EL DIARIO QUE DRACO ESCRIBIÓ SIN SABERLO

Capitulo 1 El hallazgo

A Harry Potter no le interesaba la vida de Draco Malfoy. No, al menos, su vida personal e intima: sus pensamientos o sus memorias. Sin embargo, pocas son las personas que se encuentran un papel escrito y no lo leen, si es que este contiene los secretos de otro, incluso aunque ese otro sea un completo desconocido. Y Harry Potter podía ser un chico especial, pero humano al fin y al cabo. Así es que cuando Ronald Weasley saltó a su cama con una sonrisa burlona en los labios y un pergamino repleto de confidencias sobre su peor enemigo, Harry no pudo evitarlo.

-¿De dónde has sacado eso? –inquirió, tratando de mostrar indiferencia, pero claramente conmocionado.

-¿Y eso que importa? –Harry le sostuvo la mirada y Ron cedió –¡Lo encontré en medio de un pasillo, ni siquiera recuerdo cual!

-¡Pero lo que pone aquí no es cualquier cosa! –exclamó Harry, todavía muy afectado.

-Ya lo sé, ahí está su encanto. –Ron guiñó un ojo y se pasó la lengua sobre los labios, como si en lugar de un pergamino contemplara un tembloroso y brillante flan.

-Bueno, déjamelo.

-Sí, guardalo, con esto tendremos para chantajear a Draco durante años. ¡Que digo¡Durante el resto de su vida! –Ron bajó de un brinco de la cama. -Voy a buscar a Hermione. –dijo alegremente.

-¿Se lo vas a contar? –Harry seguía en su cama, se desvestía mientras bostezaba, dispuesto a ponerse el pijama y, quizás, a releer aquel pergamino que le había dejado tan impactado.

-¡Que va! Ya sabes como es Hermione, empezará a decir que estamos invadiendo la intimidad de una persona y le dará igual el hecho de que sea Malfoy. –Ron se estiró y emitió un gruñido. –Además, –dijo desordenandose el pelo con la mano–, el pequeño secreto de Malfoy hará que sienta lástima hacia él y, quien sabe, lo mismo se plantea crear una especie de Asociación de Apoyo a los Ocultos en el Armario. –Harry sonrió falsamente, pero su amigo estaba ensimismado, parecía haber caído en un pensamiento dulcísimo y Harry apostaba a que se trataba de Hermione y su temperamento, que en el fondo colmaban al Weasley en sus emociones contradictorias. –Ah… que exasperante es¿no crees?

-Si… -el moreno se tapó con las sábanas, y se rascó la nuca. Estaba bastante intranquilo y deseaba que Ron se marchara de allí.

-Buenas noches –dijo Ron dirigiendose hacia la puerta –Espero que el descubrimiento no te de pesadillas… -hizo una mueca indefinida –Ya sabes, extrañas.

-Eso espero. –corroboró Harry, laconicamente. –Hasta luego. –y Ron cerró la puerta tras él.

Harry sabía que para el pelirrojo sería horrible descubrir que Harry tenía una similitud enorme con Malfoy. Cogióel pergaminoentre las manos y empezó a releer:

10/04/05

Mi nombre es Draco Malfoy. Soy un mago que desciende de una estirpe de mortifagos cuyo orígen se remonta hasta un punto al que yo no puedo alcanzar. En mi vida estoy orgulloso de una sóla cosa: de mi sangre. No se que sentido tiene, en realidad, estar orgulloso de algo así. Intuyo que hay cosas más importantes, pero no se identificarlas.

Dedico mi tiempo a los demás, pero en el sentido más insolidario e intolerante que uno pueda imaginar, soy feliz en tanto los hago infelices, lo que descubre, en realidad, mi propia incapacidad para ser feliz. Así de sencillo.

Hoy he descubierto algo de mí que en realidad ya sabía. Es como cuando pasas un tiempo sintiendote mal y vas al médico cuando ya no queda más remedio y, obviamente, no te sorprende que te diga que estás enfermo. En mi caso ha sido como cruzarme con el doctor en medio del pasillo y encontrarme obligatoriamente sentado en la consulta. Hoy me he duchado tras el entrenamiento de quiditch y, mientras el agua caía sobre mí y mis compañeros, Blaise Zabini se ha estampado contra mí con los ojos llenos de espuma, él no le ha dado la menor importancia, pero yo he tenido que salir corriendo ante la irremediable reacción física al roce. Estaría más tranquilo duchándome en los baños femeninos.

Harry resopló, y se frotó las sienes. Aquello bien podría haberlo escrito él mismo, se refería, claro está, a los últimos ocho párrafos.

Pero habían cosas que no le encajaban en aquellas confesiones: en primer lugar, él no se imaginaba a Malfoy escribiendo un diario, (aunque eso era una opinión personal, así que no tenía demasiado fundamento), en segundo lugar, no se imaginaba a Draco perdiendo semejante información y mucho menos llevandola alegremente en su bolsillo, (aquello si tenía una base consistente, Malfoy podía ser destestable, pero no era imbécil, ni mucho menos descuidado) y, en tercer lugar, había algo en el estilo de aquella escritura que creaba serias dudas añadidas: demasiada madurez.

Además de aquellas hipótesis acerca de la posibilidad de que aquello lo hubiera escrito Malfoy, estaba la imposibilidad de que aquello lo hubiera escrito otro alumno en una especie de venganza. Pues, de ser algo así, la necesidad de los primeros párrafos acerca de su vida era nula, aunque podría haberse añadido para hacer más creíble que aquello fuera escrito por Malfoy.

Harry se levantó de un salto y recorrió la habitación frotandose el mentón ¿qué era, exactamente, lo que le costaba creer? Estaba claro: le costaba creer que Malfoy también era gay. Pero aquella era una cuestión estúpida porque, si él mismo era gay¿por qué no podía serlo Malfoy¿acaso tenía que responder a algún perfil o algún estereotipo¿es que tenía que hablar con voz gangosa y estúpidos ademanes¿o recoger florecillas por los jardines de Hogwarts, para parecer gay? Él, Harry, no era así. ¿Por qué tendría que serlo Malfoy? No tenía ningún sentido, podía ser odioso, varonil, y tener, (o al menos demostrar), una escasa sensibilidad y, con todo, serindudablemente homosexual.

Así que Harry Potter se enfadó soberanamente, ya que él mismo (que siempre había estado seguro de que la dudosa atracción que despertaba en él el sexo femenino andaba lejos, precisamente, de la palabra sexo.) se descubría gay y resultaba que el único chico que conocía de su misma condición era su más aférrimo adversario. Totalmente encolerizado maldijo que las personas ocultaran sus verdades, (incluído el mismo), y que todos los hombres del mundo no se prestaran a la posibilidad de ser conquistados por otro hombre o que, de ser así, nunca uno pudiera saber con que tipo de hombre trataba. Pero no se podía pedir que los gays llevaran un cartel en la frente. Ni siquiera él podía permitirse poner en conocimiento de nadie su propia condición.

Con todo esto, Harry no tenía ni la más remota idea de que aquello no acabaría ahí. Pues a la mañana siguiente, cuando se dispusó a sacar el pergamino de debajo de su almohada para guardarlo en un lugar más seguro, se le cortó la respiración.

-¿Pasa algo? –le preguntó su mejor amigo, que se paseaba en ropa interior buscando un calcetín.

-Ven aquí –susurró Harry, intentando no llamar la atención de Neville y Seamus, los únicos que todavía no habían ido a desayunar a parte de ellos. El pelirrojo soltó un grito de victoria cuando encontro el calcetín arrugado e incrustado en un libro.

-¿Cómo habrá llegado hasta ahí?

-Ron, ven. –volvió a murmurar Harry, apretando los dientes. Por suerte para cuando Ron exclamo: qué demonios te pasa, Neville y Seamus ya estaban saliendo por la puerta. -¡Que te calles y te acerques¡no quiero que se entere nadie! –exclamó el mago, enrabietado. Se levantó y en tres zancadas llegó a la puerta, la cerró y la bloqueó.

-A veces das miedo. –Sentenció el pelirrojo.

-¡El pergamino¡Ya no es uno¡Son varios! –Ron frunció el ceño.

-¿Qué?

-¡Que se ha multiplicado, durante la noche!

-Pues que extraño, con una ya era suficiente. Bueno, así podemos repartilos por el colegio.

-¡No, no, no! –gritó Harry, sacudiendo los pergaminos en el aire. -¡No son copias¡Son nuevas memorias!

-¡Que dices!

-¡Pues eso, es como si Malfoy hubiera continuado escribiendo esta noche y hubiera dejado los pergaminos nuevos junto al primero! –Ron miraba a Harry estupefacto, se acercó a él y cogió los pergaminos.

-¿Y qué es lo que pone ahora? –Harry sonrió de lado pues, por qué no admitirlo, estaba deseando leerlo.