Rating: K
Pairing: N/A
Tema: Magia
Disclaimer: Los personajes de Eyeshield 21 son propiedad de Riichiro Inagaki y Yusuke Murata. Los Personajes de El Origen de los Guardianes son propiedad de William Joyce y Dreamworks.
Advertencias: N/A
Notas: Por alguna razón, me pareció que sería lindo hacer un crossover de Es21 y la película, asdf yo y mis ideas. Cambiando de tema, muchas gracias a todas y cada una de las personas que han leído y comentado mis fics, recibir las notificaciones en mi correo me hace feliz y créanme que aprecio mucho que alguien se tome el tiempo de dejar su opinión, son bien recibidas. ¡Muchas gracias!
Sweet Memories
—Se siente raro —dijo Sena, su dedo índice aún tocaba el pequeño diente que lo incordiaba.
—¿Puedo ver? —preguntó Mamori mientras se acercaba más al niño recargándose sobre sus rodillas.
Estaban los dos sentados en el suelo, frente a la televisión en la sala de la casa de Sena. Mihae estaba en la cocina, había ofrecido que Mamori se quedara en casa mientras su mamá hacía algunas compras.
Sena sonrió mostrando los dientes, uno de los cuales estaba ligeramente inclinado hacia adentro, el niño lo acomodó con su lengua regresándolo a su lugar original.
—Creo que va a caerse —le dijo Mamori con una sonrisa.
Al escuchar sus palabras la expresión de Sena cambió por completo. ¿Caerse? Pero, ¡había estado ahí toda su vida!, ¿así de pronto iba a caerse?, tal vez debería decirle a su mamá, y no, no le había dicho nada porque hasta entonces se le había hecho muy divertido el poder mover su diente.
—No quiero que se caiga —comentó el castaño de repente, ¿qué se supone que iba a ser sin un diente?
—Pero crecerá uno nuevo, así que no habrá problema — Mamori sonreía.
El timbre de la casa sonó, mostrando a la madre de Mamori frente a la puerta, quien agradeció efusivamente el hecho de haber cuidado a su pequeña hija, mientras comentaba que hacía tiempo no los visitaban. Ambas se despidieron de Mihae y de Sena, dejando una amable invitación para ir a comer a su casa 'un día de estos'.
Tras terminar de limpiar la cocina después de la comida, Mihae se unió a su hijo en la sala, quien miraba la televisión a medias mientras jugaba con muñecos de plástico sobre la alfombra.
Fue entonces que Sena decidió salir de sus dudad de una buena vez.
—Oye, mamá —al escuchar la voz de su hijo, la mujer volteó la vista hacía el, poniéndole atención a lo que tuviera que decir —Mamori me dijo que mi diente se iba a caer —terminó el castaño señalando sus labios.
Mihae no pudo evitar que una sonrisa tomara el control de su boca, y le hizo una seña al pequeño para que se acercara un poco más a ella.
—¿Tu diente se mueve? —preguntó ella mirando a Sena a los ojos, él asintió. —Entonces sí, se caerá en algún momento, pero no es algo malo, es algo que tiene que suceder. Tu diente será remplazado por uno más grande y fuerte.
Dándose cuenta de que el rostro de Sena cambiaba de mal a peor en preocupación, decidió encaminar la conversación hacía otro lado.
—Además, el Hada de los Dientes te traerá dinero cuando eso pase —le dijo en un tono cómplice.
Eso sin duda había llamado la atención de Sena, quien ahora seguía con detenimiento las palabras de su madre.
Mihae le explicó que cuando se cae un diente, debes ponerlo debajo de tu almohada mientras duermes, de esa manera el Hada de los Dientes llegaría a recogerlo y dejaría dinero a cambio.
Después de eso los días transcurrieron con normalidad, hasta convertirse en semanas.
Una mañana, por fin, mientras comía una rebanada de pan tostado durante el desayuno, la malvada pieza dental de Sena dejó de dar pelea y se desprendió.
Y, si le preguntabas a Sena, resultaba algo chocante que hubiera sucedido por la mañana, puesto que tendría que esperar todo el día para poder ponerlo bajo su almohada.
Se lo comentó a Mamori, estaba emocionado, quería ver al Hada de los Dientes.
La noche llegó, y Sena dejó el pequeño diente bajo la almohada junto con una nota de agradecimiento. Y aunque lo intentó, y se esforzó bastante, al final cayó dormido antes de alcanzar a ver algo.
Ya entrada la madrugada del día siguiente, apareció la diminuta hada, cargada una moneda en los brazos, con plumaje color verde tornasolado y características que la hacían pasar por un colibrí. Se quedó mirando al niño durante unos segundos, para después meterse bajo el cojín y sacar lo que había ido a buscar. El primer diente de leche.
Sonrío para sí misma antes de emprender el camino de regreso al palacio, en donde guardarían a salvo la primera de las memorias que conformarían su niñez.
Muchas gracias por leer, espero que les haya gustado.
¡Y Feliz Año Nuevo! -abraza-
