NOTAS DE LA HISTORIA:

Este fic parece una dimensiona alterna aunque no lo sea, solo es el final de una historia muy larga. Así que denle una oportunidad y les aseguro que se resolverán todas las dudas (casi)

Este fanfic esta basado en la trama del primer anime de FMA con algunos cambios ligeros. Como la supervivencia del homúnculo lujuria y el ascenso de Roy Mustang a Fhurer. También se considera una aventura diferente en los conquistadores de Shamballa. Por lo que este fic incluye spoilers de la serie completa y la película.

CAPITULO 1Un tren de recuerdos

No puedo creer que ya voy para allá, ha pasado tanto tiempo y tanto trabajo. Mis hombres y yo hemos estado tan ocupados en estos últimos tiempos que me cuesta recordar cual fue la ultima vez que dormí mas de cuatro horas seguidas. Por suerte con mi nuevo nombramiento, el movimiento del grupo mas al este y todas las tareas que adelantamos en los últimos meses todo el equipo y yo podemos tomarnos una semana completa de merecidas vacaciones pagadas por el estado.

De verdad que sentí que en cualquier momento el grupo se amotinaría. Pero pude pagarles los esfuerzos con las vacaciones y nuevos rangos para todos... incluyéndome... je, je.

Ya voy para allá, querida, ya cumplí con todas mis promesas, ya voy para allá. Este tren me llevara hasta donde tú estas.

Creo que ya debería rasurarme el bigote, sentí que me haría parecer mayor pero todo mundo cree que es falso. Incluso el hombre de los boletos estuvo a punto de pedirme que me lo quitara hasta que le enseñe el reloj.

Tengo que aceptarlo, voy a envejecer y seguiré pareciendo un niño.

Justo ahora siento mucha nostalgia. Llegan todos los recuerdos de años de trabajo y aventuras raras. Todavía recuerdo muy bien como comenzó todo esto. Cuando vi a un homúnculo por primera vez. No podía creerme que de verdad existían, seres creados por humanos, humanos artificiales. Y aunque me cueste un poco de trabajo aceptarlo, esa mujer con las manos de navaja si que me daba miedo.

Creo que llegó un momento en que llegue de verdad a odiarlos, a desear que nuca hubieran existido. Pero todos peleamos por nuestros sueños, y algunos estábamos a hacer cosa más terribles que otros por cumplirlos. Lastimaron a tantas personas y yo me sentía responsable por no poder detenerlos.

Me relación con esa mujer de la lanza definitiva no fue tan cercana como la de Alphonse, aunque con el pasar del tiempo él me contó todo lo que supo sobre ti. De tus pensamientos, de la relación que tenias con Scar.

Tantas cosas que pasaron, tanto momentos en que me utilizaron solo para sus planes. Y entonces las cosas cambiaron un poco en ti.

Te revelaste contra aquellos a los que servias y decidiste ayudarme. No iba a creerte, claro que no iba a creerte. Pero aceptaste seguirme y ayudarme a pesar de que no te prometiera nada. A pesar de que no te aceptara por lo que eras.

Durante la batalla contra el otro homúnculo, el que tenía la forma de mi madre, creí que habías muerto, que acabaron contigo. Desapareciste de pronto y te di por perdida mientras trataba de salvar a mi hermano. Trataba de no pensar en ti, en creer que estaba perdonada.

En esa pelea final, cuando envidia me atacó y creí que iba a matarme, tú entraste de pronto para ayudarme a vencerlo aunque escapó de nosotros. Y creyendo la batalla ganada nos enfrentamos a Dante para salvar a mi hermano.

Fue un movimiento sorpresivo, utilizarte a ti, transmutar las almas de la piedra filosofal de tu corazón para abrir la puerta de la verdad y enviarme allá a donde no pudiera molestarla. El alquimista de acero estaba fuera del amino.

Encontré a mi padre de ese lado de la puerta y pude regresar para salvarte ahora yo a ti. Obligando a Dante a escapar mientras mi principal preocupación era el rescatar a Alphonse, quien ofreció su vida y existencia como piedra filosofal. No podía dejarlo, no podía solo olvidarme de él.

Y en ese momento...

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–¿Qué vas a hacer? –preguntaba la mujer homúnculo ayudando a Rose a levantarse aun con su hijo.

–Voy a hacer una transmutación humana, voy a traer de regreso a Alphonse.

–¿Y el intercambio?

Edward miró su mano derecha, ahora la verdadera de carne y hueso y con un botón de su pantalón se hizo un ligero corte en el dedo.

–Voy a ser yo mismo.– Sin camisa comenzó a dibujarse círculos en varias partes del cuerpo. Los brazos, las piernas, la frente y el corazón. Iba a transmutarse a sí mismo.

–Rose –le dijo Lujuria –Si algo pasa, hay una salida por allá, trata de llegar a un lugar seguro.

–¿Y ustedes? –preguntó la morena.

–Hay algo que tenemos que hacer.

Un poco confundido Edward detuvo su trabajo.

–No tienes que hacer nada de esto.

–Se necesita un homúnculo para abrir las puertas.

–No sabes lo que te puede pasar.

Ella le tocó con un dedo en el cuello y fue bajando lentamente por su torso mientras le decía.

–Pero he hecho tantas cosas malas, he lastimado a tantas personas que tal vez, si te ayudo a salvar solo a uno... pueda ser perdonada aunque sea un poco.

–No sabemos que nos va a pasar.

–Pues me hiciste una promesa y no pienso dejarte ir hasta que no la cumplas.

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Yo creía que los homúnculos no podían sonreír, que tenían alguna clase de extraña incapacidad física para solo sonreír. Pero lo hiciste en ese momento, y creo que desde entonces, me volví incapaz de negarte nada.

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Lujuria le abrazó por la espalda cerrando los ojos mientras Edward juntaba las palmas.

–A donde vayamos –le dijo ella –iremos juntos.

–Perdóname por no cumplir mi promesa.

–Perdóname, por lastimarte tanto.

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No tenía ninguna prueba, pero algo dentro de mi corazón me decía que acabábamos de lograrlo. Me decía que mi hermano estaba bien, que estaba en casa y que ya nada lo lastimaba. Que se había terminado todo.

Pero ahora estábamos los dos en un mundo extraño que no conocíamos. Un lugar en donde lo primero que hizo mi padre fue tomarme de una mano y correr hasta que las fuerzas se le terminaran sin oírme. A alejarse de ti pues sabía que la alquimia no funcionaba en ese lugar y no podríamos defendernos si ella nos atacaba. Aunque al viejo no se le ocurrió pensar que entonces tu tampoco podrías atacarnos sin la alquimia.

Cuando logre hacerlo entrar en razón ya estábamos tan lejos y decirle que tu no eras un enemigo. Tenía que encontrarte, por que eras una compañera y no iba a dejarte sola. Pero al regresar al mismo lugar no te encontrabas ahí y comencé una búsqueda por todos lados.

Yo creía que una mujer con tus características no podría pasar desapercibida. Pero me tomó toda la noche encontrar un rastro que me dijera a donde te fuiste. Cerca del amanecer en el atrio de una iglesia escondida de la vista, parecías pensar. Y al hablarte levantaste la mano hacía mi apuntándome con los dedos que crecerían para atravesarme.

Me asuste y reaccione a la huida, hasta que nos dimos cuenta de que la alquimia no funcionaba para ninguno de los dos.

"Dijimos que estaríamos juntos" –te dije.

"Fuiste tú quien se alejó" –me respondió la señorita aun asustada por mi llegada repentina. Te ofrecí mi mano, y al tomarla nuevamente me sonreíste y me hiciste sentir extraño. Una sensación conocida, una sensación de una responsabilidad. De que tenía a alguien a quien cuidar.

Mi padre nos encontró más rápido y nos llevó a donde vivía, un lugar tranquilo en donde poder descansar un poco y recuperar fuerzas. Reunir información o cualquier otra cosa que pudiera ayudarnos a regresar a nuestro mundo. Un lugar en donde no intercambiamos palabra en mucho tiempo.

La señora de la casa, una mujer de grandes carnes y un humor divertido acogió de buena manera a la novia del hijo de Homenheim. Inventaste toda una historia y pareció ser alguien importante para ti. Tal vez fue por los recuerdos que conservas de quien te hizo, o de verdad tenías algún recuerdo pero entraste a ayudarle en la cocina que manejaba.

Una silla cómoda, una comida cliente y vista de algo muy bello era como describían el lugar. Ahí eran en donde padre y yo discutíamos las cuestiones que podrían darnos un camino para volver y pasábamos buena parte del tiempo. Este era profesor de una universidad cercana y me consiguió un puesto en la biblioteca del lugar. Nada importante pero el sueldo era bueno y tenia mucho tiempo e información al alcance de la mano.

Pero de vez en cuando me sorprendían cuando dejaba los textos de lado y me le quedaba mirando a esa hermosa mujer de cabello negro que atendía a los clientes con una sonrisa... igual que todos en el lugar quienes consideraban a esta joven, Solaris, como se hizo llamar, como algo de verdad hermoso.

Padre me lo dijo muchas veces y yo siempre lo negaba, no tenía tiempo para pensar en nada como eso, mi única preocupación debería ser encontrar una manera de regresa a mi propio mundo.

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–Dime, Solaris querida. ¿Cuándo piensas casarte con el joven Ed? –le preguntó la señora Vanfer esa tarde mientras Edward y su padre ayudaban a cerrar el lugar. Ambos implicados voltearon con un rostro que más bien aparentaba espanto y todas las miradas se concentraron en la mujer que no parecía querer responder.

–¿Casarme? ¿Con ese pequeñajo?

–¡¿A QUIEN LLAMAS PEQUEÑO?!

–Antes tendría que lograr algo, lo que sea. Ser por lo menos... ¿cuál era el rango de Mustang? General de brigada, de lo contrario hay muchos aquí que me parecen mejores.

–¡Voy a demostrare todo lo que puedo hacer!

–¡Si pudieras hacer algo ya habríamos regresado a casa!

–¡Si supieras un poco de ciencia te darías cuenta que estoy en medio de una misión casi imposible!

–¡Imposible para ti sería crecer!–le dijo ella haciendo hincapié en lo que sabía era una herida abierta.

Homenheim se acercó a la dueña del lugar, dio un largo suspiró y después comentó levemente.

–Les doy un año antes de la boda.

–Tal vez menos –respondió la mujer con una sonrisa sincera.

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Recuerdo tanto esa tarde, no entiendo por que simplemente no hablábamos. Tal vez por que los dos estábamos tan ocupados con nuestras cosas que no nos quedaba tiempo para mirar nada más. A pesar de que estábamos tan cerca, a pesar de que no éramos enemigos.

A partir de ese día era normal que te tomaras un descanso de un par de minutos y preguntaras que eran todas esas notas que tanto estudiaba. Y yo trataba de explicártelo todo de una manera sencilla y siempre tenía que usar muchas metáforas y explicaciones largas. Para hacerte entender cosas que con un alquimista no me tomaría un instante.

Pero me hacia sentir bien, me relajaba mucho explicarte por que el círculo de tierra incluía ángulos rectos y el viento era difícil de transmutar sin una base de calor.

Recuerdo con tanto cariño esos momentos en que todos los clientes hombres del lugar tenían deseos de saltarme encima y despedazarme para ver si así podían hacer que volvieras a sonreírles a ellos y no solo me dedicaras esa sonrisa a mí.

Esa sonrisa que tanto me gustaba y que en esos entonces mostrabas tanto

Leyendo muchas cosas e intercambiando correspondencia llegue a la conclusión de que lo único que me quedaba era ir a Alemania. En donde un joven experimentaba con maquinas de reacción que tal vez le darían la capacidad de vencer la gravedad. Con cohetes que le quitaban ese lazo con el que todos nacemos atados a la tierra.

Te lo dije una tarde y con una sonrisa triste solo preguntaste el día en que nos iríamos. Pues hicimos la promesa de estar juntos y la cumpliríamos. La despedida del lugar fue un tanto triste, pues considerabas una persona querida a la señora Vanfer y había un cariño por mi padre que te trataba de manera delicada a pesar de la historia entre ustedes.

Te quite tu vida feliz.

Por que en un mundo en donde no tenias alquimia, una pequeña cortada de la cocina tardaba varios días en sanar y en alguna ocasión cogiste un catarro por el frío. Por que en ese lugar tú eras un ser humano.

Me asuste tanto cuando conocí a este muchacho. Era idéntico a Alphonse, era como Alphonse debería ser a esa edad. Y tenía su misma alma y su mismo corazón. Era el Alphonse que tanto tiempo antes perdí.

No tardaste mucho en acoplarte al lugar, ayudando a la florería de la señora Glacier y después poniendo un huerto a las afueras de la ciudad. Un lugar que yo te ayude a construir. Un domingo nos levantamos muy temprano y me tuviste todo el día con la pala y moviendo rocas.

Fue un día tan cansado y en donde me di cuenta de que había perdido tanta condición física por todo ese tiempo en la biblioteca. Pero se compensó con una rica comida en una canasta y descansar recargado en el regazo de una bella dama. Al principio me negué pero me dijiste que me lo merecía por ayudarte tanto con eso.

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–Edward... ¿y si yo te dijera...? – se detuvo de pronto ella cual si le costara mucho trabajo.

–No te entiendo –respondió el muchacho sosteniendo el emparedado con los dientes.

–¿Has pensado que tal vez nunca regresemos?

–No... –se levantó un poco para quedar sentado en el suelo frente a ella. –Nunca pensé en eso.

–Pero es que ya ha sido mucho tiempo. Tal vez no exista la forma de...

–Existe–le interrumpió él con un gesto convencido –Sé que existe y que en este momento mi hermano, el verdadero Alphonse esta buscando la manera de encontrarme para que estemos juntos. Sé que él también se esta esforzando mucho y aunque nos lleve toda la vida vamos a estar juntos de nuevo.

Solaris sostenía algunas semillas en su mano y con delicadeza las arrojó sobre la tierra recién tratada.

–Pero es que... tal vez deseo encontrar un lugar y una persona para mí. Tal vez quiero ver crecer estas flores y cuidarlas durante mucho tiempo. Tal vez quiero una vida.

Sobre la mano falsa, la mujer dejó caer un par de semillas que Edward no pudo sentir. Un toque tan delicado que no lo percibía su brazo falso. Las cambió de mano para sentirlas y mirarlas un poco y darse cuenta de que ese era el tipo de cosas que alguien deseaba.

Ese era el tipo de momentos que una persona buscaba, ir caminando a lo largo de la vida recogiendo pequeños pedazos de felicidad hasta llenar el corazón.

Y que tal vez tendría que recorrer el mundo entero en una vida completa para trata de regresar con su hermano.

De poder encontrar una manera, enviaría en ese momento el mensaje a su hermano que parara de buscarlo. Que ambos deberían aceptar aquellas vidas y jamás volver a verse.

Pero no podía, y una promesa lo ataba.

–Tienes razón –le dijo haciendo un pequeño hoyo en la tierra con el dedo poniendo las semillas ahí – tienes derecho a vivir en donde quieras y con quien quieras. Y yo no debo ser un estorbo en eso. Ya no tienes que estar conmigo. –mencionó esto ultimo mirándola directamente a los ojos.

–¿Ed?

–Te libero de esa promesa, y ya eres una humana, ya no tienes que cuidarme o seguirme. Estoy seguro de que encontraras una vida feliz en este lugar y de que llegado el momento podrás olvidarte de todas esas cosas malas de antes. Lujuria... digo, Solaris: Déjame continuar con mi camino, déjame seguir caminando y quédate aquí a haz tu vida que tanto deseas.

–Pero eso no era...

–Yo buscare y encontrare a mi hermano y cuando encuentre la forma de volver a nuestro mundo te buscare y te ofreceré la oportunidad. Aunque estoy seguro que para entonces no querrás saber nada sobre eso.–una sonrisa un poco exagerada rascándose la nuca. Pero después abandonó la pose tranquila y con una mirada sería le dijo– Yo aun tengo una de mis propias piernas y una prestada y debo seguir caminando. Espero que seas feliz en esa vida que tanto deseas y que tus flores crezcan mucho.

El joven se levantó lentamente y se sacudió un poco el polvo. Terminando de comer aquel emparedado.

–Fue un placer conocerte, Solaris.

Y después se alejó lentamente de aquel huerto. Mientras la mujer lo miraba solo irse sin tratar de detenerlo.

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Me mude a la casa de Heydrich para trabajar de manera más cercana con él y los cohetes. Extrañamente a partir de ese momento deje de sentir esa emoción por trabajar en los cohetes. Ese sentimiento de verdadera urgencia por regresar. Quería volver con mi hermano, eso es seguro. Pero no sentía esa extraña apuración de antes. Como si aquello que me esperara no fuera tan inminente.

Estaba cerca, tan cerca como para detenerme un poco cada mañana antes de ir a trabajar. De darme un momento de mirarte esperando a que sonrieras durante ese corto instante como tanto me gustaba. Pero nunca lo hacías, nunca sonreías para mí.

Y entonces comenzó toda aquélla nueva aventura, sobre esos locos conquistadores del Shamballa

Ho, una escala en el camino, recuerdo mucho esta estación, por aquí pasé tantas veces cuando viajaba con Al. Creo que iré por algo de comer y espero encontrar a esa florista de antes, quiero llevarte uno de esos ramos de rosas tan rojas como te gustan. Después de todo, tengo algunos minutos.