El índice a penas llegó a rozar el picaporte.

Se miraron brevemente, tratando de reflejar confianza a los ojos del otro; cualquier otro habría dicho que ambas eran miradas de indiferencia, sin imaginar el temor que inundaba a ambos.

Estaban parados lado a lado, ya no se miraban, ahora miraban a la puerta de madera obscura con la frente en alto, con altivez. Sus manos se rozaban y fue la diestra de Jason la que buscó la del otro, a sabiendas de que Damian no sé atrevería a buscar la suya.

Bastó un leve apretón, las manos frías empezaron a entibiarse, sus dedos se entrelazaron. Ya no les importaba lo que pudiese pasar al cruzar aquel umbral.

El menor estiró un brazo, dirigiendo su mano libre al picaporte con ahora más decisión que al principio. Respiró profundamente y con un movimiento de su mano les abrió paso, envalentonado con el agarre mutuo que mantenían.