¡Hola!

Quería dejar esta pequeña viñeta el día de hoy en honor al cumpleaños de nuestra heroínas favorita. Hace mucho que quería reflejarla así porque es un sentir muy arraigado en mi. Ojalá les guste.

¡Feliz cumpleaños Usagi!


Días de plenitud.

Cuando sonó su despertador, Usagi hizo un pequeño mohín mientras se retorcía entre sus sabanas. No tardó mucho en sacudirse los restos del sueño y quedar tendida con los ojos bien abiertos.

Si bien despertar siempre le era difícil ahora que estaba sola tenía que hacerlo. No estaba Luna ni su madre ni Chibiusa ni Mamoru ni Seiya ni sus amigas.

Pero para nada era algo malo. Sonrió al recordar su soledad porque en ella había logrado encontrarse a si misma, buscar su propio futuro, proponerse sus propias metas.

Usagi había decidido que no necesitaba de guardianas ni príncipes ni estrellas fugaces. Ella quería a sus amigas y a un chico a su lado, sí, pero no de aquella manera tan apabullante.

Una vez que sus tareas como sailor senshi hubieron acabado las cosas empezaron a salirse de control. ¡Tanto que había anhelado paz y ahora no sabía que hacer con su vida! Lo entendió cuando terminó el instituto y no podía ver más allá de sus narices. Tokio de cristal seria una Epifanía pero para llegar a eso tendría que tener aventura.

Mamoru se acabó. Seiya lo intentó. Hubo un par de chicos tocando a su puerta pero por primera vez, desde sus catorce años, sentía que debía hacer las cosas por y para ella misma.

Y allí estaba: en su departamento de universitaria, en sus clases de yoga y en su trabajo de medio tiempo. Saliendo por las noches a bailar en algún club de Shibuya o a caminar en los parques de cerezos. Por supuesto que no pueden faltar sus visitas a los diversos cafés y pastelerías de Tokyo porque los viejos hábitos nunca mueren.

Textea a las chicas, que también viven en lo suyo; Mamoru a veces le llama para asegurarse que no se divierta de mas y Seiya para proponerle alguna locura como saltar en paracaídas. La distancia a veces le hace bien a las relaciones.

Usagi nunca se ha sentido más plena. Por que antes de cualquier princesa, madre, soberana o cristal de plata, hay una mujer: Usagi Tsukino.