¡Hola a todos!, acá estoy, con un nuevo fic de Harry Potter y Naruto. Es el primer fanfic en español que escribo acá en Fanfiction, y era algo que tenía en mi mente hace algunos días y quería publicarlo ya que no he visto casi nada similar entre los crossover de estos dos géneros.
Primero que nada, las parejas. Será Kakashi y Anko, más tarde Harry y Hermione y Ron y Lavender.
Planeo hacerlo un fic largo, que cuente mi punto de vista con Kakashi como profesor y protector de Harry a través de los años en Hogwarts. Pero eso solo si a ustedes les gusta. Sé que el prólogo va a ser aburrido, pero el siguiente capítulo será más interesante.
Bueno, basta de charla y vamos al prólogo.
Prólogo
La familia Potter era considerada una de las más normales y amables en el pueblo, aún incluso si apenas se hubieran mudado hace algunos años. Todos lo creían, no había nadie que hablara mal sobre los Potter, aún si los muggles no conocían su verdadera naturaleza. Por supuesto que todos sabían acerca de Harry, su primer y único hijo que ahora rondaba su primer año de vida. El pequeño era el reflejo de ambos padres mezclados, tenía los ojos de Lily y el cabello y el perfil de James además de ciertas otras características propias de ambos Potter.
Pero aún teniendo un solo año, Harry Potter había sido testigo de la prematura muerte de sus padres. Un asesinato a sangre fría, cometido por el mortífago más perverso y temible del mundo mágico: el Innombrable, Voldemort. Aún así, de manera muy extraña, había conseguido escapar a la inevitable muerte que lo acechó por un pelo y ningún muggle supo cómo, pero allí estaba. Durmiendo entre las sábanas de su cuna, ausente a todo lo que les ocurrió a sus padres.
Ahora todos lloraban la muerte de Lily y James Potter, reunidos como en un funeral frente a la entrada de la casa. Se escuchaban murmullos y plegarias, un hombre con con capa negra los guiaba por las oraciones con tono melancólico. No estaban vestidos para la ocasión, pero la simple presencia en un momento tan doloroso bastaba para los más íntimos amigos de la familia.
Luego de algunas horas, los magos vecinos se marchaban a casa con rostro triste y soñoliento. Y solo tres hombres y una mujer permanecían allí , los primeros dos que se consideraban cercanos a la familia, el otro enviado por Albus Dumbledore para ocuparse del ahora húerfano Harry y la joven bruja por asuntos de aurores. Estaba en su deber ocultar las ruinas.
Uno de ellos tenía el cabello plateado, alborotado y algo largo, aunque sólo le llegaba a la mitad del cuello. Sus dos ojos antes serenos y bondadosos mostraban una gran tristeza aún si su color negro ocultara cualquier pizca de que iba a llorar. No lo haría, de hecho se había prometido que jamás lloraría desde la muerte de su hermano menor y ahora no sería una excepción.
—Kakashi —susurró una voz suave detrás del hombre intranquilo—. Se avecina una tormenta, deberíamos irnos.
El hombre podía sentir como un fuego ardiente le subía por la garganta, quería desahogarse, quería romper en llanto y culparse a sí mismo por no haberle advertido a los Potter del peligro en que se ponían por vivir en un pueblo poco protegido. Pero no lo hizo. En cambio, tragó con fuerza y respiró tratando de no pensar en aquello y, al mismo tiempo, culpando al Innombrable por lo ocurrido. Pero fue inútil: la imagen de James y Lily cuidando del pequeño Harry era algo que carcomía su alma.
—¡Kakashi! —insistió la mujer elevando un poco la voz—. El pequeño puede enfermarse si nos quedamos afuera.
Esta vez hubo un estremecimiento por parte de Kakashi, cuyo cuerpo se sacudió con un ligero escalofrío. Pestañeó dos veces y se acomodó la máscara para que cubriera la mitad de su rostro. Luego, se giró con ambos puños apretados por su propia rabia. La tristeza había cambiado en algo mucho más... intenso, había reconocido que Voldemort tenía la culpa, no él.
—Ya te oí. No hace falta elevar la voz. No estoy sordo, ¿sabes? —dijo y apartó la mirada de la mujer y la depositó en el hombre que sostenía el bebé—. ¿Qué hay del pequeño?.
—Tenemos dos opciones: o lo dejamos con la Orden por un día, donde sabemos que estará seguro o Anko lo cuidará momentáneamente. En todo caso, tú decides Kakashi, yo no me siento capaz de tomar una decisión ahora mismo.
El hombre en cuyos brazos dormitaba Harry Potter tenía una apariencia similar a la de un perro viejo y flacucho. Cabello negro y desordenado, ojos grises profundos y ojeras bajo sus ojos, como si no hubiera dormido en días. Al menos su vestimenta de lejos parecía lo bastante normal y limpia como para pasar como una persona decente, pero aún así se notaba vieja si uno se acercaba mucho. Su nombre: Sirius Black.
—La Orden lo cuidará —decidió casi inmediatamente—. Luego, Hagrid irá por él.
Anko se encogió de hombros decepcionada. No conocía mucho a los Potter, ni siquiera había visto al pequeño Harry antes. Pero quería protegerlo, se sentía capaz de hacerlo. No porque quisiera fama por haber cuidado a Harry ni porque le haría algún daño. Simplemente le agradaban los niños, y al ver a un bebé indefenso e inocente le partía el corazón. Pero no le molestó la falta de confianza por parte de Kakashi, él era uno de los pocos que no confiaban del todo en ella. Aún si hacía varios años que logró escapar de aquel trabajo como una de los mortífagos de Voldemort e ingresó a la Orden del Fénix como auror.
—Estoy de acuerdo —acotó Hagrid palmeando la espalda de Kakashi con fuerza—. No te preocupes Kakashi. Estoy mas que seguro que encontraremos un buen hogar para Harry.
Kakashi miró de reojo al gigante. No estaba de acuerdo con aquella última oración y sabía que no había nadie en el mundo que pudiera reemplazar a James y a Lily. Pero decidió no hacer visible su preocupación y le asintió a Hagrid con medio rostro oculto tras la máscara. Pero aunque tuviera su rostro cubierto, nunca podía dejar de sorprenderse por la altura de Rubeus Hagrid, ni por su apariencia.
Hagrid era dos veces más alto que un hombre normal y al menos cinco veces más ancho. Tenía un cabello largo y enmarañado, de color negro; una barba que le cubría casi todo el rostro; las manos eran enormes y sus pies, cubiertos por botas de cuero, eran como dos perros de tamaño promedio.
—Sirius, ¿podrías llevarlo en tu motocicleta?.
—Por supuesto, aún tengo una larga noche de trabajo y la Orden es mi próxima parada. Además, creo que tampoco me uniré a las celebraciones así que no tengo excusa —explicó Sirius con tono cansado—. Ustedes deberían relajarse, traten de dormir.
—No podría dormir ni aunque bebiera un Filtro de muertos en vida —dijo Kakashi masajeando los músculos de su cuello por un momento—. Sí, creo que necesito un buen vaso de Brandy. ¿Nos acompañas Anko?.
Anko negó con la cabeza, obviamente disconforme con la actitud del auror. Ella era una chica muy atractiva, de 17 años de edad y de tez blanca. Su cabello púrpura se encontraba recogido en una cola de caballo, cosa que resaltaba aún más sus rasgos faciales como sus lindos ojos castaños. Llevaba una túnica de viaje negra, que cubría totalmente su cuerpo en caso de que lloviera.
—No puedo. Debo ocultar este lugar por el bien de todos. Sabes que los muggles no deben ver esta casa ni lo que ocurrió aquí dentro —explicó Anko mientras sacaba su varita.
Kakashi quiso reírse en ese momento, pero ni contaba con las ganas ni quería despertar al bebé. Por lo que se le acercó a Sirius con decisión.
—Cuida del pequeño. Yo iré al cuartel en cuanto pueda —dijo aburrido—. En cuanto a ese Brandy... ¿puedo pedir la botella entera?.
Los señores Dursley subían a su cuarto, con la mera intención de acostarse. La señora Dursley pasó primero por el cuarto de baño ya que dijo que tenía que calentarse las manos con la canilla, cosa común que hacía cuando tenía frío, porque aquella era una noche fría pero espléndida. Aún si el día de ayer hubiera amenazado con llover de madrugada las nubes se habían despejado rápidamente y la lluvia no arruinó los planes de ninguna familia de Privet Drive.
Pero el señor Dursley sintió un escalofrío en la columna cuando pasaba junto a la ventana. Un poco inquieto, miró a través del cristal y encontró al mismo gato de la mañana, pero ahora un perro gris se sentaba junto al otro animal. Lo que más le sorprendió era que estuvieran allí, inmóviles y sin intención de pelear entre ellos, y sus ojos se concentraban en su gorda figura. Por un momento creyó que lo estaban vigilando, pero luego sacudió su cabeza y gruñó: "¡Tonterías!" antes de alejarse de la ventana y recostarse en la cama.
Poco después, su esposa se recostó con él y ambos se quedaron dormidos. Vernon lo hacía en un sueño intranquilo, donde tenía una ligera pesadilla sobre los raros personajes con túnicas ridículas apuntándole con sus dedos y persiguiéndole.
Abajo, cerca de la casa, el perro comenzó a agitar la cola y a jadear en cuanto percibió la figura de un anciano aproximándose por la calle iluminada. Pero el gato le reprimió con un ligero: "¡Chist!" justo en el momento en que las luces eran tragadas por el extraño aparato en las manos del anciano de cabello blanco y barba larga. Era alto, delgado y muy anciano y usaba ropa larga, una capa color púrpura que barría el piso y botas de taco alto y hebillas. Sus ojos azules, cubiertos por unos anteojos con forma de medialuna, se clavaron en ambos animales a medida que se acercaba. Su nombre era Albus Dumbledore.
Se detuvo, sentándose junto a los animales que lo recibían de forma muy diferente. El perro parecía más animado, pero el gato se mantenía tieso y severo, como si aquella presencia no le incomodara en lo absoluto. Guardó el encendedor de su mano dentro de la túnica y giró su rostro hacia ellos, apuntándolos con su nariz larga y torcida.
—Que gusto verlos aquí, profesora McGonagall, Kakashi —dijo y observó con atención como los animales cambiaban de forma y adoptaban una figura humana.
La mujer tenía aspecto severo, anteojos de montura cuadrada y manchas alrededor de los ojos. Vestía una capa de color esmeralda y tenía su cabello negro atado en un rodete. Miró a Kakashi quien observaba las estrellas y luego a Dumbledore.
—Me sorprende que nos reconociera.
—Debo decir que a usted la reconocí de inmediato, profesora. Pero la actitud de Kakashi me desconcertó un momento —dijo y sus palabras sonaron como una pregunta.
Dirigió sus ojos azules a los negros de Kakashi, quien continuó viendo las estrellas con aire pensativo.
—Solo quise aparentar por si las dudas. Es mi trabajo el confundir a los enemigos —explicó asustando un poco a McGonagall—. En todo caso, ahora que comprobé que era usted y no un mortífago con una poción multijugos, puedo relajarme.
Dumbledore asintió sonriente, su rostro no podía ocultar la impresión por pequeña que fuera. Aquella era una habilidad extremadamente rara en un auror: Kakashi podía reconocer las ondas cerebrales que los magos emitían al realizar algo de magia. Y, aunque Dumbledore no había movido su varita ni por un segundo, había llegado a Privet Drive con una aparición.
—Le he estado preguntando a Kakashi sobre los rumores y no me ha respondido. Me dijo que usted me aclararía las dudas —dijo y fulminó con la mirada a Kakashi por un momento, quien ni se inmutó—. Dicen que ayer el Innombrable apareció en el valle de Godric. Fue a buscar a los Potter. El rumor es que Lily y James Potter están... están... que ellos están muertos.
Kakashi apretó los dientes con rabia y tristeza y descendió su vista hacia el suelo. Dumbledore simplemente inclinó la cabeza en respuesta. La profesora lo miró boquiabierta.
—Pero eso no es todo. ¿Cree que James y Lily murieron así sin más?. Voldemort caminó hacia su casa con el único objetivo de matar a Harry Potter, pero ellos lo detuvieron. Son héroes y no hay que estar triste por ellos. Ellos... han dado sus vidas por su hijo —Kakashi habló impasible, su tono grave y pesado daba a entender la tristeza en sus palabras.
Todo lo que dijo fue verdad, pero aún así no se creía ni la mitad de sus palabras. Estaba de acuerdo en que habían sido héroes y que Harry era un héroe también, aunque fuera solo un bebé. Porque resultaba impresionante el hecho de que Voldemort encontrara su fin antes de poder tocar al bebé.
Pero parecía que aquello no le importó mucho a McGonagall, quien solo ahogó un grito al oír que Kakashi pronunciaba el nombre del mago tenebroso.
—No le tenga miedo al nombre profesora, es solo una tontería el hecho de no pronunciarlo.
Kakashi asintió convencido de lo que decía Dumbledore era justo lo que los demás debían hacer. Tenerle miedo al nombre solo acrecentaba el miedo a la persona. De repente, se puso de pie y caminó hacia la acera de la calle con las manos en los bolsillos, como si esperaba que algo apareciera frente a él.
—Es fácil para usted decirlo. Considerando que era el único al que él le temía.
—No es así profesora McGonagall. Yo creo que solo me tenía algo de afecto por ser su antiguo profesor —dijo Dumbledore sonriendo por su propia broma.
La mujer elevó una ceja decepcionada, no había venido a escuchar tonterías ni actos de modestia. Había un tema más importante que quería discutir.
—A propósito —dijo la profesora dirigiendo su mirada al anciano—. Me imagino que no me dirá el motivo del porqué, de entre todos los lugares, nos haya citado aquí.
—Hagrid vendrá pronto con Harry. Vine a entregarlo a su tía y tío. Ellos son la única familia que le queda ahora.
—¿Acaso se refiere a los muggles que viven aquí? —preguntó boquiabierta mientras se ponía de pie de un salto—. Dumbledore... no puede. ¡Los he estado observando todo el día y ellos son los peores muggles de toda Inglaterra! —gritó, realmente sorprendida con la decisión de aquel anciano—. ¿Qué hay de Kakashi o Anko?, ¡cualquiera de ellos podrían cuidarlo bien y...!
—No —interrumpió Dumbledore—. Kakashi tiene asuntos en el Ministerio. Y Anko... bien, confío en ella. Pero sin una figura paterna que la acompañe, me temo que no sería beneficioso para el muchacho. Además, les escribí una carta, ellos le explicarán todo cuando sea mayor.
—¿Cree que una carta podrá explicarlo todo? —preguntó McGonagall sentándose de nuevo contra la pared—. ¡Ellos jamás entenderán a Harry! ¡Será famoso... una leyenda!, ¡Escribirán libros sobre él!.
—Exactamente —dijo Dumbledore seriamente mientras la miraba por encima de sus anteojos—. Por ese mismo motivo deseo alejarlo de todo aquello hasta que sea mayor. ¿No cree que si lo exponemos ante todo eso podría trastornarlo o enloquecerlo?.
—Tiene razón, pero no creo que Hagrid sea la mejor opción para traer a un bebé.
—No hable así de Hagrid, tanto Dumbledore como yo le confiaríamos nuestras vidas si debiéramos —dijo Kakashi sin darse vuelta.
McGonagall abrió la boca para discutir, pero justo en ese momento un ruido sordo la detuvo. A medida que crecía, ambos miraban a ambos lados de la calle, buscando alguna luz. Pero Kakashi se mantuvo inmóvil, siempre mirando hacia el frente con sus manos en los bolsillos.
Un rugido sobresaltó a la mujer, y justo después el sonido de una motocicleta se hizo presente. Poco a poco, la motocicleta descendió hacia el suelo y se detuvo frente a Kakashi. El hombre peliplateado, sonreía bajo su máscara al gigante quien le devolvió la sonrisa.
Con dificultad, bajó de la motocicleta y se acercó a Dumbledore. Sus brazos grandes y musculosos cargaban un pequeño bulto.
—Hagrid —Kakashi dijo con un alivio que Albus compartía—. Asumo que Sirius te prestó esa motocicleta, ¿no?
—Así es. Por suerte, no tuve problemas en trasladarlo de la Orden. Aunque casi todos estaban celebrando, Sirius se mantuvo con él para cuidarlo. Además, Anko terminó bien el trabajo. Ningún muggle sabe que ocurrió con los Potter y la casa se encuentra bien oculta —explicó a Kakashi con una sonrisa cansada.
Entre tanto, Dumbledore y McGonagall se acercaron para observar el pequeño rostro de Harry. Bajo una mata de pelo azabache, pudieron reconocer la cicatriz con la forma de un rayo.
—¿Fue allí? —susurró la profesora.
—Sí —respondió Dumbledore—. Tendrá esa cicatriz para siempre.
Antes que McGonagall pudiera preguntar algo, Dumbledore suspiró y tomó en brazos al pequeño. Hagrid no perdió la oportunidad de besarle la frente antes de que se lo llevara y la profesora lo miró algo disgustada.
Curiosamente, Hagrid se contuvo de llorar. Pero Kakashi parecía triste también por la despedida. No sabía si lo vería algún día, pero le había hecho una promesa a James y a Lily en una ocasión: lo protegería con su vida.
—¿Hace mucho que llegaste? —preguntó Hagrid, llamando su atención.
—Hace una hora —respondió enojada McGonagall—. ¡Yo estuve todo el día aquí y él se toma el descaro de llegar en el último momento!
—Lo siento profesora. Pero camino aquí encontré un cachorro que estaba atrapado en un pozo, y tuve que detenerme a salvarlo —mintió Kakashi con una sonrisa modesta.
La mujer elevó ambas cejas sin creerle una sola palabra de lo que decía. Ya conocía las "Excusas" de Kakashi Hatake y su creatividad para inventarlas. Era algo por lo que era legendario en el trabajo, pues había evitado que lo despidieran en varias ocasiones. El Ministro de magia, era un hombre paciente con Kakashi y lo consideraba como uno de los mejores aurores. Era por eso que no lo despedía.
Volteándose un momento, vio como Dumbledore depositaba al bebé en la entrada de la puerta y dejaba la carta sobre su cuerpo. Kakashi suspiró y le palmeó la espalda a Hagrid, antes de caminar hacia el final de la calle oscura.
—¡Kakashi! ¡Me imagino que aceptarás mi propuesta de convertirte en profesor de Hogwarts! —Dumbledore exclamó desde la lejanía.
Hatake sonrió y levantó su mano agitándola una sola vez.
—¡No por ahora! ¡pero ya le avisaré en algunos años! —respondió desapareciendo en la oscuridad de la noche.
No sabía si realmente quería ser profesor. Pero la idea sonaba atractiva, y si podía proteger a Harry cuando llegara a Hogwarts entonces cumpliría su promesa.
Bien hasta acá llega el prólogo. Espero que pueda ser interesante y le den una oportunidad, porque planeo hacerlo mejor.
Para el fic, me basé en algunas partes del libro. Pero he modificado varias cosas. Y esto no lo voy a hacer en el capítulo que viene, ya que la historia será original y un AU.
Bueno, estén atentos para el capítulo 1 y espero que puedan dejar reviews!.
