La mayoría de los personajes pertenecen a J. K. Rowling y a Warnner Bros
1
Clarissa
El día estaba teñido por un naranja intenso, parecía un día normal de verano, hacía calor y los carros, las casas y sus respectivos jardines, estaban sumidos en la tibieza y el polvo que les ofrecía el sol. El viento no existía, o mejor dicho no corría, nada cambiaba y todos los días eran iguales además de que el tiempo y las cosas permanecían en un letargo insoportable.
Eso era lo que creía Harry, ya llevaba 15 días de vacaciones y nada pasaba, no había recibido ninguna noticia de sus amigos ni de "su mundo" estaba preocupado y triste, sin contar con el sentimiento de desasosiego que tenía encima desde que Sirius había muerto. Desesperanzado, triste y preocupado estaba desde hace 2 semanas o más, la cabeza le taladraba y le daba vueltas de tanto pensar; ahora no solo odiaba a Voldemort y a Bellatrix, no, tambien odiaba a su memoria y especialmente a sus recuerdos. En ese preciso momento anhelaba más que nadie, poder ser otra persona, poder ser normal, era tal la tristeza y la desesperación que sentía, que hasta se planteó la posibilidad de abandonar para siempre la magia, de abandonar Hogwarts, de dejar de ver a Ron y a Hermione, se planteó la posibilidad de escapar; en ese preciso momento no sabia si prefería ser un mago o un muggle, todo esto rondaba su cabeza mientras varias lágrimas resbalaban por su mejillas y caían en su boca, dejándole un sabor amargo y un sentimiento de soledad y de impotencia que no podía soportar más. Quería gritar, quería llorar, quería desahogarse, quería olvidarse de todo y de todos; la pregunta era ¿cómo? y ¿con quien? o tambien ¿sería capaz de abandonar todo con tal de no sentir más dolor, ¿seria tan cobarde como para preferir el exilio a enfrentar sus problemas?. Estaba muy confundido y se sentía como la persona más desgraciada que podía haber en el planeta.
Una mueca de dolor y de miedo se dibujaba en toda su cara, sus ojos no estaban brillantes y vivaces como solían estar, en ese instante estaban opacos y perdidos, estaban otro mundo; estaba absorto en sus infelices pensamientos cuando alcanzó a oír el timbre de la puerta. Timbraron la primera vez y nadie abrió, pasaron 3 minutos y volvieron a timbrar, timbraron una y otra vez pero nadie abría. El timbre lo devolvió a tierra y le dibujo una realidad que le importaba muy poco y aunque le importaba poco, la curiosidad por saber quien timbraba tan insistentemente fue mayor que su tristeza.
¿Será que los Dursley salieron?-, pensó-; bueno quizás hayan ido al cine o algo así, lo mejor que puedo hacer es ir y abrir la puerta, el timbre me está volviendo ¡loco!.
Harry bajó a toda prisa por la escalera mientras se sacaba las lagrimas, ya habían timbrado más de 10 veces y cada vez el intervalo entre las llamadas a la puerta era menor. Era verdaderamente desesperante. Cuando llegó a la cocina encontró a tía Petunia decorando un pastel de chocolate, estaba tan concentrada que no había oído el timbre; tambien vio a Dudley en la sala idiotizado con la televisión, él tal vez había escuchado el timbre pero era evidente que prefería seguir viendo el programa de lucha libre que estaban pasando.
Cuando abrió la puerta la luz que entraba de la calle lo cegó un poco y no pudo distinguir lo que estaba al otro lado, comprendió de lo que se trataba cuando oyó una voz de mujer.
Hola perdón, ehhh..., esta es la casa de Dudley Dursley-. Al terminar de decir esto Harry pudo ver a la persona que se lo había dicho y no lo podía creer. Era una muchacha de su edad, una de las más lindas niñas que había visto en mucho tiempo; tenía unos ojos grandes y expresivos de color verde claro, unas pestañas largas y crespas, una nariz pequeña y respingada, una boca perfecta, unos labios rojos y brillantes, además tenía el pelo largo, liso y de color café claro con algunos destellos dorados. Harry no podía salir de su asombro, no sabia quien era aquella hermosa muchacha que conocía y que venia a preguntar por Dudley, no sabia de quien eran aquellos ojos; mientras pensaba esto vio que la única alternativa posible era devolverle el saludo, empezó a hablar con la voz temblorosa.
Ho..oola, si esta es la casa de Dudley, yo... ya lo llamo.
La niña lo miro y se empezó a reír un poco nerviosa, cosa que a Harry dejó un poco más desconcertado, entonces empezó a decir con una voz muy dulce.
Me llamo Clarissa Walsh. Vengo a darle a Dudley algunas clases de álgebra en el verano. Y tu ¿Quién eres? ... es decir yo nunca te había visto.
Yo-. Empezó a decir al mismo tiempo que se aclaraba la garganta-. Me llamo Harry Potter, soy el primo de Dudley-. Musito mientras contemplaba los ojos de Clarissa.
Ahhhh, ¿el primo de Dudley, que raro él nunca había dicho nada de tener un primo. Y ¿tu vives acá con él o sólo estas en las vacaciones?.
Sólo vengo durante las vacaciones, y vengo con ellos pues son la única familia que tengo-. Harry no sabia porque había tenido la seguridad de contarle eso a Clarissa.
Ohhh, lo siento, yo no queria ser imprudente-. Se disculpo mientras bajaba la cabeza, creía haber entendido porque Harry tenía los ojos rojos-, tal vez ha estado llorando-, pensó.
No, no te sientas mal, es más ni siquiera sé porque te dije eso, tu no eres ninguna imprudente, simplemente a mi se me salió y ya, no te preocupes.
Clarissa no le respondió, solo se limito a mirarlo a los ojos con inocencia; Harry no entendió porque esa mirada lo llenaba de esperanza y de tranquilidad, él no entendía ni sabia porque no podía mirar hacia otra parte, por qué no se podía mover, por qué no podía parpadear y por qué apenas podia pensar. Hasta que por fin algo lo devolvió a la realidad.
Así que le vienes a dar clases a Dudley de... álgebra- por fin se había acordado del nombre ese. No entendía porque no podía dejar de ver los ojos de Clarissa, aquellos ojos le producían una tranquilidad inmensa, justo la tranquilidad que necesitaba en esos momentos.
Yo...ahhh si, ve.. vengo a darle clases, la profesora Dalloway me lo ha pedido y no me pude negar, necesita entender algo antes de entrar al próximo curso, porque si no le va a ir igual de mal que en el pasado-. Contestó Clarissa mirando a Harry directamente a los ojos.
Apenas terminó de decir esto tía Petunia apareció y puso los ojos como platos cuando vio a Harry hablando con Clarissa, posiblemente pensó que ella era una maga, idea que descartó cuando se fijo bien en ella y vio como estaba vestida.
En ese mismo momento el lazo de entendimiento y de comprensión muda y visual que Harry y Clarissa habían establecido se rompió.
¿Y tu quien eres?- dijo con una sonrisa muy hipócrita en la cara.
Soy Clarissa Walsh, la profesora Dalloway me ha mandado para que le dé a Dudley algunas clases de álgebra durante las vacaciones.
Ahhhhh si querida pasa, pasa y ¿Hace cuanto que estas acá?- dijo mientras miraba a Harry con una mirada acusadora.
No más de 5 minutos... Harry me ha tratado muy bien- respondió mientras se daba cuenta de la mirada de Petunia hacia Harry-, precisamente me estaba invitando a seguir cuando usted llegó.
Si claro es que ¡Harry es tan caballeroso!- musitó mientras le dirigía una severa mirada de desaprobación-. Harry hazme el favor de avisarle a Dudley que ya llegó su amiguita.
Enseguida voy- dijo Harry y abandonó el hall de la entrada, dirigiéndose hacia la sala donde encontró a Dudley quien seguía atontado con la lucha libre-. Ya llegó tu profesora, sabes, es una niña muy querida, puede hablar con ella un rato y...-, dijo mientras disfrutaba el efecto que sus palabras tenían en su adorado primo. Cuando Dudley escuchó esto puso casi la misma cara de terror que había puesto cuando vio a los dementores.
¿Qué tu hiciste qué?- susurro mientras se paraba rojo de la ira y del miedo.
Le conteste las preguntas que me hizo, eso fue todo- tuvo que retroceder un poco y se tropezó con la mesita del té, lo que produjo un gran estruendo. Se distrajo al imaginarse la cara de tía Petunia al oír el ruido, cuando volvió a la realidad Dudley estaba más grande que nunca y lo tenía agarrado con el puño por el cuello de la camiseta. Harry no dijo nada, solo se limitó a mirarlo y a tratar de intimidarlo, cosa que no logró porque sintió como su primo usaba toda su fuerza para levantarlo del suelo. Esa era la primera vez que Harry había visto tan enfadado a Dudley; cuando se encontraba a unos 5 centímetros del suelo, tía Petunia entró a la sala y lanzo un chillido.
¡Dudley baja a tu primo ahora mismo!- grito-. Corazón que va a pensar tu amiguita sobre tu comportamiento, ¡por favor compórtate!-. Volvió a decir un poco más calmada. Luego de que Harry tocara el piso, tía Petunia le pregunto no muy amablemente – ¿Estas bien, porque sospechaba la causa de que su pequeño y asqueroso hijo se hubiera puesto así.
Si, gracias- contestó Harry haciendo cara de pocos amigos.
Bueno ya que te encuentras bien, sube a tu habitación y descansa. Es lo mejor ya que Dudley no necesita distracciones, tiene que concentrarse porque va a estudiar- eso ella tambien lo dijo con cara de pocos amigos.
Harry no tenía más remedio que subir a su habitación, trató de despedirse de Clarissa, pero decidió que lo mejor era no dirigirle la palabra y evitar meterse en más líos con los Dursley, ya se podía imaginar la reprimenda que le iban a dar por haberse atrevido a abrir la puerta, y peor aún por haberse atrevido a hablar con una de las amigas de Dudley. Por eso solamente se limitó a mirarla a los ojos nuevamente, necesitaba hacerlo por una ultima vez, al hacerlo Clarissa se sonrojó un poco y abrió la boca para tratar de decir algo, pero se arrepintió. Harry se volteó y mientras subía la escalera se dio cuenta de que él tambien se había sonrojado.
