Noche de premios.
Historia basada en el anime/maga Candy Candy. Los derechos pertenecen a sus autores, este fic esta hecho solo con fines de entretenimiento.
Había pasado un año, desde que no se exponía a la prensa…no lo habían molestado mucho pero no significaba que los periodistas no estuviesen pendientes de él.
No había mucho que contar, viajes por las giras, representaciones, el Hamlet que se hundía en la desesperación, comidas con su madre, algunas salidas a compromisos legales, nada más que contar…
Lo que no se contaba en los periódicos eran las horas que él había pasado pensando en su vida, la necesidad de luchar con su lado oscuro, aquel que todos tienen pero que pocos se atreven a cruzar. Luego de 4 años, estaba seguro que lo había dejado atrás, no más alcohol, no más hundirse en la desesperación.
Era extraño como la prensa pensaba que aquella prematura muerte lo había hundido en una melancolía extrema, que se reflejaba en su actuación. El mejor Hamlet de la historia, habían dicho…no, esa melancolía no venía por su muerte, venía de un tiempo aún más lejano, 4 años atrás cuando la dejo marchar, a ella que no abandonó ni un solo día sus pensamientos.
Cumplió con su palabra, estuvo junto a Susana, hasta el último momento, no supo qué habría pasado por la mente de la ex actriz en aquellos últimos momentos; ya no se lo cuestionaba, había pasado unos meses preguntándose qué tanto la había hecho feliz, cuando él era un cuerpo que deambulaba a su alrededor, mientras ella reclamaba un amor que hace mucho pertenecía a otra persona. Hasta que un día dejo de preguntárselo, y siguió adelante…
La mente de Terry comenzó a vagar por tantos recuerdos, no podía creer como había cambiado su vida en los últimos 5 años. La salida del San Pablo para proteger a su pecosa, el reencuentro en New York, el accidente de Susana, la despedida…
El momento en que su vida se paró… había tenido muchos cambios desde aquel día en que ella se había marchado, ahora le costaba hasta pronunciar su nombre, ya incluso en sus pensamientos. Pensó que el tiempo ayudaría pero parecía que la herida se hacía más profunda con cada pensamiento que lo llevaba hacia ella. No había encontrado el valor para acercarse, que pasaba si ella ya tenía a alguien, o se había cansado de esperarlo. Además estaba el hecho de que conociendo a la familia de su amor, no permitirían que se estableciera una relación hasta que pasara un tiempo formal de luto; como si él estuviese llorando por su eterna prometida.
Ahora comprendía lo que sentía un pájaro que hubiese nacido en un bosque, y lo hubiesen obligado a vivir mucho tiempo en una jaula; no sabía qué hacer cuando le abrían la jaula. Terry sentía esa sensación desde hace un año.
La señora Marlowe no había contribuido mucho a recuperar su vida. Luego de la muerte de Susana, además de ocuparse de los requerimientos legales, Terry había colocado algunos fondos a nombre de la señora Marlowe y esta le había pedido que la acompañase algunos días para recordar a Susana. Pero esos algunos días se habían vuelto, casi todos los días.
Pasado un tiempo decidió dedicarse exclusivamente al teatro y evitar a la señora en lo posible. Entonces comprendió que el pasado no se deja atrás tan fácilmente.
Ahora era tiempo de salir a la luz nuevamente, era noche de premios. No le interesaba si ganaba o si lo mencionaban, o que pasaba…pero le había prometido a su madre asistir con ella. Y a Eleanor Baker le cumplía lo que le prometía, o como buena madre se lo recordaría por los siguientes 50 años.
Supo que lo habían nominado como mejor actor dramático, por boca de su madre, mejor actor del año, bueno ya era algo. No sabía si ganaría pero de algo estaba seguro, sería su primera salida pública y debía lidiar con la prensa. Si ganaba, esperaba darle a la prensa algo más de que hablar que de la muerte de Susana…
Terminó de verse en el espejo, bajo las escaleras y su chofer ya lo esperaba para ir por su madre, fueron solo un par de cuadras, y vio a Eleanor bajar las escaleras de su residencia vestida en un conjunto negro que la hacía verse tan impactante que haría palidecer a muchas actrices jóvenes.
- Pensé que debería llamar un taxi, y caminar sola por la alfombra, dijo Eleanor sonriendo por la broma.
- Vamos madre tienes tu propio vehículo y conductor, además que te lo prometí, y un caballero ingles siempre cumple sus promesas, le indicó Terry sonriendo.
- Eso me temo, agregó Eleanor con un dejo de añoranza en su mirada.
Ella mejor que nadie sabía que su hijo había cumplido su deber con Susana… aprendió a pasar su vida entre el teatro, las hospitalizaciones de Susana y el tiempo en hacerle compañía, luego de eso no había mucho. Había terminado resignándose a las circunstancias que le había tocado vivir, con el honor por delante de todo. Un caballero noble según las costumbres de la época, retazos de aquella educación aristocrática.
Su niño había tenido que madurar y dejar atrás lo que él esperaba del futuro por cuidar de Susana, quien lo vio consumirse en vida y consumirse ella a la vez, sin cambiar aquella dependencia de él. Con su carácter también rebelde, Eleanor intentó hablar con ella y con la madre de Susana, pero nada les hizo cambiar la idea que Terry le debía la vida a Susana, y que era su deber permanecer junto a ella. La madre de Susana, incluso llegó a presionarlo con el compromiso y posterior boda, pero esta nunca se llevó a cabo.
Lo que Eleanor no se explicaba era porque su hijo se había sumido en aquella melancolía después de haber cumplido con su deber, sabía que no extrañaba a Susana; eso se lo había comentado. Tal vez extrañaba el pasado y por la forma de actuar de la dueña de sus pensamientos no se atrevía a acercarse. Esperaba que esta salida pública, le ayudase a despejarse un poco.
Estando cada uno en sus propios pensamientos, llegaron al lugar de la gala. El valet abrió la puerta del vehículo y la euforia se desató, con la salida de Terry G, del automóvil.
Terry bajó, saludo con la mano y aquella sonrisa de medio lado que encandilaba en el teatro; luego procedió a darle la mano a su madre para que descendiera también. Los flashes no paraban, Eleanor tomó del brazo a su hijo y comenzó a avanzar. Los periodistas intentaban conocer la opinión de ambos sobre sus nominaciones, la entrada de ambos, sus próximos proyectos, etc. Pero ninguno se detuvo a hablar con la prensa.
Al entrar al auditorio, saludaron a algunas personas, y esperaron a ser acomodados en los asientos que les fueron asignados. Terry no prestaba atención a esos detalles, cuando se dio cuenta que estaría en primera fila junto a Eleanor, aunque no era de su gusto estar en el centro de la atención fuera del escenario; su madre solo le sonrío como dándole ánimos.
- Has pensado que dirás si ganas un premio- interrumpió sus pensamientos Eleanor.
- Un poco, no creo que tenga mucho tiempo ahí arriba, creí entender que te dan 3 minutos.
- Tranquilízate, en el momento sabrás que decir. Y sino da las gracias y eso es todo- le indicó su madre.
- Dime madre, supongo que como todos estos eventos, habrá luego un after party, un cocktail, o alguna cena de gala- la cuestionó su hijo.
- Hay una cena posterior, pero tú sabrás que hacer luego de la ceremonia, si gustas lo discutimos luego.
En ese momento las luces se apagaron y la ceremonia comenzó. Uno a uno fueron entregándose los premios, era para él como una representación más del mundo en que vivía. Se preguntaba cuántos de esos agradecimientos eran reales y cuantos eran actuaciones de rutina. Empezaba a sentirse cansado de aquella ceremonia, y de las personas que pasaban a su lado cuando iban al escenario dándole la mano, o de las mujeres que pasaban a su lado tratando de embrujarlo con una sonrisa.
Llego el momento de la nominación a mejor actriz secundaria, y el premio fue para Eleanor Baker.
Terry ayudó caballerosamente a su madre a subir al escenario, Eleanor agradeció a sus admiradores, productores y al director de la obra, a sus compañeros de trabajo. Luego de eso volvió hacia Terry para decir: - Pero principalmente a uno de las personas que me han impulsado, el consagrado actor Terry G.
Los periodistas se hacían de notas imaginando alguna relación personal entre el joven actor y la diva del cine.
Cuando Eleanor llegó al lado de Terry nuevamente, solo le susurró:
- Es la noche hijo, hora de volver a brillar.
La ceremonia continuaba y el momento del premio al mejor actor dramático llegó:
- Y el premio es para Terruce Graham, por su actuación en Hamlet
Terry besó la mejilla de Eleanor, y subió al escenario.
- Aunque no soy una persona de premiaciones, quiero que este premio sirva para agradecer a tres mujeres importantes de mi vida, uno me salvó, la vida. Otra me liberó el alma y se convirtió en mi musa, y la tercera es la gran actriz del teatro norteamericano: Eleanor Baker, mi madre. Gracias mamá.
El auditórium retumbó en aplausos, pues dentro de la bohemia newyorkina, ya se rumoraba este hecho y había sido visto como un paso de ambos de reconocer el lazo que los unía en público.
Los periodistas no salían de su asombro, era de todos conocidos la estrecha amistad de Eleanor Baker con Terruce Graham pero jamás imaginaron que fuesen madre e hijo.
Terry regresó a su asiento con la primera sonrisa sincera que Eleanor le hubiese visto en mucho tiempo.
La ceremonia continuó y al salir del auditórium los periodistas estaban al acecho de la pareja. Terry levantó la mano para indicar que iba a tomar la palabra entre la cantidad de preguntas y flashes.
- Señores, si me permiten hablar. Esta noche ha servido para mostrar el orgullo que tengo en ser hijo de la gran Eleanor Baker. Esto no había sido revelado previamente para no entorpecer la carrera de mi madre, y para no crear favoritismos hacia mi persona, sino ganarme un lugar por mis propios méritos. Es todo lo que tenemos que decir y si nos disculpan nos retiramos, que pasen buenas noches.
Las preguntas se quedaron en el aire, en cuanto entraron al vehículo. Terry no tuvo que preguntarle a su madre para entender que la cena por los premios era ya un tema cerrado, e indicó a su chofer que los llevase a casa de Eleanor.
- Madre, me invitas un té- le preguntó.
- Por supuesto hijo, creo que es noche de premios y de conversación.- le replicó Eleanor.
Luego de estar un momento en silencio y degustar el té, Terry se atrevió a preguntar:
- Cómo te sientes Eleanor?
- Pensé que ya era mamá, sonrió.
- Sabes que hace mucho que lo eres, replicó Terry sonriendo. Siento como si hubiese soltado un nudo a mi alrededor. Pero no me has contestado cómo te sientes?
- Me hizo muy feliz hijo, que pudiésemos declarar públicamente que eres mi hijo. No sé qué saldrá publicado y como lo tomará tu padre, si es que acaso lee los periódicos americanos. Pero tuve la sensación de quitarme un peso como lo sentí cuando logré reconciliarme contigo en Escocia.
- Escocia…pronunció Terry con añoranza.
- Ella estuvo en tu discurso…fue, muy tierno de tu parte
- Sabes que hasta me duele pronunciar su nombre en mis pensamientos, pero siempre está ahí, a veces es calma, a veces duele, pero es lo único que me mantuvo cuerdo en estos años.
- Hijo, por qué no la has buscado?
- Probablemente ella ya tenga a alguien, o este casada, o simplemente ya no quiera verme, luego de tantos años. No lo sé madre, creí que luego del funeral de Susana lo primero que haría era arreglar mis cosas y buscarla. Pero luego, tantas cosas me paralizaron.
- Qué cosas Terry?
- Las últimas palabras de Susana, el recordatorio de su madre que respetase su memoria, los recuerdos, el miedo en alguna medida que las cosas se volviesen imposibles nuevamente.
- Qué te dijo Susana?
- Que sabía que me había quedado con ella por compromiso, pero que estaba segura, que ella ya me había olvidado, sino me hubiese buscado en alguna gira o hubiese venido a New York. Que cuando ella ya no estuviese, me consagrara al teatro, pues es lo que me hacía ser quien era y no podía perder todo lo que había logrado por un pasado que hace mucho había dejado de existir. Además me hizo jurarle que al menos le guardaría un año de luto, en agradecimiento por todo lo que ella había sacrificado por mí.
- Esa obtusa niña mimada, cruel y obstinada. Una manipuladora…quisiera haber estado ahí y haberle dicho lo que opinaba de tu deuda con ella.- Eleanor subió unos decibelios su voz sin percatarse, hubiese querido tener a Susana frente a ella y decirle tantas cosas.
- Y eso que nunca te dije todo lo que me dijo la madre. Al principio pensé que se refugiaba en mi compañía para soportar la pérdida de su hija, me mostraba cosas de Susana, me invitaba a tomar el té. Luego, me di cuenta que estaba preocupada por donde viviría y como ya que su hija no estaba. Le dije que no se preocupara, que la casa era suya, y que había abierto una cuenta para sus gastos. No me dio las gracias, solo empezó a recordarme que tenía que guardar el luto hacia su hija, una y otra vez, una y otra vez. Ha sido como si el peso que llevé en mis brazos en la azotea del hospital se adhiriera a mí y no quisiera soltarse. Pero es probable que yo sea para la madre de Susana, el recuerdo que le quede de ella, y dado que no hay nadie más a mi lado, puedo apoyar a la Sra. Marlowe.
Eleanor no dijo nada, era incapaz de pronunciar una palabra ante el terrible hierro que las Marlowe habían colocado sobre el cuello de su hija, aunque una de ellas no estuviese. Pensaría que hacer con eso, su hijo merecía volver a vivir. Para él, para sus sueños, no para un fantasma que le exigía tributo aún después de muerta.
La mañana llegó y Eleanor dispuso todo para que les sirviesen el desayuno. Estaban riéndose de lo publicado en los periódicos, cuando el timbre sonó y cuando el mayordomo abrió la puerta se escucharon gritos en la entrada, en menos de 10 segundos la Sra. Marlowe se encontraba frente a madre e hijo.
- Es usted un estúpido, grito la Sra. Marlowe.
- Señora contrólese y respete mi casa, se enfureció Eleanor Baker.
- No me interesa lo que usted pueda decir, usted que tuvo un hijo de quien sabe quién, y que espera 25 años para aceptarlo públicamente.
- Señora, le prohíbo expresarse así de mi madre- se irritó Terry.
- Y yo le prohíbo a usted, expresar el nombre de mi hija, junto al de otra mujer. Apenas ha pasado un año de la muerte de mi hija y usted se atreve a llamar a otra su musa. Ninguna mujer, de quien sabe qué origen, va a ser comparada con mi Susy.- estallo la Marlowe.
- Y cuánto tiempo cree usted señora que debe mi hijo guardar luto por su hija, según usted.- Intervino Eleanor.
- Hasta que yo lo decida, gritó la Sra. Marlowe. Mi hija perdió su vida, por culpa de su hijo y no va a dejarme desamparada por ir en busca de esa mujer.
La furia en los ojos de Terry aumentó inmediatamente. Como caballero inglés, había intentado acompañar a la madre de su exprometida y brindarle algo de seguridad económica por un tiempo; pero jamás pasó por su cabeza que aquel segundo juramento por el duelo era para presionarlo a continuar manteniendo a la mujer que estaba parada frente a él reclamándole.
Una carcajada cínica inundó el ambiente, y la señora Marlowe llegó incluso a pensar que el joven actor estaba trastornado.
La voz de Terry recuperó su antiguo tono mordaz para decirle:
- Señora Marlowe a partir de este momento puede considerarme totalmente fuera de su vida, y tenga por seguro que si intenta chantajearme o intentar hacerme creer que tengo una deuda con usted, no mediré las consecuencias para actuar legalmente en su contra. Yo no fui jamás el esposo de Susana, y por lo tanto no estoy obligado legalmente a cargar con usted. Así que ya puede salir por esa puerta y no volver a acercarse. Tenga por seguro que esta es la última vez que tendré que ver su molesto rostro.
La mujer se puso lívida pero fue tanto el desprecio que vio en los ojos del joven, que salió tan rápido como había entrado.
Terry se desplomó en la silla y comenzó a reír y a llorar como un niño. Eleanor trató de abrazarlo pero él no se lo permitió. Cuando pudo dejar de reír el joven le dijo:
- Sabes madre, acabo de darme cuenta lo que siente un pájaro enjaulado cuando al fin puede abandonar la jaula y recordar cómo es volar en el bosque…
Eleanor no pudo evitar llorar silenciosamente, al fin su hijo era nuevamente dueño de su vida y sus decisiones.
- Qué harás ahora Terry. – Le cuestionó Eleanor.
- Primero ya que nos interrumpieron la comida, llevaré a mi hermosa madre a comer, y luego tengo algunas cartas que escribir.
La mujer no cuestionó más, sabía a donde iría Terry. Solo podía disfrutar de ese día con él hasta que le llevase a la mujer a quien siempre consideró la compañía ideal de su amado hijo. Para Eleanor Baker recuperar a su hijo no solo en cuerpo sino también en corazón y alma había sido el mejor premio de su carrera.
FIN.
