Capítulo I:

¡Menudo Cumpleaños!

No es que esperara nada especial. De hecho, se habría conformado con una celebración igual a la de todos los años: una tranquila cena familiar y de regalo, algún aburrido libro. El regalo no había fallado. Pero la cena tranquila…

Afortunadamente sus compañeros de piso, Neville y Seamus, estaban todavía levantados. Harry necesitaba desahogarse con alguien antes de ir a la cama. También lo esperaba despierto y con una cara de abatido Ron, su mejor amigo.

-¡Hola Harry!- saludos Neville desde el salón, mientras que los otros hacían gestos de saludo con la mano -¿Qué tal la cena? ¿Te han hecho un regalo?-

¡Y que regalo!

-Sí- masculló Harry –Un hombre espectacular envuelto en papel de colores-

Seamus saltó del sofá y apareció en la puerta con los ojos abiertos como platos.

-¿Quieres decir que tus padres han contratado a un gigoló?-

Harry soltó una carcajada.

-No. Han invitado a un amigo de la familia al que se llevan refiriendo como mi futuro marido desde que tengo dos años-

-¿Y es guapo?- pregunto emocionado Seamus

-…y le han ofrecido la empresa ¿Se lo pueden creer?-

Neville lo observó por unos instantes.-Veo que no te hace feliz-

-Claro que no. Es la escudería que fundó mi abuelo, su sueño. No puede pasar a manos de un desconocido-

Ron, quien no había dicho nada hasta el momento, pestaño.

-Pero si tú nunca has mostrado el menor interés por el negocio de los autos-

Harry se puso en jarras.

-Ron, ¿de qué lado estás?-

-Perdónalo. Está en sus días- intervino Seamus, recibiendo una mirada de rencor por parte de Ron -¿Por qué no nos cuentas algo más del hombre en cuestión?-

Harry se encogió de hombros.

-No es nadie especial. De pequeños jugábamos juntos y mamá siempre molestaba diciendo que nos casaríamos-

-¿Y crees que tus padres han planeado cederle el negocio para conseguir que eso suceda?- pregunto Seamus, seguido por las carcajadas de Ron por el comentario.

Harry se sirvió un batido de chocolate y se sentó en el sofá.

-Son pesados y anticuados, pero no para tanto. Además, no atarían a su adorado Draco a Don aburrido…y él tiene novia-

-¿Quieres dejar de referirte a ti mismo como un aburrido? Todo el mundo lo sería de acuerdo a tu definición. Incluido yo- aporto Neville.

-Perdón. Me refiero a que Draco necesita a alguien que le guste el extremo-

-¿Es mi imaginación o lo dices con cierta tristeza?- pregunto curioso Ron –Además no creo que su noviecita, ¿cómo se llama?-

-Pansy- le respondió un sabiondo Seamus.

Harry asintió en silencio. Pasyfae Parkinson era la despampanante novia de Draco. Se habían conocido en la universidad y desde allí que eran novios. Bueno la verdad es que se había separado al graduarse, pero años después se reencontraron y decidieron retomar la relación. A Harry nunca le callo muy bien la chica, tal ves eran celos, pero quien no los tendría frente a Pansy la cara de todas las tiendas departamentales, la modelo del momento, la hermosa novia de Draco. Había preferido dedicarse a las pasarelas y los lentes de las cámaras, y dejar de lado su titulo de "comunicadora VIP", para Harry claro signo de una hueca en potencia. Eran una pareja demasiado plástica, demasiado Barbie y Ken, aunque era preferible remplazar al sensible y guapo Ken por el atractivo y aventurero Action Man.

-Sí, la modelo. No creo que ella sea así como tú dices-

-Ella a demostrado ese gusto por los autos de carrera-

-La competencia esta fuerte ¿Eh, Harry? Dejando de lado que el tal Draco no es gay. Para tener como novia a una modelo - aporto Seamus

-Yo no sé que tanto rollo le das, según lo que me contaste el tipo es insoportable- comento Ron, quien se veía un poco más exaltado de lo normal.

Harry dio un sorbo al batido con expresión abstraída.

-¿Saben? Una vez lo besé-

Los tres parecieron mucho más interesados en el tema.

-¿Y…? – Seamus se sentó a su lado con cara expectante.

-No me contaste eso compañero-

Harry dejó el vaso sobre la mesa y, reclinándose en el respaldo, miró al techo.

Estaba a punto de cumplir dieciocho años- explicó –Draco se marchaba a competir por un grupo Alemán y no iba a verlo en un par de años. Creí que la vida perdería sentido y decidí declararle mi amor-

-¿Lo amabas?- pregunto Neville

-Como puede amar un adolescente. Hacía tiempo que sólo lo veía un par de veces al año-

Ron se revolvió nervioso.

-¿Y qué pasó?-

Harry hizo una mueca. El recuerdo había permanecido en su mente con total nitidez, pero expresarlo con palabras lo avergonzaba.

-¿De verdad tengo que contárselos?-

Seamus se acomodo en un almohadón, seguido de Ron.

-No puedes dejarlo justo cuando la historia empieza a ponerse interesante-

Harry tomó aire y continuó:

Está bien. Tomé la decisión de declararme con la esperanza de que él se diera cuenta de que también me amaba y de que no podía vivir sin mí- alzó un dedo amenazador hacia Ron –No se te ocurra reírte-

Su amigo se tapó la boca con la mano y sacudió la cabeza con fuerza.

-Así que una noche que él y sus padres cenaban en mi casa- siguió Harry –Busqué una excusa para que saliera conmigo al jardín-

¡Había sido tan inocente que casi sentía ganas de reír de él mismo!

-Lo tenía todo planeado. Era una tarde de primavera y flotaba en el aire el perfume de las flores…-

Una suave brisa alborotaba el cabello de Draco despertando en él el deseo de acariciarlo. El rubio miraba a su alrededor sin comprender por qué le había hecho dejar la mesa y seguirlo al jardín.

-¿Y…?- apremio ansioso Seamus

Harry se mordió el labio sin saber si reír o indignarse por su comportamiento de adolescente.

-Empecé a decirle que estaba loco por él y que no podía dejarme, que seríamos felices…Pero, afortunadamente, no conseguí articular palabra-

Seamus lo miro desilusionado, Neville estaba pensativo y Ron parecía apunto de sufrir un paro.

-Así que hice lo único que se me ocurrió en ese momento-

Seamus se tapo los ojos, y Ron recordó con ese gesto a su hermana Giny mientras veía su novela.

-¿Ahora viene lo bueno?- pregunto Neville con una sonrisa un tanto rara en el tranquilo chico.

Harry hizo una mueca.

-Así es. Me eché sobre él y lo besé-

Seamus dio un grito histérico.

-¿Qué demonios crees que haces Finnegan? Pareces mujer- lo amonesto Ron

-Vamos Ron, sé que tu también estas disfrutando con esto-

-¿Y qué pasó?- apremio discretamente Neville

-Me lo devolvió…-

No podía creerlo, estaba besando a Draco. A su Draco. Y él le estaba devolviendo el gesto.

Pero tan solo fue una fracción de segundos. Segundos que para Harry fueron como horas. Creyó que se había muerto y despertado en el cielo…pero cayó de nuevo a la tierra por un empujón.

-¡¿Qué mierda crees que haces?!- comenzó a gritar Draco -¡Eres más que un crío! ¡Un maldito crío!-

Harry lo miraba atónito, tanto por la sorpresa como por la vergüenza.

-¡¿Qué, querías probar el cómo se siente besar a un hombre?!- se notaba molesto…muy molesto.

-No Draco escucha yo…- trato de explicarse Harry

-¡En mi vida, escucha bien, en mi vida me fijaría en alguien como tu!-

Harry se sintió mal…muy mal

-¡Eres solo un chiquillo malcriado!-

-…luego entró a casaa grandes zancadas sin darme tiempo a que le declarara mi amor eterno-

Ron estaba riéndose junto a Seamus, mientras que Neville simplemente sonreía, y Harry no los podía culpar. Pero en el momento no le había hecho ninguna gracia.

No fui capaz de entrar en casa hasta que se marcharon, así que no volvimos a vernos hasta dos años después, y él nunca me ha hecho referencia a ello- gimió – Siempre he confiado que le resultara lo suficientemente traumático como para que su memoria lo haya borrado-

-Lo dudo. ¿Y qué sientes por él ahora?- pregunto Neville

Harry no sabía hasta qué punto debía expresar sus sentimientos.

-De esto hace una eternidad, Nev. Me resulta indiferente-

-¿Estás seguro?- Seamus sonrió con malicia.

-Deja de portarte como un crío-

Seamus se puso serio.

Harry se quedo mirando a su amigo. Seamus Finnegan, un chico hiperactivo y algo "extraño", había sido amigo de Harry desde la primaria. Estudiaban juntos en un internado para "señoriítos" y obviamente compartían habitación, y la convivencia fue tan buena que se buscaron mutuamente para la independencia deseada. Entre ellos existía una especie de camaradería difícil de definir, Harry encontraba en Seamus cosas que no podía conseguir de Ron. Si buscabas un poco de tranquilidad, acompañada de momentos jocosos, Seamus era la mejor escudería.

Al igual que Harry, Seamus decidió dedicarse al mundo del arte, salvo que el chico eligió la escultura. Le encantaba plasmar en un bloque de cualquier material, lo bello que era la vida y lo bueno que era el sexo. Y sí, por que omitir el hecho de que su amigo era algo "obsesivo" respecto a ese tema. Y principalmente que Seamus al compartir los mismos gustos de Harry, dígase los chicos, podía ayudarlos en ciertos aspectos de su vida.

Sin duda alguna un buen amigo.

-¿Y qué va a pasar ahora? ¿Va a comprar la escudería?- preguntó Ron sacándolo de sus pensamientos

Harry sacudió la cabeza violentamente.

-Eso es lo que cree, pero no pienso consentirlo-

Neville arrugó la nariz.

-¿Has convencido a tus padres para que no la vendan?-

-Algo así-

-¿Algo así…?-

Harry respiro hondo.

-Dicen que la escudería debe estar en manos de un aventurero, alguien que conozca el mundo del automovilismo de primera mano. Así que…

Ron abrió los ojos desmesuradamente.

-¡OH, no…! ¿No pensarás…?-

-Sí-

Ron sabía el pánico que Harry había sentido en su infancia y su adolescencia. Y el alivio que había significado contárselo a sus padres.

-¿Y qué tienes que hacer? ¿Participar en el próximo "Torneo de Magos"?- pregunto como si nada Seamus

Harry acabó el batido.

El "Torneo de Magos" era el máximo campeonato de autos de carreras. La Orden del Fénix, la casa automotriz de su familia, había participado en todos desde su fundación y nunca habían bajado del pódium.

-Tengo que pasar por todas las actividades-

-No puedes estar hablando en serio. Tienes vértigo, odias los carros de carrera, ni siquiera…- hablo preocupado Neville

Harry asintió.

-…me gustan los carritos chocones. Lo sé. Pero es la única manera de convencer a mis padres de que puedo dirigir La orden del fénix-

-Pero si te quedas con la escudería, tendrás que hacer esas cosas regularmente. Sería como volver al infierno de tu infancia-

Harry había evitado pensar en el futuro y estaba decidido a no hacerlo. Lo primero era lo primero: evitar la venta.

-Ya veremos Seamus. Ahora tengo que demostrar que soy capaz de sacrificarme por la escudería-

Harry suspiró.

-Están obstinados con que La orden del fénix sólo puede funcionar con alguien con espíritu de aventura-

-¿Y no tienen razón?- pregunto Ron

-¿Te importaría estar de mi lado, Ron?-

-Perdona. Ya veo que no ha sido el mejor cumpleaños de tu vida-

-Al menos ha pasado algo bueno- Harry se animó al tiempo que miraba a su alrededor para buscar un cuaderno. Como todos eran artistas siempre había uno a mano – Draco es el modelo perfecto para el cuadro del concurso-

Ron y Seamus comenzaron a reír como posesos.

-Menos mal. Creía que no lo conseguirías- dijo Neville, quien trataba de no unirse a los otros

Harry dibujó una sonrisa y unas cejas fruncidas.

-Espero poder entregarlo a tiempo-

-¿Va a posar para ti o vas a hacerlo de memoria?-

Harry no estaba dispuesto a pedir a Draco que posara para él. Sacudió la cabeza al tiempo que trataba de plasmar en el papel su expresión maliciosa y pícara.

-Tendré que arreglármelas solo. A lo mejor puedo robar alguna foto de casa de mis padres-

-O puedes ir a casa de Pansy y pedirle que te regale una foto de Draco- se burlo Ron

Harry lo miro molesto.

En fin, definitivamente esas ideas estaban descartadas. La orden del fénix necesitaba espíritu y sus dibujos también.

Miró el dibujo que acababa de esbozar y suspiró desconsolado ¿Por qué su inspiración para el cuadro radicaba en Draco?

-Ya es hora que te vayas a casa Weasley- se oyó la voz de Seamus mientras se estiraba perezosamente en el sofá –Estamos cansados y nos vamos a dormir-

Harry, quien estaba perdido en sus pensamientos, reparo en lo inusual de la visita de Ron.

-Seamus déjalo- lo amonesto Neville –Te puedes quedar Ron, sabes que eres bienvenido-

-¿Somos sus terapeutas?- se burlo Seamus

Ron lo fulmino con la miraba. La verdad no tenía ningún otro lugar a donde ir en esas situaciones.

-Es broma Ron. Vamos que te ayudo a armar el sofá cama- Seamus arreo a Harry para armar la cama.

-¿De nuevo Ron?- pregunto burlón Harry, olvidando por momento sus problemas

Ron Weasley era su mejor amigo desde que tenía memoria. El pelirrojo había sido su camarada desde que estuvieran en jardín de niños, y como si el destino los guiara, terminaron en el mismo internado, así como en la misma universidad, salvo por el hecho de que Ron prefirió seguir la rama de fotografía artística.

Ron provenía de una familia muy numerosa, él era el penúltimo de 7 hermanos. La relación que mantenía con su familia era lo que se dice normal, tenía una madre sobre protectora, un padre que trabajaba duro por su familia, tres hermanos independizados: el mayor casado con una contadora francesa, el segundo un renegado caza fortunas y el tercero un abogado del diablo; también contaba con un par de gemelos algo hiperactivos y una hermana menor muy coqueta y demasiado "mujer" como solía decir el pelirrojo.

En fin, los Weasley eran una joyita de familia y entre ellos Ron resaltaba como el más escandaloso y pendenciero que pudiera existir. El chico no soportaba ninguna broma hacia su persona, era un tanto desconfiado como cabeza hueca, actuaba y luego pensaba, actitud que lo llevo muchas veces a arrepentirse de las cosas tontas que decía cuando su instinto "impulsivo" salía a flote. Pero aun así era un buen chico, y Harry sabía que podía confiar en él. Ron era sobre protector con sus amigos, tanto así que les espantaba a cuanto pretendiente se les acercaran a Harry y Seamus, para alegría del primero y furia del segundo.

Trabajaba en una revista de arte como fotógrafo, y a pesar de que ganaba un sueldo aceptable para un soltero, aun seguía enredado en las faldas de su madre. Pero había noches como esa, en donde el lloriqueo constante de su hermana mientras veía una de sus novelas, los constantes regaños de su madre y las bromas de los gemelos, lo abrumaban y lo llevaban a abandonar su madriguera. Y que mejor lugar para tomar un respiro que en la casa de sus amigos, quienes vivían como se les daba la gana.

-¿Qué voy hacer Harry? Ya no lo aguanto- lloriqueo el pelirrojo

-Lo mejor sería que te mudaras al piso Ron, ya te habíamos dicho que no había problemas- le aclaro Harry

-Sí, tienes razón-

Terminaron de armar el sofá cama en silencio, y tras unos "efusivos" buenas noches, cada uno se sumió en su propio descanso.

Harry despertó al día siguiente con un espantoso dolor de cabeza. A medida que se le despejaba la mente comprendió la causa. No era el alcohol, puesto que no había probado ni una gota. Su origen estaba en algo mucho peor.

Debía de estar loco. Iba a visitar el infierno por un objetivo que ni siquiera le interesaba. Pero se trataba de una cuestión de lealtad familiar. Y de conseguir el respeto de sus padres.

La Orden del Fénix era lo más preciado para su abuelo, y por más que siendo un Potter nunca hubiera subido a uno de esos Formula I, no dejaría que le quitarán el derecho de ser un Potter más a la cabeza de la escudería.

Salió de debajo de las sábanas y se apoyó en el cabecero. Lo peor de todo era que quisieran que pasara a manos de Draco. Draco, el hijo que siempre habían deseado tener y que, al contrario que él, compartía con ellos el amor hacia las carreras.

Frunció el ceño al darse cuenta de que el impulso que lo movía eran los viejos celos de infancia. Debía superar aquella neurosis. ¿Qué más daba la identidad del comprador? La escudería pertenecía a sus padres y tenía todo el derecho a hacer con ella lo que quisieran. Si decidían que la heredara Draco, ¿quién era él para impedirlo?

Pero recordar todo lo acontecido la noche pasada.

*****Flash Back*****

Y ahí, todos camino al comedor en la mesa del enorme comedor.

-Entonces ahijado, participaras en ese "concurso" de arte-

-No es un "concurso"- poniendo énfasis en las comillas con sus dedos –De esto depende mi carrera como pintor-

-Eso no es una carrera Harry- lo amonesto su anticuado padre –El negocio de los Potter ha sido el automovilismo desde hace años, debiste ser ingeniero para que participaras en los teen o piloto…pintar no te llevara a ningún lado…o me vas a decir que te va bien.

-En cierta forma sí, pero todavía no gano bastante como para vivir de ello. Por ello, sigo trabajando en la biblioteca- respondió un ofuscado Harry, el tema de su profesión era uno de los motivos por los que no visitaba muy seguido a la familia.

-Lo vez, por eso…- James quería seguir con su sermón, más fue interrumpido.

-Basta James, Harry ya es un adulto como para saber lo que le conviene o no. Además hoy es su cumpleaños-

-Total ya le pagaron toda la carrera de arte en Hogwarts, ya para que sufrir por eso- como siempre inoportuno su tío Sirius, quien recibió una patada bajo la mesa por su madre, seguido de un cambio radical de tema.

-Sabes Oli, he invitado a la linda de tu novia Pansy pero me ha dicho que ella está en un desfile de fin de semana-

-Sí. No la he visto todavía-

-Nosotros apenas coincidimos con ella. Como no es fácil eso de ser una modelo tan cotizada. Bueno chicos, sentaos-

Como era de esperarse, a Harry le había tocado junto a Draco.

"Horror"

No es que el chico comiera como un cerdo o que oliera como tal, solo era el hecho que no es fácil sentarte junto a tu amor platónico de adolescencia y candidato a robarte a tu familia.

Una vez más se enojó consigo mismo. Sus padres y Sirius tenían derecho a querer a "Oli" como le decían cariñosamente. Ello no significaba que no lo quisieran a él. Draco había seguido sus pasos y era lógico que se sintieran orgullosos de él. Draco era un ilustre ingeniero experto en tecnología automotriz y para rematarla piloto.

Percibió que Draco lo miraba y volvió la vista hacia él. Sonreía.

-Espero que hayas cambiado de opinión respecto a mi persona- comentó

-¿Respecto a que eras un malcriado o un troglodita?- soltó Harry, al recordar una escena que lo hizo estremecer

-¿Todavía me guardas rencor por aquella iguana?-

-Me ha marcado de por vida-

Draco puso cara de arrepentimiento. Sus ojos brillaban con picardía.

-¡Pero si era una dulzura!-

Harry simplemente lo miro con rencor, como olvidar ese día.

A Draco siempre le daban lo que quería, y esa iguana no había sido la excepción. El rubio le tomo tanto cariño que no la soltaba ni para ir al baño. Fue en una ocasión cuando Draco insto a Harry a que la besara. Al principio el moreno se negó, pero accedió tiempo después ante la insistencia de Draco. Todos los amigos de Draco le habían dado un piquito, y pues la iguana se había portado bien. Pero cuando fue el turno de Harry las cosas se salieron de control. Cuando el moreno se había acercado para darle el pico a la "cosa", como le decía Harry, se comporto bien y acepto el gesto, pero segundos después, cuando el moreno había bajado la guardia, está abrió la boca y le mordió su labio superior. Todos en vez de ayudarlo simplemente se largaron a reír y a decirle que era un galán de galanes.

-Estúpido- lo dijo tan bajito que solo el rubio lo oyó, sonriendo en el proceso.

James, Lily, Sirius y Draco charlaron sobre negocios durante la cena y como Harry tenía poco que decir respecto a los motores, turbocompresores y el circuito del Valle de Godric, se dedicó a pensar en el supuesto cuadro que debía pintar para el concurso de pintura. Pero más le gusto pensar que Pansy era esa zanahoria que pinchaba una y otra vez con su tenedor.

Pero volviendo al tema del concurso. Debía encontrar un modelo, algo o alguien que le inspirara magia, encanto…ah…necesitaba a un Adonis a un Dios para plasmarlo en papel. Y sin darse cuenta volteo a ver a Draco-hijo-perfecto.

Harry frunció el ceño. Draco había sido siempre perfecto. El hijo ideal, valiente y habilidoso, sin contar que mantenía esa elegancia característica de su familia a pesar de terminar embarrado de aceite y sudor cuando revisaba los motores de los autos, y tal ves era por eso que era un chico muy cotizado. Todo lo contrarío a él, quién durante su adolescencia se había enamorado de "Oli", llegando a protagonizar el incidente más humillante de su vida cuando ya tenía dieciocho años.

De repente Draco volteo a verlo. Harry lo miro a los ojos directamente. No conseguía hacerse un retrato mental del cuadro. Draco arqueó la ceja en aquel instante y su rostro y el de un lienzo en blanco superpusieron en una única imagen.

Harry chasqueó los dedos y miró a su alrededor en busca de lápiz y papel.

-¡Lo tengo!- exclamo, al tiempo que se ponía en pie de un salto, mas se volvió a sentar al recordar que había venido solo con su billetera en su bolsillo trasero. -¿Por qué no habré traído mi cuaderno?-

Draco rió por lo bajo. Mientras que su padre y Sirius lo miraban reprobadoramente al tiempo que cuchicheaban. De seguro el recurrente tema de que el "arte" lo había vuelto un gay histérico como esos que salen en la televisión.

-¿Te sientes bien cariño?- su madre tan preocupada

Pidió disculpas y volvió a los suyo. Lo conseguiría más tarde. Aunque tuviera que suplicárselo y dibujarlo en una servilleta de papel. Necesitaba desesperadamente materializar aquella inspiración

Salió de su ensimismamiento al oír que su padre hablaba sobre La orden del Fénix, las posibilidades de futuro que se abrían para la escudería, los nuevos diseños de motores que Draco aportaría, y toda una serie de cosas de las que él no había oído hablar con anterioridad.

Tras unos minutos tuvo la certeza de que su papá y Sirius hablaban como si fuera obvio que Draco se haría cargo de La orden del Fénix en el futuro. Su padre le daba consejos y Sirius asentía a todo lo que James decía.

-El mes que viene firmaremos el acuerdo- su padre –La escudería no puede estar en mejores manos-

¿Acababa de oír bien? ¿Draco iba a comprar La orden del fénix? ¿Sus padres iban a vender La orden del fénix?

Que sus padres quisieran vender el negocio no era del todo una novedad. Pero siempre había sido un tema alejado en el futuro. Nunca habían concretado nada. Tal vez el que su hijo no mostrara el menor interés…

Pero se trataba de la escudería que había fundado su abuelo, La Orden del Fénix siempre había estado al mando de los Potter.

Se enfureció. Iban a vender La orden del fénix a Draco, el hombre al que consideraban su hijo y heredero.

Ya de pequeño le había robado una porción del afecto de sus padres. En el futuro se quedaría con su empresa. La empresa familiar.

Harry lo miró con ojos llenos de furia, llamado con ellos la atención de los adultos.

-¿Cómo?- preguntó, como si necesitara confirmar lo que acababa de oír -¿Van a vender La orden del Fénix a Draco?-

Su tono vehemente pareció sorprender a sus padres.

-Sabías que en algún momento tendríamos que venderla- dijo su madre –Y a ti nunca te ha interesado-

No claro. Él no era Draco. Pero la escudería le correspondía por derecho de nacimiento a él, no a Draco.

-¿Por qué no?- exclamó –Debería quedármela yo. Debe permanecer en la familia. Solo Potter-

-Harry- dijo su padre dándole una palmadita en el brazo –No te preocupes. No queremos que te sacrifiques. Nunca te ha gustado el mundo del automovilismo. Con Draco estará en buenas manos-

-¿Qué puede darle él que yo no tenga?- antes de que sus padres pudieran enumerar las cualidades de Draco, continuó –No niego que sea un adicto a la adrenalina, pero eso no tiene nada que ver con la dirección de una escudería-

Hubo un silencio. Sintió como lo miraban con… ¿Pena?

-¿Cuándo han tomado esta decisión?- preguntó, haciendo un ademán hacia Draco –Está claro que a él sí se lo habían contado-

-¿Qué te pasa, Harry?- preguntó su padre –Nunca te has interesado en el negocio. Siempre lo has odiado. Es imposible que quieras dedicarte a él-

-¡Pues sí quiero!-

-¡No es verdad!- respondieron los otros cuatro al unísono…complot.

-Ésta es la mejor solución- dijo Lily, conciliadora –Draco está dispuesto a tomar el mando y nosotros nos alegra no tener que venderla a un desconocido- dio una palmada a Harry en el hombro –La escudería vale bastante dinero y habíamos pensado darte tu parte para que pudieras dedicarte a tus cuadros sin pasar apuros económicos-

¿Y se suponía que eso debía alegrarlo?

-¿Qué?-

-¿No te parece maravilloso?- el rostro de su madre se iluminó –Puedes dejar la biblioteca y entregarte en cuerpo y alma a tu obra. Es lo mejor para todos-

-No necesito vuestra caridad- masculló Harry –Al abuelo no le gustaría que La orden del fénix acabara en manos de…- hizo un además hacia Draco –…un desconocido-

¿Qué más pensaba robarle Draco? ¿El afecto de sus padres? ¿El afecto de Sirius? Harry se mordió el labio. Sabía que estaba actuando de forma melodramática pero la situación le parecía suficientemente seria.

Su madre pidió disculpas a Draco con la mirada.

-Sabes que no habla en serio, Draco. Siempre has sido una más de la familia- miró con severidad a Harry – Si vendemos la escudería queremos que quede en manos de Draco-

-¡Pues no la vendan!- sus padres lo miraron y Harry pensó que empezaban a tomarlo en serio –Sé que podría dirigirla yo. Tienen que darme una oportunidad-

-Será mejor que me vaya- dijo Draco –Ésta es una difusión familiar-

-¡No!- dijo James –Como ha dicho Lily, aun que Harry no quiera reconocerlo formas parte de la familia – Chasqueó los dedos y sonrió. Harry espero con horror lo que sabía que iba a añadir –Ésa sería la solución perfecta ¿Por qué no se casan?

Su padre y su sentido de la oportunidad para los chistes, y ni que decir de su padrino, quien se supone tenía que apoyarlo…Harry puso los ojos en blanco. Draco se limitó a sonreír incomodo.

-Muy gracioso, papá-

-Tenía que intentarlo- su padre dejó escapar una risita –Pero lo hecho, hecho está. Y Draco se va a quedar con la escudería-

Harry intentó pensar en algo con desesperación.

-¿Quieres decir que la compra es ya oficial?-

-Todavía no. Draco ha empezado a trabajar para nosotros en el diseño de unos motores pero todavía hay que hacer un montón de papeleo-

-Me alegro- Harry tomó aire como si fuera a tirarse al agua. No le quedaba otra solución.

-¿Por qué te alegras?-

Aunque Draco había hecho la pregunta, Harry respondió a sus padres.

-Porque voy a demostrarles que no necesitan a Draco-

Su padre suspiró.

-¿Y cómo vas a conseguirlo?-

-¿Cómo se llama vuestro mejor piloto?-

-¡Harry!- Sirius lo miró asustado -¿Qué piensas hacer?-

-Ejercitarme, aprender todo acerca del automovilismo…lo que haga falta-

Se produjo un silencio sepulcral.

-¿Harry?- la odiosa voz de Draco acompañada de una carcajada –Supongo que es una broma-

Claro, eso le impediría quedarse con la empresa familiar y de paso, robarles a sus padres.

Harry se irguió con determinación.

-Si es lo que tengo que hacer para conservar la escudería de mi abuelo, lo haré- miró a los tres y añadió –Denme un mes se los demostraré-

-¡Harry!- No esperó a que su madre hablara. Había llegado el momento de cambiar de tema. Se puso de pie.

-Supongo que en la nevera guardas una torta de cumpleaños ¿Qué te parece si lo sacamos?-

*****Fin del Flash Back*****

Daba lo mismo cuáles fueran las razones de su comportamiento. La cuestión era que había dicho que lo haría y ya no había marcha atrás. La palabra "abandonar" no formaba parte de su vocabulario.

Neville llamó a la puerta con los nudillos y entró con una taza de café humeante.

-Buenos días-

-Buenos días ¿A qué se debe que me traigas café a la cama? ¿Haz estropeado alguno de mis dibujos?-

Neville parecía preocupado.

-Supongo que hoy ves las cosas con claridad- dijo, con ansiedad –No pensarás seguir adelante con tu plan-

Harry hizo una mueca.

-Me temo que sí-

-¿Hablas en serio?-

Harry dio un largo trago al café.

-En serio ¿Te animas? Podemos subirnos juntos a la Nimbus 2000 del GT. Yo como piloto y tú mi copiloto-

-No, gracias. Prefiero mirar desde tierra y llevarte flores al hospital-

Harry gruño.

-Si me estrello, no hará falta-

-Entonces las llevaré a tu tumba-

En ese momento Harry se imagino el día de su funeral.

Sus padres y Sirius consolando a Draco, diciéndole que no había sido su culpa, sino culpa de él (ósea Harry) por ser un irresponsable; a Seamus junto a Giny, la hermana de Ron, llorando como magdalenas; a Neville triste con un ramo de flores, a Ron aun estado de shock y finalmente a Draco haciéndose la victima-héroe.

Todo un circo.

-¡Nev, no tiene gracia!- Harry se estremeció.

Es humor negro. Lo utilizan algunos pilotos como mecanismo de defensa para superar el miedo. Tendrás que acostumbrarte-

¿Ah, sí? ¿Y qué sabes tú?-

Neville levantó la biografía que Harry tenía en la mesilla.

-Yo nada. Tú al menos sabes la teoría-

Neville Longbotton era otro de sus compañeros de habitación en el internado. El moreno había perdido a sus padres en un accidente, por lo cual quedo a cargo de su ocupadísima abuela, quién se pasaba los días viajando por placer.

Neville era un chico muy tímido y algo torpe, pero eso no quitaba el hecho de que fuera un intelectual nato. Gustaba de leer libros por el placer de hacerlo, y por que en ellos encontraba o mejor dicho se sentía como otra persona y no el desastre que era.

Neville no era muy buen estudiante, no sacaba notas sobre salientes, pero no dejaba de sorprender con pequeñas demostraciones de talento que tenía.

Era un amante de las plantas y flores, y no había persona en el mundo que Harry conociera, que tuviera la habilidad que tenía Neville de cuidarlas y crear bellos arreglos. Pero a pesar de ser un amante de las plantas y flores, Longbotton se dedicaba a la reconstrucción de obras de arte antiguas en el museo de arte de la ciudad. Le encantaba su trabajo, no había momento en el que se sintiera aburrido.

Harry encontraba en Neville la tranquilidad y seriedad que no conseguía con ninguno de sus otros dos amigos. Nev sabía escuchar y dar consejos provechosos, era paciente y delicado, características que se venían apañadas por sus marcados defectos, los cuales se hacía notar más seguido.

Del grupo de amigos que conformaba con Harry, Ron y Seamus, solo el primero conocía el secreto mejor guardado de Neville: su amor hacia el compañero de trabajo de Harry en la biblioteca, el intelectual y misterioso Theodor Nott.

Todas las tardes Neville acudía a la biblioteca a leer y a ver a Nott. Se podría decir que más era lo que miraba al atractivo hombre, de lo que leía. Harry, notando el interés de su amigo, trató de presentárselo, pero el tímido Neville se negó repetidas veces. A él le bastaba con mirarlo de lejos y apreciarlo desde esa distancia, por que no se sentía lo suficientemente bueno para Nott y también por que dudaba que él chico lo tomase en cuenta. Era Neville el torpe y tímido. Siempre que Nott se fijaba en él, salía a relucir el Nev deficiente.

Sin duda para Harry, Neville era alguien muy especial, un amigo de los pocos que se puede conseguir.

-Tal vez deberías llevarte a Seamus, lo vi interesado en las carreras-

-¡No!- grito Harry

-A Ron entonces-

-No me asustes. Con Seamus me pondré histérico, y con Ron me estresare-

-Creo que te toca llevarla solo-

-Así parece-

Harry hizo su rutina matutina mecánicamente y caminó como un autómata desde el coche hasta la biblioteca, mirando constantemente al cielo como si esperara que una bomba pudiera caer en cualquier momento.

Tenía que llamar a sus padres para que le dijeran quién sería su instructor. Necesitaba uno que estuviera acostumbrado a tratar con alumnos histéricos.

Puesto que era viernes, le quedaban un par de día de respiro. No podría empezar hasta el lunes.

Afortunadamente, era el día del cuenta cuentos y eso lo mantendría distraído. Era su momento favorito de la semana.

-Buenos días Potter- el saludo de un atractivo joven le saco de su ensimismamiento.

-Buenos días Nott- le respondió – ¿Ya llegaron los libros de filosofía?-

-Sí, te están esperando en la sección de estrenos para que los acomodes-

Harry hizo un mohín, acomodar libros era estresante.

-Hoy hay cuenta cuento ¿seguirás con la historia de Adonis?-

-Supongo ¿Tu que contaras?-

-María, la marimacha

El ojiverde lo miro con miedo, a Nott le encantaba asustar a los niños con esas historias, que si bien eran buenas, eran un poco fuertes para los pequeños quienes se asustaban fácilmente.

-Espero no se espanten-

Nott dio un gruñido y desapareció tras los estantes de historia. El chico era todo un misterio. Compadecía a Neville por ese amor platónico. Sería difícil llegar a su corazón.

Se dio media vuelta y comenzó con su trabajo.

Poco después de las doce sonó el teléfono y levantó el auricular mecánicamente mientras seguía garabateado a un Draco escasa ropa en el borde de un bloc de notas.

-Tenemos que hablar-

A Harry estuvo a punto de caérsele el teléfono de la mano.

-¿Draco? ¿Cómo has conseguido este teléfono?-

-Haciendo brujería- dijo él tras una pausa.

Harry suspiro

-Te lo han dado mis padres. Me has tomado por sorpresa.

-¿Quedamos a tomar un café cuando salgas del trabajo?-

Harry frunció el ceño. Parecía más una orden que una pregunta.

-¿Por qué?-

-¿Por qué no?-

Harry golpeó con impaciencia el mostrador con el bolígrafo.

-La verdad es que no eres la persona a la que más me apetece ver en este momento-

Otra pausa prolongada hizo que Harry se arrepintiera de lo que acababa de decir.

-Ya veo- dijo Draco finalmente -¿Me haz asignado el papel de malvado usurpador?-

-No hace falta que te pongas sarcástico-

-¿Quedamos en el café de las Tres cabezas? Está cerca de la biblioteca… -

-Sí, pero…-

-¿A las cinco?-

Harry apretó los labios.

-Eres un mandón, Draco-

-Está bien. Decide tú el sitio y la hora. Señor- ya-no-soy-un-niño-

Harry puso los ojos en blanco. Estaba claro que Draco no quería darse cuenta de que la situación no tenía ninguna gracia. Nada tendría hasta que La orden del fénix estuviera a salvo en sus manos.

-Está bien. Las tres cabezas a las cinco.-

TBC