Hola a todos,

hace mucho tiempo que no hago esto. Antes solía entrar en esta página cada dos minutos para leer, para actualizar, para comentar... pero con los años dejé de hacerlo. No dejé de escribir, pero ya no lo hacía con la misma frecuencia.

La historia que quiero crear ya la había intentado escribir hace unos años. Empecé a publicarla en esta misma página y recibí reviews en cada capítulo. Pero la abandoné y con ella la ilusión. Meses atrás volví a encontrarme con ella, como si fuera una vieja amiga, y la inspiración despertó en mi. Quise darle una nueva oportunidad y volver a escribirla. Por eso la he titulado "Leyenda Digital 2.0".

Tengo un as en la manga, tengo algunos capítulos escritos. Y su esto funciona, la historia gusta, seguiré con ello intentando recuperar una parte de mi que quería perdida. Y si no vale para nada simplemente la volveré a enterrar.

Aunque al menos lo habré intentando.


1. La noticia que revolucionaría al mundo

Parecía que el tren de Tokio a Odaiba no iba a llegar nunca. Takeru ya no se acordaba de cuantas veces había leído, corregido, releído y vuelto a corregir el artículo que debía presentar a su jefe en cuanto llegara. Era un artículo francamente aburrido sobre la evolución económica de la región durante el último mes debido a una nueva reforma laboral. Por eso había tenido que ir a vivir a Tokio unos meses mientras investigaba de qué se trataba la reforma y su impacto. ¡Menos mal que ya estaba de vuelta! Tokio era demasiado bullicioso para él, ruido y humo, y nada más.

Takeru Takaishi había crecido y, por fortuna o por desgracia, había escogido el mismo futuro laboral que su madre: el periodismo. Durante sus años de secundaria las letras habían despertado algo dentro de él, arruinando todas las expectativas de convertirse en un famoso jugador de baloncesto. La escritura le había llamado. Después de ganar varios premios y ya en la universidad se encontró a sí mismo con apuntes de periodismo en sus manos. Y feliz.

Ahora ya trabajaba. No era un famoso reportero ni un aventurero que iba detrás de las exclusivas arduamente. Era un periodista más en "Última hora Odaiba". Eso no significaba que él fuera un escritor mediocre, en realidad tenía bastante talento, pero su oportunidad aún no había llegado. O eso creía él.

Al sonar el pitido que indicaba la llegada a Odaiba Takeru tomó su equipaje y se dirigió a la salida de aquel infernal método de transporte. Deseaba tomarse un café y regresar a su pequeño departamento. Pero no podía. Antes tenía que ir a la editorial del periódico y entregar el trabajado pero aburrido artículo. Tomó un taxi justo delante de la estación y tras darle la dirección se sentó cómodamente en el asiento de atrás. Casi se durmió mientras el taxista le llevaba por las calles tranquilas de su ciudad. Al bajar agradeció el viaje y pagó con yenes la cuenta. Luego miró el edificio de la editorial y tomó aire profundamente.

Entró en el edificio, tomó el ascensor y llegó a la planta del despacho de su jefe. Éste debía estar esperándolo, ya que la había hecho una breve llamada antes de salir de Tokio. Saludó a unos cuantos conocidos y luego entró en el despacho más grande de todos. Cuando la puerta se abrió el hombre que estaba sentado en el escritorio levantó su cabeza.

-Takaishi- saludó tranquilamente mientras extendía su mano hacia Takeru. Como era su costumbre de recoger los artículos. Takeru sacó de su bolsa el artículo impreso con sus correcciones a tinta encima. El hombre al ver las correcciones carraspeó sin decir nada. Takeru tragó saliva mientras seguía de pie, paciente esperó a que el jefe hubiera acabo de leer el artículo.

El jefe terminó en pocos minutos. Asintió. –Dáselo a Misae y que salga mañana. Eso es todo- sin decir nada más el hombre volvió la vista a sus papeles. Takeru asintió en silencio y se encogió de hombros. Se giró decidido a salir de la sala y llegar de una vez a su casa. Tanto trabajo para un simple asentimiento. ¿De verdad trabajaba en el sitio adecuado? Justo antes de que el joven pudiera tomar el pomo de la puerta el hombre mayor le llamó.

-Espera Takaishi…- dijo levantando lentamente su cabeza. -¿Cuántos años tenias en 1999?- le preguntó. Takeru frunció el entrecejo ante semejante pregunta.

¿1999? Ese fue el año de…

-Ocho, Sr. Murakami – contestó Takeru mientras su corazón empezaba a latirle fuertemente en el pecho. Los recuerdos de aquel campamento de verano tantos años atrás siempre le producían esa reacción en él. El corazón saltando de alegría al recordar momentos que jamás volverían a ocurrir. Momentos con ellos, con él…

- Suficientes. ¿Recuerdas los atentados de ese año?- preguntó. ¿Qué si los recordaba? ¡Los habían causado él y sus amigos! Bueno, los había casado Myotismon mientras iba en busca de Hikari. Claro que los recordaba, podía enumerarlos uno a uno.

-Más o menos- para las personas corrientes seguían siendo un secreto, todo lo que había pasado no eran más que atentados sin resolver. El mundo digital era un mundo demasiado delicado para pasar a ser una atracción pública. Además, las puertas estaban cerradas. ¡Si se intentara explicar que existían monstruos creados a base de datos le tratarían de loco! –Recuerdo lo que dijeron, que fueron bombas y puede que un ataque de alguna banda armada- expuso. El hombre negó con la cabeza.

-Pareces un tipo listo Takaishi. Sé que no te crees eso, seguro que tú también vistes algo- dijo el hombre. A Takeru le saltó el corazón, ¿algo? Los hechos corrían por su mente rápidamente, como una cadena de explosivos, bombardeándole el cerebro. –Eras un crio y había monstruos, ¡no me digas que no te acuerdas de ellos!

-"Monstruos sí, pero digitales"- quiso decir, pero permaneció en silencio. ¿Hacía donde iba esa conversación?

-Mira Takaishi, yo iba en un avión cuando ocurrieron, volvía de un viaje con mi mujer y mis dos críos y una gran ave nos salvó de caer y morir aplastados. ¡Un ave! – Gritó entusiasmado- Dentro de dos semanas será agosto y se cumplirán 25 años de esos atentados. Te encargó a ti descubrir que pasó. –Takeru abrió descomunalmente sus ojos.

-Pero yo… yo no sé nada de ello- intentó explicar. El hombre le cortó.

-Todo lo que has escrito hasta ahora es pura basura. Eres bueno, sí, y te estoy dando la oportunidad de tener la mejor exclusiva. Tráeme la historia de los monstruos. Alguien debió grabar algo, fotos videos… ¡lo que sea! –el hombre golpeó la mesa. –Yo mismo tomé una foto del ave pero la maldita cámara se estropeó al caer al mar. –le miró fijamente. –Escoge, ¿quieres ser un periodista de verdad? Es ahora o nunca. ¿Quieres darme esta exclusiva, si o no?

Takeru estaba en shock, él sólo había ido hasta allí para entregar un artículo. Ahora debía traerle la historia de los atentados de Odaiba, es decir, de los digimons. La historia de Myotismon en el mundo real. Su historia… Pero ¿debía ser contada? ¿Podían, los humanos, convivir con la realidad de los digimons si ni siquiera podían convivir entre ellos?

-Mira, te lo pongo más fácil – dijo el hombre al ver el semblante sorprendido de Takeru. –O me tras la historia de mis monstruos o te despido. ¿Entendido?

Continuará...


Hasta pronto,

Kyo*