ese era mi primer beso, y lo estaba disfrutando.
Después de unos instantes, ese cálido beso terminó, y cuando abrí mis ojos, y la vi, esa calidez se convirtió en hielo frio. Una lágrima en su ojo, eso es lo que vi, y, sin decirme nada, ella salió de mi casa, corriendo, quedándome yo ahí, atormentada, sufriendo por aquella terrible cosa que le hice a aquella inocente muñeca.
