Chan, chan, chan, (música dramática de fondo) pues he regresado, así que me tendrán que soportar aunque no quieran JO JO JO JO (saca un abanico)
Chimiko:……
En vista de que Chimiko me esta viendo como si fuera un bicho raro, adelantaremos mi magnifica presentación para ir rápidamente al asunto.
Este es mi primer fic Yullen, además de que tengo pensado hacerlo para largo, esta será mi obra maestra, ósea que no escribiré otro fic hasta acabar este…(no me pregunten cuando por que ni yo se T T)
CAUTION: Este fic es yaoi 100%, además de shota y con futuras violaciones, quedan advertidos, ya lo demás es cosas suyas, así que yo me lavo la mano.
Chimiko: Vas ya ha comenzar o solo vas a tirarte a loca otro rato?
No seas cruel, apenas me esta divirtiendo. Como la ira de Chimiko se hace cada vez mas grande yo las dejo y nos leeremos mas abajo. Por cierto es universo alterno.
En ese día nevado…
Los copos de nieve caían suavemente sobre su persona, extendió su mano derecha, tratando de atraparlos para poder contemplarlos de cerca, pero al instante se deshacían al contacto de su piel.
El viento soplo con mas fuerza, provocando en el un pequeño escalofrió. Después de todo, las temperaturas bajas eran uno de sus puntos débiles; se acomodo su capucha, ocultando su rostro, y se abrazo a si mismo.
Comenzaba anochecer y el frió empezaba a molestarle. Murmuro una maldición por lo bajo y se quejo por su poca resistencia al invierno.
Observo desinteresadamente a su alrededor. Las casas de la ciudad estaban cubiertas de blanco, algunas chimeneas mostraban humo, señal de que unas fogatas habían sido encendidas. Los carruajes que pasaban por las calles dejaban sus huellas hundidas, y los caballos rechinaban a causa del frió.
Fue cuando llamo su atención. Un señor mayor tomaba de la mano a un pequeño de no más de siete años. Los dos sonreían y se veían muy felices, el pequeño tiraba del hombre y decía cariñosamente una y otra vez "papa". Esa imagen le hizo desconectarse de todo y hundirse en sus memorias, unas muy dulces pero al tiempo amargas.
Tan metido estaba en sus recuerdos, que no sintió que alguien se paro cerca de el, y no fue hasta que sintió un peso grueso cayendo sobre sus hombros que lo hizo regresar a la realidad.
-¿Que demonios estas haciendo? Si te quedas ahí parado terminaras por enfermarte- las voz que lo llamo era brusca y completamente escasa de amabilidad.
Se giro para ver a su acompañante, pero el movimiento hizo que su capucha resbalara y descubriera su rostro. Su cabello era de un blanco comparable con la nieve que caía, le llegaba un poco mas arriba de los hombros y al tacto era muy sedoso. Su infantil rostro delataba la inocencia del niño y lo joven que era. Su piel, blanca y suave, poseedora de facciones muy finas, harían creer que se trata de una niña muy linda a lo lejos, pero ya de cerca podía distinguirse que se trataba de un niño, uno muy hermoso.
Pero sin duda lo que llamaba mas la atención eran sus dos grandes orbes plateadas, y una cicatriz en su lada izquierdo que abarcaba desde su ceja hasta el final de la mejilla.
-He encontrado una habitación donde hospedarnos esta noche, y mañana a primera hora tomaremos el tren hacia Londres- sentencio con voz monocorde y casi mecánica.
Por unos momentos se dedico a contemplar al joven que tenia frente a el. Le ganaba en altura por casi una cabeza, su piel era de un blanco oscuro y un poco áspera al tacto, esto debido a las incontables batallas que ha tenido. Un largo cabello negro azulado, atado a una coleta alta con dos mechones que caían de lado en lado por su rostro. Sus facciones eran finas, pero no tan marcadas como las de el, poseía unos afilados ojos y unas orbes azul oscuro.
Una mueca de total fastidio predominaba en su rostro, dando a entender que no era una persona muy amigable y mucho menos amable. Además irradiaba un porte arrogante y frió que le acompañaba todo el tiempo. No cabía duda de que era un hombre muy apuesto y varonil. Detuvo su escrutinio cuando noto que faltaba algo.
-¿Que paso con tu abrigo Kanda?- pregunto con cierta ingenuidad mientras ladeaba tiernamente la cabeza.
-¿Acaso estas ciego o que?- su respuesta fue tosca al tiempo que señalaba los hombros del menor.
Fue entonces que se dio cuenta que traía sobre-puesto el abrigo de su compañero y como dato extra, apenas se percato que ya no sentía frió desde hace unos minutos. Avergonzado, se quito el abrigo y se lo extendió al mayor.
-No debiste hacerlo. ¿Que tal si por esto eres tu quien termina enfermándose?- le reclamo con un rostro ligeramente sonrojado y con una voz no tan furiosa como hubiese querido.
-Jeh…yo no soy un niño que necesita que lo estén cuidando, Moyashi- una sonrisa burlona se dibujo mientras veía con superioridad al albino.
-¡Ya te dije que me llamo Allen! A-L-L-E-N.- separo cada silaba como se hablara con un retrasado.
-Chih…que importa, de todos modos sigues siendo un niño, Moyashi.- bufo con desgano, esa conversación ya le estaba fastidiando.
-¡QUE DEJES DE LLAMARME ASI!- le aventó el abrigo al rostro- ¿pero que puedo esperar?, después de todo solo eres un tarado.- una burlona resignación salio de ese niño que pronto dejo de parecer tan inocente.
-Oi, Moyashi…ten mas cuidado con tus palabra- su cuerpo temblaba de completa ira, mientras que amenazaba al chico con una katana.
-¿Ya ves? Eres solo un tarado por no poder apréndete mi nombre.- negó con su cabeza sonriendo con cierta burla.
-¡Ahora veras quien es el tarado!- le lanzo una mirada llena de furia y empuñaba su espada para atacarlo- Voy a cortar ese cabello lleno de canas y se lo daré a los ancianos.
-¡Me parece bien! Yo haré una peluca con el tuyo.- le regreso la mirada de furia al tiempo que alzaba su brazo izquierdo.
-¡Solo necesito un golpe para acabar contigo!
-¡Eso quiero verlo!
En ese lugar se podían sentir dos auras acecinas que lanzaban chispas e incendiaban todo a su alrededor.
Su infantil pelea se vio interrumpida al sentir varias miradas sobre ellos, voltearon a su alrededor y se encontraron con los ojos curiosos de los aldeanos del lugar. Algunos susurraban cosas de cómo es posible que un jovencito amenace a una niña pequeña (causando el disgusto de Allen y la diversión de Kanda), mientras que otros llamaban a la policía.
Molesto a no mas poder, Kanda envaino su espada, tomo su abrigo del suelo y agarro al chiquillo del brazo izquierdo, jalándolo con el para retirarse del lugar.
-Mira nada más lo que provocas, entupido Moyashi- le acuso con total desprecio.
-¿Qué dem…?- estuvo apunto de reclamarle, pero se detuvo al sentir esa aura acecina de Kanda.
Llegaron al hotel que Kanda había reservado y subieron sin decir palabra alguna a su habitación. No era lujosa, pero si espaciosa, con des camas individuales separadas por un pequeño mueble, dos sillones en medio junto a una mesa, la puerta del baño a la derecha, y la salida al balcón esta justo enfrente de ellos.
Nada mas entrar, el mayor aventó su abrigo a una cama y se sentó de mala gana en uno de los sillones, cerrandando sus ojos y apretando sus sienes con su mano derecha. Estaba muy cansado y fastidiado, lo único que se le antojaba era dormir.
Entre abrió sus ojos al sentir un suave toque sobre su brazo, encontrándose con la cara llena de preocupación y tristeza del albino. No dijo nada, simplemente se le quedo viendo por unos largos segundos.
-¿Te siente mal? ¿Acaso te duele algo?- pregunto con una voz muy baja y quebrada. – ¿O es por mi culpa?- agacho su cabeza mientras apretaba su agarre del joven.
Bufo desganadamente, ese mocoso solo le daba dolor de cabeza, pero no podía decirle nada, ya que de lo contrario sabia que empezaría a llorar y a echarse la culpa como siempre. Coloco su mano en la cabeza de este, acariciándolo levemente, sabia que estaba triste y quería calmarlo, no era cariñoso, pero esperaba que con ese gesto fuera suficiente.
-Vete a bañar Moyashi, tienes el cabello húmedo y te resfriaras si no lo haces.- pero no se movió, se quedo en la misma posición- ¿Moyashi?
Todo sucedió muy rápido como para reaccionar, el pequeño se lanzo sobre el, abrazándolo por la cintura al tiempo que ocultaba su rostro infantil en el pecho del japonés. Se aferro fuertemente, aspirando el perfume que emanaba del cuerpo del mayor.
-Dentro de poco ya no podré tenerte tan cerca como ahora- susurro quedamente- tampoco podré pelearme ni hacerte rabiar…-hundió aun mas su rostro.
-Así tiene que ser…el plazo se acabara cuando cumplas quince años- regreso su mano a la cabeza del pequeño.-ya no necesitaras de una escolta
-De haber sabido que seria de esta forma, no me hubiera convertido en General- se quejo infantilmente tallándose contra su pecho.
-No es algo que tu pudieras decidir, recuerda que solo somos unos perros del vaticano- recorría con sus dedos los adornos dorados del abrigo del albino.
-Yo no quiero separarme de Kanda- dijo en forma de puchero- a mi me gusta mucho Kanda, me hace sentir tranquilo y protegido- fijo sus ojos plateados en los azules.
Lentamente fue acercando su rostro al de su compañero, sin perder en ningún momento el contacto visual con este, y poso sus labios con los de el. Apenas un suave roce, un simple y sencillo contacto, pero que significaba mucho para Allen. Cambio de posición, sentándose en el regazo de Kanda, al tiempo que apoyaba su cabeza en su hombro y dejaba descansar sus manos en su pecho.
-Sabes que esto esta mal- sentencio fríamente el japonés- somos hombres, y para colmo tu solo eres un niño.-rodeo la pequeña cintura con su brazo.-un niño muy molesto-
No hubo respuesta por parte de ninguno, simplemente se quedaron en esa posición, escuchando la tenue respiración de cada uno acompañado con los latidos de sus corazones. Allen fijo su vista, sin levantar el rostro del hombro de Kanda, ala venta. Comenzaba a nevar con mayor intensidad, tal parecía que habría tormenta.
Que irónica era la vida con el, fue en un día nevado que recibió amor, y fue también en un día nevado en que perdió lo que mas amaba, destruyéndolo con sus propias mano. Y ahora se separaría de la persona que compartió con el dos años de su vida, alguien que se volvió muy especial para el.
Después de todo el era un General Exorcista, el mas joven en la historia, pero uno de los mas poderosos. Y al ser tan solo un niño, requería de cierta protección, para eso estaba Kanda, pero pronto cumpliría quince años y dejaría de ser necesario. Kanda ya no seria necesario.
Volvió a hundir su rostro en el hombro, tratando de no pensar más en eso y relajarse en ese momento que compartía con Kanda. Y mientras afuera nevaba, el se sumía en sus recuerdos.
Y que les pareció, compatriotas amantes del Yaoi? No soy muy buena escritora y mi imaginación no da para tanto, así que no sean tan crueles y atacadme con sus critica.
Tratare de actualizar tan pronto como pueda, aprovechado la pequeña semana que tengo de descanso, antes de matarme en el estudio por culpa de los exámenes.
Y como ya no se que mas decir yo ya me despido que quiero ir a jugar un rato Final Fantasy VII JO JO JO JO. (Así es, estoy más de increíblemente loco XD)
