Disclaimer: Los personajes mencionados durante este pequeño relato son propiedad de la CBS, a parte no hice este relato con ningún ánimo de lucro...
Mistletoe
Todo comenzó en una fiesta organizada en casa de Josef con el evento de la Navidad, donde casi todos los reunidos ahí eran vampiros, y los pocos humanos, eran los que sabían nuestro secreto y nos alimentaban de vez en cuando. Vi a Josef charlando con Simone, su abogada, al otro lado de la sala, y al momento siguiente ya lo tenía a mi lado, estuvimos hablando mientras caminábamos alrededor de la pista para no molestar a los danzantes.
Finalmente acabamos debajo de una rama de muérdago que parecía haber sido puesta ahí para determinado momento, nos miramos a los ojos y vi como Josef se acercaba lentamente a mi cuello con intención de morderme, desde que me volví a convertir en vampiro para salvar a Beth no había vuelto a sentir ningún colmillo hundirse en mi piel, y lo que más me extrañaba era la sensación de nostalgia que sentía, como si hubiera echado de menos tener a Josef mordiendo y succionando mi sangre.
Estaba tan metido en mis pensamientos que no sentí en qué momento clavó sus colmillos en mi cuello, sólo lo hice cuándo se escapó un pequeño gemido de mi garganta, recordando la sensación de la otra vez, disfrutando... no pude aguantar más la tentación que tenía, le mordí yo a su vez en el cuello y noté lo sorprendido que estaba, porque por un momento dejó de chuparme la sangre. En ese momento éramos los únicos que estábamos en esa sala, aunque en realidad hubiesen cientos de vampiros y humanos en ella. Simplemente quería extasiarme con esa sensación, que se paralizara el momento, pero lentamente volvimos a la realidad, y Josef se alejó para dirigirse a una de sus "donantes". Después de aquello decidí irme a mi apartamento y seguir "disfrutando" de la Navidad ahí.
Lo primero que noté nada más llegar fue el hecho de que la chimenea estuviera encendida, cuando yo la había dejado apagada, además de un par de copas con una botella de sangre fresca. Después sentí unos brazos rodearme por la espalda, no hacía falta que viese quién era para saberlo. Me desconcertó bastante que estuviese ahí cuando en su casa había tanta gente para poder beber su sangre.
- Lo siento, Mick. Déjame sólo hoy, nada más, por favor, después te dejaré en paz si es lo que quieres.
Esa frase me trastocó más de lo que nada en todos mis años de vida había conseguido, incluso el enterarme que mi recién fragante esposa, Coraline, era un vampiro. Jamás, desde que conocía a Josef, ni siquiera cuando nos presentó a Beth y a mi a Sarah, lo había oído tan... vulnerable. Cuando me quise dar cuenta volvía a tener a Josef con sus colmillos clavados en mi cuello, dejando de lado la botella llena de sangre, él siempre había dicho que prefería la sangre fresca.
