Hola, aquí traigo otro 8059 que amo tanto jajajaja, la verdad no le tenia mucha confianza y dude mucho en subirlo, pero se lo hice leer a alguien y me dijo que no esperara, deben saber que tengo una confianza por los suelos y lo peor es que aun me sigue costando un mundo publicar aquí x.x soy tan torpe, me confunde tanta cosa, no se siquiera como se contestan los comentarios ¿o no se puede? O.o Bueno espero les guste, todo depende de cómo lo encuentren a ver si me dan ánimos para continuarla pronto, gracias por querer leerme, un abrazo!
"Por un brillante futuro"
Capitulo 1:
Gokudera se quitó la corbata y desabrochó su camisa con prisa, mientras Yamamoto se deshacía de su ropa con la misma rapidez, para luego cubrir la boca del peliplateado con la suya en un desesperado beso que los llevo a caer directo a la cama.
El moreno contaba los segundos para poder tener al albino entre sus brazos, uniendo sus cuerpos entre respiraciones jadeantes y gemidos seductores. Habían comenzado hace unos meses con ese "jueguito", como le llamaba el bombardero, pero en el fondo, Yamamoto entendía la razón del porque aquel juego seguía adelante. Tarde se dio cuenta de los verdaderos motivos que incitaron a la tormenta a compartir con el algo tan íntimo. Sabía que debió darse cuenta mucho antes, pero ya no podía dar vuelta atrás. Tuvo sexo con Gokudera al dejarse llevar por sus alborotadas hormonas, satisfaciéndose egoístamente sin que nada le afectara, al principio.
-Te quiero…-Susurró el pelinegro al sentir los brazos ajenos aferrarse con fuerza a su espalda.
En el trayecto descubrió lo que en realidad sentía por el peliplata. Ya no era simple sexo, para el era hacer el amor con la persona que amaba, pero para el chico debajo de él y que ahora le empujaba fastidiado, escuchar eso era acabar con el "juego". No entendía porque Gokudera seguía actuando frio después de oír, cada vez que lo hacían, lo mucho que le quería. Lo más lógico era que se alegrara y que disfrutaran juntos de un amor correspondido - ¿De verdad quieres que esto siga como al principio, Gokudera? ¿Realmente quieres que nuestra relación sea de esta manera?
Gokudera frunció el ceño.
-¿Cuántas veces vas a preguntarme lo mismo, idiota del beisbol? Di todo lo que quieras, pero no cambiare de idea y si no te gusta puedes dejar de acostarte conmigo… ¡Me enferma que repitas "te quiero" con esa sonrisa estúpida tuya!
-Gokudera… ¿Por qué mis sentimientos no te llegan? Yo se…Yo se que para ti no soy más que un idiota despreocupado, pero se la razón del porque te entregaste a mi…-La perpleja mirada del ojiverde hizo que su corazón se acelerase. Al fin se atrevía a decirle al albino que conocía los sentimientos que tanto se esforzaba por esconder. Todo ese tiempo tuvo miedo de hacerlo, no quería perderlo, por eso le repetía en cada ocasión que le amaba, por si en algún momento la tormenta también se atreviera a confesarlo, pero esas palabras nunca llegaban y se estaba impacientando. Tomó la mano del bombardero delicadamente, sonriendo.- ¿Por qué no eres más sincero y admites de una vez que tu también me…?
-¡Vete!-Gritó la tormenta dándole un manotazo para luego cerrar los ojos y llevarse ambas manos a su cabeza.
El moreno acababa de dejar en evidencia algo que no quería que saliera a la luz. Se había acostado con el beisbolista aprovechándose del momento y solo para satisfacer su propio deseo. No estaba completamente seguro de lo que en verdad sentía en un comienzo, pero si tenia claro que no era normal no poder apartar la vista de alguien, deseando estar con el a cada segundo. Esas emociones que siempre lucharon contra su odio a su despreocupada personalidad ganaron esa vez y no le importó si a la mañana siguiente el moreno no quisiera hablarle ni verle nunca más, era el precio que creyó justo a pagar por algo que no podía ser más que un absurdo error, pero se equivocó. Yamamoto no actuó como el pensó que lo haría, más bien parecía un niño deseoso de seguir jugando con su nuevo juguete. Y aun a costa de su orgullo, Gokudera no pudo decirle que no.
Ahora el precio que pagaba era mucho más alto, sus sentimientos se desbordaban sin poder controlarlos, aun sabiendo que lo suyo no pasaba de un juego a pesar de lo que el espadachín confesaba sentir, susurrándoselo al oído, sonriéndole, consiguiendo con eso que sintiera como si le atravesaran un puñal en el corazón, mientras trataba de ocultar con todas sus fuerzas todo el amor que sentía por el idiota, hasta ahora.
Se mordió el labio, había pecado de ingenuo al creer que el torpe de Yamamoto no se daría cuenta nunca –Ponte tu maldita ropa y vete…
-¡Se que fui un tonto al no darme cuenta desde un inicio y de esperar tanto tiempo para decírtelo, pero…ya no podía esperar a que saliera de tu boca!
-¡No seas idiota! Yo no esperaba que te dieras cuenta…Tampoco es un patético intento de vengarme de ti por tomar mi virginidad sin darte cuenta el porque te la entregaba…No soy una estúpida mujer para dejarme llevar por ridículos pensamientos…-Yamamoto bajo la cabeza ruborizado y confundido. Se había descargado y usado a Gokudera sin saber nada por mucho tiempo, si esa no era la razón por la que rechazaba sus continuas confesiones, entonces no sabia cual era.
-Perdóname…
-¡Te digo que no es eso! ¡¿Qué no entiendes?!-Hizo una mueca. Comprendía el desconcierto del espadachín, el mismo luchaba contra su propio desconcierto al no dejarse amar, pero lo mejor era que las emociones no se mezclaran, el juego que habían iniciado estaba llegando demasiado lejos…- Tal vez ni siquiera sea amor, idiota, solo es algo pasajero, crees que me quieres porque te gusta demasiado tener sexo conmigo…Confundimos el placer con ese ridículo sentimiento. Yo no dejare de preocuparme por el decimo y encargarme de mis labores como guardián por estar contigo o es que acaso ¿Tu sacrificarías el beisbol por mi?
El moreno apretó los puños al abrir la boca y no poder decir nada, haciendo al otro sonreír de lado.
-Sera mejor que terminemos con esto…-Continuó diciendo, viendo como el deportista le miraba horrorizado. En verdad era lo mejor o eso era lo que quería creer y se lo repetía una y otra vez. Era algo que debió hacer hace demasiado tiempo, pero sus sentimientos nublaban su mente y quería sentir la proximidad del cuerpo ajeno quemarle la piel todo el tiempo posible, posponiendo algo que sabia que le partiría el corazón en dos. Lo amaba, pero no podía hacer nada con eso y no quería arrastrar a Yamamoto. Era su culpa que Yamamoto pensara que se había enamorado y cargaría con la responsabilidad, si le terminaba odiando era lo mejor, así le olvidaría mas fácil y con suerte, el también. Sabia que ir a la cama con el había sido una mala idea, todo su ser le advirtió que aquello no resultaría bien y ahora veía los resultados. Creyó en su tiempo, que al sucumbir al deseo, luego de un tiempo la atracción se borraría, pero no fue así, se había incrementado y el amor que ahora sentía por el moreno le decía que lo mejor era acabar antes de que fuera mas doloroso y no hubiera forma de tomar el control-A pesar de lo que dices sentir, seguimos comportándonos como animales en celo, lo único que hacemos cuando estamos solos es acostarnos, si seguimos así…Dejemos que el pasar de los días borre nuestra estupidez y entonces te darás cuenta que solo era atracción momentánea…
-No…- El japonés cogió de la muñeca al albino al ver que comenzaba a levantarse de la cama. Lo atrajo hacia sí, obligándolo a sentarse a horcajadas sobre el. Cerró los ojos al sentir la respiración del bombardero junto a la suya y luego los abrió sorprendido por sentir los labios ajenos rozar los suyos.
-No hagas esto más difícil, idiota…
-Si esto fuera algo tan fácil de olvidar, esto no seria difícil, Gokudera.- El albino intentó desviar su sonrojado rostro, pero Yamamoto no se lo permitió, tomándolo de la nuca y devorándolo en un intenso beso. Se lleno de alegría cuando las manos que, temblorosas trataban de empujarlo, se detuvieron y los brazos del bombardero le rodearon el cuello.
-Maldición…- Gokudera se alejó rápido al finalmente separarse por falta de aire. Se pasó una mano por la boca haciendo sonreír al pelinegro. Chistó molesto consigo mismo. Era en verdad un inútil si se dejaba vencer tan rápido, apenas si había puesto resistencia, pero lo peor era ver la sonrisa del moreno. Toda su resolución se había ido al diablo al responderle. Tomó sus ropas del suelo y corrió hacia la puerta del baño, algo dentro de él amenazaba con romperse y no quería que el espadachín le viera. Huir y encerrarse era patético, pero si Yamamoto decidía acercársele, no podría esconderle cuanto se estremecía por su cercanía.
-No quiero rendirme, Gokudera.- Soltó antes de que el peliplata entrara al cuarto.
-Haz lo que quieras, pero yo no te dejare ganar…-Murmuró cabizbajo.
-Ese beso…me hizo ver que tengo más oportunidades de las que tú dices que tengo… ¿Por qué no me das aunque sea una oportunidad?
-¡Porque no tiene futuro! ¡Quiero que sigas diciendo que no te rendirás conmigo cuando un obstáculo se ponga justo enfrente de nosotros! ¡Quiero escucharte decir "te quiero" tan fácilmente cuando estemos en la vida real y no en la cama!-Explotó, arrepintiéndose al instante. Un momento de silencio y Yamamoto no logró responder lo que deseaba, las palabras simplemente no salieron. Gokudera bufó soltando una carcajada. –Tomaré una ducha. Cuando salga no te quiero aquí, Yamamoto…
El albino cerró la puerta e hizo correr el agua. Podía ahora soltar los sollozos que se acumularon dentro suyo al no escuchar respuesta. Era un idiota ¿Qué hacia lamentándose? Era solo una gran perdida de tiempo. Su futuro era ser la mano derecha del decimo Vongola, nada mas podía complacerlo y tenia que grabárselo. Siempre supo en que terminaría toda esa locura, pero su terquedad le impidió acabar de forma limpia, de una forma en la que ahora no se sintiera ahogarse en un mar que el mismo originó.
Se tocó los labios. El ultimo beso, se mentiría así mismo si decía ahora que no lo esperaba, aunque se creyó un poco mas fuerte como para no aceptarlo, su corazón se acelero de tal manera que no quiso otra cosa mas que besarlo. Al final el deportista tenia razón, no tendría oportunidades a la hora de decirle que no y eso le hacia sentirse demasiado impotente. Miró inconscientemente hacia la puerta del baño, preguntándose si el moreno tendría el coraje de abrirla y exigirle que pensara mejor las cosas. Cerró los ojos sumergiéndose bajo el agua caliente ¿Qué pensaba? Acababa de renunciar y tenia claro que el beisbolista solo estaba confundido y se repetía que incluso, si le tomaba toda la vida olvidar, seguiría diciendo que aquello era lo correcto, tratando de destruir cada atisbo de pensamiento en el que se preguntaba como seria tener una verdadera relación con el guardián de la lluvia, una en donde hicieran algo mas que satisfacerse mutuamente. ¿Le abrazaría de manera cursi y protectora para luego besarle la frente y sonreírle hasta el punto de hacerle perder los nervios? Frunció el ceño, tal vez no tuviera vida suficiente como para arrasar con sus sentimientos, pero ya no podía dar marcha atrás.
Yamamoto se cubrió el rostro, aunque el bombardero intentó ocultar su cara, aun así pudo ver las lagrimas que rodaron por sus mejillas al no replicar nada a sus palabras. Le había lastimado y podía sentir su dolor como propio. De seguro el ruido del agua camuflaba el llanto de la tormenta de una manera perfecta. Se mordió el labio y buscó su ropa. Dejaría solo al albino por el momento, aunque todo dentro suyo le decía que fuera valiente y le hiciera entender a la terca tormenta, que lo suyo no era confusión, que no era un idiota que no entendía sus propios sentimientos.
Se paró en seco, su cuerpo se había movido solo y su mano ya estaba a centímetros de abrir la puerta. En verdad quería correr a abrazarlo, sostenerlo delicadamente y secar sus lágrimas que de seguro se estaban mezclando con el agua de la ducha, pero dudaba que al otro le agradara su actitud impulsiva y si se ponía a pensar, sus manos estaban tan vacías que no podía ofrecer nada, no podía decirle que estaría siempre ahí para el aunque el quisiera, el futuro no estaba asegurado.
Le gustaba la cercanía del bombardero, rozarle ligeramente la mano cuando caminaban, haciéndole enfadar sonrojado y verle fruncir el ceño solo por sonreírle. Bajó la cabeza, aquello no seria suficiente para Gokudera, porque por mas que quisiera gritarle que juntos tendrían un brillante futuro, sabia que no podría prometerle tal cosa y solo quedaría el inexistente futuro que el albino aseguraba tenían ellos dos.
Se vistió lentamente, envidiando al agua, que acariciaba la blanca piel que solo debía ser suya, que limpiaba las lagrimas que el debía secar y que no tenia que enfrentar obstáculos para poder hacerlo.
-No me rendiré…definitivamente buscare una forma de mostrarte que lo que dices no es verdad…-Murmuró antes de abandonar el apartamento.
