JAMÁS…
- ¿Por qué me evitas Hermione?
- No lo hago- contestó esquivando su mirada de color verde esmeralda, aquella que ya conocía demasiado bien.
Un silencio incómodo reinó al instante, pero duró unos escasos segundos, mientras Hermione Granger levantaba la cabeza y miraba al frente, a aquella persona que la miraba sin pestañear con cara de furia.
Sus ojos se achicaron en un intento de mirar un poco más allá del iris, un poco más a fondo, más allá incluso; no, un poco más… Eso es, como si quisiera sacar uno de sus ojos y mirar si en su globo ocular, tras la pupila, sobre el nervio óptico estaba escrita la palabra del sentimiento que reflejaba esa mirada, pero fracasó…
- Puedes confiar en mí, lo sabes, ¿verdad?
-Pues claro que lo se, es solo que…
Su mano se posó sobre el hombro de la insegura castaña, acariciando su pelo con una suavidad tal, que se le puso la piel de gallina.
- Estoy aquí, a tu lado, ¿Qué es lo que te ocurre?
- El caso es que no me ocurre nada- volvió a contestar.
Si supiera lo que en realidad pasaba por su cabeza quizás no querría volver a verla, o quizás dejaría de hablarle simplemente. No quería arriesgarse a algo tan drástico, la necesitaba en su vida. Era ese engranaje sin el cual el reloj no da la hora; esa pieza del puzzle imprescindible para que tenga sentido haber perdido días, incluso meses, montándolo; era esa parte feliz de su vida, la voz que la despertaba cada mañana cuando se le pegaban las sábanas, el rostro, el único, que necesitaba ver nada más despertar… Era simplemente ella.
- ¡Despierta Hermione! Dime de una vez por todas que te pasa.
Jamás… Ginny Weasley jamás sabría que Hermione estaba enamorada de ella desde hacía más de un año. Jamás le haría algo así…
"Ojalá supiera lo que te pasa Hermione… Me tienes tan preocupada, no soportaría perderte. Eres imprescindible… Jamás… No, jamás…"
