No sé qué pensar, no sé qué hacer…no sé qué es lo que ha ocurrido. ¿Por qué tengo la mente en blanco?, ¿Qué es lo que paso?... ¿acaso yo no venia conversando? Si, venia conversando, pero… ¿con quién?
Logro enfocar mi vista y distingo el despejado cielo azul. Que buen clima hay, pero no siento ni el calor del sol, ni la dulce brisa del viento… dulce brisa…dulce… ¿dulce?... Kyoko.
Siento el pasto contra mi espalda y me levanto, como puedo, para mirar a mí alrededor. Tengo una punzada en la frente y un fuerte dolor en la nuca. Mis músculos responden torpemente y no veo todo de forma clara; me atrevería a decir que veo en sepia. No lo entiendo, ¿Dónde está Kyoko?
Miro a mi alrededor y la veo apoyada, de espaldas a mí, contra un árbol. Kyoko está allí, apoyada contra el tronco, como si de apreciar la naturaleza se hubiera tratado.
Siento una punzada de alivio al ver su cabello naranja y su cuerpo tan frágil. Me acerco y me arrodillo a su lado tocando, suavemente, su hombro. Ella está con los ojos cerrados… mientras se abrasa a si misma. –Kyoko…- logro pronunciar antes de que mi mente se despeje un poco.
Aun sigo aturdido, el golpe ha sido lo suficientemente fuerte como para haberme matado, pero por alguna extraña razón no fue así.
Abrazo a Kyoko y ella abre los ojos, como si me quisiera decir lo que siente. Es horrible, todo está mal. Ella respira entre cortado, tienes los ojos llorosos y parece entender todo mejor que yo. Su piel esta helada y tiene leves temblores que percibo al segundo después. –Tranquila…respira…- logro decir. Mi voz sale ronca y un agudo dolor se aloja a la altura de mis costillas, seguido por unas punzadas en mi pierna izquierda.
Sangre… ahora veo que estamos cubiertos de tierra y sangre. – Kyoko, respira…no te duermas…respira…- digo como un mantra mientras acaricio su rostro manchado por un espeso liquido rojo. Sangre.
Ella me mira y da un corto respiro que le desfigura el rostro. Sufre y me muestra lo que está sintiendo. Sus temblores aumentan y sus labios están morados. ¿Desde hace cuanto rato estamos así? No lo se, pero tiene que ser, ya, muchas horas. – Dime algo…- le pido en un susurro mientras la sostengo protectoramente entre mis brazos. No quiero que se fije en lo que nos ataca, en lo que nos hace sufrir… solo quiero poder ayudarla y que su sufrimiento disminuya.
Luego de tres cuartos de hora, siento que mi mente se despeja. Miro a Kyoko y ella parece estar a punto de darse por vencido. –Kyoko…- susurro y ella ya no responde a mí llamando. –No te duermas…- agrego y ella simplemente empieza, poco a poco, a cerrar los ojos. -¡no te duermas!, respira… háblame… cuéntame algo lindo…- le pido y la muevo suavemente entre mis brazos para que empiece a entrar en calor. Sus temblores no han disminuido y aun no tenemos ayuda…
¡Ayuda!... eso es. Mi mente se despeja de golpe y sé que estamos mal, no entiendo que ocurrió, pero necesitamos ayuda. Miro a Kyoko y ella ya ha cerrado los ojos – ¡Kyoko!- gimo sintiendo una punzada de dolor a la altura de mis costillas. Tengo algo clavado, pero no me detiene y sigo llamándola por su nombre para que no se duerma. – ¡por favor! Despierta… no te duermas… Kyoko, no te duermas… tienes que respirar, tienes que pestañear…
La tengo entre mis brazos mientras la acuno para calmar sus temblores. Ella es frágil, es dulce y no quiero que cierre los ojos. –piensa en algo lindo, en algo cálido… piensa en las canciones que cantamos juntos, en las veces que jugamos entre los árboles o las dulces tartas que tanto te gustan…- me cuesta respirar y me duele, pero me duele mucho mas ver cómo está a punto de darse por vencida.
Por favor Kyoko.
Ella toma un poco de aire. –oh, my lov…- susurra, como si intentase cantar… la letra de la canción que escuchamos juntos hace un par de horas. –oh, my love… my darling… I've hungered for you touch…- cante y le saque una sonrisa antes de que cerrara sus lindos ojos. –¡Kyoko!
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La brisa tibia, el cálido calor que desprende el cuerpo de Ren y su dulce aroma… me siento protegida, querida y feliz. Es lo único que necesito para dejar a un lado el dolor que se impregnaba en mi piel hasta hace unos segundo atrás.
Los recuerdos, las voces y los sentimientos se alojan en mi mente… puedo recordar y vivirlos nuevamente… los siento a flor de piel. Ahora no estoy, en medio de un bosque, entre los brazos del hombre al que amo. No, ahora estoy bien, viviendo los mejores días que me han tocado. 3 días de descanso con Ren a las islas del sur.
Los mejores 3 días de mi vida…
