Nuevos personajes aparecen sorpresivamente en las vidas de Iori Yagami y Leona Heidern, modificando todo para siempre …Quizá un poco OOC Leona y trate de que Iori tuviera su OC…Primera novela de mi autoría y es KOF…La historia tiene lugar entre KOF XI y KOF XIII.

Me gusta usar el Punto de Vista (POV) así que si alguno no le gusta…puede sugerirme que intente la tercera persona… Estaré expectante a sus opiniones, así que no sean groseros.

Disclaimer: Personajes de SNK Playmore

The King of Fighters:

Raven Project

Introducción: Moonlight

Iori Yagami

Las oscuras sombras de la muerte y sus súbditos nuevamente rodeaban cerca de mí, amenazando que no faltaba mucho para que fuera uno de sus aliados. En fin, no me importaba eso.

La muerte es algo trivial para mí. Sólo me encargaré de que la sangre de Kyo hierva de vergüenza en mis manos, antes de que eso suceda.

Pero la luz alguna vez había tocado mi alma.

"Un corazón puro descansa en tus manos" decía el terrible que epitafio que, seguramente Konoe, había elegido para su hermana.

Hoy, sin la molesta voz del monstruo, puedo volver a esta ciudad y echar un vistazo a la tumba de Kikuri, antigua compañera de banda, ya que mi vago rumbo me ha traído hasta aquí.

Caminé entre todos los sepulcros, sin verlos, sin molestarme en leer los nombres de las hostigadas víctimas de la hoz de la muerte hasta llegar a la lápida de la mujer.

¿Estaba así de gris el cielo hace días o es mera coincidencia? ¡Ha! La eterna uniformidad con la que veía las cosas no me permitía darme cuenta si salía el sol o llovía hasta inundar las calles, pero ¿acaso tenía importancia? Para nada.

—No pensé que te detendrías precisamente aquí—anunció una voz un tanto confundida.

Apenas volví el rostro para ver a la mujer. Su aparición no me sorprendió en lo absoluto.

—Al fin te muestras y sales de tus sombras ¿huh?—

—Creo que es imposible que no puedas detectarme—

—Sería de lo peor que me subestimaras, mujer—

—No, jamás lo haría…Aunque…— A pesar de querer ser agresiva, esa voz tranquila, tímida, me resultaba familiar.

Fingió vacilar. Fue fácil notar que estaba subestimando mi poder, ya que sus fuertes piernas se clavaron firmes al suelo. La mujer sujetó su largo y azulado cabello en una sola coleta.

— ¿A qué vienes? No debes de querer vivir un segundo más—

—Vas a darme información, Yagami…Quieras o no—

—Hmph…—solté un bufido. Una expresión similar a una sonrisa apareció en ese detestable rostro en respuesta.

—Prometo ser entretenida—aseguró con ligero sarcasmo.

— ¡Suficiente charla!—

Su pose de combate fue suficiente para lograr sacarme de quicio.

Estiré un poco los músculos de mi mano y los extendí frente a mi pecho, y ansioso de pelea, mis pies arrastraron hacia ella.

Mis manos intentaron romper su perfecta guardia, lo que la hizo retroceder unos pasos.

— ¿Qué pasa?—mi voz seca le llamaba.

Mas sus ojos se distrajeron vagamente hacia el cielo gris… ¡Maldición! ¡Si estaba subestimándome!

— ¿¡Adónde miras, estúpida?!—

Volví a avanzar, sin sorprenderla siquiera, con mi objetivo muy claro. Inmediatamente, la mujer bajó la cabeza al nivel de sus rodillas y acertó un golpe certero a mi estómago. Inmediatamente, desplegó una de sus piernas para romper el equilibrio de las mías y tumbarme al suelo.

Lo extraño resultaba que ella no estaba peleando en serio…No estaba tomándome en serio. No me atacaba en el suelo y me dio el tiempo necesario-que por supuesto, no es mucho-para levantarme.

— ¿Qué es lo que quieres?— el tono de mi voz no tenía siquiera el sonido de la interrogación.

— ¿A qué te refieres?—

Sentí una punzada de inquietud.

—No estás peleando en serio—

Soltó un bufido mezclado con una ligera y suave sonrisa socarrona.

— ¡NO TE BURLES DE MI!—

—No has cambiado nada, Yagami...—desafió con voz tenaz —Con o sin llamas, eres la misma porquería. —

Todas mis extremidades querían asesinarla…No me importaba darle una lección a Heidern, esa detestable mujer de ojos turmalina, para hacerle saber con quién estaba hablando pero…Ella si sabía a quién se enfrentaba y seguía cabreándome. Ninguna mujer se había atrevido a hacerme la contra de esa forma. Estaba molestándome demasiado la idea de su osadía…Significaba que no me temía; no me temía en lo absoluto.

—He oído que puedes controlar ese poder tuyo, ¿no es así?—

Frunció el ceño furiosamente.

—Vaya…parece que le di un nervio…—

—No soy como tú—dijo con voz seria—No me convertiré en la misma basura que eres tú—

—El resultado será el mismo, mujer—me burle de su patética resistencia—

—Tsk...Sí que eres una basura, Yagami…Faltarme el respeto así...—

— ¡Si te entierran aquí, incluso te traeré flores!—

— ¡Que mentiroso!—Nuevamente, fingía emociones y esta vez, la pena resultó una buena presentación—Ni siquiera respeto por los muertos…—

— ¿Dónde le ves el sentido a ese asunto?—

La expresión de su rostro se tornó fría.

—Bueno…los muertos suelen dar las respuestas que los vivos no encuentran…—

— ¡Que ridículo! Los muertos solo son eso… muertos…—

— ¿Sabes? La muerte según el pensamiento tradicional, es la separación del alma y el cuerpo—

— ¿Y?—

—Me pregunto si tu alma acobardada ha huido, y si tú eres un simple cadáver…—

¿¡Qué?!¡Esta mujer estaba superando todos los límites!

— ¡Suficiente cotorreo! ¿Tanto adoras a los muertos? ¡Encantado de mostrarte la forma de unirte a ellos!—

¡Por fin! Chocaríamos en combate nuevamente. La adrenalina comenzaba a correr por mis venas.

Pero algo salió mal.

Los pies de mi enemiga se detuvieron de pronto, a la vez que todo su cuerpo caía hacia adelante.

Pensé que había sido un simple tropiezo, casi empezaba a carcajear sin embargo…

— ¿¡Q—Q…?!—

— ¿Huh?—

La mirada de la mujer se entornó en una expresión de horror cuando sus músculos dejaron de funcionar…

Unos hombres salieron desde los árboles, y entre ellos, una mujer, todos de apariencia amenazadora.

¿Cómo pude haber fallado en percibirlos? Quizá esa era la razón por la cual mi enemiga estaba distraída.

—Sr. Yagami, aléjese de nuestro objetivo—exigió uno de los tipos, con cierto aire de líder.

— ¿Quiénes son?—

—No tiene importancia—

Observé a Heidern.

El maxilar inferior temblaba ligeramente. Las pupilas permanecían inertes, al igual que su cuerpo…me dio la impresión de que se estaba ahogando

— ¿Qué le sucede?—interrogué, tratando de saber porque el soldadito de juguete no respiraba.

— ¡Ah! ¿Estás interesado en su vida?—dedujo, con una sonrisa, con un tono estúpido, la mujerzuela del fondo.

—Déjalo Akane…—Replicó el cabecilla, y dirigió inmediatamente su mirada hacia mí— ¿De verdad quieres saber que le sucede a la señorita?—

—Hazla corta…No suelo prestarle tanta atención a los idiotas—

El tipo solo carcajeó.

— El Sistema nervioso autónomo se compone de dos divisiones opuestas. El simpático estimula el corazón, dilata los bronquios, contrae las arterias, preparando el organismo para la actividad física…—El tipo parecía saber de lo que hablaba e incluso donde estaba cada cosa—El parasimpático tiene los efectos opuestos y prepara el organismo para la alimentación, la digestión y el reposo. —

—Eso no explica por qué Heidern está casi tiesa…—Mis ojos se desviaron de nuevo a Heidern—y azul—

El color de sus labios se parecía a los de un cianótico.

— En los humanos, cuando el diafragma se contrae y se mueve hacia abajo, los músculos pectorales y los intercostales presionan las costillas hacia fuera. El tórax se expande y el aire entra con rapidez en los pulmones para llenar el vacío resultante…Cuando el diafragma se relaja, adopta su posición normal, curvado hacia arriba; entonces los pulmones se contraen y el aire sale…Este proceso está regulado por ese sistema—

—Proceso que no está sucediendo en ella —

—No, solo lo ralentiza…Una droga de nuestra creación ataca el sistema nervioso autónomo e intenta inhibir los movimientos de los músculos diafragmáticos e intercostales, ¿No te parece inteligente?—

Mientras Heidern seguía tratando de inhalar sin éxito alguno, este idiota presumía una invención cobarde y simple.

—Me parece la técnica de una gallina—Concluí, provocando que el tipo entrecerrara los ojos con furia.

— ¡Ponme a prueba, estúpido!—

Sus pies se clavaron al suelo con firmeza, y mostró una extraña pose de combate.

—Lo lamento por ti, pero estaba a punto de pelear con Heidern y ustedes acabaron con mi diversión—Mis manos se dirigieron su cintura, y sin esfuerzo alguno, Heidern estaba sobre uno de mis hombros, aun inmóvil.

—La falta de aporte de oxígeno al cerebro durante cinco minutos es suficiente para producir lesiones irreversibles; si la falta de oxígeno persiste durante más tiempo, se produce la muerte… ¿Cómo vas a salvarla sin un antídoto?—

Peligrosamente, les di la espalda, intentando pensar cómo podría reanimar a mi oponente. Con un salto, me propuse a buscar un hospital donde llevar a mi cianótica oponente, a sabiendas de que me seguirían.

—¡Akane, Avan!—ordenó el líder.

— ¡Ven conmigo, Yagami!—decía esa detestable mujer castaña.

Me tomó un minuto encontrar el lugar donde cualquier sepulturero guarda sus herramientas.

Eché un vistazo hacia atrás, y la mujer me lanzó una especie de cuchillas. Cuando éstas rasgaron la piel de mi espalda, di con la puerta.

Una vez adentro, lancé a Heidern al suelo y empecé a trabar la entrada con lo primero que se me cruzaba en el camino.

¿Cuánto tiempo había perdido? ¿Tres minutos? ¿Cuatro?

Heidern no daba señales. Tomé su rostro entre mis manos, tratando de que fijara su vista en algo vivo, y le di ligeros golpes en las mejillas para ver si reaccionaba.

—¿Me oyes, mujer?—…Nada…—¿Te dejaras vencer por estos idiotas?—

Nuevamente estaba en presencia de la muerte…Y estaba buscándola a ella.

Pero Heidern no podía morir. No, hasta pagar por la osadía de querer enfrentarme, por subestimarme.

—Escucha, basura—Rugí, irritado— Yo seré quien te muestre el camino al infierno, no ellos ¿de acuerdo?—

Traté de recordar qué clase de acciones se realizaban en situaciones de emergencias como estas…

Incliné su cabeza ligeramente hacia arriba. Con mis dedos, presione su nariz y una de mis manos obligo a su boca a abrirse…

Mas sentí un agudo dolor en mi cuello. Mis manos se paralizaron, mis movimientos se detuvieron. Empecé a sentir mi diafragma, movilizándose lentamente, y la presión de mi caja torácica detenida.

No me tomó un segundo caer sobre el delicado pecho de Heidern, incapaz de reacción alguna, a la vez que los malditos entraban por la puerta.

— ¡Avan, el antídoto!—la mujer chilló para apresurar a su compañero por el objetivo.

El tipo se lanzó de cabeza, sin exagerar, a Heidern para clavar una aguja en medio de su pecho.

Él suspiró aliviado.

—Imagina que furioso hubiese estado Sora…—el maldito alejó a Heidern y la colocó en un rincón, mientras la mujer me ofrecía una altiva patada en el rostro— ¡Si ella hubiese muerto!—

—Akane, tengo una idea—anunció el tipo, de repente.

La droga que atacaba mi sistema nervioso paralizaba mi cuerpo, lo endurecía, lo dejaba fuera de mi control, y para empeorar las cosas, estaba empezando a tener efectos la patada y la falta de oxígeno.

— ¿Y si nos llevamos a Yagami también?—

—¡Me sorprendes cuando piensas, Avan!—

—¡Estúpida!—

—No…se llevarán a nadie—

—¿huh?—

Heidern susurró y los miró, furiosa.

Con un ligero salto, pasó por sobre el tipo, sin darle tiempo de defenderse, y enterró su poderoso puño en su abdomen.

—¡Avan!— rugió esa Akane, pero Heidern la golpeó en el rostro y continuó con una serie de patadas hasta lanzarla al suelo.

—¡Yagami!—Heidern se volteó rápidamente.

Se quedó un minuto quieta. ¿Acaso no se daba cuenta que mi cuerpo estaba privado de oxigeno?

Trató de buscar si quedaba algún contenido en la aguja, mas no encontró nada.

—¿Qué puedo hacer, Yagami?—

Como si pudiera contestar, estúpida.

Su mirada estaba perdida…No había determinación en su mirada. Y pensar que, de ella pendía mi vida.

Pero pareció entender algo y empezó a buscar en los bolsillos de los tipos.

Mire al techo. ¡Como si ellos pudieran tener dos antídotos, cuando solo buscaban a una persona!

—¡Saldremos de esto!—se insistía.

Sentí un escalofrió.

¿Qué? ¿Porque sentí que Heidern podría encontrar una solución para mí? ¿Que tenia de especial esta mujer tan simple?

Una profunda y filosa se clavó en mi corazón. Un flujo empezó a recorrer mis arterias, mis venas…Casi pude sentir las circunvoluciones de mi cerebro que este recorría, las paredes de mi cráneo, las células de mis pulmones empezaban a circular y el dióxido de carbono empezaba a salir.

—¿Y bien?—interrogó Heidern, cuando levantó mi mano al aire, y ésta no cayó al suelo.

—Mejor—murmuré.

—¿Tu rostro?—

—¿No estabas inconsciente?—

—Percibí todo…Te recuerdo que me lanzaste al suelo—confesó un poco más molesta.

Enemigos...Recordé que hace menos de diez minutos, estábamos a punto de pelear.

La observe así. Me observó así…Sutilmente indicando, que nos mataríamos el uno al otro.

—Terminaremos lo que empezamos luego, Yagami—susurró, desviando el rostro, evitando el mío, seguramente furioso—Primero, avisare al HQ de mi situación.—

—¿Crees que se ocuparan?—

Heidern suspiró.

—Perseguirte a ti…No es una misión oficial—Con voz débil, y pesarosa.—Necesitaba algunas repuestas pero tú no eres del tipo conversador.

—Mujer estúpida—

—Hmph…—¿optimismo? Una ligera sonrisa se dibujó en las comisuras de sus labios—Las misiones siempre se complican alguna vez, sino fuera así sería aburrido ¿No crees?—

Empezó a tomar las armas de sus inconscientes enemigos, y examinar sus rostros como si quisiera recordarlos.

—Tsk…Si no fuera por mí, estarías muerta, mujer—

—Supe que no me dejarías morir frente de ti…Solo quieres ver la sangre que haces derramar, no la ajena…—

—No actúes como si me conocieras, no me gusta—

Otra vez, la sonrisa interna y burlona. Sin embargo, los sonidos de unos formidables pasos en el exterior la desconcertaron.

—Supongo que jugaré con estos imbéciles—

La débil pared detrás de ella, quien volteó su rostro, perpleja, comenzó a deshacerse.

Se oyó un rugido, y justo detrás de él, un gigantesco puño.

No tomó más de medio segundo estirar la palma de mi mano, y pararla sin esfuerzo.

El tipo era uno nuevo. Era gigantesco, carente de inteligencia, y parecía sorprendido de que pudiera detenerlo.

—¿¡… … ?!—

—Ya-Yagami…—susurró Heidern, confundida tal vez.

—No me malinterpretes…Te dije que seré yo quien te mate—

—Maldición, que persistente…— musitó, otra vez un tanto optimista.

Volví a fijar mi vista en mi enemigo. - ¿Cuándo fue que la desvié hacia Heidern?-

La mujer que Heidern había dejado inconsciente, se levantó rápidamente y se colocó detrás del Gigante.

— No ataques a su espalda, Akane—sugirió el gigante.

— ¿Y qué? ¿Crees que no podré contigo o con ella?—advertí, de nuevo, el menosprecio

—No es eso…—la tenaz mirada de la mujer se fijó por detrás de mí —Creo que alguien está dispuesto a darte una mano si la precisas…—

Heidern clavaba las piernas nuevamente al suelo. Aun cuando sus rodillas temblaban, la expresión de su rostro no vacilaba en lo más mínimo.

—Mujer estúpida…—

—Si eso es todo lo que vas a decirme, mejor cállate…—Con voz seria, y con bastante mal humor, se mantenía de pie, aunque su postura aun fluctuaba a causa de los efectos de aquel sedante.

—Parece que aún no estás en condiciones, leoncita—murmuró Akane, la mujer castaña, muy orgullosa.

— ¿A ti que te parece?—un tono taciturno, grave y amenazador: el tono perfecto.

—Hey, Hiko—dijo, dirigiéndose al gigante—Suelta a ese idiota…

Hiko retrocedió.

—No lo necesitamos—

¿Qué podrían querer con ella?

— ¿Qué?—Heidern estaba algo atemorizada.

—Apártate, Yagami—ordenó Akane—Seguramente Avan pensó que podíamos usarte a ti también, pero tu….¡JA!¡Ya ni siquiera tienes tus llamas!

Otra vez el menosprecio.

Los ojos de Heidern me observaron recurrentes. Pero si yo no era parte de esto, entonces no tenía sentido levantar un dedo en contra de esos tipos.

¿En qué momento mis ojos se fijaban en los suyos de forma tan instintiva?

—De acuerdo, si quieren hacerse con esta mujer, adelante…No tengo nada que ver en esto—

—¡Ha!—Carcajeó el monstruoso y formidable enemigo.

—¡YAGAMI!—Chilló Heidern— ¡Yagami, no hagas esto!—

Mis pies me llevaron hacia la puerta.

—Debiste haber llamado al HQ, mujer—

— ¿Están insultándote y aun así, los dejaras ir?—

Heidern ya estaba perdida. No podría, temblando como desventaja, contra Hiko y su castaña de coletas bajas, y dejo salir en su voz el vivaz matiz de desesperación en sus palabras.

—¡No me vengas con eso!—dije, sin voltear a verla—No me usarás contra ellos…Si querías pelear, allí tienes carne fresca para apalear…—

Ella no tuvo tiempo de contestar.

La enorme mano de Hiko tomo su cabeza entera. Ella solo rugía furiosa y adolorida.

—¡Akane, mira cómo se retuerce! ¿Puedo aplastarla?—

—No nos sirve muerta, Hiko… ¡Que cosas dices!—

El titán carcajeó gustosamente al tener en su poder a alguien tan débil como ella.

—¿Cuál es su objetivo?—Mi voz tenía el desinterés apropiado.

—Jugaremos a las muñecas con ella…—respondió con sarcasmo.

Heidern dejo de moverse.

—¡Hey, te dije que no la mataras!—

—Solo dejo de moverse…—se excusó.

Su cuerpo inerte me hizo lamentar tener que cruzar palabras con esos inútiles.

Pero… aun había energía en su cuerpo y ésta, estaba centrándose en su pecho.

—Bal…tic…—

—¿…?—

—¡…Laucher!—

Una esfera verde agua se formó frente a su pecho y empezó a cortar al gigante.

—¡Gagh!—

Hiko salió expulsado hacia las tumbas.

Heidern cayó al suelo.

—¡Maldita!—La castaña quiso intervenir.

No obstante, mi cuerpo me obligó a sacarla del camino.

No necesité más que un impulso de mi brazo derecho para hacerla estrellarse contra una de las viejas paredes y dejarla atónita.

Insólitamente, mis ojos se fijaron en los suyos otra vez.

Su mirada tenía alguna curiosa extrañeza que ninguna otra mujer poseía ¿Pero que era? Mi corazón empezó a golpear la pared de mi pecho, casi podía oírlo.

¿Qué demonios…?

La mandíbula, de Heidern tiritaba de confusión y seguramente, al igual que yo, no podía soportarla.

Rápidamente, se encontraba sobre mí, con las manos sobre mi pecho—todavía su velocidad persistía—

—¿¡Qué es lo que quieres hacer, huh?!—

Su confusa voz y su expresión desconfiada salieron a la tétrica luz.

—¡DIME, YAGAMI!...o…—

Tomó la navaja que estaba detrás de su espalda y trató de colocarla en mi cuello, pero la delicadeza de su fuerza y la temporal debilidad de su estrategia me permitieron librarme, sin esfuerzo, de su frágil mazmorra.

La navaja habrá ido a parar a cualquier rincón, cuando la tomé fuertemente por las muñecas y las enterré a ambos lados de su cabeza.

—¿De verdad crees que puedes matarme?—

Opuso resistencia al sentir sus piernas acorraladas por las mías, pero ¿Qué podía hacer en contra de mí en esas ridículas condiciones?

—INTENTA ATACARME DE NUEVO Y SERÁ LO ULTIMO QUE HAGAS EN TU MISERABLE VIDA…— Oprimí aún más sus muñecas, rugiendo más fuerte frente a su rostro— ¿¡ME OYES, ESCORIA?!

—Lo intentaré otra vez, imbécil—Sin dejar atrás su tenacidad, clavó su furiosa y quejumbrosa mirada en la mía. —Mátame, no sé qué quieran, ellos no me llevarán…—

¿Es que ya no me temían? Esta tarde gris había resultado bastante molesta, y para empeorar las cosas, este soldadito de juguete venía a dárselas de periodista conmigo, sin prestar atención a su alrededor y ahora, quien quiera que fueran esos tipos, a Chizuru no le gustaría que una mujer con sangre Orochi fuera capturada, cualquiera fuera las intenciones.

—¿Yagami?—susurró, mas quieta.

Me pregunto cuál será la expresión de mi rostro.

—¿Por qué casi me abandonas y luego interferiste?—

—¿No es obvio, mujer?—contesté sin mirarla.

—No—

—Sino podías siquiera soltarte del gigante ese, entonces no tienes la fuerza para enfrentarme pero...—

—Me solté—

La estupefacción en sus ojos…Significaba que no me temía. Que humillación.

Poco a poco, mis manos aflojaron el agarre y ella se deslizó hacia atrás para alejarse.

Inmediatamente, nos distrajo una carcajada femenina, más parecida a la de una clásica bruja.

Akane aun tosía por el impacto.

— ¡Que romántico! ¿Qué harás ahora, Yagami? ¿La defenderás?—

—Ya tuve suficiente de ti—

Me incorporé y empecé a dirigirme hacia ella, dispuesto a acabar con ella.

—Mátame, no importa…No podrás con todos nosotros…—

—¿Qué es lo que quieren ?—Interrogó Heidern con su voz perfecta, obligándome a detenerme.

—Nosotros somos el orden del mundo, su visión, la evolución…No puedes huir de nosotros, leoncita…y él tampoco—

—¿¡LO QUIEREN A ÉL?! ¡SI O NO!—gritó sin contener la ira en su voz, poniéndose de pie.

—Orochi, Orochi…no somos sus heraldos, pero somos emuladores destinados a buscarlos a ambos…Jamás pensé que colaborarían juntos…—

—Estás enferma, mujer—comenté con voz seca.

—Y tú estás perdido—

Akane levanto una de sus manos por sobre su cabeza y despareció entre minúsculas partículas lumínicas.

— ¿...?—Heidern estaba desconcertada.

—¿Desapareció?—

—Está rondando cerca…—

Entonces todo se volvió claro.

Todo tomó su forma original.

No estábamos en el cementerio de la ciudad.

—Leona Heidern solicitando asistencia a HQ. Repito, solicito asistencia. Ubicación…—

Para ese momento, Heidern ya lo había notado.

Todo había sido un montaje, una trampa.

Los sepulcros, los mausoleos a la vista no eran más que una ilusión…Estos empezaron a desaparecer ante nuestros ojos.

—Jamás…saldrán de aquí—dijo una voz masculina y sectaria.

El cementerio terminó por desaparecer y, en su lugar, paredes metálicas y densas se hicieron presentes.

—Heidern…—llamé.

Ella tosió en respuesta.

Mala señal.

Lo más probable era que nos encontráramos alucinando.

Heidern se arrodilló, como derrotada, y aumentó en exceso la frecuencia y la intensidad de su respiración.

—Heidern…—

—Padre…—logró mascullar entre dientes, mirando al vacío.

Oí unos pasos detrás de mí…

El pelo largo y lacio iba, como siempre, al ritmo de su grácil caminar acompañado de su sonrisa luminosa y deslumbrante.

—Ki…Kikuri…—murmuré, sin entender.

Ella volvió a sonreírme gentilmente.

Como este capítulo lo escribí hace más de tres años, no recuerdo bien quién era Kikuri. Lo que si recuerdo era que ella escribía las canciones que Yagami cantaba en una banda. Ella lo apreciaba mucho y se preocupaba por él, más que por ella misma a pesar de estar enferma permanentemente. Al final, Yagami se va de la ciudad y la deja, puesto que su subconsciente le molesta. Al tener una enfermedad terminal, imagino que falleció. Pero todo va a tener su exolicacion a medida que Iori y Leona vayan hablando.

Subiré esta historia ya que se anunció el Kof XIV y conociéndome, volvería a editar esto así que sea lo que Dios quiera.

XXOO