Capítulo uno
Zelda Harnikian es una persona fácil de tratar.
Siempre busca que todo salga bien (Le pagan por eso) y es un poco estricta con sus horarios (la puntualidad es la clave), pero éso no es algo que ella vea como imperfecciones. Al contrario, todos deberían de seguir su ejemplo. Y, sí, ella es bastante profesional, pero fuera de ésa faceta, está una chica que sabe divertirse. El problema es que, al trabajar como niñera de un actor veinticuatro horas siete días a la semana, no tiene tiempo ni humor para divertirse.
Ella nisiquiera sabía por qué trabajaba como publicista, y mucho menos el por qué trabajaba para alguien como Link Woods. El chico era la persona más arrogante y problemática de todo Hyrule, sin mencionar que detestaba a Zelda tanto como ella a él. Podía decirse que su relación se basaba en discusiones e insultos desde el primer día, y ninguno de los dos planeaba en cambiar éso pronto.
Nisiquiera en un día tan importante como la entrevista para el programa "Wake Up, Termina".
La chica tenía todo planeado: Almuerzo a las 7:30 en el hotel con los productores, sesión fotográfica a las 8:30, prueba de sonido a las 8:45, y finalmente, la entrevista a las 9:00. Ella estaba despierta desde las 5 am, aproximadamente. Había tomado una ducha, escogido su atuendo (vestido y saco blanco con encaje, zapatos negros), y había comenzado a organizar lo referente a las preguntas que le realizarían a su "jefe": lo que podía preguntar, lo que no, temas que debían evitar; así como la ropa que utilizaría para la sesión. Para su mala suerte, el actor no tenía los mismos planes.
Sólo dos cosas la hacían enojarse, en todo el sentido de la palabra. Una de ellas era la impuntualidad. Y eso era precisamente lo que estaba sucediendo en ésos momentos: Pasaban las 7:15 y aún no había señal del rubio. Lo que nos llevaba a la segunda cosa que la hacía enojarse: Link Avignon Woods.
Uno creería que ella ya estaría acostumbrada a la actitud del chico, pero eso no había sucedido.
Molesta, con una vena palpitante prácticamente visible en su frente, Zelda comenzó a caminar en dirección a la habitación del actor, decidida a saber qué le hacía tardar tanto. Una vez allí, llamó a la puerta, pero no recibió respuesta alguna. Tomó aire en un intento de tranquilizarse antes de llamar denuevo.
—¿Woods?
Nada.
Comenzaba a pensar lo peor. ¿Y si...? No, no podía pensar así. Volvió a llamar a la puerta, pero no recibía respuesta. Por el bien del actor, ella esperaba que la razón por la que no le abría era porque ya había salido o porque estaba terminando de arreglarse, y no otra cosa. Deseaba arrancar la puerta y comprobarlo por si mísma, pero optó por alzar la voz.
—Link Avignon Woods...—
La puerta se abrió de golpe, interrumpiéndola. Frente a ella se encontraba el aludido; su cabello rubio despeinado, como si recién se hubiera levantado (no dudaba que fuera así); sus ojos azules—cansados, un poco apagados—la miraban con desgano, ojeras debajo de ellos. No estaba usando camisa alguna, sólo pantalones (que ella reconocía como los pantalones que usaba para dormir). Cualquiera estaría felizmente atónita por tener enfrente a uno de los jóvenes más atractivos del mudno (Según el Hyrule Times) sin camisa, pero no ella.
—¿Podrías-Guardar-Silencio?— habló en un tono brusco, la voz rasposa como de quien recién despertaba.
El reloj de su muñeca indicaba que había estado ahí cinco minutos, tan sólo diez minutos antes de la hora prevista para el almuerzo. Por lo que veía, el chico se había quedado dormido—probablemente no había pegado ojo en toda la noche por estar bebiendo con sus amigos.
Lo iba a matar.
Bueno, no. Quería hacerlo—quería estrangularlo por arruinar algo tan importante como la entrevista de ésa mañana—pero matarlo sólo la dejaría sin trabajo y con muchos cargos en su contra. Sin mencionar que no se creía capaz de realmente matarlo (aunque a veces dudaba no poder hacerlo). Así que, muy a su pesar, dejó esa opción de lado.
Tomó aire (denuevo) para tranquilizarse—hábito que había obtenido al trabajar para él— antes de hablar.
—Espero que recuerdes que tienes un desayuno en poco menos de diez minutos.— le recordó, siendo lo más amable posible.
Link rió.
—¿Te parece que estoy presentable para un desayuno?— el sarcasmo en su voz siempre estaba presente, por lo que ella era casi inmune a él, pero en momentos como ése, era difícil ignorarlo. El chico le dió la espalda, listo para regresar a su habitación a descansar un poco más. Cuando habló de nuevo, nisiquiera la miró: —Yo comeré en mi habitación. Tú encárgate de los productores, es tu trabajo, después de todo.— y con eso, le cerró la puerta en la cara.
Zelda y su actitud no eran la razón por la que no soportaba al actor—él mismo era el problema. Volvería loca a cualquier publicista. No—a cualquier persona que tuviera qué lidiar con su verdadera personalidad. Porque, claro, el chico nunca mostraba ésta actitud con alguien que no fuera Zelda.
Sin pensárselo dos veces, abrió la puerta con la llave que se le había otorgado; siempre pedía una de repuesto para ella porque era frecuente que Link la dejara dentro de la habitación. No dejaría que se saliera con la suya.
El chico, que ya se encontraba a menos de un metro de la cama, se detuvo y miró hacia atrás al escuchar la puerta abrirse. Parpadeó, sorprendido. Era poco común que su publicista actuara de ésa forma—De acuerdo, siempre le discutía todo lo que hacía, pero comunmente habría insistido al tocar la puerta en lugar de entrar.
—Creéme que no me molestaría mostrarle al mundo lo egocéntrico, mujeriego, hipócrita, drogadicto e imbécil que eres. Puedo hacerlo. Pero no es así como funcionan las cosas.— lo miró seriamente. —Primero, vas a ducharte en tres minutos, como lo haces cada vez que tus amigos deciden hacer una fiesta de último minuto. Después vas a vestirte, no importa que no sea un traje, pero debes estar presentable. Y por último, bajarás al restaurante a desayunar con los productores. Tienes... —revisó su reloj—, ocho minutos.
Salió de la habitación, azotando la puerta, dejándolo perplejo de pie en medio de la suite.
Para su mala suerte, su único problema no era Link, sino también Malon Ranch, la misma representante del actor. Zelda y ella tenían una muy buena relación—ella hacía soportable su trabajo. Era dulce, amigable, profesional, inteligente; no era difícil hacerse amiga de ella. De hecho, ambas compartían un departamento en la Capital. Pero Malon tenía una costumbre que molestaba bastante a Harnikian—Malon era una persona impuntual, algunas veces inclusive más que el actor.
Gracias a las Diosas, estaban quedándose en el mismo hotel donde habían acordado el desayuno con los productores—idea de Zelda, pues sabía que habría problemas de puntualidad y tráfico de quedarse en otro lugar—por lo que era poco probable que Malon llegara realmente tarde al desayuno. Para prevenir, la rubia había ido a despertarla hacía más de cuarenta minutos.
Y estaba feliz de haberlo hecho porque, mientras se alejaba de la habitación del insufrible—digo, Link—se encontró a su amiga (despierta) caminando en su dirección.
Malon estaba radiante, como siempre. El cabello rubio de Zela y sus ojos grisáceos palidecían junto al cabelllo y ojos de Malon—rojo como el fuego y azules como safiros. Ambas rondaban el metro con sesenta y cinco, sin mencionar que Zelda sólo era mayor que la pelirroja por poco más de un mes, pero su complexión era completamente diferente. Mientras que la rubia estaba cerca de ser lo que algunas personas llamaban "plana" y sin curvas, Malon tenía el cuerpo de "reloj", como de modelo.
Todos lo que la conocían se preguntaban por qué trabajaba como representante en lugar de dedicarse a algo relacionado con el espectáculo; aunque nadie se lo preguntaba directamente, Zelda sabía que era porque le encantaba su trabajo—a pesar de trabajar con una de las personas más molestas del mundo.
La pelirroja le sonrió, acercándose a ella. La saludó con un beso en la mejilla, como era común entre ellas.
—¡Zel! Me alegro de haberte encontrado. — habló con su ligero acento sureño, mirando en la dirección por la que había caminado la rubia. —¿Has sabido algo de Link? Escuché que salió a beber con Kafei ayer y no sé a qué hora llegó...—
Kafei era un guitarrista; formaba parte de una banda, junto con Midna Twili y Vaati Dark. Él y Link eran amigos de la secundaria, y ambos comenzaron sus carreras al mismo tiempo. Aunque su personalidad hacía casi imposible odiarlo, Zelda se sorprendía haciéndolo de vez en cuando—él era una persona fiestera, y siempre que podía invitaba a Link a un bar o a una fiesta, casualmente antes de eventos importantes. Y Zelda era la que tenía qué lidiar con las resacas. Sabía que era culpa de Kafei, pues Link rara vez salía a beber sin su amigo.
—Lo acabo de despertar.— le interrumpió la rubia, encogiéndose de hombros ligeramente. —Confío en que estará listo para el desayuno.
Y lo estaba.
A pesar de la relación que tenían y el cuánto Link buscaba hacer todo lo contrario que le pedía, sabía que su reacción no le pasaría por alto.
La mala noticia era que, si se presentaba en el desayuno, lo más probable era que buscara maneras de ponerla en ridículo o de hacerla enfadar. Pero era un precio que estaba dispuesta a pagar.
Malon suspiró, aliviada.
—Me alegro. Almenos llegará a tiempo.— la miró fijamente, pasando sus dedos por entre su cabello sedoso, un poco nerviosa. —Perdona por hacerte lidiar con él; es mi trabajo y yo sé cuánto te desagrada hablar con él.
La chica sacudió la cabeza, sonriendo por primera vez en el día.
—No te preocupes. No fue ningún problema.— mentira. Pero no podía simplemente quejarse todos los días con Malon sobre la misma cosa. —Tengo qué arreglar unas cosas antes de bajar. ¿Crees que puedas ir a recibirlos? No tardo mucho.
—Por supuesto, yo me encargo. Te espero abajo.— le dió un apretón en el hombro y se fue sin siquiera preguntar qué tenía qué hacer, algo que le agradó a Zelda.
Comenzó a caminar en dirección a su habitación. Tenía tres minutos para lavarse la cara y relajarse, antes de tener qué lidiar con el estúpido actor y los productores del programa.
Eran las 7:34 y aún no llegaban los productores.
O Link.
Malon estaba de pie a su lado, esperando, pero no estaba tan impaciente como Zelda.
Estaban retrasados.
No le sorprendía de Link—eso no quería decir que no le molestara—, pero sí de los productores.
Personas que eran reconocidas por su puntualidad en su programa, con tiempos medidos y sin usar un segundo más de cada sección, no podían llegar a tiempo a un desayuno con el actor que rara vez aceptaba asisitir a programas de televisión. Aunque fuera a su publicista y no al mismo actor a quien le importara la puntualidad.
Estaba a punto de soltar un grito de frustración cuando vió a Link al abrirse las puertas del elevador.
Su cabello esta mojado y ligeramente despeinado, pero él no era precisamente conocido por peinar su cabello hacia atrás, "el cabello despeinado atrae a las chicas", decía. Sus ojos lucían más despiertos y un poco molestos, tanto por el haberlo despertado tan temprano como por la resaca. Zelda notó que las miró de arriba a abajo, a lo que ella sólo rodó los ojos. Típico Link. No lo culpaba por ver a Malon—de ser hombre, ella estaba segura que también lo haría—pero igualmente era molesto.
Una sonrisa burlona se asomó entre sus labios mientras caminaba en su dirección.
—Buenos días, Malon.— saludó amablemente a la pelirroja, abrazándola y dándole un ligero beso en la mejilla. Zelda sabía que a Link le atraía Malon, no era un secreto, pero se alegraba de que mantuviera una actitud profesional. Se volvió a la rubia, colocando un brazo sobre sus hombros. —Y buenos días a tí, Srita. Harnikian. ¿Cómo te encuentras en éste cálido, espléndido y hermoso día?
—Buenos días, Woods. ¿Estuviste leyendo el diccionario otra vez?—preguntó sarcásticamente, quitando el brazo del rubio de donde se encontraba. Si antes se había sentido aliviada de verlo llegar, ahora solamente estaba irritada.
Link rió entre dientes, cruzándose de brazos. Malon los miraba en silencio, curiosa.
—No, sólo estoy siendo mi típico, agradable ser.
—Agradable, claro.— bufó la rubia, mirando hacia las puertas del restaurante, buscando señales de los productores.
—¿Tuviste una mala mañana? ¿Te levantaste con el pie izquierdo? ¿Tu café estaba rancio? ¿El viento sopla demasiado fuerte?— alzó su ceja, adquiriendo un aire de curiosidad. La chica sabía que no estaba realmente curioso, simplemente buscaba molestarla.
Zelda contuvo un suspiro. Link estaba demasiado insoportable para ser las 7:30 de la mañana, pero suponía que ella tenía la culpa de ello. Además, su manera de actuar no era nada nuevo, simplemente estaba tratando de molestarla más que de costumbre como de venganza.
—Creería que tú sabes más sobre soplar que yo, ¿no es así, Woods?
—¿Eres siempre tan hermosamente amigable o lo guardas todo para mí?
No perdió ni un segundo en responder.
—Sólo para tí, Woods. Siempre has sido tú.
El aludido colocó una mano en su pecho, parpadeando, con la cara en blanco por unos segundos.
—Estoy conmovido, Harnikian. De verdad.
Fue entonces cuando los vió: dos hombres con traje y una mujer en vestido de coctel, caminando en su dirección y sonriéndoles. Zelda les sonrió y les saludó, esperando que se acercaran. Ya buscaría una manera de deshacerse de la frustración sin gritarles por llegar tarde.
—Sí pues, no deberías.—le respondió al actor al momento que se acercaban los productores del programa. Sería una larga mañana.
El desayuno había pasado volando, literalmente. Charlaron sobre los nuevos proyectos de Link, bromearon sobre sus supuestas conquistas y las veces que había aparecido borracho en videos y fotografías—mintieron al respecto, claro, no podían darles tanta información y mucho menos arruinar la imagen del actor—y terminaron de desayunar varios deliciosos platillos justo a tiempo para la sesión de fotos.
El estudio donde tomarían las fotos y estaba a tan sólo una cuadra del hotel, por lo que no tardaron mucho en llegar. Inmediatamente llevaron a Link a maquillaje y peinado, decidiendo dejarlo con la misma ropa. La sesión pasó más rápido de lo que Zelda creía—faltaban cinco minutos antes de la prueba de sonido.
Tenía deseos de pedir el adelanto de la prueba—principalmente porque harían preguntas reales de la entrevista y quería conocer las respuestas de Link para revisar si necesitaba algunas nuevas o más sutileza. Pero decidió que, después de la dura mañana que había tenido el actor, descansar por lo menos cinco minutos le haría bien. Así que pidió un café—capuccino, descafeinado, con dos cucharadas de azúcar— y una aspirina para la resca.
Los tomó y decidió dárselos personalmente. La principal razón era porque Malon estaba ocupada, y porque no quería que las personas sospecharan sobre la posible resaca—nadie sabía de su escapada de anoche, y ella prefería dejarlo así. Menos trabajo para ella si lo mantenían en secreto.
Lo encontró en su camerino, recostado en el largo sillón. Su brazo estaba colocado sobre sus ojos, probablemente en un intento de dormir. Ella sabía, por la forma en que respiraba, que no estaba dormido, pero que realmente quería estarlo. La puerta estaba abierta, por lo que no había tocado pero, dadas las circunstancias, consideró que quizás sería mejor hacerlo. Link se levantó inmediatamente.
Sus ojos azules la observaron con curiosidad, posándose después en lo que traía en las manos. Sonrió con sorna.
—¿Serás mi enfermera personal? Es muy lindo de tu parte.
Zelda frunció la boca, caminando hacia donde estaba sentado y dejando las cosas en la mesilla junto al sillón.
—Sueñas, Woods.— respondió secamente, manteniéndose de pie frente al rubio. —Necesito que estés presentable y en tus cinco sentidos.
—Pudiste haber pensado en éso antes de despertarme.
—Pudiste haber pensado en éso antes de ir a tomar con Kafei.
—Touché.
La rubia rodó los ojos.
—Eres insoportable. No sé por qué no he renunciado.— la paga no era precisamente buena y la compañía, salvo por Malon, tampoco. Se reprochó no haberlo considerado tan seriamente como en ése momento.
—Podrías hacerlo, nada te detiene. — respondió con desinterés, tomando un sorbo de su café y tomando la aspirina entre sus dedos antes de tragarla.
—Lo haré, no lo dudes.—
—Me alegro. No tener qué ver tu cara malhumorada e insoportable todos los días, tus horribles horarios y planes y tus estúpidos insultos. Sería maraviloso que te fueras.
Respondió sin siquiera pensarlo.
—Alégrate aún más, porque es mi último día.—
Con eso, salió del camerino, azotando la puerta detrás de ella. Una vez que terminara la entrevista, tomarían el primer vuelo a Hyrule y, una vez ahí, dejaría de ser parte del equipo del actor.
Zelda Harnikian es una pesona fácil de tratar, ella sólo odia (y mucho) a Link Woods.
N/A: Me dió flojera poner el disclaimer porque, seamos honestos, nadie los lee y, el hecho de que estemos en FANfiction es más que suficiente para aclarar que no me pertenece.
En lo referente a la historia, me disculpo por cualquier error que encuentren. Estaba tan emocionada por publicarlo que nisquiera me detuve a leerlo detenidamente (lo leí, pero sólo una vez, así que... dénse una idea).
Lo interesante comienza en el siguiente capítulo :-) Así que, eh, espero que lo disfruten.
Review? :3
