D. Gray-man, Allen Walker y el resto de personajes son una creación de Hoshino Katsura-sama; los míos son los que solo salen en esta saga de fics, como Stella, Allana y el resto. Inocencia Eterna es la tercera temporada de la saga de "Ojos de Inocencia", pero también se puede leer individualmente; espero que la disfruten.
Bueno, ahora si, empecemos.
+-+-+-+-+-+-+-+-+-+
Prólogo – Salvación/Destino
Rumania
Es de día, pero el cielo está teñido con el gris de las nubes ennegrecidas por el humo que se eleva hasta ellas desde el escenario de guerra y fuego que hay sobre la tierra. Los biplanos sobrevuelan el destruido paisaje Balcánico luego de haber lanzado una nueva ráfaga de metralla sobre las hordas de civiles indefensos que huyen desesperadamente a través de los caminos principales de la capital Rumana en medio de las ruinas de los edificios, los árboles en llamas y los cadáveres que se amontonan unos encima de otros en montañas de muerte, rodeados por la neblina formada por el humo de las armas que continuamente disparan los soldados de los dos ejércitos que aún siguen peleando a pesar de las circunstancias, y que derraman más sangre a cada proyectil lanzado.
-Estoy muerto… -Piensa un niño, cuyas mejillas sucias con sangre y tierra se están lavando por la corriente de lágrimas que sale de sus ojos mientras contempla el cuerpo sin vida de su madre tendido a unos pasos de él, luego de que una bala sangrienta explotara a unos pasos de ellos; el cuerpo de la mujer se llena de estrellas negras y al momento se convierte en polvo que se va con el frío viento siniestro que sopla a su alrededor. Los ojos café claros del chico parecen haber perdido la emoción mientras sus lastimados oídos escuchan de nuevo el sonido ensordecedor de las ametralladoras, seguido del alarido mortal de varias voces silenciadas por las balas.- Mamá ya no está… y yo… -Sus ojos vacíos recuerdan la sonrisa de su madre extendiendo sus brazos para abrazarlo. –Yo… -En ese instante levanta la mirada y sobre el tejado de un edificio aún en pie, ve a una niña de cabello azul, cubriéndose con una sombrilla con punta de calabaza, que está chupando una paleta de caramelo mientras que los cadáveres que la rodean se revientan, y de ellos comienzan a salir monstruos redondos, con cañones a los lados y caras de sufrimiento en el centro.
-No hay duda, el Conde tenía razón… una guerra es sin duda el mejor escenario para fabricar akumas masivamente. –Se dice a sí misma, complacida. Luego dirige sus ojos amarillos hacia él, que comienza a temblar en cuanto la ve. -Ese niño debe tener la inocencia. ¡Akumas, vayan por él! –Les ordena la niña de piel gris y mirada siniestra, dándole una nueva lamida a la paleta que tiene en la mano.
-Esas cosas… ¡son las mismas que mataron a mamá! -El terror invade al chico, que se pone de pie; su mirada divaga sin poder quedarse estable, sus pupilas tiemblan mientras sus igualmente temblorosas piernas corren dominadas por el instinto primitivo de autoconservación, dejando atrás a la madre que hasta hace unos momentos protegía su vida con la suya. -¡¡Auxilio!! –Piensa asustado, pero las palabras no salen de su boca, y aunque salieran, en medio de un infierno como ese, nadie las escucharía. -¡¡¡Auxilio!!! ¡¡¡No quiero morir!!! –Grita en su mente antes de tropezarse y caerse de cara al piso, sangrándose de nuevo la nariz, apresurándose a levantarse otra vez y seguir corriendo sin detenerse, sin importarle nada más que no ser alcanzado por las cosas que acaban de salir de esas personas. En ese momento los akumas lo alcanzan, y uno de ellos lanza una bala sangrienta frente a él, haciendo explotar el camino que tiene al frente, mandándolo a volar hacia atrás y dejándolo todo lleno de moretes y cortadas. -¡¡Agghh!! –Profiere mientras se golpea contra una pared rota. Al momento siguiente está rodeado por varios akumas de nivel uno, cada cual apuntándole con sus ocho cañones, todos dirigidos a su cabeza.
-Es solo un niño… -Dice uno de los akumas, con voz que pasaría por compasiva.
-No nos dará suficiente para comer. –Acota otro, mientras todos comienzan a aproximarse amenazantes. Los ojos del chico se llenan de terror al sentir su propia impotencia y horror de ver a los que de un momento a otro van a devorarlo; su cuerpo comienza a temblar, paralizado e impotente, mientras su garganta se cierra y su cerebro lucha inútilmente por recuperar el control de su cuerpo congelado por el miedo.
-No quiero morir… -Piensa de nuevo en su madre. -¡Debo moverme…! –Piensa mientras sus brazos y piernas se rehúsan a cooperar. -¡¡¡Ahh!!!-Grita finalmente cerrando los ojos con fuerza, haciendo que las lágrimas se aplasten en sus párpados, rompiéndose en dos y deslizándose por sus mejillas; él se pone de pie y cierra los puños, como dispuesto a enfrentarse a los monstruos solo con ellos, mientras se escuchan los disparos sucesivos de los Akumas contra él, quien cierra los ojos y da un golpe a la nada, aterrado. Sin embargo, al abrir los ojos, se da cuenta de que las balas se han destruido en el aire debido al movimiento de sus manos, quedándose sorprendido. –Yo… -Profiere atontado.
-Inocencia… -Dice un Akuma. -¡¡Esa cosa es la inocencia!! –Saca de nuevo sus cañones. -¡¡No podrá usarla dos veces!! –Entre todos vuelven a dispararle, a lo que esta vez no puede responder sino cubriéndose con los brazos y cerrando los ojos con fuerza. Sin embargo, el sonido de las balas es rápidamente reemplazado por el sonido de varias explosiones, y del corte de una espada girando a su alrededor, luego de lo cual, siente que alguien lo sujeta por la cintura y lo levanta por los aires, dejándolo en tierra de nuevo un instante después. El chico abre los ojos y frente a él ve una capa blanca que ondula con el aire, que termina en un antifaz hacia atrás en la base del cuello, la cual adorna la espalda de un hombre de cabello blanco, vestido con un uniforme negro y que sostiene una gran espada de aspecto pesado en la mano. Su figura imponente se graba en sus retinas mientras contempla maravillado su poderoso aspecto. El recién llegado lo mira por sobre el hombro y le hace una sonrisa de compasión y confianza.
-¿Te encuentras bien? –Le pregunta con interés. El chico apenas se puede mover por todas las emociones, así que no es capaz de contestar adecuadamente. Allen lo nota y su rostro cambia a mostrar un poco de enojo, volviéndose hacia los akumas que quedan, la mitad de los cuales hizo estallar con el corte de su espada hace un momento.
-¡¿Qué?!... ¿¡Quién es usted?! –Pregunta finalmente el chico. Allen no responde, levanta su espada con la mano y lanza un corte de media luna de inocencia en contra de los enemigos, cortándolos a todos de tajo por la mitad de un solo golpe, haciéndolos explotar, lo que genera una ráfaga de viento que mueve los cabellos y ropas de ambos. En medio del fuego que los rodea, la respiración agitada del chico se ahoga en medio del vapor caliente del ambiente, haciendo que se desmaye, siendo la figura del poderoso exorcista lo último que alcanza a ver. –Señor… -Profiere mientras sus ojos se cierran, todavía mirándolo. La dueña de los Akumas se acerca hasta el círculo de fuego donde el recién llegado sostiene al chico entre sus brazos.
-Dame al niño, Allen. Tú ya tienes a tu Allana, no es justo que los quieras todos para ti. –Le dice en tono aniñado, mirándolo fríamente. Allen le corresponde con una mirada similar.
-No permitiré que pongas un dedo encima de este chico, Noé. –Le dice en tono impersonal. Road levanta la ceja ante la forma en la que le habla, dejando ver a través de su rostro que ha perdido el interés. –La tú de ahora no es capaz de luchar contra mí. –Amenaza de nuevo el exorcista, apuntándole con la punta de su espada, intimidación que funciona efectivamente.
-Haz lo que quieras con él. –Le dice dándose la vuelta y abriendo la puerta de las dimensiones frente a ella. Antes de irse le dedica una última mirada a Allen, que sigue parado defensivamente frente a ella. –Nunca me dejas divertirme. –Le dice sarcástica antes de salir por la puerta y desaparecer. El peliblanco se queda estático hasta que se cerciora de que la Noé de los sueños ha desaparecido, y entonces vuelve a mirar al niño, suavizando su mirada.
-Así que este es el chico compatible… -Musita Allen, sosteniéndolo entre sus brazos. –No es mayor que mi Allana… -Sus ojos lucen empáticos y compasivos. –Perdóname por arrástrate a esta vida… -Le dice en tono de disculpa mientras topa su frente con la de él. En las manos del chico aún está el palo con el se defendió de los Akumas, el cual está rodeado de brillo de inocencia que emana de sus dedos. Las figuras de ambos se pierden en medio del fuego, el viento y el humo del lugar, que aún sigue siendo sobrevolado por los aviones militares, mientras el perímetro sigue invadido por soldados de las mismas naciones. El paisaje se aleja hasta el cielo, donde una estrella fugaz se distingue en la distancia…
OJOS DE INOCENCIA 3:
INOCENCIA ETERNA
Parte 1
El equipo Kanda
1ª noche – Regalo de cumpleaños
Orden Oscura
Los pasillos de la sede, las oficinas, los cuartos de los exorcistas y los departamentos científicos están vacíos, como si de repente todos hubieran dejado su trabajo por algún tipo de emergencia. El lugar emana una tranquilidad tal que podría pasar por algún otro tipo de edificio, menos por uno que alberga a la organización secreta (o ya no tan secreta, desde el incidente de hace cinco años), que se encarga de luchar contra el Conde del Milenio y sus Akumas para salvar el destino del mundo. Las luces de los techos parecen fallar debido a la gran cantidad de energía eléctrica siendo consumida en el nivel inferior, desde donde se logra oír el murmullo de un coro que está entonando una especie de cántico. Acercándose un poco más, hasta las puertas de la cafetería, los cantos se distinguen, transformándose a los oídos en una conocida canción de celebración.
-¡Feliz cumpleaños a ti! ¡Feliz cumpleaños a ti! ¡Feliz cumpleaños, querida Allana! ¡Feliz cumpleaños a ti! –Terminan de cantar a coro todos los miembros de la Orden presentes, procediendo a desencadenar una lluvia de aplausos, globos y serpentinas. Allana, la hija de Allen y Lenalee Walker, que ahora cumple diez años, está sentada frente a su pastel de cumpleaños gigante, con un gorro de fiesta sobre la cabeza, vestida con un vestido amarillo de cuello blanco y mangas cortas, calcetines blancos cortos y zapatillas negras. Su cabello sigue corto, pero peinado en dos colas cortas que guardan un cierto aire al peinado que usara su madre años atrás. Se esfuerza por sonreír a pesar de la ausencia de su padre, pero no es muy buena para disimular su inconformidad.
-Feliz cumpleaños, Allana. –Le dice su madre, inclinándose hacia ella y dándole un gran abrazo. La niña responde al emotivo abrazo con uno igual, poniendo la misma sonrisa que siempre vio poner a su padre en los momentos en que creía que debía ocultar sus emociones, una actitud que nunca le gustó a ninguno de sus padres, pero que esta vez la hermosa mujer de pelo verde oscuro largo, que viste un uniforme negro y dorado, no nota.
-Muchas gracias, mamá. –Contesta Allana, sonriendo ampliamente.
-Aquí tiene, General Walker. –Le dice uno de los buscadores, pasándole la espátula a Lenalee.
-Muchas gracias. –Contesta ella mostrándole una sonrisa deslumbrante. Sin duda Lenalee Walker sigue siendo la mujer más hermosa de toda la Orden Oscura, totalmente inalcanzable para cualquiera al ser no solo una general de máximo nivel, sino también la esposa del exorcista más poderoso y madre de una prometedora futura exorcista, aunque esto último aún está siendo discutido por los interesados. La general le pasa la espátula a su hija, quien la recibe con la mano, fuerte, pero luego baja el rostro y pone una mirada desanimada. -¿Sucede algo, hija? –Le pregunta preocupada.
-Extraño a papá… -Le dice sin mirarla, con el rostro lleno de tristeza y comprensión a la vez. –Se que está en una misión, pero aún así… no me gusta que esté lejos. –Le explica con la confianza que siempre le tuvo.
-¡No te preocupes por eso, Allana-chan! –Interviene Komui, que se abre paso por la multitud haciendo movimientos como si bailara ballet, con un telegrama entre las manos. Tanto Lenalee como Allana vuelven a verlo con ojos de raya y punto y una gota en la cabeza.
-Hermano…
-Tío Komui… -Dicen las dos al mismo tiempo. Miranda viene detrás de él con la mano extendida sobre su mejilla, como si le diera vergüenza que la miraran.
-¿Ah…? ¿Eh? –Profiere el supervisor, con los anteojos empañados.
-Komui venía a decirles que acabamos de recibir un telegrama mandado por Allen-kun. –Interviene la castaña. –Es de hace una semana; dice que ya encontró la inocencia y ahora regresa de la misión junto con el objetivo. –Les dice en tono de buenas nuevas. Los rostros de madre e hija se iluminan ante la noticia.
-¡¿Papá viene a casa?! –Pregunta la niña, súbitamente llena de ilusión.
-También dice que no olvidó pasar por tu regalo, Allana-chan. –Termina de leer Miranda. Komui se queda petrificado, en posición de haber estado a punto de leer el mismo mensaje, pero sin la oportunidad de hacerlo. Al siguiente instante echa los hombros hacia delante, baja la cabeza y deja ir dos caudales de lágrimas que caen por sus ojos.
-Yo quería ser quien lo anunciara… -Llora desde el fondo de la escena. A Miranda le sale una gota en la cabeza mientras corre hacia él.
-¡Perdón! ¡Perdón! ¡Perdón! ¡Perdón! ¡Perdón!, ¡No tenía idea de que tú querías dar la noticia, Komui-san! –Le grita para consolarlo, pero se tropieza justo antes de llegar hasta él, invocando una gota generalizada entre los presentes. Len Lee, el hijo de ambos, observa a sus extraños padres desde una distancia prudencial, tratando de esconder la cara detrás de la mesa de regalos, para que nadie lo asocie con tan interesantes personajes. El chico mitad chino mitad inglés, ante el ejemplo de sus padres, se vio en la necesidad de garantizar su propia sobrevivencia apostándole a ser más independiente y a aprender a base de asumir su rol de hijo responsable, aunque aún así no puede escapar de su naturaleza maniática de vez en cuando. Cruza una mirada de confianza con Allana y ésta le sonríe como a un cómplice, evocando el mismo gesto bucal en él. Al mismo tiempo, un muchacho pelirrojo, de unos quince años, observa la fiesta apoyado desde una pared con los brazos cruzados. Usa un uniforme de exorcista de chaqueta negra con líneas plateadas, con el cuello cubierto por una bufanda blanca, y sus cabellos rojos cayendo sobre su frente, tapando parcialmente sus ojos verdes, que reflejan la cara ahora sonriente de Allana Walker.
-Benjamin… -Le dice el viejo Bookman en tono de regaño, apareciendo junto a él.
-¿Qué sucede, bisabuelo? –Inquiere con voz seria.
-No debes estar en este lugar si no lo quieres así. Una actitud incorrecta solo hará que los demás no deseen tu presencia, y eso es un problema mayor a la hora de registrar los datos, ¿entiendes eso? –Regaña el anciano.
-Lo se, bisabuelo. –Responde educadamente. –Pero no puedes exigirme comportamientos que ni siquiera mi padre respeta. –Le dice en tono dolido. Sus palabras sorprenden al viejo, pero las acepta.
-Supongo que tienes razón en eso, niño. Sin embargo tú puedes evaluar si las decisiones y acciones de tu padre han sido las correctas, y luego crear tu propio esquema de comportamiento en base a eso si así lo deseas. –Insiste el viejo mientras piensa en su alumno de espaldas, caminando mientras se aleja de la Orden con su martillo en la mano, consumido por el rencor.
-No puedo permanecer en el mismo lugar con la persona que mató a mi esposa. –Les dijo Lavi antes de irse por última vez, dejando a un pequeño Benji al cuidado de su bisabuelo, quien de repente de se vio traído de vuelta al punto de partida de la educación de su discípulo.
-Entonces solo déjame tranquilo, por favor. –Contesta el chico de catorce años.
-Allana Walker no tiene la culpa de nada, Benjamin. –Le dice Bookman antes de retirarse.
-Lo se. –Termina el chico, ya sin nadie que lo escuche, aún reflejando la alegría de Lenalee y Allana en sus pupilas de Bookman. –Mamá… -Al ver a Allana abrazada por su madre ante la alegría de esperar a Allen, recuerda a su propia madre abrazándolo; la hermosísima pelirroja le dice a él de niño algunas palabras en silencio, las cuales luego trascienden el recuerdo y vienen a su memoria. Frunce el ceño y desvía la mirada, con los brazos todavía cruzados y el rostro enojado.
En el lugar de la fiesta, Allana luce ya más contenta mientras se pone de pie para partir el pastel con la espátula que su madre le acaba de dar. Cuando está a punto de hacerlo, Komui la interrumpe nuevamente con una monstruosa cámara fotográfica entre las manos, mientras Miranda lo apoya por detrás sosteniendo la lámpara de fósforo para el flash.
-¡¡Espera, Allana-chan!! ¡Es hora de probar la nueva cámara digi- digo, de fotografías de tu tío Komui! –Dice animoso. Lenalee hace una sonrisa comprensiva y vuelve a ver a su hija guiñándole un ojo. Ella asiente y vuelve a ver al lente mientras su madre la abraza por detrás.
-De acuerdo, tío Komui.
-¡Espera, faltamos nosotros! –Se escucha una voz femenina y amable. Stella viene con Kanda, halándolo con fuerza, a lo que el poderoso espadachín por alguna razón no puede negarse. La exorcista de cabello negro y ojos rosados luce el cabello corto hasta los hombros, ligeramente ondulado; su estatura es la misma de siempre, sus facciones, demuestran la sonrisa de alguien que vive una vida tranquila y que está conforme con lo que tiene. Desde el incidente de hace cinco años, su Noé interior nunca volvió a manifestarse, así como tampoco su cualidad de Ser Celestial. Kanda, por su parte, es el mismo exacto que era la última vez, con la diferencia de que ahora es mangoneado a diestra y siniestra por la exorcista que lo acompaña. Los uniformes de ambos tienen también el mismo distintivo dorado que los de Allen y Lenalee.
-¡Kanda, Stella! –Los recibe Lenalee, contenta.
-¡Tía frijol, tío Bada! –Celebra Allana al verlos. A ambos les sale una gota en la cabeza al escuchar sus respectivos apodos.
-Ella me dice así porque tú me dices así, Yuu… -Piensa Stella, mirando de reojo a Kanda. Kanda está mirando hacia abajo, sudando mientras lucha por mantener la calma.
-Ella me dice así desde que era una mald… una bebé… -Se corrige a sí mismo en sus pensamientos. La pareja se ubica junto a la madre y a la hija, junto con los demás invitados que también se colocan alrededor, permitiendo que Komui se prepare para tomar la foto. Sin embargo, antes de dispararla, el supervisor se detiene y se lleva la mano a la barbilla.
-Hm…
-¿Ahora qué? –Dice el jefe Reever, reconociendo la mirada de su jefe.
-¡Yo también quiero salir en la foto! ¡Voy a llamar a Komurin DDR para que tome la foto por nosotros! –Propone emocionado dándose la vuelta y disponiéndose a activar el control remoto de encendido.
-Komui-san, no creo que sea una buena idea… -Trata de disuadirlo Miranda con la cara nerviosa, gesto que encuentra eco en todos los que posan para la fotografía.
-¿De qué estás hablando, Miranda? Komurin DDR es mi regalo súper especial para mi querida sobrina Allana. Le di uno a Len en su cumpleaños. –Señala a su hijo, como justificándose. El chico se lleva la mano a la bolsa del pantalón y saca un diente que se la cayó producto de ese incidente, mirándolo con cierto dolor.
-¡Tío Komui! –Le grita Allana poniéndose las manos alrededor de la boca para gritar mejor.
-¿Si, Allana-chan? –Responde entre estrellas brillantes.
-¿Qué te parece si luego me enseñas las habilidades secretas de Komurin DDR? Así nadie las verá y serán nuestro secreto de tío-sobrina. –Le propone con una voz de entusiasmo que sorprende a Lenalee.
-Secreto, secreto, secreto… -La palabra de Allana resuena en los oídos de Komui, que luce encantado ante la idea.- ¡¡Bien!! ¡¡Ninguno de ustedes tiene derecho a ver a Komurin DDR, así que se lo enseñaré a Allana-chan cuando no haya nadie mirando!! –Dice señalando con el dedo hacia el horizonte. Allana lo mira sonriente mientras su madre se inclina hacia su oído.
-No vas a acercarte a Komurin, ¿está bien?
-Si, mamá.
-¡Foto! –Dice entonces el supervisor, tomando la fotografía del momento. La imagen captura a Allana en el centro rodeada de su madre, sus tíos y el resto de sus amigos.
-¡Es hora de que abras tus regalos! –Dice ahora el entusiasta tío Komui. A Allana le sale una gota en la cabeza y se esfuerza por sonreír.
+-+-+-+-+-+-+-+-+
Es un salón oscuro, iluminado por velas que flotan sobre la nada. El piso es como un gigantesco tablero de ajedrez sobre el cual hay varios juguetes, osos de felpa gigantes, cajas musicales y otros. En medio de eso está sentada una niña de cabello blanco que tiene una diadema negra en el cabello, con un adorno de mariposa negra del lado derecho; usa un vestido largo, victoriano, del mismo color, como si fuese una muñeca; sus ojos morado metálicos están clavados en la muñeca que sostiene entre sus manos, con la expresión triste. Una puerta se abre, dejando entrar luz del exterior, lo que apenas llama la atención de la chiquilla, que ve entrar a un hombre alto, de cabello largo y vestido con ropa formal y sombrero de copa, empujar una bandeja con un pastel hasta donde está ella.
-Feliz cumpleaños, Allena-chan. –La saluda el Noé guiñándole un ojo. Allena levanta la mirada y le sonríe.
-Gracias, Tykki-pon. –Responde con su voz dulce y más fina que la de Allana. Allena, luego de la sincronización con el flujo de línea Celeste en el Ártico, de alguna forma separó su ego del poder de la inocencia de Allana, dándose como resultado que se convirtiese en humana, adquiriendo la misma edad que su hermana, y perdiendo todos sus recuerdos en el proceso. Recuerdos que han sido poco a poco reemplazados con nuevos lazos afectivos.
-¡Es hora de la fiesta de Allena! ¡¡Vamos a tirar la casa por la ventana!! –Aparecen también Debbito y Jasdero, abordando desde atrás por los lados a la niña, que les sonríe con familiaridad.
-Gracias por venir, Debi, Jasde. –Les agradece formal. Los dos Noés se sonrojan y vuelven el rostro.
-Dinos Jasdebi, niña. –La reprende Debbito.
-Lo siento, Debi, pero es más fácil decirles así cuando están separados. –Explica mientras señala a cada uno con el dedo. En eso viene Lulubel en su forma de gato, saltando y corriendo hasta treparse a los brazos de la niña, que la recibe con emoción. -¡Lulu! –La abraza y comienza a acariciar su espalda, a lo que la gata responde dejándose acariciar.
-Se cree la gran cosa porque Allena-chan la abraza con tanta familiaridad… -Le comenta Debbito a Jasdero.
-¿Ara? ¿Acaso estás celoso, Debbito? –Pregunta Tykki, mirándolos divertido mientras las sirvientas Akumas sirven el pastel a la mesa de reuniones. –Allena dice muchas veces que le gusta abrazarnos, ¿no es así? –Le dice mirando a la niña e inclinándose un poco. Allena deja en el piso a Lulubel y corre hasta Tykki, trepándose sobre él mientras él la acomoda a su alrededor, con ella tendiendo los brazos sobre su espalda.
-Te quiero mucho, Tykki-pon. –Le dice Allena, un poco sonrojada. Tykki no sabe cómo reaccionar a esas palabras y se limita a abrazarla.
-Ahora soy yo la que se va a poner celosa, Tykki. –Comenta Road, quien llega a sentarse a su lugar acostumbrado.
-¡Road-chan! –La saluda la niña peliblanca. Tykki la deja en el suelo y ella corre a saludarla. Road le acaricia el cabello mientras ella cierra los ojos, luego la mira con emoción.
-Pensaba que estarías ocupada para la fiesta, Road-chan. –Le dice feliz de verla.
-Yo igual. –Le dice seria, mirando de reojo al resto de Noés, que no han perdido la perspectiva ni un momento. –La verdad es que quería traerte un regalo de cumpleaños, pero otro hombre malo se me adelantó y se lo llevó él.
-¿Hombre malo?
-Un exorcista. –Le dice ella, sin mirarla. La palabra sobresalta a Allena, cuyas pupilas se contraen mientras da un paso hacia atrás.
-Exorcista… -Profiere mientras se lleva la mano a la frente. –Hombre malo…
-¡Road! –La reprende Tykki. Road hace una señal de tranquilidad con la mano y niega con la cabeza.
-Así es como debe ser, Tykki. –Le asegura la peliazul. En ese instante aparece el Conde caminando a pasos lentos, encontrándose con la reunión familiar.
-¡¡Conde!! –Dice la niña, feliz. Sale corriendo hasta él y se arroja a sus brazos, sin ser capaz de abarcar su cintura con ellos, pero topándose lo más que puede. El Conde la mira con ansia y la acaricia.
-Feliz cumpleaños, Allena-chan. Este es tu décimo cumpleaños, y muchas cosas interesantes van a sucederte a partir de ahora. –Explica con su voz lenta y sugestiva.
-¡Gracias, Conde! –Le dice la pequeña sin entender el significado de sus palabras. La escena es de la niña brillante rodeada de sombras oscuras, de ojos amarillos intensos.
-Es hora de partir tu pastel, que para eso es que nos hemos reunido todos en este lugar, ¿no es verdad? –Invita al resto de Noés, que se aproximan a la mesa, tomando cada quien su asiento.
+-+-+-+-+-+-+-+-+-+
-Pide tu deseo, Allana. –La invita su mamá mientras la niña está frente al pastel. La hija Walker contempla fijamente las diez velas, cierra los ojos con fuerza y sopla. Al mismo tiempo, en otro lugar, otra niña de cabello blanco ha soplado las velas al mismo tiempo que ella.
-Mi deseo es… -Piensan las dos a la vez. Sin embargo, es la primera niña la que de repente ve su deseo cumplido. Las puertas de la cafetería se abren, dejando ver la figura del exorcista más poderoso de la Orden Oscura, con su traje de rayas doradas resplandeciendo con el brillo de las lámparas del salón.
-¡¡¡Papá!!!! –Grita Allana, dejando todo de lado y corriendo hasta él. Allen sonríe al verla, extiende sus brazos y la recibe entre ellos, dando un par de vueltas en el aire luego de atraparla. -¡¡Papá!! ¡¡Te extrañé!! –Le dice la niña, emocionada. -¡¿Tocarás el piano para mí?! Te extrañé mucho, y quería verte… -Sus ojos de repente tienen lágrimas alrededor. -¡Papá! –La abraza intensa.
-Yo también te extrañé mucho, Allana. –Le dice cerrando los ojos mientras la abraza. Lenalee, Stella y Komui se acercan seguidos por los demás, con Kanda quedándose un poco más atrás, con la mirada fija en la figura que se ha quedado detrás de la puerta atrás de Allen.
-¿Qué nos traes allí, brote de habas? –Inquiere el General Kanda.
-Yo también te extrañé, tío Bada. –Le dice en tono burlón. A Kanda se le salta la vena de la frente, pero no dice nada. Luego Allen cruza miradas con Lenalee y ambos se sonríen, su reencuentro siempre es más íntimo y puede esperar un poco más. Stella mira a su amigo con la confianza que han ganado con los años, y él la ve de la misma forma. Deja a Allana en el piso y le pone las manos sobre los hombros.
-Allana, ¿te importaría tener un invitado más en tu fiesta de cumpleaños? –Le pregunta el exorcista.
-¿Invitado más? –Inquiere la niña, confundida. Luego sonríe. –Claro papá, si tú lo traes, claro que si.
-Allen-kun, ¿no me diga qué…? –Profiere Komui, ya en tono serio. Miranda pone la misma expresión al ver la actitud de su esposo. Allen le da la espalda unos momentos a todos y va a tomar de la mano al niño que espera atrás de la pared. A los pocos momentos regresa con el chico junto a él, quien no se atreve a levantar la mirada del piso. Es un niño de cabello negro despeinado, cuya extensión cubre parcialmente sus ojos morados, ligeramente más alto que Allana.
-Encontré la inocencia, Komui-san. –Le informa Allen. –Es la inocencia de este niño. –Le pone la mano en el hombro, mientras él no hace sino seguir viendo el piso. –Ha pasado por una mala experiencia, así que por favor… -No termina la oración cuando todos ya están asintiendo. Allana parece sorprendida e intrigada por el recién llegado, rápidamente adelantándose hasta él, no sin antes buscar la aprobación para hacerlo en el rostro de su padre, encontrándola en la sonrisa verdadera que solo su madre y ella son capaces de reconocer en él.
-Hola. –Se presenta la jovial niña. El chico rápidamente se esconde detrás de las piernas de Allen, mirando desconfiadamente a la despreocupada niña que tiene ante los ojos.- Me llamo Allana, Allana Walker.
El chico no contesta, sin embargo, Allana se queda expectante a su reacción, como si estuviese segura de que le va a contestar, lo que sucede solo unos momentos después.
-Yo… soy… Joshua… -Dice con voz cortada y tímida.
-Mucho gusto, Joshua. –Le toma la mano y lo hala en su dirección. -¿Quiere comer pastel? ¡Hay mucho! Y también te puedes quedar con un robot que me regalaron… -Le dice mientras se lo lleva corriendo hacia el centro de la cafetería.
-Komui-san. –Le dice Allen, serio.
-¿Qué sucede, Allen-kun?
-Quiero que el chico sea mi estudiante. Si va a usar inocencia, entonces seré yo quien le enseñe. –Recuerda el instante en que lo encontró, en una situación muy parecida a la de él en su momento. Komui guarda silencio también, pero asiente.
-De acuerdo, como general, tú tienes derecho a elegir a tus alumnos. –Le recuerda oficial. Lenalee se acerca a él y le toma la mano, él la toma con fuerza y la mira con la necesidad de tenerla junto a ella.
-Así que Joshua… -Profiere Lenalee mientras ve a su enérgica hija jugar con él. Allen sonríe mientras se queda pensativo, como si la escena que tiene ante sus ojos fuera el presagio de uno de sus peores temores como padre…
-Deja de estar pensando así, son solo niños. –Se dice a sí mismo.
+-+-+-+-+-+-+-+-+-+
En otro lugar, la fiesta ha terminado, el Conde se ha ido y una niña aún juega solitaria con una muñeca en medio de un gran salón oscuro.
(Continuará)
+-+-+-+-+-+-+-+-+-+
(Avance)
Joshua, el nuevo estudiante de Allen Walker, comienza su vida en la Orden Oscura bajo la tutela de su maestro y el cuidado de la hija de éste. En otro lado, Allena descubre poco a poco el significado de su vida, mientras Stella y Kanda encuentran por su parte nuevas semillas de futuros exorcistas. Lavi está en su propio viaje, pero también se encuentra con algo que indica que un nuevo peligro se asoma. Una nueva saga está comenzando…
Próximo capítulo de inocencia Eterna
Estudiante
¡Lucha por la salvación de las almas de los akumas!
+-+-+-+-+-+-+-+-+-+
(Omake)
Está Allana con el control de Komurin DDR en la mano. Komui está emocionado mirándola desde el fondo.
-Va a usarlo… -Dice con lágrimas en los ojos. Allana hace ojos de raya y punto mientras aprieta el botón rojo, pero no pasa nada.
-Como siempre… -Dice dejando el aparato sobre el piso y yéndose. –Mejor me voy a jugar con los soldaditos de plástico que me regaló el tío Bada…
-¡¡¡Nooo!!! –Dice el tío Komui corriendo hasta el control, tomándolo entre las manos y apretándolo, pero no pasa nada.- No funciona… -En eso se le prende el foco.- ¡Es verdad! ¡Como era muy grande, mandé a construir a Komurin en la rama asiática!
Rama asiática
Komurin gigante se ha activado y está comenzando una ola de destrucción.
-¡¡Supervisor Komui!!!!! –Grita Bak, enfurecido.
Se cierra el telón.
+-+-+-+-+-+-+-+-+
¡Tarán! Listo. Este fue el primer cap de la temporada, jejeje… un poco tranquilo, pero la historia apenas va comenzando. Espero que les guste el matiz que va tomando, aunque mis celos de padre me dan una alerta roja en cuanto a Allana… si saben a lo que me refiero, jejeje… bueno, en fin… Este cap está dedicado a Majo-chan, que se está esforzando mucho en su proyecto, buena suerte. Espero que este fic les guste a todas y todos, y que sirva para divertirse, que es lo más importante. Bueno, es todo por ahora, no olvides dejar tu comentario, que es muy importante, hasta luego.
