Free! pertenece a Kyoto Animation, los unos personajes que me pertenecen son mis Oc's. Solo escribo por diversión y no lucro con nada de esto.
Español: Hola
Japones: Hola
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Prólogo
Era un día soleado en la pequeña ciudad pesquera y la humedad hacía estragos a su alrededor, muchos debían aguatar porque debían ir a pie mientras que otros poco se refrescaban pero la alegría no duraba mucho. Era principios de Enero y el sol parecía de Agosto por la intensidad que desprendía en cada rayo y casi todo el año era así. En esa pequeña población justo al lado del mar y junto a una brisa salina, que ese día al parecer se había olvidado aparecer, unas chicas acababan de bajar en una pequeña y un poco apartada parada de autobús de su destino original.
No hay nada peor que sufrir de calor y tener que caminar hasta el lugar deseado.
—Dime que ya es medio día—dijo una chica mientras se limpiaba la frente con un pañuelo. Era común que cargara ese pañuelo con ella, era obligatorio—siento que la vida se me va caminando esto todos los días.
—… son las 7:55 de la mañana, Anna—dijo la chica revisando su reloj de muñeca con lentitud—y no es que lo sientas, es que la vida se nos va caminando esto todos los días.
— ¡Por todos los dioses! ¿Por qué esta escuela de idiomas no puede tener un techo desde la parada del bus hasta el edificio? Me voy a derretir.
—Como que estas pidiendo mucho, si apenas sobreviven con los alumnos que tiene—dijo la chica de cortos cabellos mientras comenzaba a caminar con su amiga a un lado. Otro factor malo del calor, sudaban como puercas.
Anna era el nombre de la chica que se quejaba del sol, a pesar de haber nacido y criado ahí le era muy difícil acostumbrarse a las altas temperaturas. Laura era la otra chica que también había nacido ahí… ninguna podía con el calor pero lo soportaban, soportaban tener que caminar esa distancia todos los días y por una muy buena razón.
—Faltan 5 minutos para que empiece la clase de japonés, debemos correr Lau—Anna agarró a Laura de la mano y salió corriendo al edificio blanco—si llegamos tarde nos colgara de las piernas el sensei.
— ¡Me vas a arrancar el brazo! Aun queda tiempo para llegar—Laura iba casi tropezando con todo lo que había en el camino— ¡Si me caigo, te mato!
— ¡No queda tiempo!—gritó Anna con insistencia. Siempre llegaban a tarde para todo, hasta para verse entre ellas llegaban tarde… excepto por cierta clase de japonés.
Anna arrastró a Laura desde la parada hasta el edificio a todo lo que sus cortas piernas podía, d de más estaba decir que su clase de idiomas favoritos era japonés no por que estuviera de moda sino porque Anna era una persona curiosa y el aprender de diferentes culturas lo llevaba en la sangre. Siempre pensaba que el mundo era un lugar fascinante y que su sueño era explorar lo que más pudiera. De padre costarricense y de sangre griega/española junto a una madre venezolana de descendencia colombiana la hacían a ella y sus hermanas unas… muy interesantes combinaciones de rara genética. No fue criada como otros niños pero siempre ha tenido el amor de todos a su alrededor.
No era "la chica más bella de la clase" por decirlo de alguna manera, por el contrario ella era tan normal como cualquier persona, de cabello ondulado con un rizo suave y grande de color marrón oscuro que le llegaba hasta un poco mas abajo de los hombros, no le justaba llevarlo tan largo porque le parecía un desperdicio de tiempo arreglar una cabellera que llegara hasta la cadera, piel clara y de ojos verdes, gracias a la herencia de su abuela. A pesar de vivir en un horno constante, se cuidaba mucho la piel por ser muy sensible a quemaduras. Su cuerpo era curvilíneo, no era tan alta tampoco, se mantenía en forma gracias a la natación no porque lo practicara como hobby, todo lo contrario, ella lo hacía porque tenía problemas de espalda desde hacía ya unos años y la única manera de trabajar esa parte era con la natación. Era una terapia constante en la piscina del club que quedaba cerca de su casa y eso evitaba sus dolores constantes hasta que se recuperar por completo a pesar de ya llevar más de 3 años con ese dolor.
No negaba que le encantaba nadar, sentir el agua tocar todo su cuerpo. Su abuelo materno al ser capitán de barco siempre le impartió un gran amor hacia el mar y a respetarlo como si fuera un ser vivo más en este mundo, para ella el mar era una parte fundamental de lo que era y de lo que representaba para ella y su familia. No podía vivir sin verlo todos los días al pasar por la parada de autobús cerca de su casa… pero aun así desde hace algunos años su respeto hacia él había aumentado.
— ¡Se me va a salir la sandalia! —Laura era la mejor amiga de Anna desde hace muchos años, se conocían desde siempre prácticamente, podría decirse que eran más hermanas que amigas. Laura al igual que Anna, tenía el cabello marrón oscuro pero liso, lo llevaba corto al muy estilo pixie con las puntas en ombré de marrón oscuro pasando al claro hasta llegar a un color más claro, de piel clara y ojos azules como el cielo. Al igual que Anna, también practicaba la natación pero a diferencia de su amiga, ella si lo hacía por hobby.
Conocía a Anna mejor que nadie, había estado ahí en las buenas y en las malas.
Anna logró frenar a tiempo antes de lograr entrar al edificio, debía sacar su identificación.
—Otra vez tarde chicas… ¿nunca aprenderán? —dijo el señor mayor que cuidaba la puerta principal.
—Jamás—dijeron las dos al mismo tiempo antes de mostrar sus identificaciones.
—Ya nos conoces desde hace meses, deberías dejarnos pasar enseguida, Ramón—dijo Laura mientras guardaba su identificación.
—Es mi trabajo pero si siguen llegando tarde me veré en la necesidad de pedirles la identificación… más si llegan temprano como los otros… —dijo el señor sabiendo las chicas a lo que se refería.
—Nos vemos luego, Ramón—dijo Anna para volver a tomar a Laura de la mano con fuerza y salir corriendo nuevamente.
Llegaron al enorme edificio, pasaron por la recepción con apuro dejando casi una nube de polvo detrás de ellas, saludaron a los presentes y comenzaron a subir las escaleras. Las clases de japonés se impartían en el 6to piso y para males de males… el ascensor estaba fuera de servicio desde hace meses. Subir las escaleras infernales era como pasar por los infiernos de Dante para Anna, mientras más subía parecía más lejos.
—Estamos llegando amiga, solo tiene que aguantar un poco más Lau… ya casi llegamos al destino final—Anna jalaba el brazo de Laura ya que se habían parado un momento en uno de los descansos de las escaleras, Laura había dejado la sandalia al final de la escalera.
—Te dije que se me iba a salir la sandalia, espérate.
—Como tú digas… ¿ya te lo pusiste? —Laura volteó a ver a su amiga y le arrugó la frente.
—… es que tu no tienes limites ¿verdad? Casi dejo el dedo allá atrás también… ¿no te puedes esperar?
—No, mi tiempo es oro.
—No entiendo como Miguel aguanta toda esa energía tuya, eres imparable—Miguel era el novio de Anna, llevaban 5 meses juntos y según Anna la relación iba bien pero a ojos ajenos, Miguel la engañaba con cualquier cosa que usara una falda solo que su amiga era tan ingenua para creerle a su novio las mentiras o muy inteligente para ignorar los engaños de Miguel. Era de mente fría la mayoría de veces y prefería guardarse ese momento de triunfo para después.
—No hay tiempo de hablar de eso, ya la clase debió comenzar y tu sobándote el pie.
—Por algo debe ser, ¿Verdad?
Luego de que Laura pusiera su sandalia de nuevo en su pie el jalón de Anna volvió a su lugar y a una velocidad aumentada al 100%.
—Esa natación de porquería te tiene fuerte… ¡wow! —Anna casi hacia que Laura se llevara una papelera de metal que estaba colocada en una esquina—casi pierdo el dedo otra vez.
—Lo siento—dijo en japonés rápidamente. SU maestro siempre les decía que usaran palabras todo el tiempo, no importa si eran sencillas, siempre era bueno para acostumbrarse a esa palabra y así poder también acostumbrarse al idioma.
Luego de llevarse por delante a unos cuantos trabajadores del edificio, una papelera, un matero, unas escobas y un bebedero donde el dedo gordo del pie de Laura quedó impreso, por fin llegaron al salón de clases. No era una clase tan popular así que los pasillos estaban casi vacíos… lo que implicaba que había más silencio de lo normal.
— ¡YAMAMOTO-SENSEI! ¡LAMENTAMOS LLEGAR TARDE! —Anna abrió la puerta de un solo golpe, se inclinó haciendo gesto de disculpa por la tardanza y esperó el regaño de si sensei—… hay mucho silencio…
—Levanta la cabeza, animal… —dijo Laura arrastrando cada palabra—para esto me quede sin dedos en los pies.
—Anna, Laura… ¿Qué les pasa? ¿Por qué esa entrada tan espectacular? —la voz de Sofía las hizo levantar la cabeza, Anna vio con alivio que el sensei no había llegado aún e iban ya cinco minutos tarde. Había pocos alumnos en la clase de japonés, no era raro ya que es un idioma que pocos hablan y que el estar ahí ya te rayaba como rarito ante todos pero eso era algo que poco le importaba a todos los del salón.
—El sensei no ha llegado aun—dijo Carlos, otro compañero de las chicas que estaba riendo ante la entrada majestuosa de Anna y Laura—su escándalo se podía escuchar desde aquí, ya saben que por acá no pueden hacer sus alborotos—dijo riendo.
—Te callas antes de que te de lo tuyo—dijo Anna con molestia—él jamás llega tarde a clases, es muy raro.
—Tuvieron suerte entonces—dijo Sofía al ver que sus amigas se acercaban a sentarse cerca de ella—puede que se le haya apagado el carro otra vez.
—Puede ser pero sí, tuvimos suerte con esto—dijo Anna que estaba intentando agarrar un poco de aire después de haber corrido ese maratón—oigan… ¿Qué planes tienen para el próximo año?
—…
—Pues yo sigo con el mismo mío, tomar este año de descanso y luego irme a Portugal con mi familia y estudiar allá—dijo Sofía con un aire de tristeza— ¿Y tú Laura?
—Aun no sé… quiero estudiar psicología pero no sé… es algo que aún no tengo muy claro por eso tengo este año para pensar que quiero y a donde voy, ¿y tú, Anna?
—No lo sé… no apliqué a ninguna universidad y la idea de una universidad privada no me emociona mucho y mucho menos si no dan algo que me llame la atención.
—Pero aún no sabes que estudiar, ¿no? —preguntó Sofía a lo que Anna negó lentamente mirando la pared.
—Es normal según mamá, por lo menos estamos en este curso desde el año pasado—dijo Laura con emoción.
Entrar al curso había sido idea de ella, le interesaba la cultura japonesa y en esa emoción, luego de su graduación, las convenció de unirse con ella al curso para no estar tan sola y aprovechaba que Anna también le interesaba la cultura y Sofía solo se adaptaba a sus amigas.
— ¿Dónde estará Yamamoto-sensei? —preguntó Laura mientras se sobaba el pie lastimado—me hice la pedicura ayer y ya la pintura esta rayada—dijo con voz triste—y gracias a ti Anna, se dañó una uña, las pedicuras no están muy baratas que se diga.
—Lo siento.
— ¡Con eso no basta! Págame lo que gaste ayer en la pedicura.
—Ya dejen eso para despues, pasemos a un tema más importante que eso ¿supieron del rumor que anda circulando en el edificio? —Sofía había logrado atraer la atención de las chicas.
— ¿De qué hablas? Un fantasma o ¿Qué? —dijo Anna prestando atención a lo que dijera su amiga.
—Pues al parecer la empresa de donde esta transferido Yamamoto-sensei está dando tres cupos para un curso intensivo de 6 meses de estudios en japonés. Según dicen la empresa esta tan contenta con su grupo que quieren hacerle ese regalo a los estudiantes, un curso con todo pago.
— ¿Enserio? ¿En dónde? —preguntó Laura.
—Debe ser en algún instituto en la capital, no te emociones mucho, Laura—dijo Anna con desgano—aquí nunca mandan a los estudiantes a estudiar idiomas en el extranjero, no somos tan afortunados de eso—Anna de cierta forma tenía razón, jamás se había hecho tal cosa sin importar que estuvieran en un instituto de idiomas tan famoso como ese y a pesar de que el instituto formaba parte de los servicios que daba la universidad privada de la ciudad—la gente de la universidad jamás gastaría su preciado dinero en mandar a alguien ni a la capital.
—Pues tendrás que retractarte amiga porque según dicen el curso de 6 meses va a hacer en Japón—dijo Sofía lentamente para ver la reacción de sus amigas—y con todos los gastos pagos.
— ¡¿QUÉ?! —gritaron las otras dos al mismo tiempo.
—No puede ser, no nos estarás jugando una broma como la de la otra vez en la playa, ¿verdad? —dijo Anna sospechando de su amiga que parecía un ángel en el exterior pero en el interior estaba muy podrida de maldad.
—Eso debe ser un error, ¿Cómo van a mandar a tres alumnos a Japón? Si apenas la universidad tiene para cambiar un bombillo y es porque no tienen quien lo haga—dijo Laura aun sin creer la noticia.
—Pues créelo, pero no sabemos si es totalmente cierto porque solo es un rumor que anda por ahí desde hace unos días cuando Yamamoto-sensei recibió una llamada de urgencia desde Japón mientras daba una clase a los nuevos de la tarde. Lo único que es seguro es que recibió una llamada de Japón.
—Eso quiere decir que cualquiera de nosotros podría ir, somos 12 alumnos—dijo Anna con los ojos iluminados—sería una oportunidad única en la vida.
—Sí pero ya te dije que no se si sea eso, recuerda que es solo un rumor que anda por ahí—dijo Sofía mientras veía como sus amigas casi volaban de la emoción—no se hagan expectativas muy altas sobre eso.
—No importa si es un rumor, es la mejor noticia que nos han dado en mucho tiempo. Siempre hay una posibilidad, mínima, pero siempre la hay que un rumor sea cierto—dijo Anna con sus esperanzas en alto.
—Sí, es lo mejor que nos han dicho desde que despidieron a la bruja esa de francés 1—dijo Laura recordando a la bruja que tuvieron al principio de sus clases de francés, las cuales no duraron mucho.
—Como quieran pero hay que esperar que Yamamoto-sensei nos diga si es cierto o no que…
— ¿Qué yo qué? Señorita Anna—dijo una voz detrás de las chicas.
— ¡Sensei! —dijeron las tres al mismo tiempo sorprendidas. Habían olvidado que ese salón tenía como cuatro puertas, una era la principal, otras dos laterales y la ultima en la parte de atrás que llevaba por un pasillo hasta el salón de profesores y que muy raramente era usada en realidad.
—Buenos días chicos—dijo el sensei con su parsimonia matutina. Era un hombre de unos cuarenta y tantos de cabello negro, piel blanquecina y ojos de color miel y una personalidad calmada y agradable, era el sensei más querido del instituto de idiomas. Sus clases eran muy dinámicas y muy educativas a la hora de desarrollar a los jóvenes en el habla que era lo más importante.
—Sensei, ¿es verdad eso sobre los tres cupos para ir a estudiar en Japón por 6 meses? —a Laura y Sofía se les cayó la mandíbula al escuchar a su emocionada amiga que estaba con los ojos iluminados por la felicidad.
—Cállate… —dijeron las dos en voz baja a su amiga.
—Mmm… veo que el rumor se expandió más rápido de lo que hubiera esperado, no saben mantener una sorpresa—dijo con una sonrisa el sensei.
— ¡Entonces es verdad! —dijo otro alumno.
—Sí, es 100% real—todos los alumnos empezaron a vitorear y a dar saltitos de felicidad por la noticia tan maravillosa, era algo que jamás se había visto en su ciudad—ya chicos, bajen la voz un momento y dejen que les explique todo.
—Sensei, usted es el mejor de todos—dijo Sofía desde su asiento.
—Me alagan pero yo solo soy el intermediario en este proceso, a los que deben agradecer es a la compañía donde he trabajado todos estos años, ellos están dispuestos a pagar los pasajes de avión hasta Tokio para esos tres afortunados—dijo con una sonrisa, no podia esconder la emoción de la noticia para sus alumno de clase avanzada, se habían esforzado para estar ahí y una recompensa era muy bien merecida—lo bueno es que todos ustedes son jóvenes y no creo que tengan problemas para ir, son mayores de edad acá y allá… eso espero.
—Pero sensei… —un chico levanto la mano para pedir permiso para hablar. El sensei asintió dándole la palabra al chico— ¿Qué tenemos que hacer para ir? Según oí son solo 3 cupos.
—Así es, tienes mucha razón, Carlos. Escuchen bien, alumnos—todos se sentaron derecho y escucharon con atención, el sensei los tenían bien disciplinados—.Esto no es un simple curso como el que están acostumbrados, no es un campamento de verano, no es un cursillo del A B C, esto es algo grande que deben tomar con responsabilidad, es un curso donde debe demostrar toda la madurez que puedan—todos miraban al sensei con expresión seria, sus palabras eran algo que no debían tomar en juego—, como sabrán son solo 3 cupos y solo son para mi clase avanzada, que son ustedes, cualquiera de ustedes podría ir a Japón por 6 meses y vivir una experiencia sin igual—Anna sonrió de la emoción—pero lastimosamente como dije, son solo 3 cupos y yo seré el encargado de elegir a los 3 merecedores de este premio.
— ¡Si, sensei! —dijeron todos al mismo tiempo.
—Esto es lo que se hará, el viaje está planeado para mediados de Abril con regreso en Octubre, cada uno de ustedes debe mostrar un desempeño excelente en todo lo que hagan a partir de hoy en mis clases. Las clases ahora serán los lunes, miércoles, jueves, viernes y sábados, Se preguntaran ¿Por qué tantas clases? Necesito evaluarlos mejor y estamos a 25 de Enero, solo tenemos tres meses para saber quiénes serán los indicados—todos los alumnos tenían una mirada de determinación como ninguna que hubieran tenido antes, sacaban fuego por los ojos.
—Esto será muy interesante—dijo Laura acomodando su cabello de lado—ni crean que me ganaran—dijo a sus amigas.
—Eso ya lo veremos, por algo era el promedio dos del salón—dijo Anna.
—Y yo el primero—dijo Sofía con una sonrisa retadora a su amiga.
—Los terminare de evaluar un mes antes del viaje para que les dé tiempo de organizar todo a los afortunados, lo que significa que tendrán menos tiempo para demostrarme de lo que son capaces. Solo me queda preguntarles algo… ¿Están preparados, alumnos?
— ¡SÍ, SENSEI! —esto iba a ser una pelea a muerte por esta gran experiencia.
Continuará
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ACTUALIZADO EL DÍA 31/07/2017
