Capítulo 1. Vuelta a casa.

Me desperté sobresaltada, sentándome en la cama, y notando sudor por todo mi cuerpo. Otra pesadilla. Hacía ya tiempo que no tenía… Noté como se movían a mi lado y miré para ver esos pelos rubios y rizados en mi almohada.

- Mierda… - susurré llevándome las manos a la frente y haciéndome un masaje, miré hacia el otro lado para mirar la hora en el gran reloj digital que había en mi mesita de noche… Era grande porque no solía dormir con las gafas y, bueno, miope… ¡¿Las diez?! - ¡Joder! - exclamé y me levanté de un salto.

Empecé a correr, una ducha rápida al menos… Me metí con el agua fría, no tenía tiempo para que se calentara, me había levantado sudando, sería una guarrería ir a un sitio lleno de gente así. Al menos había sido medio inteligente al dejar lista ayer la maleta.

Noté unas manos en mis caderas mientras me enjabonaba rápidamente, y unos labios en mi cuello.

- Buenos días… - me susurraron al oído.

- No puedo entretenerme, de verdad… - me giré para mirarla.

- Sí, sí que puedes… Además, si te soy sincera, voy a echarte de menos… - metió su mano entre mis piernas. -Y no te preocupes, ahora te llevo yo en coche a la velocidad de la luz. - se arrodilló y me pegó a la pared de la ducha levantando una de mis piernas. Gemí al notar su lengua y agarré sus pelos que empezaban a mojarse lentamente con el agua que caía de la ducha.

- Rápido, de verdad, que tengo que irme… - murmuré, y empecé a moverme contra ella cerrando los ojos unos segundos. - Y, por favor, mándame de vez en cuando un mensaje contándome cómo siguen las cosas, me voy en el mejor momento de la investigación… - paró entre mis piernas y me miró sonriendo.

- Calla y disfruta de lo que te hago, sino no voy a poder ser rápida. - metió dos dedos y volvió a pegar su lengua a mi clítoris haciéndome gemir otra vez.

Alice, compañera de piso y de trabajo, pero no compañera sentimental. Mi vida ahora era principalmente trabajar, salir y llevarme a alguna a casa si había suerte, no buscaba el amor sólo placer.

Y ahora volvía a casa, volvía a casa tras ocho años, e iba por un gran evento, la boda de mi hermana. Y yo no podía pensar en estar contenta por mi hermana, sólo pensaba en que iba a volver a verla, a ella, a Delphine.

Estuvimos tres años, el último año a distancia, y fuimos a baches ese tiempo ni si quiera sé si contarlo o no. Rompíamos, volvíamos, nos veíamos, lo hacíamos hasta agotarnos, rompíamos, volvíamos, un tiempo, volvíamos… Hasta que pusimos punto y final. Estuve un año fatal, un año me costó recuperarme, olvidar a Delphine e intentar reconstruir mi vida, y el remedio fue no ir más a casa.

Nuestras vidas tomaron caminos diferentes, y no pudimos con los 4228 km de distancia aproximados que nos separaban.

Llevábamos juntas un año y medio, fue increíble, Delphine era increíble, la ilusión, la pasión, el amor… éramos jóvenes, muchos planes, mucha visión de futuro, ¿y qué pasa por soñar tanto? Duele mucho más la realidad.

Cuando mi profesor favorito me dijo que lo trasladaban, me dio mucha pena, pero cuando me ofreció irme con él, ser su alumna de doctorado y me contó la investigación que iba a empezar allí casi me desmayo. Era perfecto, era lo que siempre soñé. Cuando me dijo el destino, Canadá, igual ya me quedé menos ilusionada. Ir a Toronto, dejarlo todo. Dije que no, pero él insistió dándome un contrato, la cantidad de dinero que iba a darme la beca era mucho más de lo que me esperaba, más de lo que me iban a dar en esa misma facultad si me acababa quedando. Simplemente dije que me lo pensaría.

Delphine fue la que insistió, yo le decía que no, que no podía estar separada de ella, que me iba a morir. Todo muy dramático, vuelvo a recalcar que era joven. "Cuatro o cinco años no son nada, a mi aun me quedan dos años más, y a eso le debes unir la especialidad, para cuando yo acabe tu ya habrás vuelto. Estaremos tan metidas en los estudios que cuando volvamos a estar juntas parecerá que ni han pasado todos esos años".

Me reí al acordarme de la frase, ya en el avión, vestida y adecentada. Ya llevaba nueve años aquí, nueve. Y han sido una eternidad, pero ahora era mi eternidad. He aprendido a amar la ciudad, y ya tengo aquí mis amigos, y mi vida. Una vida sin Delphine, pero que ya tenía superada.

Nos vimos dos veces en un año, eso era una mierda. Ella vino en verano, yo iba en Navidad. Los billetes de avión salían caros, y yo debía pagar aquí muchas cosas porque vivía sola, para cuando Delphine estuviera conmigo pudiéramos estar tranquilas, sin nadie, y poder hacer lo que quisiéramos. Ahora sí, el sexo era mejor que nunca, estar tantos meses sin vernos y sin tocarnos hacía que las pocas semanas que estábamos juntas fuera muy intensa. Y cuando yo iba a casa nos íbamos a un hotel si necesitábamos estar solas. Lo cual era más dinero.

En el segundo año de distancia, ella no vino en verano, estuve sola y mal, porque "habíamos roto". Luego cuando "volvimos" estábamos en clase o trabajando, y no podíamos tener días libres. Y cuando yo fui en Navidades fue ya para decirnos adiós. Ya eran peleas, reproches… Discutíamos mucho, y yo no podía evitar pensar que me era infiel. Se puso preciosa, los veinte años le sentaron muy bien, se hablaba con muchos y con muchas, ya no era esa chica tímida. Salía de fiesta con su clase, salía de fin de semana con grupos de amigos, donde también estaba mi hermana. Pero, ¿sería Delphine capaz de serme infiel? Nunca lo supe.

Mis padres sabían de nuestra relación, los de Delphine probablemente se lo olían, éramos muy obvias, y me trataban mejor que nunca, aunque la que era mi novia no se atrevía a confirmárselo, pero, seamos sinceras, los gemidos que soltaba cuando se supone que simplemente dormíamos juntas no creo que sus padres pensaran que eran soñando.

Se lo expliqué a mis padres y a Alison, era la primera vez, creo, que me ponía delante de ellos y le explicaba cómo me sentía, que incluso lloré pidiéndoles que entendieran que no iba a volver durante un tiempo porque Delphine y yo habíamos dado por finalizada nuestra relación.

Y, desde entonces, ellos han venido hasta aquí a pasar las Navidades conmigo, y este era el primer año que iba, después de todo lo que pasó, y Alison tuvo el detalle de elegir diciembre como la fecha de su boda, así me podía quedar con ellos unos días más.

Cuando nuestra relación terminó y volví a estar aquí en Toronto sola, estuve bastante tiempo concentrada en el doctorado, sin hacer nada más que ir a casa y al trabajo, y entonces fue cuando conocí a Alice, que era compañera mía pero que nunca hablé con ella. Ella fue la que se interesó en mí, buscaba compañera de piso, y yo me di cuenta de que estaba cansada de sentirme sola, y le pregunté por el piso y me fui a vivir con ella. Nos empezamos a conocer, creando una buena amistad, acabé contándole lo de Delphine, y ella fue la que insistió en salir y conocer a más gente, pero no me apetecía estar con nadie en esos momentos.

La primera vez que nos acostamos juntas fue simplemente porque empezó a preguntarme curiosa por las relaciones con otras mujeres, que ella nunca se lo había planteado, pero que desde que le conté que era lesbiana lo estuvo pensando mucho. Tantas preguntas, tantas respuestas, me besó ella y yo me dejé llevar. "Enséñame". Y le enseñé, y mucho.

Me confesó al tiempo que no le atraían otras mujeres, se definía en broma como "hetero-Cosima-sexual", es más, le encantaban los penes, eso no hacía falta negarlo. A mí me vino muy bien para desconectar por primera vez, fue muy raro besar a otra mujer y, sobre todo, fue muy raro hacer el amor con otra mujer, pero ahora agradezco que eso sucediera, porque a partir de ahí me atreví a buscar a otras, y aunque no buscara una relación en estos momentos, eso me ayudó mucho a olvidar a Delphine.

No sabía nada de ella, mi hermana no me ha hablado de ella en todo este tiempo, yo tampoco se lo pedí, pero me apuesto lo que sea a que estaría allí en la boda. No sabía cómo iba a reaccionar cuando la tuviera delante, me daba miedo, todo sea dicho, igual ni nos mirábamos, pero había pasado tanto tiempo, espero que al menos pudiéramos tener una conversación normal, simplemente saber cómo le ha ido en todo este tiempo.

Cuando llegué al aeropuerto allí estaban mis padres, mi madre como siempre me abrazó y empezó a darme besos con lágrimas en los ojos.

- Ay, mamá… para, por favor. - intenté separarme de ella mientras le sonreía.

- Es que te echo de menos, Cosima, que no sé nunca nada de ti… ¿Cómo estás?

- Ya me ves, de una pieza.

- A ver cuándo será el día que te quites estos pelos… - dijo agarrando una de mis rastas y soltándola algo asqueada.

- No empieces… - advertí mientras ya caminábamos hacia el coche.

Nunca he sido de mostrar afecto hacia mis familiares, creo que solo he estado abrazando, besando o mostrando afecto con las dos chicas con las que estuve en una relación de verdad. Me empecé a sentir un poco mal cuando vi todo de nuevo, los edificios, las calles… todo de lo que era antes mi hogar, pero mi vida ahora estaba en Canadá.

- ¿Por qué no has traído a esa amiguita tuya? - preguntó mi madre girándose en el asiento de copiloto para mirarme.

- ¿Qué amiguita? - me extrañé.

- Ashley.

- ¿Ashley? - ¿de qué me hablaba esta mujer?

- Cosima, ¡tu novia!, ¡con la que estás viviendo! - exclamó desesperada, y yo me empecé a reír. - ¿Qué? - se indignó. - Lleváis años viviendo juntas, vi un documental de parejas homosexuales y decían eso, que si tu hija llevaba viviendo más de dos años con otra mujer es que eran novias.

- No es el caso, porque ALICE, que es como se llama, - recalqué cambiando el nombre. - es heterosexual. - mi madre se apenó por fallar su teoría, y no le iba a dar el lujo de decirle, "eh, pero tranquila, madre querida, que me la follo siempre que quiero".

- Entonces… ¿no tienes pareja?

- ¿Por qué estás tan interesada de repente en mi vida amorosa? - pregunté extrañada. Sé que no solía llamarlos mucho, todo sea dicho, pero en los últimos años las pocas veces que hablábamos me preguntaban lo mismo una y otra vez.

- Ah, no, por nada. - y volvió a mirar adelante. - ¿No echas de menos el sol?

Miré por la ventana, pero no le contesté, claro que lo echaba de menos, pero ya me acostumbré al frío. Cuando entramos a mi calle, pasamos antes por la casa de Delphine, sus padres estaban fuera en el jardín poniendo luces para las fiestas. Mis ojos subieron hasta la ventana de su habitación, donde aun estaba ese árbol por donde subí aquel año, el día de Navidad, la fecha que elegimos para que fuera nuestro día, el día donde cambio todo.

*** Flashback Navidad Parte 1 ***

Estaba muy nerviosa, no sabía por qué, pero estaba muy ilusionada con Delphine, a pesar de que estuviera saliendo con otra, a pesar de que seguramente me romperá el corazón. Había muchas cosas que no entendía, que quería preguntarle, exigirle respuestas. Como por ejemplo, ¿por qué me besaba cada noche que se quedaba a dormir?

"Tengo miedo" y yo me derretía, sé que mentía, a medias, porque estaba cagada del miedo. Ponía siempre la excusa de vagueza para no bajar a su casa, y de miedo para meterse en mi cama. Y al principio hacíamos solo eso, dormir. A veces abrazadas, otras veces separadas pero en la misma cama. Aunque nos hubiéramos besado el día que buscaba sexo lésbico en el ordenador, no nos volvimos a besar hasta mucho más tarde.

No pensé, ni en el presente, ni en las consecuencias, y creo que ella tampoco, porque las dos nos dejamos llevar. Empezó ella, me acariciaba la cara, ya metidas en la cama en la oscuridad, estábamos frente a frente, tumbadas de lado, supongo que estando sin luz hacíamos la cosa más insinuante, más sensual. Sus labios acariciando los míos, y el sonido de un beso y un suspiro, de ella, mío o de las dos, no importaba. Tras ese beso vinieron muchos, pero solo estaban permitidos en la oscuridad y no podíamos hablar de ellos a la luz. Eso fue lo que pactamos en silencio.

Fue un impulso, cogerle esa pulsera, me gustó para mí, pero pensé en las veces que había dicho que le gustaban o que me robaría una, y creo que en su muñeca quedaría muy bien. Iba hacia casa para adecentarme un poco antes de salir de fiesta con unos amigos cuando pasé justo frente a la suya y vi la luz de su habitación encendida, y pude apreciar que justo a su ventana daba una gruesa rama de un árbol. Genial.

Subí con facilidad, después de la caída que sufrí hace unos años, no volví a pasar por otra. Además, no era excesivamente alto. Me senté en la rama y pegué con mis nudillos en el cristal, se me escapó una carcajada al escuchar un grito dentro.

Abrió la ventana con una mezcla de expresión entre sorpresa y asustada, y no pude borrar la sonrisa. Suspiré internamente, ¿en qué momento exacto habré empezado a sentir esto por ella? No lo sé, pero era increíble. Podría estar la vida entera mirándola hasta desgastarla, era tan guapa…

– ¿Qué haces aquí? ¡Te vas a caer! – me volví a reír dejando que me agarrara del brazo al mismo tiempo que entraba con su ayuda a su habitación. Nunca había entrado, era muy Delphine, todo muy rosa o con tonos celeste, colores claros y delicados, algún que otro peluche, e incluso vi una bola de nieve con la Torre Eiffel dentro en uno de los estantes.

– Es Navidad… – empecé a hablar. – y he visto que había luz en tu habitación, quería ver si estabas bien. Y no te preocupes, soy como un monito.

– Bueno, mis padres están fuera con unos amigos, y Alison con Donnie, ya sabes. Además, creo que me estoy resfriando… No es bueno que estés aquí, soy altamente contagiosa… – aprecié la sonrisa divertida que apareció en sus labios mientras se sentaba en la cama, y yo me quedé de pie frente a ella.

– Tranquila, este año me tocaba el antídoto contra el "virus Delphine", estoy bien. – bromeé y me golpeó el hombro suavemente. – También quería darte algo… – y rebusqué en mi bolso el sobrecito morado para entregárselo. – Feliz Navidad.

– Oh, Cosima… Yo no tengo nada para ti… – y como no hizo movimiento para cogerlo, se lo puse directamente en la mano y esperé a que empezara a abrirlo.

– De verdad, es una tontería, ya verás. – pude ver un brillo de ilusión en sus ojos antes de que sacara el contenido del sobre. – Siempre me dices que te gustan mis pulseras, y el otro día vi esta y me acordé de ti. – la miraba mientras la tocaba con sus dedos. – ¿Te gusta? – no me respondió, me abrazo y me susurró un gracias. Me quedaría en ese momento para siempre… Soy una ñoña, Dios santo, cambia el chip a tonteo, Cosima. La miré de arriba abajo descaradamente sonriéndole traviesa. – Estás muy sexy con ese pijama. – realmente lo que estaba era la mar de mona con él puesto.

-¿Sí? ¿De verdad? – abrió sus brazos divertida supongo que para que viera lo grande que le quedaba.

– Sí… – y nos reímos. Si nos quedamos mirándonos mucho tiempo en silencio los nervios me invadían de nuevo, nervios y querer besarla mucho, y había luz, no se podía. – ¿Estabas viendo esta película? – miré la televisión intentando distraerme.

– ¿Tienes planes? – negué, que les peten a todos, me quedo con ella. – Puedes quedarte si quieres y la terminamos, pero igual no te gusta… Es de amor, ya sabes, no hay fantasmas.

– Ufff, amor… Eso me da pánico… – un poco sí, hay que admitirlo.

Se metió en la cama, intenté aparentar estar tranquila, pero no era así. Me quité los zapatos antes de colarme a su lado bajo las sábanas. Sentada al lado de la otra, y era como magnetismo que acabáramos siempre juntas, con su cabeza en mi hombro y sus brazos rodeando mi cintura, y mi mano en su pelo, acariciando esos rizos tan perfectos. Olía tan bien…

Sus dedos empezaron a tocar piel de mi abdomen, porque al colarme bajo la sábana se subió mi jersey, sus dedos eran suaves, y creo que nunca habían estado ahí, acariciándome tan lento. La película ya no tenía sentido, solo podía estar pendiente en las sensaciones que producía en mi piel. Y, de verdad, esperaba que no sintiera lo rápido que me iba el corazón. Era una mezcla entre nervios y porqués. Los sentimientos que despertaba me hacían feliz, pero al mismo tiempo me asustaba, y mucho.

Intenté controlar mi respiración cuando su mano empezó a tocar mi espalda, o exploraba más mi abdomen, escuché su respiración agitarse cerca de mi oído. Se acercó más a mí, puso una pierna sobre las mías y, joder… Apreté mis dedos en su hombro y aguanté la respiración antes de suspirar su nombre al notar como hincaba su entrepierna contra mi muslo con un movimiento de caderas.

Acaricié su cuello, notaba como me humedecí con el gesto anterior, levantó la cabeza y me miró, manteniendo su rostro cerca del mío. Oh, Dios… Miré sus labios mientras se acercaba más para acariciar mi nariz con la suya, y entreabrí los míos soltando otro suspiro porque aun podía sentirla en mi muslo. Joder, bésame ya…

Parece que me escuchó, o que yo no pude aguantar más. Mi lengua fue la que entró a su boca mientras enredaba mis dedos en sus rizos, pegándola más a mí. No tenía nada que ver este beso con los que nos hemos estado dando en el campus, no, este era pasional, en este beso había deseo. Se puso sobre mí, agarrando mi cara con sus manos mientras ahora dejaba que ella llevara el mando del beso. Qué bien estaba su cuerpo sobre el mío, su entrepierna otra vez contra mi abdomen, como aquella vez… pero esta vez esta Delphine besaba mucho mejor, ¿práctica? Y hablando de práctica, esta Delphine ya había hecho el amor, no sé cuántas veces, y se besaba con otra, y estaba con otra, y esto estaba mal… Oh, Dios…

– Espera… espera… – intenté pararla, esto iba muy rápido, tenía novia, no quería esta situación, ¿verdad? No, no podía pasar.

– No, por favor, no paremos… – me suplicó, y si volvía a hacerlo me dejaba llevar, y lo sentía por quién fuera… de verdad.

– ¿Y tu novia? – no me contestó, me besó, y yo me dejé llevar por el beso rodeando su cintura con mis brazos.

– ¿Aun te mueres por tocarme? – ufff…

– Joder… claro que sí. – susurré, entonces se quitó la parte de arriba del pijama, quedándose desnuda de cintura para arriba. – Joder…

Oh, Dios, santo, bendito, del cielo y de la tierra… Admito que me la había imaginado millones de veces desnuda, que me había tocado pensando en ella, pero la realidad supera a la ficción, o eso dicen. Dos pechos me miraban, alzados, esperándome, sus pezones estaban erizados casi completamente, no podía parar de mirarlos.

– Pues tócame, por favor… – ¿lo que salió de mis labios fue un gemido? No lo sé, lo único que sé es que el gesto que hizo me puso a mil, eso de agarrar mis manos y ponerlas sobre sus pechos, apretando para que yo lo hiciera también… joder…. – Deja que mi novia sea mi problema luego, por favor, te necesito mucho.

– Delphine… – giré nuestros cuerpos para aprisionarla contra el colchón. Joder, la deseaba, muchísimo, pero debo saber que está segura... – ¿De verdad quieres hacer esto?

Me apoyé en mis codos, y acaricié suavemente sus mejillas, mirando sus ojos. Ella apagó la televisión y agarró el final de mi jersey para quitármelo, y tras éste fue mi camiseta. Empezó a acariciar mi vientre otra vez, y me devolvió la mirada, estaba decidida a seguir. No necesitaba más respuestas.

Me quité las gafas antes de bajar a besarla, sintiendo sus pezones contra mi piel, al mismo tiempo que ella acariciaba mi espalda y buscaba mi sujetador para desabrocharlo. El sonido de nuestros besos me ponía la piel de gallina, era excitante que esos sonidos procedieran de nuestros labios peleándose por dominar a la otra. De vez en cuando logrando que me arqueara contra ella, haciendo que nuestras caderas chocaran y jadeáramos al mismo tiempo. Todo estaba siendo muy intenso, tanto que mi mente estaba bloqueada, solo me dejaba llevar por lo que mi cuerpo buscaba, por lo que necesitaba.

*** Fin del Flashback ***

Ese día no lo hicimos, no hizo falta, porque con sus labios yo ya era feliz. No pude evitar sonreír tras acordarme de eso, eran buenos recuerdos al menos. Estaba en ese momento totalmente enamorada de ella, aunque en ese momento aun no lo supiera.

Suspiré dejando la maleta en mi habitación, estaba tal y como la dejé. Bueno, el marco donde había una foto mía y de Delphine estaba vacío, un detalle por parte de mis padres haberlo hecho. Agarré el marco, acordándome de la fotografía, podía verla aunque no estuviera ahí. Esos pelos rizados, sus labios pegados a mi mejilla, y yo sonriendo a la cámara, y si la cámara hubiera tenido más ángulo se vería como agarraba el culo de la que era mi novia. Volví a sonreír, siempre decía que le gustaba lo "traviesa" que era, así me lo decía.

Dejé el marco en el escritorio otra vez antes de bajar donde estaba mi padre.

- ¿Alison no viene aquí? - pregunté. - Supongo que le dará miedo eso de "ver al novio antes de la boda da mala suerte". - hice las comillas en el aire.

- La verás en un poco, ha ido a comprar algunos últimos detalles, ya sabes cómo es.

- ¿Te puedo preguntar algo? - ni siquiera sé si él lo sabría, asintió. - ¿Sigue viéndose con Delphine?

- Claro, ahora mismo está con ella.