NA: De acuerdo, mientras pongo las ideas de otros fics en orden, publicaré este fic corto (no pasará de 10 capítulos) para que se mantengan entretenidos. Fue el que más claro me ha quedado hasta el momento, y es de un tono bastante depre. Si bien se trata de otro fanfic de Steven Universe, quizá no contenga lo que esperen leer de un típico fic de esta serie. De cualquier modo, espero que disfruten de su inusual naturaleza.

No, en serio, hay feels. Quienes hayan leído el fic "Reclutamiento" se harán una idea de lo que hablo. Pues bien, este no será un carrusel como el anterior fic, sino más bien una caída cuesta abajo de principio a fin.

Haciendo los disclaimers respectivos, y refiriendo la autoría y propiedad de los personajes y locaciones a Rebecca Sugar y Cartoon Network Studios respectivamente; damos pie de inicio a esta nueva historia.


No Digas Nada
Una serie de ficción por DragShot

Prólogo

"No digas nada, por favor,
que hablando el alma me destrozas.
Quiero decirte tantas cosas,
quiero acordarme de tu olor.

No digas nada, por favor.
No vaya a ser que me despierte
de un sueño en el que puedo verte
y aún puedo hablarte de mi amor.

No digas nada, ten piedad.
Solo te pido que mañana por la noche...
dormido me des la oportunidad".

Mundo onírico Nº 8691
Secuencia: Recuerdo del 14/03/2016 a las 06:21pm

Atardecía en las afueras de Ciudad Playa. Steven y Connie estaban sentados en la playa, al pie de la escalera de la casa de playa, contemplando la puesta de sol. A sus trece años, la relación entre aquellos dos grandes amigos se había afianzado con fuerza, pero los cambios propios de la edad del niño le hicieron ver que detrás de ello había algo más. En su interior, él anhelaba acompañarla a donde quiera que la niña de tez oscura fuese; anhelaba que ella fuera parte de su universo, y él formar parte del suyo. Eran sentimientos nuevos y algo complicados de comprender aún por él mismo.

¿Pero cómo ponerlo en pocas palabras? Steven no era muy bueno con las explicaciones elaboradas, a diferencia de Connie, quien no parecía tener problema alguno con ello. De cualquier modo, se supone que las declaratorias son espontáneas y breves, ¿verdad? Eso era lo que siempre sucedía en las películas, y pese a todo, a Steven nunca se le ocurría qué decir hasta que ya era demasiado tarde. Cualquiera fuera la razón para ello, lo desconocía. Simplemente, cuando ella estaba aquí, ocupaba toda su mente y todo su ser. Por algo las gemas no le tenían permitido a los niños salir en misiones con ellas salvo en el caso que vayan fusionados en Stevonnie, pues solo entonces la presencia de ambos en el mismo lugar resultaba beneficiosa.

Y aún así, la niña de sus ojos parecía no hacerse idea de nada de lo que estaba pasando.

¿O quién sabe? A lo mejor solo estaba esperando que él diera el primer paso.

¡Maldición! ¿Por qué todo tiene que volverse solo más difícil con el pasar del tiempo?

- E-Es... una bonita puesta de sol, ¿no te parece? - logró decir Steven para dar pie a una conversación.

- Así es. - le respondió Connie - Parece mentira, pero las puestas de sol siempre se ven mejores en este lugar que en cualquier otra parte que haya estado. - voltea a verlo - Es casi mágico.

Steven se rascó tras la cabeza, agraciado por esa última frase. - Ajajah... s-sí. Qué curioso, ¿no?

La niña dejó ir un suspiro, regresando la vista al mar - Oye, Steven, en verdad te debo las gracias. Estas han sido las mejores vacaciones de verano que he tenido hasta ahora.

- Bueno, no todo fue relajo. - Steven entrelazó sus dedos en señal de nerviosismo - Tú sabes... las misiones que surgieron de improviso y-y eso.

- Jeh, pues no se tú, pero para mí fue como un merecido descanso de todo lo que usualmente tengo que hacer en casa y en la escuela. - fue lo que recibió por respuesta.

Steven bajó la mirada al suelo.

¿Qué hacer? ¿Qué hacer? ¿¡Qué hacer!?

- Hm. No sabes cuánto me alegro de eso. - logró decir.

Al ver que sus palabras no le servirían de nada una vez más, todo lo que pudo hacer es abrazarla con su brazo derecho. Connie se cobijó en él y le devolvió el gesto, acurrucando su cabeza entre el pecho y el cuello del niño. La fragancia de su cabello no tardó en invadir sus fosas nasales.

Aquello se sentía tan, tan bien. Sublime, eterno... en momentos como este, Steven deseaba ser capaz de congelar el tiempo en una de sus rosadas burbujas de contención.

Y todo ello quizá podría ser posible, si tan solo el ya mencionado fuera capaz de confesarle sus sentimientos a su pequeña musa.

Al menos los nervios ya se habían ido. Quizá ahora podría aprovechar este repentino paréntesis y tratar nuevamente de hilar sus ideas.

Lo suyo era amor, eso estaba considerablemente claro. ¿Pero de cuál tipo exactamente? El de amigos estaba descartado, el de hermanos también. ¿Era entonces un amor platónico? ¿Romántico? ¿Indicios de un amor ligeramente erótico? Porque el creciente niño tenía que admitir que ante sus ojos Connie se estaba convirtiendo en objeto de sus deseos, por embarazoso o inapropiado que aquello pudiera sonar. Definitivamente, Steven no iba a mencionar ese punto.

Bueno, la idea era que Steven deseaba que ambos fuesen algo más que solo amigos.

¿Algo más?

Steven se habría palmeado el rostro fuertemente de no haber estado Connie allí. ¿Acaso la respuesta podría haber sido más sencilla? ¿¡Cómo no lo había pensado antes!? Bien, la idea base estaba lista. Ahora, adornarla un poco con palabras dulces debería ser suficiente para que su declaración fuera por lo menos algo decente. Por fortuna para él, nuestro héroe manejaba ya un amplio abanico de opciones listas para usar.

Pero justo cuando Steven estaba listo para decir algo, sonó el teléfono. ¡Oh, perfecto!

Connie se separó del abrazo para contestar su celular. Y con eso el momento perfecto que Steven había logrado crear casi por accidente se rompió como papel toalla.

- ¿Aló? - atendió Connie a la llamada.

- Hija, soy yo. - se le escuchó decir a la doctora Maheswaran - Te aviso que ya estoy llegando al paradero frente a la playa a recogerte e irnos de vuelta a la casa.

- Ah, ¿tan pronto? - suplicó la niña.

- Ya Connie, has pasado en ese lugar todas las vacaciones. Supongo que habrás ordenado tus cosas con tiempo, ¿no?

Connie volteó brevemente, mirando hacia la puerta de la casa de playa. Su equipaje estaba apoyado en la pared al lado de la puerta.

- Sí, má'. Todo en orden.

- Muy bien. Te veré en el paradero entonces. - concluyó su madre, cortando la llamada.

¿Ya era hora? ¡No! ¿¡Por qué!?

Steven no pudo hacer nada más que ver cómo Connie se ponía de pie e iba por sus cosas. Momentos después, por acto reflejo, Steven le dio el alcance y las bajó por ella.

- Gracias, Steven. - le dijo en agradecimiento, con ese tonito de voz que hacía que el niño se derritiese por dentro. - Oye, no sé si me pareció que ibas a decir algo... ¿o...?

- No es nada, descuida. - respondió el niño con una voz inusualmente apagada.

- De acuerdo. ¿Vamos?

Asintiendo, el niño le ayudó nuevamente con el equipaje hasta el paradero que quedaba al lado de la Gran Rosquilla, donde un auto color uva estaba estacionado.

- Bueno, supongo que esto es todo. - concluyó Connie tras guardar el equipaje en el auto, sin saber que las múltiples posibles interpretaciones de sus palabras resultaban hirientes para su amigo - Gracias nuevamente, Steven.

- Cuando quieras. - afirmó Steven.

Y así, en un gesto usual, la chica se despidió de él con un beso en la mejilla. El corazón del niño le pidió a gritos que dijera algo, pero... no, no con su madre allí.

- Gracias por pasar el verano con mi hija, Steven. - añadió la doctora, mientras su hija ingresaba al vehículo y Steven cerraba la puerta - Espero que no haya causado ningún inconveniente.

- Para nada, doctora Maheswaran. - respondió él.

Y el motor encendió.

- Muy bien. Hasta luego, niño. Que tengas un buen día.

- ¡Chao, Steven!

Y el auto se fue, rodando por la avenida. Connie en éste. Lo último que pudo ver fue su rostro detrás del vidrio, y su mano, agitándose en señal de despedida. Steven apenas pudo alzar un poco la suya, antes de que su vista volviese a caer al suelo.

Una vez más, había fallado miserablemente.

"No te dije que te amaba,
y que aunque era tu amigo siempre sentí cosas.
Mi corazón fue testigo.

Siempre quise tener la oportunidad
de poder hablarte una vez más.

Te desvaneces con el sol, no eres humana.
Eres un sueño que me rompe el corazón en la mañana."

Fin de la Secuencia


Steven abrió los ojos, encontrándose a sí mismo en su dormitorio. La luz del sol le daba en el rostro, lo cual terminó obligándole a levantarse. El hombre no quería hacerlo, pero no tenía más opción. Sentado en su cama, clavó la mirada en el suelo, distrayéndose con sus pantuflas. Únicamente las áreas iluminadas por el día mostraban sus rutinarios colores brillantes, mientras todo lo demás estaba desteñido, o al menos así lucía ante sus ojos. ¿Por cuánto tiempo había dormido? De eso él no estaba seguro. Lo único que le constaba era que esta era la primera vez que había logrado conciliar el sueño en tres angustiantes días. La casa estaba en silencio.

Han pasado décadas desde aquél recuerdo, la vida ha seguido su curso, y hoy, inevitablemente, el hombre de cuarzo se despierta con un profundo e irreemplazable vacío en el pecho.

Connie Maheswaran había partido para nunca más volver.


NA: ¿Y bueno? ¿Qué les parece? Estoy seguro que muchos de ustedes han escuchado esa canción, y quizá alguno que otro haya incluso relacionado el fic con aquel tema de inmediato.

De ser ese el caso, tienen razón. De ahí salió todo. La he escuchado tantas veces que, al cruzarse esos dos pensamientos, la idea de este fic floreció. Tuve que apuntar todo como loco tan rápido como me fuera posible, pero conseguí hacerlo. Por favor no spoileen a los demás... a menos que se los pidan. Yo lo pediría, pues me gustan los spoilers en realidad.

Gracias por leer; y a quienes se animen a seguir esta historia, bienvenidos a bordo.