Pues bueno, soy relativamente nueva en el mundo de los dramas, y por azares del destino me topé con "Shut Up! Flower Boy Band". He de decir que fue amor a primera vista, y que me pareció justo y necesario rendirle tributo escribiéndole un fic a tan genial drama.
Espero que lo disfruten.
Ah sí, "Shut Up! Flower Boy Band" no me pertenece. :( Y Bang Sung Joon tampoco.
Días Como Aquellos
Habían pasado 365 días desde que Byung-hee se había marchado. 366 días desde que había pronunciado aquellas terribles palabras que parecían haber presagiado su muerte.
"Quiero morir en mi momento más feliz".
Había días en los que Ji-hyuk se preguntaba si en realidad había sido así. Días en los cuales se despertaba a la media noche, empapado de sudor y con lágrimas en los ojos, justo después de que las imágenes de la muerte de Byung-hee se hubieran reproducido en su cabeza por enésima vez. Días en que podía escuchar las últimas palabras de Byung-hee con tal claridad, que creía que iba a volverse loco.
"Idiota, contesta el teléfono. Ven rápido".
Los recuerdos tan reales como el dolor que sentía.
En días como aquellos, Ji-hyuk se pasaba horas inmerso en la oscuridad de su habitación, añorando los días en que ellos eran 6 y había billar y ramen, e innumerables horas de ensayo salpicadas con sueños de fama y fantasías sobre Glastonbury; aquellos días en que regían la escuela y su única preocupación era la clase de música que querían tocar. Cuando simplemente se callaban y corrían para escapar de Shil-ba, y nada se había visto ensombrecido por la tragedia y ellos, ingenuamente, habían creído que nunca sería sí. Ahora, aquellos días parecían estar muy lejanos.
Esa mañana no había sido muy distinta. Ji-hyuk se había despertado sin apenas haber podido dormir. Había abierto los ojos sólo para descubrir que ese día era el primer aniversario de la muerte de Byung-hee. Después de mirar al techo por varios minutos, se había levantado y se había vestido, y después, con el cuaderno de Byung-hee en la mano y su guitarra al hombro, había salido a toda prisa de la habitación.
Había corrido todo el camino hasta la cripta de Byung-hee. Lo había hecho sin detenerse, hasta que sus pulmones le ardieron y estaba demasiado adolorido como para siquiera pensar, entre el cielo azul y con el sol apenas asomándose.
Había hecho de aquello un hábito para cuando se sentía perdido y solo. Simplemente se sentaba frente al retrato de Byung-hee y tocaba las canciones que solían escuchar juntos. A veces, se permitía pensar que él todavía estaba ahí, llamándole "perro", contándole sobre las nuevas canciones que recién había compuesto o sobre lo mucho que necesitaba encontrar una musa. Sintiendo una punzada de dolor en el pecho, Ji-hyuk sonrió con melancolía.
Sin embargo, incluso en aquellos días en que sentía como si se encontrara dentro de un interminable túnel oscuro, incluso entonces, encontraba luz. Era cálida y reconfortante, y su nombre era Su-ah.
En días como aquellos, en los que lo asaltaba una nostalgia abrumadora, ella se sentaba junto a él y lo tomaba de la mano sin hacer preguntas, y era esa calidez, la calidez que sentía cada vez que se tocaban, lo que lo devolvía a la realidad. Después, juntos, volvían a sus vidas en la azotea; jóvenes, libres e inquietos. Vidas en las que cocinaban ramen, y él cantaba para ella y ella lo sorprendía, de vez en cuando, con otro par de tenis nuevos pintados a mano, mismos que él llevaría con orgullo en los meses siguientes. A menudo se pasaban las noches en vela contemplando el paisaje nocturno de la ciudad. A veces él le hablaba de Byung-hee, y otras veces ella lo dejaba apoyar la cabeza en su regazo y le acariciaba el cabello hasta que se quedaba dormido.
Ji-hyuk le echó una ojeada a sus desgastados tenis blancos y sonrió, no con tristeza sino con satisfacción, sintiéndose ligero de repente. Levantó la vista y la encontró ahí, de pie junto a él, en silencio, mirándolo con sus grandes ojos cafés. Alargó el brazo para sujetar su mano. Ella le sonrió con dulzura y musitó algo sobre Ha-jin diciéndole en dónde encontrarlo y sobre los demás planeando venir también. Ji-hyuk le devolvió la sonrisa y se puso de pie sin soltarla de la mano. Después de echarle una última mirada a la fotografía de Byung-hee, salieron juntos del lugar.
Había días en los cuales Jy-hyuk despertaba a media noche con lágrimas en los ojos. Días en los que añoraba viejos momentos y se preguntaba cómo podrían haber sido las cosas de estar vivo Byung-hee; pero entonces, recordaba que eran cinco, y que aún tenían el billar y al ramen, y a Woo-kyung y a Rock Kim y a Shil-ba. Que él la tenía a ella. Que aún eran jóvenes y que eran libres, y que siempre era posible callarse y correr.
Mientras caminaba en medio de la noche, con Su-ah a su lado y con la sensación del gélido aire de invierno en el rostro, Ji-hyuk se dio cuenta que habían sido los días como aquellos los que les habían enseñado sobre la vida, el amor y la amistad, haciéndolos más fuertes y más sabios en el camino.
Kwon Ji-hyuk esbozó una media sonrisa y miró al cielo.
"Bastardo".
¿Qué les pareció? Por favor, háganmelo saber en un review.
