La estancia estaba en completo silencio, como solía ser en la mansión Kuchiki. Frente a Byakuya, Ichigo y Rukia esperaban que él alzara la voz para aclarar la razón de esa reunión. Sin embargo el moreno guardaba un sepulcral silencio manteniendo sus ojos cerrados. Ambos muchachos se miraron y se alzaron de hombros. Luego de varios minutos Byakuya abrió sus ojos, parecía haber estado planeando sus palabras. Aquello tampoco era fuera de lo común, pero el tiempo de espera traía a los chicos bastante expectantes.

-Kurosaki, primero debo reconocer que hiciste un gran trabajo y en nombre de la Sociedad de Almas debo agradecerte hacernos salvado –miraba al muchacho traspasándolo con la mirada, como miraban los nobles. –Has demostrado ser digno de formar parte de este mundo.

Ichigo se sonrió ladeado dándose ínfulas, mientras Rukia observaba a su Nii-sama con sorpresa. Nunca hubiera pensado que de su boca hubiesen salido esas palabras.

-No fue nada –dijo el pelinaranja con un gesto despreocupado.

Byakuya le lanzó una mirada fulminante indicándole que no había terminado.

-Sigues pareciéndome un mocoso insolente –aclaró –Pero creo que es el momento de dejar nuestras diferencias de lado. –Rukia abrió sus ojos si es que podía estar aún más sorprendida. –Dado tu desempeño y tu lealtad a la Sociedad de Almas he decidido permitir que te cases con mi hermana.

Ichigo se sobresaltó y Rukia abrió su boca cuan grande podía.

-¿¡Qué!? –gritaron al unísono.

El hombre enarcó una ceja al ver a ambos muchachos tan descompuestos.

-Este… no… no… ¿de qué estás hablando, Byakuya?

El moreno miró a Ichigo seriamente.

-Creo que ya es tiempo que saquen su relación a la luz con mi bendición.

-Nii-sama… creo que estás confundido… -murmuró Rukia.

Byakuya la miró severamente, la chica guardó silencio y bajó la vista a sus manos sobre las rodillas.

-Byakuya, verás… -Ichigo desvió la vista a su compañera –Nosotros… no… este… soy muy joven.

El moreno lo observaba con su habitual calma.

-Deja de balbucear, ¿quieres? –gruñó Rukia por lo bajo.

-Podrías ayudarme un poco, ¿no crees? –le respondió en otro gruñido.

-La edad no es un problema, pueden esperar. Un simple compromiso bastaría de momento. No hay apuro.

Ichigo lo quedó mirando nervioso. Él no estaba con Rukia, claramente. Solo eran buenos amigos. ¿En qué estaba pensando Byakuya? Miró a la morena junto a él que no era capaz de alzar la vista y su rostro estaba vuelto un tomate. Supuso que él tampoco debía estar muy pálido por el calor que sentía en sus mejillas.

-Verás, Nii-sama –Rukia no alzaba la vista y su voz era un suave murmullo.

Byakuya la miró severamente y ella se calló de pronto.

-Sí, Nii-sama.

Ichigo estaba atónito. Su amiga estaba dispuesta a tolerar cualquier decisión que saliera de la boca de su hermano. ¿Eso incluía incluso casarse con él?

-Rukia –la llamó, pero ella no se volteó muerta de vergüenza.

-No se diga más –sentenció el moreno y se puso de pie. –Debo reconocer que hacen una buena pareja. Pueden retirarse. Espero que respetes a mi hermana, Kurosaki.

Con un movimiento de mano les indicó que podían retirarse. Ambos muchachos salieron pitando de la estancia. Al cerrar la puerta ambos se miraron completamente rojos.

-¿Qué diablos fue eso? –murmuró el pelinaranja volteando hacia la puerta.

-Supongo que fui entregada como tu prometida… -suspiró Rukia con un gesto nervioso.

-Supongo… -Ichigo se volteó al frente –¡Al menos pudiste decir algo!

-¡Digamos que no lo mejoraste mucho con tus balbuceos, idiota!

-¡Al menos intenté decir algo!

Ambos bufaron y se cruzaron de brazos. Rukia comenzó a avanzar por el pasillo, Ichigo la seguía en silencio.

-Oye, Rukia –la llamó y ella lo miró. -¿Por qué Byakuya pensó que éramos novios?

-Lo piensa todo el Seireitei, para tu información –puntualizó.

Continuaron caminando, saliendo de la mansión rumbo a los cuarteles. Rukia se volteaba hacia él de cuando en cuando, se le veía muy pensativo.

-¿Estás pensando en cómo rechazar la oferta de Nii-sama?

Ichigo negó con la cabeza.

-Estaba pensando en cómo será vivir bajo el mismo techo que tu hermano… Debe ser horrible, querrá convertirme en otro estirado como él. No tendré que atender a esas juntas de la familia, ¿verdad? Rodeado de estirados vejestorios. Y esas costumbres tan ridículas… tendré que hacer frente a eso el resto de mi vida… -se quejaba.

-¿Te estás escuchando? –preguntó la morena sorprendida.

-Y tendremos que pasar temporadas en el mundo de los vivos… ¿Cómo compatibilizarás eso con tu puesto de teniente? No es como que yo hubiese pensado estudiar algo, pero no me veo haciendo algo en el Gotei que implique papeleos aburridos y reuniones llenas de problemas administrativos.

-¿Ichigo?

-¿Qué?

Rukia se sonrió.

-Nada… -se le adelantó –¿Vamos a comer algo?

-Creo que es una buena idea, tenemos mucho que organizar…

-¿No tengo nada que decir al respecto? –preguntó.

-Dejaste clara tu postura allá adentro, tus argumentos son totalmente inválidos ahora. –guardó sus manos en los bolsillos –Señora Kurosaki –agregó risueño.

Rukia frunció el ceño.

-Voy a matarte mientras duermes –gruñó por lo bajo.

-Eso ya lo veremos dentro de algunos años.

Ella le golpeó un costado, él la atrajo hacia él pasando un brazo por sus hombros. Se perdieron entre las calles de Seireitei.