Hola, Hola! Bueno, he decidido escribir esta historia, que seguramente demorare en actualizar. (No es cierto)
Bueno, espero que les guste.
Nos leemos abajo!
(Es un poco rara, advierto)
Las mañanas cálidas siempre eran apreciadas en Sabaody. Los niños gritaban y jugueteaban en los parques, sus padres disfrutaban del cálido ambiente y los ancianos daban de comer a los patitos que salían de los estanques. La brisa era inigualable, los arboles brindaban el oxigeno mas purificado del planeta y el sol brillaba iluminando de una forma casi sobrenatural.
Todo era perfecto.
Considerando que el mundo entero tenia un mal retrato de Sabaody.
Era una de las ciudades más peligrosas de Japón, la cual se distribuía en diferentes tipos de "Groves", como vulgarmente los llamaban.
Los Groves se enumeraban del 1 al 40. Entre menor el número, la delincuencia crecía y la maldad le acompañaba. A pesar de que fueran personas humildes, calmadas y serviciales las que allí vivían, la violencia era el pan de cada día.
Y era porque entre aquellas serviciales, humildes y serenas personas, era casi imposible distinguir al delincuente. O al menos, al que por esos tiempos tenía más victimas de asesinatos, que numero de recompensa en los carteles…
-¿Otra mas?
Una mujer observaba el periódico, preocupada. Otro asesinato más se había reportado en el Grove 17. No sabían nada del asesino, era tan bueno que no dejaba pistas, y aun peor, se escondía entre los ciudadanos de la enorme ciudad.
-¡Delicioso!—Un extraño sujeto, con sombrero de paja y pantalones cortos, paso corriendo como loco y empujo a la impaciente mujer que sostenía el periódico. Esta cayó y soltó el periódico en el acto.
-¡Mira por donde pasas jovencito!—Le reclamo ella, pero el chico ya se encontraba mas lejos de lo que sus ojos le permitían apreciar.
La mujer se levanto, sacudió sus ropas y tomo el periódico de nuevo—Estos niños de hoy en día…
-¡Devuélveme eso, hijo de puta!
Una chica pelinegra, de ojos azules y muy larga melena perseguía "desesperadamente" al chico del sombrero de paja.
La gente los miraba con extrañeza y murmuraba cosas inaudibles.
-¡No! ¡Yo lo compre, shishishi!—El chico parecía tener muy buen físico. Corría a una velocidad incalculable y reía a la par que veía como la chica casi que lo alcanzaba.
-¡Lo compre yo! ¡Ladrón!—La chica lo perseguía, aun conservaba el aliento y aumentaba la velocidad, casi al punto de agarrarle del chaleco rojo que llevaba.
Nadie sabia el porque discutían. Pero se pasaron varios semáforos en rojo y tumbaron a centenares de personas. Cruzaron las calles irresponsablemente y fueron capaces de treparse sobre varios autos.
Parecían no estar muy "cuerdos" que digamos…
Era hora de llamar a la policía, o eso pensaron los cabreados ciudadanos.
La chica comenzaba a cansarse. Sus piernas ya dolían y el aire hacia falta en sus pulmones. Maldecía internamente al cabrón que había atrevido a robarse su almuerzo. Y es que de repente, cuando apenas había pagado su preciado sándwich, el demente del sombrero de paja, se lo había rapado gritando una y otra vez: ¡Delicioso!
-Mas vale que rece por su vida, porque voy a degollarlo vivo si lo atrapo…—Se dijo internamente, aumentando mas su velocidad.
-Shishishishi, si que eres rápida—Le dijo el, volteando su cabeza y sonriéndole inocentemente. Pero extrañamente sin disminuir su velocidad.
-¡VUELVE AQUÍ HIJO DE PUTA!—Esa fue la gota que rebaso el vaso. Ya no era una chica, ahora era un demonio el que lo perseguía.
Cuando ya estaba a punto de alcanzarle, al doblar una esquina, la chica choco con algo.
Muy duro…
Cayó al suelo de culo y sintió como sus riñones dieron un vuelco. Cerró los ojos por el impacto.
Mierda.
-Al cabrón que halla sido, voy a matarlo también.
-¿¡Es que no ves por donde vas, pendeja!?—Le escucho gritar a su "atacante"…
Abrió los ojos a tope y se encontró con un gorila pelirrojo, sin cejas, labios pintados y ojos enmarcados con lápiz. Su expresión no era nada amigable, y sentido de la moda tampoco tenia. Era mas pálido que la propia muerte y…bueno, se veía salido del zarzo.
Por pura casualidad también estaba de culo en el suelo.
-Perfecto. Ahora me estrelle con un travesti…—Pensó. Pero sin darle mas vueltas al asunto se levanto y sobo su espalda.
Ignoro totalmente al sujeto, ahora había algo más importante…
-¡MI SANDWICH!—Grito de repente, recordando al retrasado mental, reconocido ahora, como el chico del sombrero de paja.
Se le había escapado, con su sandwich.
Cuando ya estaba a punto de correr en la dirección que se suponía, había ido el chico, sintió que la agarraban con violencia de la muñeca y la hacían girar al instante.
Se encontró con los profundos ojos ambarinos del gorila pelirrojo, quien la miraba con odio y casi podían notarse venas salientes de su cara.
El tipo esta cabreado.
-¿¡Quien te crees perra!? ¡Al menos pide disculpas!—Casi que le exigió, y la chica pudo sentir como apretaba su agarre y la miraba con mas firmeza.
-Suéltame, depravado de mierda—Fue lo primero que atino a decir, mandándole una de sus miradas mas fulminantes y torciendo su gesto. Bruscamente trato de retirar su mano del agarre, pero el gorila era fuerte.
-Discúlpate, perra—Le dijo en tono calmado, casi que sarcástico y le sonrió de una manera muy "toca huevos" para su gusto. Esos ojos ambarinos no dejaban de acuchillarle y su fuerza descomunal era ya agobiante.
Otro detalle…nadie le decía perra y salía vivo.
La chica le sonrió, también malvadamente, y en el acto elevo su pierna derecha, dándole una patada directamente en los cojones, con toda la fuerza que pudo reunir.
El tipo la soltó al instante y empezó a proferir maldiciones.
Ahora si que estaba cabreado, fue a abalanzarse sobre la chica, quien se puso en guardia, pero…
-¡KIDYYY!—El mismo chico, ladrón de sándwiches, ahora se abalanzaba sobre el gorila, ocasionando así que los dos cayeran al suelo.
-¿Y de donde salió este pendejo…?—Fue lo primero que pensó la pelinegra. Dejo de adoptar su postura en guardia y observo la escena con gracia—Faltaba más…semejante mastodonte con tremendo enano.
-¡QUITATE LUFFY!—Ahora el gorila se veía más enfadado que antes, hacia fuerza para quitarse al chiquillo de encima, pero no lo lograba. Y encima el chico parecía no darse cuenta que el pelirrojo podría mandarlo al mismísimo infierno, solo con golpearle con un dedo.
O eso pensaba la chica. Oh valla…que chico tan inocente.
-¡KIDYY, QUE EMOCION VERTE! ¿¡DONDE ANDABAS, CABRON!?—El chico parecía demasiado feliz y apretaba mas a su conocido, casi que asfixiándolo, ya que el pelirrojo ahora en vez de pálido, se veía demasiado azul.
-¿En que mierda me he metido…?—La chica se giro, ya su sándwich no importaba, ahora salir de ahí era la mejor opción—Mira que ser nueva en esta ciudad… ¿Y me sale con esta mierda…?—Comenzó a caminar finalmente, pero nuevamente algo la detuvo. Claro que el agarre de esta vez, era más suave.
-Shishishishi… ¿Cómo dijiste que te llamabas?
No supo cuando, pero el chiquillo del sombrero de paja se había levantado y ahora le tenía agarrada la mano. La chica solo parpadeo y lo miro con desconfianza. Le retiro su mano bruscamente y…
-Nunca te dije mi nombre, idiota. Además…a ti que te importa—Le respondió simplemente, y camino como si nada.
Pero nuevamente fue tomada…
-¡Porfa, porfa, porfa! ¡Dime!—Le rogo el pequeño, haciendo un puchero.
Aquello fue tan tierno que le dieron nauseas. La chica suspiro.
-Sue, me llamo Sue.
-Shishishi. Yo soy Luffy—El chico hizo una reverencia y sonrió con ternura—Y el es Kidd—Señalo al pelirrojo que extrañamente ya se había levantado. Este le mostro su dedo corazón a la chica y sonrió arrogante.
-Oe, Sue…—Le llamo el gorila.
La chica ya cabreada le miro con ira reprimida, lista para patearle el culo cuando viera la oportunidad.
-Vete a la mierda—Le dijo el pelirrojo, para luego carcajearse de una manera demasiado exagerada.
-Tu casa me queda muy lejos—Le devolvió el insulto, dándole la espalda a los dos chicos y finalmente, dirigiéndose a su casa…
-¡Oe Sue, espero verte luego!—Le oyó decir al chico del sombrero de paja-¡Cuídate, y perdón por lo del sándwich!
"Click"
-¡Oye cabrón, devuélveme mi puto sándwich!
Y la persecución volvió a dar arranque, ante la fastidiada expresión de Kidd.
-¿Quién es esta pendeja?—Se pregunto a si mismo, observando como la chica y su pequeño amigo desaparecían entre el tumulto de gente—Tsk—Chasqueo la lengua y recordó que tenia algo que hacer…
HORAS ANTES…
-Joder, mi espalda.
¿Existe gente en el planeta tierra a la cual le gusten las mudanzas? Es decir, ¿Empacar y desempacar? ¿Ordenar y acomodar? ¿Cargar y dejar en un lado especifico? O, ¿Existe gente a la cual le guste cambiar de escuela con constancia? ¿Dejar amistades atrás? ¿Tener que aguantar a nuevos maestros?
-Tsk. Esto de mudarme cada 3 meses me toca las bolas.
Sue llegaba a Sabaody, después de un viaje largo. Se vio obligada a mudarse con su padre, el cual era un adicto a trabajar en la estación de policía, y el cual también, le obligaba a cambiar de escuela como de calzones.
Y era porque siempre lo transferían, misteriosamente.
La chica primero, no era sociable, y segundo, los pocos amigos que se conseguía, tenia que abandonarlos casi siempre.
Las pataletas ya no le funcionaban. Y cuando llegaba a acostumbrarse a un nuevo estilo de vida.
Pum.
Su padre llegaba muy contento y decía: ¡Conoceremos otra ciudad, pequeña!
-Hijo de mi abuela.
Recién llegados, hacia aproximadamente 3 horas, los Kusabe, padre e hija, se encontraban ahora instalados en una casa del humilde Grove 17, el cual tenia mala pinta y se decía que un asesino en serie actuaba cada noche.
Eso a Sue le daba igual. Prefería ser asesinada que tener que embutirse en un colegio nuevo, otra vez. Esa rutina ya le cansaba. Y se lo diría a su padre, claro que como siempre, el no la escucharía.
Y es que siempre que llegaban, el se iba a trabajar como poseso a la estación de policía….
¿Y a quien le correspondía desempacar?
A Sue
¿A quien le correspondía ordenar?
A Sue
¿A quien le correspondía hacer el aseo?
A Sue
¿A quien le correspondía cocinar?
A su padre, porque si no, ya hubieran muerto.
Sue tenia la "cualidad" de convertir cada cosa que cocinaba, en un veneno mortal.
Era mejor alejarla de los víveres, incluso para su propio bien.
Al estar tan aburrida, no tuvo más opción que desempacar y ordenar cada cosa. Misteriosamente lo hizo con rapidez y se sintió satisfecha del resultado.
Cada cosa en su lugar y la casa incluso se veía más amigable. Era una casa enorme, mal pintada y maltrecha…Pero bueno, seguramente poniéndole ciertos arreglitos, se vería mejor.
Su situación económica era mala, por esa razón su padre siempre aceptaba los traslados, sin negarse, ya que le pagarían más.
O eso decía el.
Bueno, por el momento no reclamaría nada respecto a eso. Pero eso si, no dejaba de odiar la idea de tener que cambiar de casa constantemente y tener que organizar todo. Para que después su padre se viera invadido por la locura, y saliera corriendo otra vez.
Ahora que lo pensaba, solo le faltaba mudarse a algún país de Suramérica y lograba hacer el tour completo.
Se levanto de la cama, froto sus ojos y fue al baño. Se miro al espejo, daba asco. Se lavo la cara y se peino en una coleta simple. Decidió que mataría el tiempo, saliendo.
Se coloco sus zapatos y trato de localizar sus llaves. Ya cuando iba a salir, un gruñido proveniente de su estomago inundo toda la casa.
-No he comido—Se dijo a si misma. Y así decidió empacarse algo de dinero y salir a comprar algo por ahí.
No conocía nada, pero ella siempre era así.
De alguna manera terminaba aprendiéndose todas las calles en un día, recorría todo y localizaba los puntos clave para "relajar" su estadía. Así después no tendría que matarse buscando cosas que necesitara, pues al primer día, ya las tenia marcadas en su mapa mental.
Camino y observo cada cosa, cada negocio y edificio como lo hacia siempre que llegaba nueva a la ciudad.
Al pasar por un parque, pudo ubicar un puesto donde parecía vender comida. Se acerco y después de mirar el menú, ordeno un sándwich.
Y justo cuando iba a pagar, un chico extraño, pelinegro salto sobre ella y…
-¡MI SANDWICH!
AHORA...
Se golpeo mentalmente, no había podido alcanzar al chico del sándwich.
En conclusión, se quedo sin comer.
Miro a todos lados en busca de que no la estuviera persiguiendo aquel agujero negro, quien no contento con su sándwich, robo la comida de otras personas.
Si, ella se dio cuenta. Parecía un verdadero agujero negro.
Le dio gracia ver como le levanto las naguas a una señora, buscando un pedazo de carne que se le había caído al suelo.
No pudo evitar reírse, y posteriormente, dejar de perseguirlo, ya estaba muy cansada.
Ya era tarde. Su padre no estaría en casa y lo sabia, puesto que estaría trabajando en la estación de policía, como el oficial reconocido que era.
En fin, precisamente cuando se devolvía, caminando por un callejón oscuro, recordó aquel relato sobre el asesino en serie que asechaba todas las noches. Le pareció curioso, mas no sintió miedo.
Claro que dadas las circunstancias, cuando ya veía una avenida al final del callejón, sintió pasos tras los suyos.
Volteo a mirar y…nada.
Imagino que estaba alucinando. Aquello debió ser simplemente su imaginación y su debilidad ante la percepción de la realidad.
Siguió caminando y de nuevo…Volteo con rapidez y miro a todos lados. Eso ya no era chiste ni menos imaginación, algo en verdad la seguía.
Y cuando apuro el paso sintió como también lo apuraba la extraña presencia que la seguía.
Caminaba con rapidez, mirando hacia atrás. Sentía aquellos pasos pero no veía nada, creyó que aquello era lo más terrorífico que le había pasado en la vida.
¿Qué demonios era eso? ¿Por que no lo veía? Y más importante ¿Por qué sentía tanto miedo? ¡Ella jamás sentía miedo de un ladrón! Simplemente los masacraba y salía invicta, por algo había estudiado defensa personal, para no temerle a nada más, pero esto…era distinto.
Fundida en sus pensamientos choco con algo, por segunda vez en el día. Era duro también…
Volteo a mirar asustada, casi que hiperventilando y sudando al tiempo.
No supo porque se sintió tan tranquila, pero observo que con lo que se había estrellado, era lo mismo de ese día.
Nunca se sintió tan feliz, de ver a ese molesto travesti de nuevo.
-Mierda, me haz asustado—Expreso en tono burlesco, tratando de ocultar su expresión de terror.
-¿Qué haces aquí a estas horas de la noche? ¿No sabias que hay un asesino en serie?—Le pregunto el pelirrojo, sonriendo arrogante de nuevo.
El mucho cabrón media casi 3 metros.
-Eso no es asunto tuyo—Le reprocho, ya adoptando su postura normal.
-No pareces muy convencida… ¿Estas asustada?
Ella no supo que responder, y más cuando el chico le miro confundido. A leguas debía notársele que se había pegado un buen susto.
-Cállate, pendejo—Le dijo sin mas, y prosiguió su camino, pero en el fondo deseando no quedarse sola de nuevo.
-Tsk. Yo también vivo por allí—Confeso este de repente. La chica suspiro con supuesto alivio y se giro a verle.
-Entonces que esperas…vámonos—Dijo sin más, para después darse cuenta de lo que había dicho.
¿Cómo se dio cuenta? Pues la sonrisa con aura superior del chico se lo hizo notar.
-Lo siento, no puedo, tengo cosas que hacer.
Eso fue como un baldado de agua fría. Si había que sentirse miserable, era en ese instante.
No supo ni porque hizo un puchero de disgusto, levanto los hombros y se giro para seguir caminando, sola. Del malgenio que ahora le aguardaba, olvido completamente la extraña presencia que la había seguido.
-La próxima vez, le invito a cenar—Dijo este, irónicamente, burlándose de ella. Pero Sue no lo miro, simplemente siguió caminando, sola.
-Hijo de puta, hijo de puta, hijo de…—Fue aquello lo que repitió el resto del camino, y a penas llego a su casa, descargo su estrés con las pobres paredes.
Inmediatamente sonó el teléfono. Lo contesto. Era su padre.
-Hija, mañana tienes escuela, te he dejado la dirección, te he dejado dinero y lo que necesitas llevar. Ve con cuidado, te amo, adiós—Y colgó.
A Sue eso le cabreo más.
La capacidad de su padre para acomodar todo a su preciso gusto, como si su opinión valiera mierda. Aunque bien sabia, que finalmente tendría que hacerlo, quisiera o no.
Ni siquiera le dejo hablar…
Ya sin reprimirse mas, Sue se fue a la cama sin haber comido absolutamente nada. Si su padre le dejo dinero, fue para que comprara cosas ya preparadas, a menos que quisiera morir de intoxicación al cocinarse ella misma.
Sue ya sabia, apestaba para la cocina.
Ya en la cama, sintió sus párpados pesar.
No sabia a que horas entraba, que tendría que llevar, que salón le correspondía, solo tenía la dirección…
Y pensando todo eso. Se quedo dormida.
CONTINUARA…
Bueno, bueno, espero les haya gustado!
Dejenme sus comentarios y sugerencias, please.
Pueden darme ideas para proseguir el fic. Seguramente las sumare a continuacion!
Nos vemos luego!
