Tema: Harry Potter (Nueva Generación)
Autor: NatWizard (Natalia Luna)
¿Hace falta que diga que casi todos los personajes y lugares le pertenecen a J K Rowling? Creo que no.
"Espero que les guste, y los veo en los Reviews. Acepto cualquier tipo de crítica. Si estamos aquí, es para aprender."
No es cuestión de sangre, es cuestión de actitud –Parte 1–
[…]La cicatriz llevaba diecinueve años sin dolerle. No había nada de qué preocuparse.
O al menos, no para Harry.
Albus deambulaba por el tren en busca de un compartimento. Rose había ido a saludar a su prima Victoire, y de James no podía esperar mucha ayuda.
Llegó al último vagón, donde halló un compartimento casi vacío; sólo iba sentado en él un niño de cabello rubio platinado y rostro puntiagudo.
Albus abrió la puerta y se detuvo allí, con baúl y lechuza. El chico rubio lo miró recelo.
– ¿Puedo sentarme? –Preguntó Albus con timidez.
–Eso depende –El niño se puso de pie y lo observó con curiosidad, aunque mantenía la cautela– ¿Eres sangre pura?
–Eh… ¿Qué? –Preguntó Albus, contrariado por una pregunta que, para él, no venía a cuento.
El niño lo miró con mayor recelo aún.
–Si tus padres son magos–Le explicó con un dejo de desdén en la voz.
–Sé lo que es ser sangre pura, gracias–Repuso Albus algo irritado–. ¿Importa que lo sea? –Preguntó desafiante.
El niño adoptó también la misma postura de desafío.
–Mis padres sólo me permiten hablar con los que lo son.
Albus frunció el ceño.
–Qué raro. A mis padres eso no les importa.
El niño se encogió de hombros.
–Pues a los míos sí. Y si se enteran que ando con un sangre impura por ahí…
– ¡No digas eso! –lo regañó Albus.
El chico lo miró sorprendido.
– ¿Decir qué?
–Eso… ya sabes… lo de los hijos de muggles…
– ¿Sangre impura?
– ¡Chitón! –Lo silenció Albus– ¡Es de muy mala educación decir eso!
El otro parecía muy sorprendido.
–Pero si a mí siempre me han dicho que…
–Que te digan lo que quieran. Pero no uses esa palabra. A la gente no le gusta oírla. O por lo menos no a la gente que tiene buenos modales. Y sí–Añadió Albus en un tono más amable, al ver que el otro se había quedado abochornado–. Sí, mis padres son magos.
El jovencito alzó las cejas.
– ¿Abuelos paternos?
– ¡Oh, vamos! –Albus hizo ademán de apartarlo, pero el chico no se movió. Podría haberlo empujado, eran de la misma estatura, pero no se le ocurrió–De acuerdo. Sí, mis abuelos paternos eran magos. Y los maternos lo son también–Agregó antes de que el otro pudiera preguntar.
– ¿Murieron? –Preguntó con curiosidad amable.
– ¿Los padres de mi padre? Los mató… –Vaciló. Decirlo le valdría tener que hacer un relato pormenorizado sobre su padre. Mejor para otra ocasión. El anonimato era algo apetecible–un asesino.
–Lo siento. Creo que también mataron a alguien de mi familia, pero nunca lo conocí, ni siquiera lo mencionan en mi casa. Soy Scorpius, por cierto. Scorpius Malfoy–le tendió una mano que Albus estrechó. Abrió la boca para presentarse, pero la puerta se abrió de par en par y por ella entró una niña de cabello castaño vestida con la túnica de Hogwarts: Rose Weasley.
– ¡Aquí estabas, Albus! ¡No te encontraba por ninguna parte! Por encima de todo, James…
Pero se detuvo en seco cuando Scorpius Malfoy se paró con aire desconfiado e hizo la pregunta que Albus esperaba que no hiciera.
– ¿Eres sangre pura?
Rose enrojeció hasta la raíz del pelo.
– ¿Con que tenemos un fanático de la sangre aquí, eh? ¿Te importa mucho, eh? Pues te diré algo, niñito, un mago no vale por qué tan mágicos sean sus antepasados, ¿Sabes? ¡Un mago vale por el simple hecho de ser lo que es: un mago! Y puedo asegurarte que conozco magos hijos de muggles que son mil veces mejores que tus queridos "sangre pura". "sangre pura" –Repitió acaloradamente–. Como si eso fuera a import… ¡Yo sé quién eres tú! –Saltó de repente, señalando a Scorpius con un dedo acusador. El chico dio un respingo– ¡Eres el hijo de los Malfoy! –Miró a su primo con furia– ¿Qué haces aquí? ¿Por qué estás con él?
Scorpius miró a la niña desafiante.
– ¿Qué tiene de malo que sea un Malfoy?
– ¡Qué todos los Malfoy son unos fanáticos de la sangre!
– ¡No soy ningún fanático de la sangre!
– ¿y entonces por qué te importa si soy o no soy…?
– ¡Porque–La interrumpió Scorpius–si mis padres se enteraran de que ando con sangre imp… hijos de muggles me despellejarían vivo!
Rose pareció sorprendida y aplacada, pero siguió mirando al chico con desprecio.
–Ahora, si no te importa–Le dijo Scorpius con sarcasmo sin dejarla sentarse–quisiera saber si eres o no sangre pura.
Rose parpadeó. Albus sabía (como Rose también sabía) que su madre era hija de muggles.
–Me llamo Rose, y soy hija de dos personas excelentes, Malfoy–Y antes de que el chico pudiese hablar ella añadió–. Tengo sangre mágica, y eso te tendrá que bastar. Y, ahora, si no te importa me sentaré junto a mi primo.
Dicho esto, Rose se sentó junto a Albus con total dignidad.
Scorpius se quedó de una pieza, pero lo disimuló cerrando la puerta del compartimento a cualquier otra visita indeseada. Albus contuvo una sonrisa involuntaria. No podía imaginar un grupo más extraño.
Los tres niños charlaron animadamente. Rose evitaba a Scorpius, y Scorpius evitaba a Rose, por lo que la conversación estaba algo dividida, hasta que Rose mencionó el asunto de las casas.
– ¿A qué casa quieres ir tú? –Le preguntó la niña a Scorpius con frialdad.
–A Slytherin–Repuso el chico, como si se tratase de algo obvio incluso para esa niña de dudosa reputación de sangre–. Mi familia ha estado allí durante generaciones. Mi padre dice que es la mejor casa de Hogwarts.
Rose iba a decir algo, pero se contuvo.
–Lo más seguro es que yo vaya a Slytherin–continuó Scorpius–. Mi padre me contó que fue enviado allí apenas el Sombrero Seleccionador rozó su cabeza–Miró a Rose, que parecía estar mordiéndose la lengua, y a Albus, que escuchaba muy interesado, ya que, de la forma en que lo contaba Scorpius, Slytherin no parecía tan mala como había temido…–. Han salido muchísimos magos famosos de esa casa. Gente importante en la Historia de la Magia…
–Mi padre dice que Slytherin es la casa que ha dado más magos oscuros–Farfulló Rose.
Scorpius se ruborizó ligeramente.
– ¿Me estás diciendo que por ir a Slytherin seré un mago tenebroso?
Ahora a Rose le tocó ruborizarse.
–Mis padres no son malas personas–Susurró el chico–, y yo tampoco. Y si crees que por ser miembro de Slytherin uno es…
–Mi padre me dijo una vez–Intervino Albus–que la vida es guiada por nuestras decisiones. Tú serás lo que elijas ser, Scorpius. Sé que no serás un mago tenebroso–Miró a Rose, quién se miraba avergonzada los zapatos–. Y yo tampoco lo seré.
Rose alzó la vista con ojos redondos como platos.
–Al… no estarás hablando en serio… tú no puedes… tu padre…
Albus se puso de pie, de espaldas a ambos, y miró sin ver por la ventana.
–A mi padre no le importa. Él me lo dijo. Tengo mis opciones… y elegiré la mejor de ellas.
Miró a su prima, que estaba completamente horrorizada.
–Creí que estaríamos juntos…
Albus le sonrió.
–Siempre serás mi prima favorita, y siempre seremos amigos. No importa en qué casa estemos.
Rose dio vuelta la cara y no contestó.
Los dos niños continuaron charlando, intentando cambiar de tema de conversación. Rose sacó su ejemplar de El Libro Reglamentario de Hechizos, Nivel Uno y se puso a leer. Albus sabía que se había enfadado con él por haber respaldado a Scorpius, y por sobre todas las cosas por dar a entender que iría a Slytherin si se le presentaba la oportunidad. Albus no lamentaba habérselo dicho. Al conocer a Scorpius se había dado cuenta de que el Slytherin podía haber buena gente. Eran algo raros, sí, con menos tolerancia hacia los muggles, tal vez, pero él había llegado a la conclusión de que alguien tenía que marcar la diferencia. No le molestaba ocupar ese puesto. Si convencía a los chicos de Slytherin de que la sangre no determinaba la valía de un mago, todas las cosas cambiarían.
"he logrado que Scorpius deje de decir sangre impura a los hijos de muggles" se dijo "tal vez sólo se ha juzgado mal a la gente de esa casa"
Cuando pasó la señora con el carrito de la comida, Rose levantó la vista de su libro y compró pasteles con forma de caldero con los que convidó a los dos niños.
Esto fue interpretado por ambos como una oferta de paz, por lo que al aceptar los calderos Rose se unió a la conversación. Más tarde los chicos se vistieron con las túnicas de Hogwarts y salieron del tren.
Albus sentía las tripas revueltas y enmarañadas mientras caminaban por el oscuro camino. Un gran dilema ocupaba toda su mente: ¿Slytherin o Gryffindor? Su padre y madre aprobaban Slytherin, en Slytherin siempre había habido magos importantes… él mismo llevaba el nombre de uno de los directores de Hogwarts que habían ido a esa casa. También había conocido a Scorpius… Pero, justo cuando había estado a punto de decidirse, vino a su mente la imagen del rostro espantado de rose; de su tío Ron, y como había amenazado a Hugo sobre las casas, mitad broma y mitad en serio; y con sólo imaginar lo que diría James por poco se decidió por Gryffindor.
Y entonces lo atacó un interrogante no menos preocupante: ¿y si acababa yendo a Ravenclaw o Hufflepuff? ¿Sus padres lo aprobarían? Aquello era tan confuso…
Pero no tuvo tiempo para seguir torturándose, porque en ese momento una voz atronadora rompió el silencio de la noche.
– ¡Los de primer año! ¡Los de primer año por aquí!
Todo un grupo de abrumados y nerviosos niños de alrededor de once años se encaminaron en la dirección de la voz. Albus, Scorpius y Rose los siguieron.
Un hombre el doble de alto que una persona normal y tupida barba los esperaba junto a una pequeña flota de botes en el lago: era Hagrid, guardabosques y profesor de Cuidado de las Criaturas Mágicas de Hogwarts.
– ¡Colóquense cuatro por bote! ¡No más de cuatro por bote! –Bramaba como una cantinela.
Scorpius, Rose y Albus tomaron uno.
–Ése es el semigigante, ¿Cierto? –Le preguntó Scorpius a Albus.
–Hagrid–Enfatizó Rose–es un gran amigo de la familia. Suele venir a nuestras casas a cenar. ¿Cierto, Al?
–Sí, así es–Le confirmó Albus a Scorpius–. Es una buena persona.
Scorpius frunció el ceño.
–A mi padre nunca le cayó bien. Dice que no es un muy buen profesor.
– ¡Tonterías! –Exclamó Albus– ¡Debe ser el mejor!
Ahora Rose vaciló antes de defender a Hagrid.
–Ya veremos si es que tomamos sus clases–dijo al fin sin comprometerse.
Una niña de cabello color miel y ojos azules se les acercó tímidamente.
–Disculpen, ¿Podría ir con ustedes? Todo va lleno.
Scorpius entrecerró los ojos al mirarla.
– ¿Eres sangre pu…?
Rose le pisó el pie.
Albus, por su parte, se había ruborizado y las palabras se le habían quedado atascadas en la garganta. Rose miró a su primo buscando su aprobación, ya que parecía importarle muy poco lo que Malfoy pensara. Albus asintió con dificultad.
–Por supuesto–Le sonrió Rose a la niña– ¿Cómo te llamas?
La niña se subió al bote.
–Emma.
–Yo soy Rose–Se presentó la chica–. Él es mi primo Albus, y él… él es Scorpius Malfoy.
Emma arqueó las cejas mientras remaban.
– ¿Scorpius? No te ofendas, pero nunca antes había oído un nombre como el tuyo.
El chico no respondió. Rose, por el contrario, pareció encontrar de lo más simpático el comentario de la niña.
– ¿A qué casa crees que te enviarán? –le preguntó.
– ¿Casa? –Repitió la niña– oh, sí, sinceramente no lo sé, no me lo había pensado hasta hoy.
Scorpius la miró fijamente.
– ¿No sabías que había casas hasta hoy?
–Oh sí, claro, mi mamá me habló al respecto–Respondió Emma, que iba perdiendo poco a poco la timidez–. Gryffindor suena bien, con el valor, la lealtad y todo eso, pero no me considero muy valiente. Ravenclaw es para los listos, y no me siento especialmente inteligente. Los de Hufflepuff son buena gente, ni muy valientes ni muy inteligentes, pero pelean sus propias batallas. Y Slytherin… bueno, ellos son astutos y perspicaces, con talento. Mi madre fue a Slytherin.
Al decir esto último, Emma pareció crecer en la estima de Scorpius. La escuchó con más atención.
–Pero–Concluyó Emma con voz lúgubre–creo que tampoco en Slytherin me aceptarán.
– ¿Por qué no? –Quiso saber Malfoy. Albus se preguntaba lo mismo.
–Bueno… –Dijo ella con lentitud–Mi padre es muggle.
Tal fue la expresión de espanto de Scorpius que Rose decidió no mirarlo e ignorarlo completamente, al tiempo que se ruborizaba de vergüenza ajena.
A Albus el hecho de que Emma fuera sangre mestiza lo tenía sin cuidado, pero se sorprendió algo entristecido al notar que Emma tenía razón para pensar que contaba con pocas posibilidades de ir a Slytherin; la expresión de Scorpius era más que suficiente explicación.
Por fin llegaron al castillo. Bajaron de los botes y entraron en el vestíbulo. Allí los esperaba una mujer de rodete, anteojos de montura cuadrada y mirada severa: Minerva McGonagall.
–De acuerdo, alumnos de primer año, síganme.
Los llevó a una sala más pequeña en la que todos estaban muy cerca los unos de los otros. Rose intentó apartarse un paso de Scorpius, mientras éste hacía lo mismo. En su intento, pisó a Albus.
– ¡Au! –Se quejó.
–Lo siento.
En ese momento la profesora McGonagall se dispuso a hablar y todos guardaron silencio.
–Les doy la bienvenida a Hogwarts–Dijo–. Pero antes de que puedan sentarse a la mesa con los demás estudiantes y disfrutar de nuestro banquete, deberán ser seleccionados para sus casas. Es muy importante la Ceremonia de Selección porque en Hogwarts su casa será como su familia. Dormirán en el dormitorio de su casa, tendrán clases con los miembros de la casa que les toque, y pasarán los ratos de ocio en la sala común de su casa.
«Las casas son cuatro y se llaman Gryffindor, Ravenclaw, Hufflepuff, y Slytherin. Cada casa tiene su propia historia, y cada una ha dado importantes miembros a la comunidad mágica. Espero que todos sean un honor para su casa.
«Cada vez que hagan algo bien en Hogwarts, su casa ganará puntos. Si, por el contrario, infringen las reglas, los perderá. A fin de año se premia a la casa con más puntos con la copa de las casas.
«En minutos vendré aquí por ustedes para que se efectúe la Ceremonia de Selección frente a todo el colegio. Arréglense, si lo desean.
Salió por la puerta, dejándolos sumidos en un silencio nervioso.
Rose se inclinó por delante de Scorpius y le susurró a Albus.
– ¿En verdad quieres ir a Slytherin?
Albus la miró.
–Creo que voy a vomitar.
La niña se apartó y lo miró con una mezcla de preocupación y aprensión.
Transcurrieron unos angustiosos minutos. La profesora McGonagall entró por la puerta.
–La Ceremonia de Selección va a comenzar. Formen una fila, y síganme.
El Gran Salón lucía espléndido con las velas centelleando, pero los niños sólo tenían ojos para el sombrero que reposaba en la banqueta.
Albus miró en derredor; James y Fred le sonrieron desde la mesa de Gryffindor. Le dolieron las tripas.
–El techo está encantado para que parezca el cielo de afuera–Susurró Rose–. Mi mamá me lo contó. Lo leyó en Historia de Hogwarts.
Y el sombrero comenzó a cantar:
Bienvenidos a un nuevo año
De aprendizaje y conocimiento
Tal vez ya todo no sea como antaño
Pero de algo está seguro: yo nunca miento.
Es mi tarea elegir con quienes estarás
Tal vez en Ravenclaw
Con tu inteligencia los deslumbrarás
Porque una mente clara
Es lo que allí se valora más.
O puede ser que en Gryffindor
Con valentía y lealtad
Puede ser que en esa casa
Halles amigos de verdad.
También están los buenos de Hufflepuff
Tenaces trabajadores
Allí nadie jamás despreciará tus dones.
Y Slytherin es la casa que me queda por presentar
Ambiciosos, astutos y sagaces
Como ellos otros no encontrarás.
Tal vez ya hayas pensado en que casa te gustaría estar
Y si no es tu caso ven y siéntate
Yo encontraré tu lugar.
