¡Hola! Soy nueva por aquí, bueno en realidad, siempre he estado en esta plataforma, pero es la primera vez que me animo a escribir una historia completamente sacada de mi loca imaginación (:
¿Hasta dónde serías capaz de lograr tu más anhelado sueño? ¿Qué tanto valor tiene para ti tu libertad?
Sin más que decir, todo ocurrirá en un UA. (Universo Alterno, en una época antigua en la Tierra donde cada uno de los personajes son terrícolas pero conservando su nombre de origen C: ) de nuestra amada parejita BulmaxVegeta.
DISCLAIMER: El universo de "Dragon Ball Z", así como sus personajes, son propiedad de su autor original Akira Toriyama, como también en Toei Animation y Fuji TV. Esta historia está hecha únicamente por diversión, con permiso tomo los personajes prestados.
Prólogo
Un nuevo día comenzaba, el sol se asomaba desde los horizontes de las colinas del este dejándose mostrar con sus imponentes rayos dorados bañando el celestial lugar, cualquiera que pudiera contemplar esos amaneceres podía jurar que era la vista más bella que jamás haya visto; los verdes prados bañados de flores de todos tipos y colores resaltaban en todo su esplendor, sumándole que recientemente había entrado la primavera regalando espectáculos generosos con la naturaleza. Los majestuosos bosques brillan sorprendente más ese día, las aguas cristalinas de los ríos fluían con abundancia, el canto de las aves sonaban al son del viento y un nuevo milagro de esperanza abría por primera vez sus ojos.
Absorto contemplaba en silencio el pequeño bultito que comenzaba a despertar, era tan frágil y diminuto, aún no concebía en su mente como es que algo tan maravilloso y pequeño le era suyo, sangre de su sangre y cada segundo que pasaba a su lado se convencía que era lo mejor que le pudo haber regalado la vida.
Los ojos de su retoño comenzaban a abrirse perezosamente encontrándose con los suyos, por un momento creyó que lloraría pero al contrario de eso, solo pudo ver como esos pequeños destellos celestes lo miraban fijamente ¿Sería que lo estaba analizando? Una sonrisa se le escapó de sus labios, no llevaba ni una semana de recién nacida y ya mostraba ser una pequeñita curiosa por la vida. Lentamente se acercó a la cuna donde reposaba el nuevo ser con vida, sus luceros cielo eran tan magnéticos, destellaban un brillo único y puro.
Hábilmente sacó del bolsillo de su chaleco ocre una medalla de oro blanco, la cadena era muy delgada y delicada, mientras que aquel dije en forma de hoja se encontraba grabado en letras celestes el nombre de la recién nacida. Dudó por varios segundos en proceder en ponérsela a la bebé de tres días de nacida ¿La lastimaría? Es que era inevitable no pensar en algo como eso, la niña se veía tan frágil e indefensa que su instinto sobre protector lo sacaba a flote. Pero luego, después de observar por varios minutos la mirada curiosa de la niña se retracto en lo que pensaba, su hija no solo iba a ser la más hermosa, si no también fuerte e inteligente.
Con delicadeza tomó la cabecita de la menor entre sus manos grandes, fácil podría cargarla con una sola mano por lo que la nostalgia lo golpeo en ese instante ¿En cuánto tiempo su pequeña crecería? La disfrutaría ahora que era su niña, siempre sería su niña. La cadena tan blanca se perdía contra la nívea piel de la niña; y las letras de su nombre brillaban como los ojos de ella, para sus ojos, era un hada de ensueños, la flor más bella de su mundo.
—Cariño ¿Despertó?
La melodiosa voz de su mujer lo sacó por completo de la ensoñación en la que se encontraba hundido observando al pequeño retoño, pero para su asombro volvió a caer en la red de otro encanto más ¿Era posible enamorarse dos veces en una sola mañana? La sonriente rubia se acercó hasta su lado regalándole una de sus tantas sonrisas que adoraba de ella, con sutil maestría sacó de la cuna a la pequeñita que se estiraba entre los brazos de su madre y le sonreía de la misma manera que lo hacía su mujer. Sin duda alguna, la belleza de su pueblo se quedaba atrás si lo comparabas con aquella vista panorámica que le regalaba sus más grandes amores.
—Oh, veo que ya le diste nuestro regalo. —Susurró sonriente tomando entre sus dedos la pequeña cadena de oro blanco.—Tights y ahora nuestra Bulmita poseen cada una la mitad del dije, ¡Juntándolos forman un corazón! ¿Hermoso no?
La mujer tomó a su pequeña en brazos buscando el reposé más cercano, supuso de inmediato que le daría de alimentar a su hija por lo que decidió darles su espacio para irse a terminar de arreglar los asuntos pendientes para ese día, pero una diminuta sombra detrás de la puerta le llamó mucha la atención, adivinó de golpe quien era él o más bien la dueña de dicha sombra y en un par de segundos un destello dorado atravesó como rayo la habitación hasta llegar con la mujer rubia que amamantaba al nuevo miembro de la familia. Una sonrisa dulce se colocó bajo sus bigotes lavanda, era lo que faltaba para que aquel tierno cuadro familiar estuviera completo.
La cuarta invitada a la escena contemplaba en silencio al ser diminuto que se alimentaba de su madre, los curiosos ojos azules índigo miraban con atención cada reacción de la bebé, podía ver el brillo en el rostro de su primogénita, la había escuchando hablar durante todos esos meses tan entusiasmada con la llegada de su hermana y ahora que la tenía a unos centímetros de distancia, en su rostro rubio podía ver la emoción tal como si contemplara al ser más asombroso del mundo.
—Tights, madrugaste mi amor. —De nuevo la voz de su esposa lo sacó de su contemplación para admirar la interacción de los tres seres más maravillosos de la Tierra. — En un momento vamos a arreglarte mi vida ¡Y a terminar de preparar los pastelillos!
— ¿Dejaremos sola a Bulma? —Los inocentes ojitos índigo de su niña de tan solo cuatro años reflejaban miedo causándole ternura a la madre de ambas princesas, desde el nacimiento de la menor había notado un instinto de sobre protección de su primogénita hacia la recién nacida. Con la dulzura que caracterizaba a la mujer, acarició los largos mechones dorados que se asomaban sobre los mofletes rosados de la mayor, mirándola con calma y sonriéndole. —
—Tu hermana estará bien mi amor, nunca dejaremos que nada le pase. —La ahora voz del hombre de cabellos lavanda se hacía presente a la escena atrayendo la mirada de sus tesoros, la mayor de ella sonrió cómplice a su marido cerrando sus ojos como símbolo de alegría mientras que la menor volvía su atención a la criatura que dormía plácidamente. —Yo siempre las voy a proteger, a ella, a tu madre y a ti mi niña.
Su primogénita sonrió al escuchar hablar a su padre, el podía ver la admiración en los ojitos de su pequeña y deseaba que siempre lo viera así, como su máximo héroe y príncipe azul. Mientras que su esposa, la hermosa mujer de rizos dorados y ojos índigo, lo contemplaba con el amor más puro que uno puede apreciar a alguien ¿Podría haber alguna cosa más valiosa que este momento? Absolutamente no, el lo tenía todo y era esa familia que la misma vida se encargó de bendecirlo tenerlas a su lado.
—Bueno, pues andando que una celebración nos espera y nos queda poco tiempo. — Agregó su mujer colocando delicadamente de nuevo en el cunero a la nueva integrante de la familia. —Tights ¿Entonces me ayudarás a terminar ese pastelillo de zarzamoras?
— ¡Por supuesto mami! —Alegó entusiasmada. — ¡Mi favorito!
—Vamos cariño.
Ambas mujeres salieron hablando de los preparativos de aquel día importante para la familia Brief, claro, no sin antes cada una regalarte un pequeño beso en la mejilla al hombre que las contemplaba maravillado en silencio. Nuevamente su atención se concentró en la pequeña que descansaba plácidamente sobre su cuna, podía ver su pecho bajar y subir entre suspiros, sonrió al imaginar que podía estar soñando su nueva princesita, adoraba ver la belleza inusual de la pequeña, era como si se tratara de un hada sacada de un cuento mágico, su piel nívea era tan blanca y suave, sus labios delgados resaltaban en aquel lienzo delicado y su cabello, era tan exótico y brilloso, podía jurar que se trataba no de la princesa del oeste, si no de una princesa de los mares. Sin duda alguna cuando fuera una señorita, sería tan hermosa como su madre y hermana, pero por lo mientras se dedicaría a disfrutar de la dulce infancia de su niña hasta que llegara su príncipe azul y le arrebataran su cariño, como todo padre tiene que ver crecer a sus retoños, pero muchos años faltaban para todo eso, por ahora era su pequeña y de nadie más.
Las calles barrocas se encontraban adornadas de guirnaldas y flores de todos colores, muchos habían dejado ese día especial como prioridad cerrando sus locales e ir a presenciar el anunciamiento de la nueva integrante de la realeza. Muchos rumores en pocos días se habían esparcido por todo el pueblo de la ciudad del oeste, Capsule; que sí la niña era la bebé más hermosa del reino, sobre cómo sería nombrada, a quien se parecía más entre otras cosas, al final todos eran comentarios buenos y llenos de felicidad. Los soberanos Brief eran bien conocidos por su amabilidad y generosidad por su pueblo, tanto que sus dulces caracteres habían ganado el aprecio de sus habitantes como el respeto; la Reina, Panchy Brief, era la mujer más amada de Capsule, en su cumpleaños todas las calles del pueblo hacían ciento de festines en su honor y a las puertas del castillo le hacían llegar innumerables regalos, desde bellos arreglos florales hasta cientos de pastelillos de los sabores más exóticos ya que era conocedor que la soberana eran su debilidad. Por parte del rey, Brief, durante su mandato había logrado grandes avances para su pueblo, gran parte se debía al impulso tecnológico que se encargó de financiar para beneficiar a su pueblo, el soberano poseía de estudios en la rama de la ciencia y física por lo que siempre buscaba la manera para destacar el talento que poseía Capsule.
Capsule no solo era reconocido por ser una de las ciudades con mayor avance tecnológico, si no también que en su interior poseía de misteriosos bosques llenos de mágica y ensueño, o así solían decir los habitantes. Pero la verdad era la belleza del lugar, incluso los mismos visitantes y foráneos podían hacer alarde de las tierras del oeste como un paraíso sacado de un cuento, quien llegara a esas tierras caían enamorados del misterio que lo envolvía y de la sensación de paz que se podía respirar en todo el lugar. Ahora todos los aldeanos arribaban con júbilo para ver la presentación oficial de la nueva integrante, cuando fue el de la primogénita una semana completa se suspendieron las actividades debido a las festividades en nombre de la menor, ya ahora después de cuatro años, se podía sentir el mismo ambiente lleno de felicidad y alegría que emanaban los habitantes tal como la primera vez.
Desde las afueras del castillo se podía ver como los aldeanos que poco a poco se iban acumulando buscando puntos altos para poder presenciar la presentación, otros esperaban tras las fortalezas de acero que los separaban de los invitados selectos que llegaban de los reinos vecinos con ostentosos regalos para la princesa, desde monarcas, príncipes, archiduques, marqueses, condes, entre otros. Ver ese desfile de la realeza era todo un espectáculo para los habitantes de Capsule, pocas veces tenían el privilegio de presenciar a tanta celebridad en un solo día, por lo que madrugaban desde temprano para poder reservar un buen lugar.
Brief posicionado en su trono real junto a su bella esposa que lucía más hermosa de lo que ya era, reverenciaba agradecida mente a cada personaje de la realeza que le deseaba a la pareja buenos artilugios a su nueva hija así como le entregaban su correspondiente obsequio. Ya llevaban aproximadamente una hora recibiendo a sus invitados, a pesar de todo podía sentir el cansancio caer sobre sus hombros, estos días habían sido toda una locura en el castillo para que el recibimiento de los invitados fuera de lo mejor, y aunque eran menos personajes a comparación de cuándo fue la presentación de su primogénita no por eso indicaba que era menos cansado, al parecer los años le comenzaban a cobrar factura.
Fugazmente miró de soslayos a su mujer, lucía tan calmada y radiante, sus cabellos dorados recogidos en un peinado alzado estilizaban su rostro y aquel vestido esmeralda la hacía resaltar su belleza, no importara lo que se pusiera ni los años que pasaran, el cada día se enamorada de su esposa como la primera vez que la conoció.
—¿Papi? —La diminuta voz de su primogénita que se encontraba sentada a la izquierda de él atrajo de lleno su atención, sonrió al ver que era el vivo retrato de su madre, instantáneamente se imagino que tal vez su mujer se veía igual de adorable a la misma edad de su niña. —
— ¿Qué ocurre cariño? —Los ojitos índigo de su hija eran un libro abierto para él, por lo que pudo notar que la princesa estaba pasando un mal rato, supuso que ya pequeña ya se había aburrido estar sentado y saludando gente que ni conocía. —¿Quieres ir con Lany querida? Anda, yo también ya me aburrí. — Susurró lo último muy bajo para ser solo percibido por su hija y él, causando una pequeña risita en la menor quien se tapaba la boca para no ser escuchada por su madre o algún invitado.— Ve con Lany para que te dé uno de los pastelillos que preparaste con mamá.
—Prefiero ir con Bulma ¿Puedo?
—Pero tu hermanita está ahora durmiendo cariño, seguro que te aburrirás esperando a que despierte.
—Es que…—Susurró desviando la mirada sostenida de su padre, el soberano podía ver que la niña desde el nacimiento de la menor se veía algo tensa respecto al cuidado de ella pero notoriamente más en ese momento.— No quiero que esté sola…
—No está sola mi niña, recuerda que su nana está ahora pendiente de ella.— Susurró de nuevo pero al ver que no convencía a la menor con sus palabras la tomó suavemente de su barbilla para que lo mirara de nuevo. — ¿Qué ocurre hija? ¿Qué te tiene preocupada?
—Papi…tengo un mal prese…
— ¡Brief!
Los ojos índigo de la princesa se abrieron de par en par al ver al hombre que se plantaba frente a ellos, su aspecto era demasiado imponente y temible para una niña de tan solo cuatro años dejándola muda por completo, pero al parecer no fue la única en sorprenderse, su padre como su madre quedaron en absoluto silencio, toda muestra de amabilidad y sonrisas que le regalaban a sus invitados pasaron al olvido, y al parecer el resto se percató de dicha acción ya que el ambiente armonioso cambio a ser uno tenso e incomodo.
—Paragus…— Después de un largo e incomodo silencio, se atrevió a responder el soberano al hombre que se posaba frente a ellos con una sonrisa fanfarrona. Tights por su parte se hundió lo más que pudo en su silla, tal vez el hombre fuera tuerto pero su mirada podía incluso penetrarte el alma, era tan fría y dura, algo demasiado opuesta a la serena y dulce de su padre. —¿A qué has venido?
—Oh vamos amigo ¿Así me piensas recibir? —Se burló con altanería caminando petulante hacia la reina que observaba todo tranquilamente, pero su sonrisa se había desvanecido por completo. El moreno se inclinó hacia ella ondeando su capa blanca en un modo elegante y coqueto, tomándola de su mano plantándole un beso en el dorso su palma, la reina por su parte le sonrió por pura educación pero fueron contados los segundos en que se apresuró a quitar su fina mano de la tosca del hombre, sacándole una sonrisa ladina. —Mi reina, déjeme decirle que hoy luce más hermosa de lo que ya es.
—¿Se te ofrece algo Paragus? —Demandó de nuevo el rey de cabellos lavanda atrayendo su atención y la de los invitados, ahora todos observaban expectantes la escena logrando tensar más el ambiente.—
—¿Qué no puedo venir a felicitarte? —Exclamó con falsa indignación. —Que por cierto, no recibí mi invitación ¿Tanto rencor me tienes?
— ¿Y todavía vienes a mis aposentos a lucir falso interés en mi familia? ¿Después de lo que les hiciste a mis hombres?
—No seas rencoroso Brief. —Sonrió burlesco. — Simplemente cometí justicia por mi propia mano.
—No Paragus, te burlaste de mi pueblo. —Levantó su voz como el mismo de su lugar, todas las miradas se centraron en el enfrentamiento de titanes. — Mataste a gente inocente, quemaste sus hogares y rompiste con nuestro trato. Creo que te hice saber que no te quería de regreso a mi hogar y a mis Tierras.
—Brief, Brief… ¿Y que se supone que querías que hiciera? Tu rompiste el trato, yo te estaba proporcionando la protección a tu débil pueblo, solo te correspondía entregarme parte de tus avances tecnológicos ¿Y tan siquiera me proporcionarte lo que te pedí? Creía que eras un hombre de palabra amigo…
—Me pedías más de la cuenta Paragus, querías sobre explotar a mis hombres y si pudieras dejar sin nada a mi pueblo con tal de beneficiar el tuyo ¿Qué ganaba yo con eso? Y lo peor es que, desde que tus hombres estuvieron aquí, en Capsule, el índice de robos creció a sobremanera ¿Casualidad? No lo creo. —Tomó aire conteniendo el coraje que sentía en ese momento al recordar los sucesos de años anteriores, creía que no volvería a ver a ese hombre pero después de tres años aparecía como si nada hubiera sucedido.— Te pido de la manera más atenta que te retires.
—Es una lástima, solo quería conocer a la princesa. —Tights al escucharlo sintió un escalofrío recorrer por su espalda, ese hombre no le daba confianza por lo que tomó con fuerza la mano de su padre escondiéndose detrás de él. Brief por su parte volteó hacia la dueña del pequeño apretón de manos, podía sentir temblar a su hija por lo que le lanzó una mirada rápida a su mujer para que se llevara a la niña lejos del hombre que tenía frente a ella. — Hace un par de años también nació mi primogénito, es todo un varón sano y fuerte, llevará bien mi legado ¿Te imaginas unir a una de tus hijas con el mío? —Rió burlón al ver la ira en los ojos cielo del hombre. —Todo puede pasar…
—Vete de aquí Paragus o me tendré la penosa necesidad de llamar a mis hombres a que te echen de aquí.
Los ojos oscuros del hombre se opacaron por completo, toda mirada burlona pasó a una fría y sanguinaria, Brief se mantuvo firme en todo momento y aunque su apariencia parecía ser de un hombre tranquilo y sereno, estar hasta este punto con aquel hombre que una vez le entregó toda su confianza y después lo traiciono, era simplemente detestable. El imponente hombre que le sacaba más de veinte centímetros comenzó a avanzar hacia él, su musculatura a través de su armadura violeta lo hacía lucir impactante pero aquella mirada podía matarte si fueran navajas.
Brief se mantuvo en su lugar hasta chocar contra el hombre que cerraba su espacio corporal, para esas alturas la reina ya se había retirado con su primogénita mientras que los invitados lentamente retrocedían dejando una gran brecha entre ellos y el duelo de los hombres. La guardia real no tardó en aparecer rodeándolos con una distancia prudente mientras que con sus espadas apuntaban al moreno, ellos darían el salto en cualquier momento pero Brief aún no daba ninguna indicación, después de todo era la presentación de su hija y no quería que la intromisión de un ser que no valía la pena recordar manchara aquel día importante para los Brief.
—Oh Brief. —Susurró por debajo rodeándolo tratando de intimidarlo. —¿Qué es a lo que temes? ¿Qué cumpla mi palabra en quitarte todo lo que tienes?
—Tú no mereces nada de mi pueblo, así que retírate, no quiero bañar de sangre mis aposentos en un día especial…
—Así que tú. —Se detuvo tras la espalda del peli lila hablándole al oído observando cómo los soldados apuntaban más sus espadas hacia él.— ¿Piensas que estos debiluchos podrán contra mis hombres?
—Largo Paragus, estás colmando mi paciencia.
—No Brief, yo te dije que todo esto sería mío tarde o temprano, nadie vence al poderoso Paragus…
—Entonces tu sangre se derramará ante mis pies ¿Quieres dejar huérfano a tu hijo Paragus?
—Las que se quedaran huérfanas serán otras, amigo. —susurró acercado más cuerpo hacia él. —¡Todo esto me pertenece! —elevó su voz haciendo temblar a todos los presentes, mientras que Brief intentaba de controlar la cordura, ya sentía ver la acción de su nuevo enemigo, por lo que debía actuar rápido. — ¿Y este es su rey de Capsule?
Con un ágil movimiento de mano lo tomó por el cuello alertando a los demás mientras que la guardia real se acercaba con rapidez para tomarlo, pero lo que nadie esperaba es que de su cuello tomó un collar con el que traía un pequeño silbato largo y de plata, a los segundos las puertas se abrieron de golpe dejándose ver a sus hombres que eran diez veces más fuertes que los de Capsule, de las ventanas y techos salieron más soldados dejando en minoría a los de Brief, el peli lila quedó estupefacto al ver la escena, nunca imaginó que el ejercito de Paragus se triplicara de una manera sorprendente rodeando casi todo el salón real.
Los gritos no se hicieron esperar, todos los invitados por inercia corrieron hacia las salidas más cercanas que tenían mientras que los soldados de Brief comenzaban a pelear contra los de Paragus, pero por mucho que fueran buenos guerreros los del moreno invasor les duplicaban tanto en tamaño como en fuerza matándolos unos a otros. El enorme salón que momentos antes se encontraba decorado de bellos arreglos florales, obras de arte en lienzos y esculturas de importantes escultores ahora se encontraban destrozados sobre los blancos azulejos bañados por la sangre de los guerreros de Capsule, los telares se incendiaron con rapidez al sentir el tacto con las vibrantes llamas de los candelabros y lo que antes era una pacifica celebración, ahora todo se envolvía en tragedia.
Brief luchaba en vano contra el fuerte agarre del moreno, su fuerza abismal era incomparable y lo que ahora solo le importaban era su esposa e hijas. Paragus por su parte lo sostenía con fuerza el cuello del peli lila con su fornido ante brazo, lo obligaba a presenciar aquel espectáculo sangriento que presenciaban sus ojos cielo, quería verlo humillarse ante él y que le diera lo que tanta ansiaba.
—Todo esto depende de ti Brief, solo dame lo que te pedí y dejaré en paz a tus débiles hombres.— susurró tras su oreja sujetando con más fuerza el cuello del hombre.— ¿Quieres que mueran más inocentes por tu arrogancia?
—De-deja de decir tonterías….Pa-Paragus.—Comenzó a hablar a pesar que le faltaba el oxígeno entrar a sus pulmones.— Jamás..t-te daré lo que mi pueblo se ha ga-ganado con su es-esfuerzo…
—Entonces me lo tendré que llevar por las malas.
Desvainado su espada comenzó a colocarla en el cuello del peli lila pero antes de que pudiera hacer alguna acción en su contra, el monarca rodo hacia en suelo escapando de su agarre. Recuperando de golpe el aire arrebatado del moreno, del mismo modo desvaino su espada y el duelo entre ellos comenzó.
El soberano de Capsule tal vez no tenía la destreza que poseía Paragus en la espada, era obvio que no se podía comprar entre un monarca dedicado a la guerra contra otro a la ciencia, pero para esos instantes el instinto de sobrevivencia y más que nada, proteger a su familia, sacaba a flote el guerrero interior que llevaba por dentro.
La reina había escuchado desde la parte superior del castillo, había ordenado a un soldado, en custodiar el cuarto donde se encontraba encerradas sus dos hijas para ir a buscar a su marido, el soldado por protocolo no quería dejarla ir pero al final la mujer se salió a como diera lugar.
Sus ojos se asombraron ante lo que vieron, cientos de sus soldados más fuertes yacían muertos bañados en sus propios ríos de sangre, sus cuerpos mutilados y perforados por el acero eran una escena demasiado fuerte mientras que los otros que parecían más fieras que hombres inspeccionaban el lugar sin bajar la guardia como si buscaran algún objeto en especial. Una punzada atravesó su pecho al ver un destello lavanda menearse con agilidad, como del mismo modo el salvaje cabello azabache del intruso esquivaba los ataques de su marido.
Todo para la bella rubia parecía pasar frente a sus ojos en cámara lenta, por un momento las llamas del fuego, los gritos perturbadores de los pasillos, todo se fue quedando en el absoluto silencio para dar seguimiento a la única imagen que ella le interesaba ver. Con firmeza descendió por las blancas escaleras de mármol preservando su sutil elegancia, su corazón se desbordaba del pecho teniendo como reflejo sosteniendo su pecho por el fuerte ajetreo de este, ahora se guiaba por puro instinto gracias a su agudo oído, pues la imagen de los hombres enfrentándose a muerte se fueron desplazando en dirección a lo que eran los pasillos para el comedor principal.
Sus piernas temblaban, su pecho se contraía al punto en que la respiración le hacía falta y sus hermosos ojos índigo podía sentirlos arder como al mismo tiempo su mandíbula se tensaba queriendo retener las lagrimas ahogabas de su sentir. El aroma a sangre penetraba con fuerza sobre sus fosas nasales y sus pies dejaban el surco los manchones escarlata de aquellos guerreros que dieron todo hasta el último respiro. De pronto sintió como todo su mundo se detuvo ante lo que tenía frente a sus ojos, el aire se le escapó por completo de su pecho, sus labios se sellaron llevando ambas manos hacia ellos queriendo evitar escapar el grito ahogado que jamás salió de su pecho; en ese momento sintió como si una estaca la enterraran en su alma, porque eso era lo que sentía en ese momento, que le arrebataban el alma.
Con gran agilidad el invasor de piel morena acorraló a su presa tal como lo había predicho, después de todo ser el ser más fuerte del planeta le daba una gran ventaja, su poder de dominio y control nadie se escapaba y mucho menos ese viejo que en un tiempo lo desterró de aquellas tierras que ahora profanaba ¿Quién se creía Brief para haberlo humillado de esa manera? Nadie estaba a la altura de él para ponerle límites, si se lo proponía el mismo tomaba lo que tanto deseaba fuera el costo que tendría que tomar, y Capsule no sería la excepción.
Ahora, con el rey de las lejanas tierras del oeste postrado bajo sus pies, respirando agitada mente mientras que una laguna de sangre comenzaba a rodear su cuerpo débil, pisó con fuerza la mano derecha del peli lila obligándolo a soltar el agarre de la espada para que así pudiera lanzarla lejos de una patada y tener desarmado al soberano. Nuevamente tenía el dominio de la situación, con el viejo bajo sus pies y con su espada apuntándolo en su cuello mientras se deleitaba como los bigotes lavanda del hombre se llenaban de sudor debido al miedo que podía el mismo oler transpirar.
— Te lo dije Brief. —Rió con fuerza empuñando más su espada sobre el cuello del caído rey. — Nadie se burla de Paragus Densetsu y mucho menos un ser tan inferior y débil como tú. —Sonrió ladino mostrando sus colmillos como si fuera una bestia a punto de atacar a su presa. —Ya me cansé de perder tiempo contigo…
— ¡Espera Paragus! —Grito con fuerza articulando una muestra de dolor en su cara debido a la fuerte pisada del hombre sobre su pecho. — ¡Llévate lo que quieras! Pero deja a mi familia en paz…
—¿Y quien dijo que me importa tu sucia sangre? —Escupió con rabia apuntando más la afilada espada hacia el peli lila. —No Brief, lo único para lo que me sirve tu pueblo es la estúpida tecnología que han creado, por mi que parta un rayo este asqueroso lugar incluyendo tu inmunda descendencia…
—No…no me mates. —Al fin suplicó el soberano ante los ojos victorioso del moreno, estaba perdiendo todo su orgullo pero estaba dispuesto a eso y más, no quería que por nada del mundo lo alejaran de lo que tanto amaba, su familia. — Si tu deseo es llevarte mi avance tecnológico, adelante, pero déjame en paz, mi familia me necesita…
—¿Así que ahora me estas suplicando? —Se burló con descaro. —Eres tan contradictorio Brief, primero me haces frente y ahora te retractas ¿Y así osas llamarte el rey de tu pueblo? —Suspiró sonriente inclinándose más hacia su víctima, el miedo en los ojos celestes del hombre comenzaba a brotar, pedía clemencia pero no era por él, su familia no necesitaba, ¡No podía dejarlas solas! Entonces en ese momento comprendió el tirano la angustia reflejada en el hombre, podía oler la inseguridad y la clemencia en ellos, sonrió más a sus anchas, había llegado al fin de ese enfrentamiento tan vacio para él. —Entonces la diversión se perdería por completo…
— Te juro…que el sol volverá a brillar sobre nosotros…
El grito agudo de su mujer provenir desde el fondo de la sala lo hizo girar hacia ella, sus ojos se llenaron de lagrimas al verla tan desbastada cuando aún recordaba que al inicio del día le veía sonreír llena de felicidad preparando todo para la presentación de la menor de los Brief. Su corazón se aplasto con fuerza y la respiración se paró por completo, sabía lo que venía después de las palabras de aquel invasor por lo que únicamente le dedicó una fugaz sonrisa a la razón de su felicidad, porque ella llegó en el momento justo de su vida y le regaló el tesoro más grande del universo, sus hijas. Agradeció a la vida por todo y cada momento vivido a su lado, se odió al mismo tiempo al tener que presenciar el amargo llanto de su mujer y juró que viajaría miles de mundos y estrellas, cientos de años y siglos, solo para volver a ver esos ojos que le llenaban el alma por completo. Entonces sintió como el filo de la espada de acero de su agresor amenazaba con dar el ultimátum, suspiró con fuerza y un par de lágrimas se asomaron por sus ojos cielo, la vio estática detrás de la puerta regalándole el último aliento de su cuerpo como se lo juro en el altar al unir sus vidas. Ahí estaba él complacido aunque sea haberla visto una vez más antes de que le arrebataran la vida de la forma más cruel y despiadada. El brote se sangre baño todo el lugar de suelos mármol y su cabeza rodó sobre los ríos escarlata bañando los cabellos lavando del fallecido Rey, Paragus sonrió con soberbia hacia el cuerpo decapitado del hombre, el olor metálico del líquido escarlata sobre sus pies golpeó de lleno sobre sus fosas nasales, sonrió a sobremanera deleitándose con dicha aroma dando por finalizado aquella absurda pelea donde la cual no le tembló la mano al arrancarle la cabeza en un santiamén de segundos, solo le quedaba proceder con tomar todo lo que le pertenecía y acabar de hundir por completo ese lugar que apestaba a Brief. Por un momento sintió un extraño escalofrío recorrer su columna vertebral, las ultimas castas palabras del ahora soberano fallecido tenían una fuerza inigualable dejado callado por varios segundos, sabía que esa promesa lo hizo en un intento de desesperación, pero eso no dejaba de lado lo que aquel corto mensaje le haya causado, incomodes.
La reina ahogó el único grito que salió de sus labios sellados en un inmenso dolor, sus ojos contemplaban absorta lo que quedaba de su marido, ella lo vio defenderlas a toda costa, y ahora estaba ahí en medio de la sala, sin vida. Su corazón se detuvo así como su respiración, sus piernas flaquearon por completo obligándola a desplomarse por el suelo, un mareo indescriptible se formaba en su cuerpo así como la intensidad de la luz poco a poco se iba apagando hasta formarse un lienzo oscuro frente a sus ojos; una parte de su cuerpo se quebraba por dentro, le habían arrebatado su alma sin piedad alguna.
El sonoro llanto de la princesa se esparcía por toda la habitación, no había poder humano que pudiera tranquilizar a la recién nacida inquieta en su cuna. Intentó miles de trucos para tranquilizar a la pequeña de los Brief, mecía su cuna para que así entrara en sueño, le acercaba todos los juguetes de la habitación, incluso intentó leerle un cuento, pero nada servía para tranquilizar a su pequeña hermana.
La heredera al trono se sostenía en los barrotes que rodeaban la cuna de la princesa, su inocente rostro reflejaba preocupación ¿Qué más podía hacer? Había intentado mil y un cosas para calmar el llanto insistente de su hermana pero no lograba conseguir nada. Sentía los nervios crisparse en su cuerpo, ¡Tan solo tenía cuatro años! No tenía ni idea de cómo tratar a un bebé, y el miedo comenzaba a surgir en ella, se encontraban solas en la habitación de la recién nacida, minutos antes se encontraban con la nana de la primogénita, Lany, pero la joven pelirroja de a penas veintidós años de edad salió a corroborar a los pasillos del porque tantos gritos se escuchaban hasta la planta alta del castillo. Antes de irse, les advirtió que tardaría solo unos minutos en volver y que no temieran pues un soldado custodiaba la puerta de la habitación.
Hasta el momento habían pasado ya media hora de la ausencia de la pelirroja y no hacía su tan esperada aparición. Un trasudor frio se coló en el cuerpecito de la princesa rubia ¿Será que le había pasado algo en el camino? Su curiosidad por salir a corroborar con sus propios ojos lo que pasaba era latente, pero toda sensación se desvanecía al recordar a su hermana, por nada del mundo quería dejarla sola, desde que amaneció sentía la necesidad de estar todo el tiempo a su lado y fue mucho más la urgencia desde que vio ese invitado con cara de malo de su papá, simplemente le dio miedo con tan solo ver su rostro sin ojo y peor aún cuando le empezó a elevar la voz a su papá.
Suspiró agarrando la sonaja de colores pastel pasándola sobre la cabeza de la menor, al parecer lo único que provocaba con el sonido del juguete era alterar más a la bebé, optando por dejarla a un lado de la cuna y sentándose resignada en el sillón donde su madre le daba de amamantar a Bulma. Quería llorar, pecho se inflaba lleno de melancolía y pedía a gritos a su mamá, solo ella sabía llevar el control de todo esto, y sin retener más sus lagrimas contenidas de sus ojos índigo se dejaron escapar con fluidez, una tras otra hasta ya no poder más detener su llanto, se sentía tan sola.
No sabía si habían pasado otros diez minutos o veinte, pero del tiempo que llevaba encerrada junto con su hermana que no paraba de estar inquieta, podía escuchar sobre los pasillos muchas voces. Por varios momentos se vio tentada en salir y buscar a su nana, y mejor aún sí de paso a su madre pero su miedo la detenía. Entonces fue hasta el momento es que algo golpeo contra la puerta, dio un fuerte brinco sobre su lugar alzando su cabeza que se encontraba segundos antes hundida entre las faldas de su vestido coral, con rapidez de limpió sus mejillas bañadas en lagrimas con el dorso de su manga y agarrándose de valor se acercó hacia la puerta con la esperanza de ver a alguien conocido. El lento rechinido de la puerta fue lo único que se escuchó en el pasillo, lo primero en asomarse fueron sus largos cabellos dorados que cubrían su rostro, no se atrevía por completo a asomarse de lleno por su instinto de supervivencia pero al notar que no había nadie se aventuro a salir del cuarto de su hermana.
Y fue lo peor que pudo haber hecho, el grito agudo salir de su garganta se esparció por todo el pasillo, sus manos temblaron llevándoselas a los ojos queriendo no ver lo que estaba frente a ella y el llanto se hacía presente. Sin saber cómo actuar para ese momento, retrocedió lo más rápido que pudo corriendo sin rumbo certero por ese pasillo que se le hacía eterno, solo quería estar con sus papás y nadie más.
—¡Tights! —El pequeño cuerpo de la princesa chocó de bruces contra alguien haciendo que ella cayera al suelo por el impacto. Temblaba sin poder contenerse y aferrada en no quitar las manos de sus ojos no se atrevía a alzar la mirada hacia la persona con la quien interceptó, tenía tanto miedo que no se atrevía a abrir los ojos. —¡Princesa Tights! ¿Se encuentra bien? —La masculina voz conocida por la rubia hizo que por fin lo volteara a ver, frente a ella se encontraba la mano derecha de su padre, el general de la guardia real que la observaba con demasiada preocupación sosteniéndola entre sus brazos. —Princesa ¿Qué ocurrió? ¿Por qué salió de su escondite?
—Ten…—Susurró en un hilo de voz tranquilizando su corazón agitado, no sabía que decir ni cómo explicar lo que observó antes de llegar con el general, solo sabía que se había alejado demasiado del cuarto de su hermana sin saber en qué parte del castillo se encontraba. —Un…un ruido se escuchó fuera del cuarto de mi hermana y…y…y-yo…yo…
—¿Qué ocurrió princesa? —La insistente voz del hombre la sorprendió, sentía que las palabras no salían de su boca mientras que las lágrimas se acumulaban con demasía en sus ojos. El soldado miró incomodo a la heredera al trono, reflexionó que estaba siendo muy insistente con una niña de cuatro años por lo que debía ser más sutil, pero la situación que estaba pasando en el castillo se trataba de todo menos de sutilezas.— Por favor princesa, tranquilícese…
—Estaba Marcus acostado en el suelo con mucha sangre a su alrededor saliendo de su boca y ojos…—Un silencio sepulcral se formó entre el general y la princesa, Tights pudo ver como el rostro del hombre se transformaba de angustia a asombro y posterior a indignación; la princesa no sabía cómo interpretar la reacción del hombre, solo pudo fijarse que su calva se encontraba con manchones color sangre y sus ojos se comenzaban a humedecer ¿Lo había hecho sentir mal? No lo culpaba, ella ni siquiera sabía cómo procesar lo visto.—
—Tenemos que irnos princesa. —Rompió con el silencio atrayendo la atención de la menor. —Lo más rápido posible…
—¿Pero dónde está Lany? ¿Y mi mamá? —Susurró con su pecho agitado, no quería moverse sin todas ellas a su lado. —¿Y mi papá?
Lo que fue la celebración de la llegada de un ángel a la familia Brief, todo había terminado en desgracia y humillación. El castillo era tan caracterizado por la belleza que lo rodeaba y ahora todo estaba destruido, maltratado y consumiéndose lentamente por las llamas vivas del fuego.
Incluso los aldeanos que habían madrugado para presenciar la presentación de la princesa habían sido sobajados por el ejercito de Paragus, algunos huyeron al ver el destrozo que hacían estos hombres resguardando sus vidas pero la mayoría se la jugaría por el todo para luchar en nombre de su rey ahora caído, lamentablemente tuvieron el mismo final del soberano ya que la fuerza bruta de los hombres del tirano superaban con demasía a los aldeanos de Capsule como a los mismos soldados.
Frente a los pocos sobrevivientes podían ver frente a ellos desfilar con arrogancia y prepotencia a las tropas de Paragus montados en sus imponentes caballos, entre ellos llevaban demasiadas cosas ultrajadas del castillo, desde los proyectos de Hakase hasta incluso pertenencias personales. Habían saqueado lo más posible al castillo que ahora se consumía entre las llamas y del mismo modo se llevaban como esclavas a algunas mujeres de la servidumbre que los soldados se atrevían a tomarlas para ellos. Los invitados de los reinos vecinos se habían marchado en seguida de que empezó la masacre en el castillo, por lo que solo se conservaban los únicos habitantes de él.
Con dificultad abría sus ojos, los sentía pesados así como su cabeza, en un intento vano se trató de incorporar de la posición en donde se encontraba pero fue demasiado rápido el movimiento ocasionándole un intenso mareo. Aún podía percibir el aroma de la sangre fresca penetrar sus fosas nasales y como todo el pulcro blanco de su hogar se tintaba de la misma; fue cosa de segundos para recordar todo, revivir la escena que quería arrancársela de su mente y que todo se tratara de una vil pesadilla.
—Mi reina ¿Se encuentra bien? —Una dulce voz detrás de su oído la hizo reaccionar por completo, se enderezó con dificultad dándose cuenta que ya no se encontraba en el castillo, ahora estaba rodeada de su servidumbre mientras que detrás de ella se encontraba sujetándola Odette, la ama de llaves. Poco a poco su visión se fue aclimatando a la luz que dio de golpe en primer impacto, el cielo estaba ligeramente oscuro por lo que deducía que pronto estaría por llover, mientras que el frio viento se colaba entre sus prendas haciéndola dar un respingo. De pronto, como relámpago recordó todo, aún podía percibir el aroma metálico del líquido escarlata que bañaban los suelos mármol de su hogar, las llamas que devoraban todo a su paso, y él, su compañero de vida decapitado. —Mi reina, nos debemos ir cuanto antes…
La monarca de cabellos rizados y dorados miraba a todos expectantes por acatar alguna orden de ella, eran sus trabajadores de personal más allegados; la ama de llaves, dos soldados de élite, el consejero real y ella, su nana, aquella mujer longeva de cabellos teñidos por las canas platinadas que la observaba con preocupación; adoraba tanto a esa mujer ya que ella jamás conoció a su madre debido a que falleció cuando la dio a luz, por eso es que ahora a esta mujer la veía como una imagen maternal. Los ojos almendrados de su nana y ahora consejera personal, se encontraron contra los índigos de la soberana, ella la conocía de toda la vida y no eran necesarias las palabras para entender el dolor que pasaba su niña; ahora toda una mujer de treinta y dos años, monarca, esposa y madre, pero siempre sería su niña. Intuitivamente se acercó hacia ella acogiéndola entre sus brazos tal como lo hacía cuando tenía pesadillas, acurrucándola en su pecho y sosteniendo entre sus manos las de su reina que temblaban sin control alguno.
—Mi niña, todo estará bien…—Susurró sosteniéndola del rostro como al mismo tiempo limpiaba el rastro de sus lagrimas que segundos antes se desbordaron de sus ojos índigos.— Recuerda siempre que…
—No está vez Cordet…—Pronunció más para sí misma.— No está vez…
—¡Mi reina! —La agitada voz del tercer soldado que llegaba a la escena atrajo la atención de todos los presentes. La aludida con el dorso de su mano enguantada limpió el rastro de sus lágrimas para escucharlo atentamente, aunque realmente seguía aturdida de todo lo vivido. —Debemos irnos cuanto antes, los hombres de Paragus se han llevado todo, ¡Incluyendo mujeres y niños! El castillo está en llamas y no pudimos rescatar algún objeto de valor, ni…—Su voz estrepitosa se calló de golpe ante lo que pronunciaría, no sabía cómo manera la noticia para la reina y se sentía la peor persona al ver como los ojos llenos de sufrimiento de su soberana imploraban una gota de esperanza.—
—¿Qué más August? —Demandó Cordet quien era la única que aún conservaba la cordura y paciencia de los presentes, no por algo el haber sido la nana de la reina se reflejaba en las sabias actitudes de ella.—
—No…—Suspiró.— No pudimos sacar el cuerpo del rey…
Un silencio sepulcral invadió el momento, todos miraron expectantes ante alguna reacción de la reina, jamás la habían visto en ese estado, ella era tan radiante, positiva y llena de vida; en cambio ahora su rostro se había apagado la luz por completo de él. Sus ojos se llenaron de lágrimas al recordar cómo le arrebataron la vida a su amado, un dolor la invadió en el pecho sintiendo que ardía, ¡Ese maldito canalla de Paragus le quitó a su esposo! Los dulces brazos de Cordet la rodearon con fuerza haciendo que ella se acurrucara bajo su regazo y ahogara su llanto entre su protección, pequeños sollozos se escuchaban provenir de la mujer de melena dorada pero lo que en realidad sucedía es que estaba tan destrozada que intentaba no mostrarse vulnerable ante sus hombres, solo quería estar sola.
Pero un fuerte palpitar la sacó del choque emocional en que se encontraba, sus hijas, las necesitaba ver, tenerlas a su lado y abrazarlas tal como lo hacía Cordet con ella. Agarrando toda la fuerza necesaria se separó de los brazos de su ex nana para ponerse de pie y caminar directo hacia el castillo, ya que al parecer se encontraban en la parte trasera de este por ende sabía qué camino tomar para llegar lo más rápido al cuarto de las niñas. Sus empleados empezaron a llamarla, pero su juicio y razón se encontraba nublado en ese momento; solo quería tener a sus hijas cerca, sanas y salvo.
—¡Panchy espera! —El suave agarre de Cordet la sorprendió haciendo que se detuviera centímetros antes de cruzar lo que sería la puerta trasera de la cocina. La mujer mayor sintió como su alma se le destrozó al ver el semblante de su reina; si antes lucía confusa y perdida, ahora se podía notar a sobre manera la desesperación y angustia brotar de sus ojos. —No es prudente que entres, todo el castillo está incendiado…
—¡Suéltame Cordet! —Demandó en un hilo de voz.— Necesito ir por mis hijas ¡Quiero ir por mis hijas! —Sus nervios crispados la hicieron comenzar a gritar haciendo retroceder un par de pasos a la mujer.— ¡¿Porqué no están aquí conmigo?!
—¡Primero tranquilízate Panchy! —Dijo firmemente con su voz ronca por los años.— En tu estado no es bueno que te expongas, Tenshinhan junto con otros soldados ya entraron por ellas.
—¿Entonces porqué tardan tanto? Lo siento, pero yo entraré por mis hijas.
Sujetando la falda de su largo vestido ahora maltratado y bañado de sangre ignoró una vez más a su vieja mentora dispuesta en ir por las princesas, pero justo antes de cruzar el umbral de la puerta la imagen de uno de los soldados reales la detuvo abruptamente obstruyendo su entrada al recinto. Se podía notar en el joven soldado como su cuerpo así como su rostro se encontraba bañado en ceniza, su armadura de tonos esmeralda y negro estaba rota por partes, le faltaba una de sus hombreras y se podía ver en el brazo que llevaba descubierto la exposición de su piel lastimada, tal como una quemadura.
El soldado de ojos oscuros se quedó analizando por segundos a los índigo de su reina, aunque para ella parecieron ser horas. En el rostro del soldado se podía ver nerviosismo, y dolor, pero al ver a la soberana a quien le juro lealtad y protección a su reinado, quería hundir su presencia en algún lugar, no sabía cómo informarle lo que vendría y se sentía sumamente avergonzado por no haber podido dar más.
— ¡Por favor, quítese de mi camino ya que nada ni nadie me impedirá ir por mis hijas!
—Mi…mi reina. —Tartamudeó nervioso.— No es seguro para usted ahí adentró, no hay nada más que ver…
—¿De qué está hablando soldado? —Exasperó molesta.— La vida de mis hijas corren peligro ¡Exijo que me acompañen a ir por ellas!
—Eso es a lo que vengo informarle.—Susurró más para sí mismo haciendo que la reina frunciera sus cejas al no escucharlo bien,.— Encontramos cuerpos muertos de soldados y servidumbre del palacio que no alcanzó a escapar…entre ellos están los cuerpos de Maximus y Lany.
—¿Qué? —Su quijada comenzó a entumecerse, quería escuchar al soldado pero su corazón se desbordaba en un fuerte palpitar, nuevamente sus sentidos la traicionaban.— Pero si ellos estaban protegiendo a mis hijas….
—Mi reina, el cuarto de las princesas estalló en llamas, no pudimos adentrarnos…solo encontramos de paso esto…
De sus manos lastimadas y con quemaduras le entregó a su reina la sonaja de colores pastel de su recién nacida solo que ahora se encontraba ligeramente quemada. Sus ojos se llenaron de lágrimas llevándose ambas manos a la boca queriendo contener un grito de dolor, el soldado bajó la vista avergonzado, se sentía la peor basura de Capsule, el juro dar su vida por sus reyes y descendencia y ni siquiera tuvo en valor de atravesar el cuarto de las princesas que sorpresivamente estalló como una pequeña bomba dentro de la habitación.
Ella se rehusaba a creer lo que le decían, su corazón de madre le decía otra, que sus hijas seguían con vida dentro de ese lugar que ahora parecía el mismo infierno, ella salvaría al único recuerdo que tenía de su esposo. Nuevamente emprendió su búsqueda por ellas haciendo caso omiso a la alerta del soldado y de Cordet que se encontró detrás de ella escuchando la conversación, no le importaba si perdía la vida en su intento, no dejaría que ellas murieran como su esposo.
Las llamas consumían todo a su paso, la visibilidad era poca así como la falta de oxígeno. A rastras se meneaban por los pasillos, su vestimenta así como principalmente su armadura se encontraba dañada por el fuego pero para esos momentos le era más importante salvaguardar la vida de la heredera al trono. Su cuerpo utilizándolo como escudo contra la niña que gateaba bajo él, por puro instinto se meneaban a la salida más próxima, todo a su alrededor se encontraba en llamas producidas por los hombres de Paragus.
—¡Ya llegamos Ten! —
El fuerte grito de la primogénita de los Brief lo distrajo provocando que en un abrir y cerrar de ojos se le escapara de las manos la pequeña rubia. Tights por su parte se aparto lo suficiente del general para poder ir en auxilio por su recién nacida hermana. El humo del pasillo no era de gran de ayuda para que te dejara observar con claridad, pero una imagen o más bien una silueta desconcertó a la princesa; entre las llamas podía observar como un hombre salía del cuarto de su hermana con un bulto entre sus brazos, sin embargo parecía que huía de alguien, como si robara algo del castillo.
Dentro de la inocencia de la princesa, algo no cuadraba ya que ese hombre tenía unas hombreras extrañas en su armadura, algo que los soldados de Capsule no poseían. Antes de poderse acercar la suficiente sintió como unos fuertes brazos la apartaron por completo lográndola salvar de una viga en llamas que cayó a unos cuantos centímetros cerca de ella.
—¡Princesa! Le dije que no se aparte de mi lado ¡Por poco muere! —La voz de Tenshinhan le causo un alivio al reconocerlo, el hombre se veía sumamente preocupado, por lo que no se espero a escuchar respuesta por parte de la princesa para llevársela cargando fuera del lugar.—
—¡Espera Ten! Vi a un hombre salir del cuarto de mi hermana…
—¡Oh! Entonces significa que pudieron rescatar a la princesa, volvamos.
—No, pero espera no creo que…
Poco a poco podía observar cómo se alejaban del pasillo viendo más próxima la salida del palacio. Antes de poder renegar o exigir que regresaran, al ver a su madre se le olvidó por completo todas las palabras para solo correr hacia los brazos de la soberana. Ambas mujeres abrazadas lloraban al reencontrarse, todos a su alrededor observaban con pena la escena, mientras que ellas, se hundían en su pena y horror vivido.
—¡Mamá! —Limpiando con sus mofletes rosados, a regañadientes se separaba de los brazos cálidos de su madre; podía ver en los ojos azules de su reina con mucho dolor e inflamados por tanto llorar, pero algo inusual podía apreciar en el lugar ¿Dónde estaba Bulma? — Mamá, hace unos momentos vi a un hombre salir del cuarto de Bul…
—¡Mi reina! —Todos los presentes voltearon hacia el soldado que respiraba agitado y lleno de cenizas. Tanto reina como princesa observaban expectantes al hombre que se mostraba perturbado, sentía un nudo en la garganta y como los segundos se volvían eternos, no sabía ni por dónde empezar. —Mi reina, debo informarle algo…
—¿Qué ocurre? —La imponente voz de Tenshinhan provocó desorientar al soldado nervioso, podía ver en los ojos de la reina mucho dolor como ausencia de palabras.—
—Hicimos un recorrido por cada rincón del palacio. —Afirmó. —En cada habitación del lugar de lo que quedó…
—Sé claro. —La voz ahogada de la reina lo conmovió con demasía, estaba de más decir palabras sin importancia, no podía hacerla sufrir más de lo que ya estaba, debía ser claro y conciso. —
—La princesa Bulma no está, en su habitación no hay rastros de ella, mi reina…—Suspiró cansado y nervioso. — Raptaron a la princesa.
Y entonces, un silencio sepulcral invadió el alma de cada habitante, matando las últimas esperanzas de una madre en agonía.
La victoria había estado de nuevo de su lado. Era una deuda que debía cobrárselas a Brief a como diera lugar, a decir verdad se había tardado bastante tiempo en tomar cartas al asunto, pero había salido todo a la perfección.
El viaje hasta sus tierras se hacía una semana en caballo hacia el puerto de la costa del oeste para después tomar el barco más próximo y tomarse tres semanas más para la isla Tsufuru, donde su reinado se ampliaba enormemente en todas las tierras del sur.
Un mes exacto desde la toma de Capsule, aún podía oler la sangre fresca derramada por Brief como sus hombres, las imágenes del mármol impecable y blanco teñido por la sangre escarlata de los soldados caídos, y todo lo que era un paraíso termino consumido en las llamas del infierno. Estaba a un día de llegar al puerto de la isla de su reinado para ponerse al tanto de lo que había dejado pendiente, él sabía que ir hasta las tierras del oeste le tomaría bastante tiempo para que en realidad no fuera a tomar posesión de tierras, simplemente a saldar cuentas, y aunque no le interesaba en su totalidad lo que pudiese ahora brindarle Capsule, había ultrajado lo necesario para su reino.
Pero su satisfacción fue que, en el lecho de muerte de Brief pudo recalcarle que le había quitado todo, no solo su dignidad y respeto, si no lo que más amaba. Sus ojos oscuros se posicionaron hacia la hamaca donde descansaba la recién nacida de ahora un mes de edad. Le había costado acostumbrarla a que dejara de extrañar los brazos maternos, ya que todo ese mes el llanto imparable de la niña lo sacaba de quicio obligándola a encerrarla en el camarote hasta que se durmiera, obviamente si él jamás fue cuidadoso con su hijo, mucho menos lo haría con la mocosa de Brief.
Para él hubiera sido fácil después de que le hayan entregado a la bebé aquel día, ir a aventarla al rio y que la suerte decidiera el destino de la hija del monarca caído, pero una idea mejor se le vino en mente, debía sacar provecho a la situación ya que si no se llevó de nada de valor de Capsule, por lo menos de algo debía servir la mocosa ¿No? Triunfante sonrió al ver a la niña que yacía en los brazos de Morfeo, no solo en un futuro le serviría de algo tener a una hembra en su reino, si no que Brief se retorcería sobre su tumba al ver que tenía en su posición a la tan apreciada "princesa". Él sabía que sacaría beneficio de la hembra de cabellos como el mar, nada de esto sería gratis y sabría aprovechar la situación.
Sin duda alguna, en ella cobraría lo que le faltó por hacerle a Brief, el inicio del calvario de la niña comenzaba.
El pueblo estaba de luto, incluso los días lluviosos y fríos reflejaban el dolor de los habitantes. Lo que quedaba del palacio que alguna vez llegó a ser un sueño sacado de un cuento de hadas, ahora solo se podían ver los estragos de la guerra sumido en destrozos y decepción.
La caravana de los pueblerinos comenzaba a llegar poco a poco, todos vestidos de luto dejaban bajo la brisa de la lluvia una rosa blanca en los portones del palacio, como símbolo de condolencia ante la familia real. La noticia del caído rey había llegado a todos los reinos más cercanos, cientos de personas incluso extranjeras llegaban a dar las condolencias; pero entre ellos estaban incluso por la princesa, que aunque aún no se tenían señales de ella, algunos comenzaban a darla por muerta.
Claro, solo existía una persona quien se aferraba a la idea que aún siguiera con vida, la reina había perdido todo, pero aún conservaba la fe por encontrar pronto a la menor de sus hijas.
Durante todo ese mes desde lo sucedido, se fundió en un dolor amargo, varios días lloró imparable mente, comenzó a dejar de comer y a poner atención a lo que ahora en adelante le sucedería a su reino. Incluso se había olvidado por completo del bienestar de su primogénita, eso no quería decir que no le importaba, al contrario, con el apoyo de Cordet sabía que su hija no le faltaría nada, pero su mente se encontraba perdida en una sola persona; Bulma.
Ahora, el dolor que albergaba en su pecho la hacía perderse en su mundo de dolor, ¿Qué más mal le podría pasar? Ya nada le importaba, ni recuperar su palacio, ni los objetos valiosos que robaron de él como su dignidad, solo quería a su hija de vuelta a su lado.
Y haría hasta lo imposible para tenerla de nuevo junto a ella, no importara cuantos años tendrían que pasar, la volvería a ver.
Bien, hasta aquí hemos llegado a la primera parte de la historia o lo que sería la introducción. Probablemente la siguiente semana que viene suba el primer capítulo (O incluso antes)
¡De verdad espero que les haya gustado! Estoy tan emocionada, es la primera vez que hago esto y me daría mucha ayuda sus comentarios (: (Soy una persona completamente abierta para recibirlas, al final para hacer crecer)).
Sé que tal vez estuve muy largo o tal vez soso :c i know, i know ¡Lo siento! pero tenía que ser así ya que es la explicación de sucesos que se vendrán después. (Puede que nuestra parejita tarde en aparecer al menos un capítulo más, pero créanme que valdrá la pena la espera c: )
Notas:
*Los apellidos como de Paragus (Densetsu) son deformaciones que cree de palabras, en este caso fue de (Legendario en japonés)
*La frase final de Brief la saqué de cierta película donde probablemente entendieron la referencia (Loki mi amor :c)
*El nombre de Cordet es una deformación de "Corset" ya que todo lo involucrado con los Brief es referido a ropa interior.
*Y final mente, aunque se data todo en un tiempo antiguo, (Sin extraterrestres ni nada) quiero agregar a todos los personajes como los conocemos y sus lugares de origen formaran parte de reinos.
*Ya sé que Tsufuru era un lugar pacífico, y que Paragus es un saiyajin, pero necesitaba darle un lugar propio.
*Disculpen sí se me escapó faltas de ortografía :c
Y otra cosa más, de esta historia solo les puedo advertir algo: NO TODO ES COLOR DE ROSA.
No quiero decir que no tenga romanticismo, ¡Pero vamos! Es Vegeta, no digo que no ame a Bulma (Nos queda bastante claro desde la saga de Majin Boo y no se diga en DBS) pero no por eso haré a una Bulma sumisa (Puede que los primeros capítulos parezca tener una pizca de temor, pero con forma pase el tiempo verán que es la de siempre no importa el universo que está presente jajaja) así como un Vegeta tipo Shakespeare, por lo tanto encontrarán de todo (:
Y para finalizar, esta historia está catalogada en categoría M, así que ya saben a lo que me refiero pero no se preocupen! cuando llegue a esa parte antes pondré una advertencia para aquellos que puedan ofenderse ...
Y bueno, eso es todo por mi parte, de verdad, espero me apoyen y me dejen una revisión con su punto de vista.
Hasta la próxima!
