Bien, para entender este fanfic hay que tener en cuenta el final del juego de Sonic Next Gen (o Sonic the Hedgehog 2006): después de que Sonic, Shadow y Silver derrotaran al dios Solaris, Sonic y Elise son aparentemente transportados al momento en que el Duque de Soleanna le enseña la Llama de los Desastres a la pequeña Elise. Ahí, Elise apaga dicha llama haciendo que TODO lo ocurrido con Iblis y Mephiles no hubiese ocurrido nunca. Por lo tanto, Silver y Blaze y Sonic and cia nunca se conocerán y el futuro de Silver nunca será atacado por Iblis. Por favor, si esta información es errónea no duden en corregirla. Nunca he jugado al Sonic Next Gen. He visto videos pero estaban en Inglés y algunas cosas no las entendía. Sólo era eso.


¿SONIC? NO, SILVER THE HEDGEHOG

1º capítulo: Los días del futuro.

Aparentemente nervioso, el erizo plateado se alisó las extrañas púas de su frente. Eran su signo más peculiar y a ella le encantaban, o eso creía. Se dio un repaso de arriba abajo en el espejo del baño y, cuando se hubo asegurado de que estaba totalmente listo se marchó lo más rápido que pudo. En verdad, no llevaba puesto ningún tipo de traje, no. Iba como siempre. Sin ropa, sólo adornado con un par de guantes extravagantes y unas botas del mismo estilo. Simplemente se tomaba muchas molestias porque el pelaje con el que había sido creado era de color blanco/plateado y se ensuciaba con facilidad. Uf, y él no quería que ella lo viese así. Pasaría demasiada vergüenza. Sí, demasiada.

Haciendo caso omiso al paraguas que tiró al suelo justo cuando pasó por su lado, salió de casa no sin antes pulsar un extraño botoncito azul al lado del marco de la puerta. Cuando Silver the Hedgehog puso un dedo enguantado en el pequeño interruptor, éste se metió para adentro y abrió automáticamente la puerta que daba al exterior. Silver sonrió y no perdió más tiempo.

En el momento en que el erizo pisó la primera baldosa que iniciaba el estar fuera de casa, respiró abiertamente una gran bocanada de aire. Se remoloneó ligeramente. Sabía tan puro aquel oxígeno…Oh no, no debía entretenerse. Lo estaba esperando ¡ella lo estaba esperando!

-¿Se va, señor Silver?- pronunció alguien al fondo de la calle.

Silver se detuvo, realmente molesto por aquella interrupción ¿no se daban cuenta de que tenía mucha prisa? Aún así se tuvo que resignar. Se volteó con expresión lo más calmada que le fue posible fingir. Un robot de tamaño mediano y de color blanco excepto por los brazos, que eran rojos, lo miraba fijamente a la vez que manipulaba un cortacésped. Sus ojos estaban enganchados a lo que parecía una cabeza rectangular. El cuerpo del robot era delgado, sin embargo, la parte inferior se ensanchaba en forma de hexágono. Ese era su mecanismo de avance.

-S-Sí, tengo que irme ya, Bor ¡Cuida de la casa hasta que vuelva!- Silver no quiso detenerse más. Saludó a su robot asistente, Bor, y se dirigió a una moto tremendamente llamativa.

-¡A sus órdenes, señor!- se le oyó despedirse.

Silver sonrió y se subió a la moto con forma ovalada y cuerpo alargado. El vehículo iba sostenido solamente por dos ruedas de un extraño material que no era caucho sino algo mucho más suave y resistente. El erizo no se paró a estudiar su moto ¡no tenía tiempo! Se montó diestramente en ella, apoyó sus manos en los manillares y pronunció:

-¡Arranca!

La moto, también denominada "callbike", se activó mágicamente sin ningún tipo de manipulación. Aunque a Silver no le sorprendió ese hecho. Era normal. El erizo había nacido entre ese tipo de tecnología. Para nosotros aquellos tiempos serían espléndidos. Ordenadores más inteligentes que nunca, robots programados para limpiarte la morada sin pedir nada a cambio, motos que responden a tu voz…Un mundo soñado por muchos, sobre todo por escritores y dibujantes de series animadas ¡hasta los directores de las películas se imaginaban lo que ahora son esos tiempos! Sí, esos tiempos que nosotros denominamos "el futuro"

***

Aún siendo de día, aquel ser se ocultaba realmente bien. En parte, servían de escondite las copas de los árboles de aquella isla…peculiar. Sí, por fin estaba en ese legendario lugar que las antiguas leyendas citaban. Nadie, excepto los héroes de antaño, logró llegar hasta allí. Él era el único. Él y sus hermanos; y pronto obtendría lo que esa isla guardaba entre su naturaleza. Aquel poder que tan grandioso se describe en los pergaminos de los equidnas.

Entre las hojas, un erizo de color violeta, siseó al aire y comenzó a saltar de rama en rama tan ágilmente que su figura se hizo invisible en aquel mundo de hojas. Otros tres erizos le siguieron de la misma manera, respondiendo al seseo de su hermano mayor y así avanzaron todo el camino, hasta llegar a un enorme altar de piedra. Un brillo de halo divino se divisaba en lo alto de aquel altar, a pesar de que la luz del sol todavía bañaba el día. Él no perdió tiempo. Indicó a sus seguidores que se detuvieran y comenzó a subir él solo aquellas enormes escaleras. No le supuso un problema. Estaba acostumbrado a ese tipo de ejercicios.

La cima del altar se trataba de una estancia al aire libre. Siete columnas rodeaban la placa de piedra cuadrada que servía de suelo. Eran grandes…y misteriosas. A lo mejor, habían guardado algo anteriormente. Pero eso no era lo importante. El objetivo de su búsqueda estaba en el centro de ese lugar: una gigantesca joya que semejaba un diamante, reposaba sobre un saliente. Era verde y brillaba más fúlgidamente que varias constelaciones de estrellas juntas. Sin embargo, aquel brillo no era algo natural, más bien se trataba de un brillo celestial, todopoderoso. Era una especie de advertencia. Aquella no era una joyita normal y corriente. Él lo sabía y por eso la había estado persiguiendo ¡y ahora por fin estaba ante ella! ¡Por fin podría tener dominio sobre su poder! Un poder más fuerte que el de los mismísimos dioses.

El erizo se acercó a la joya verde, sin ningún temor o cautela y cuando estuvo lo suficientemente cerca, apoyó en ella una mano enguantada. La Master Emerald pareció despertar de un largo sueño. La gran esmeralda de proporciones inmensas resurgió en una explosión de luz cegadora. Bajo los pies del erizo, Angel Island comenzaba a caer. Debía de irse pronto. Irse con la Master Emerald…

***

Detuvo con un "¡Stop!", la moto a la entrada de un bellísimo bosque que todavía no había sufrido los cambios de la civilización como la mayoría. Quedaban ya muy pocos espacios naturales como ese. Silver se bajó lentamente de su corcel mecanizado y se quedó mirando durante un buen periodo de tiempo el paisaje totalmente natural que sus ojos estaban grabando. Qué pena que hubiese tan pocos lugares como ese. Si la gente dedicara aunque sólo fuera un mínimo segundo a admirar la de vida que él, Silver, tenía enfrente, todo sería distinto. Ya no habría tanta atmósfera artificial o calor prefabricado. Sin duda, aquella era la peor época que pudo haber existido.

Dejó de lamentar la situación de sus tiempos e invocó una extraña capacidad. Unos singulares dibujos bordados en los guantes que llevaba comenzaron a iluminarse. Entonces, su cuerpo se separó suavemente del suelo, casi como una pluma. No estaba volando. A ese fenómeno se le denominaba más bien levitación. Rodeado por un aura azul-verdosa y encontrándose a ras de la tierra, Silver empezó a avanzar rápidamente. Mantenía los brazos ligeramente estirados y las palmas de sus manos abiertas. La telequinesia resultaba muy útil en esos casos en los que llegas tarde y tienes que apurar. Sí, telequinesia. Una habilidad especial de aquel erizo plateado que ni él sabe de dónde la adquirió. Sólo sabía que su padre también la poseía.

Los árboles del bosque, apiñados, sin apenas espacio para maniobrar entre ellos, se fueron separando visiblemente a lo largo del camino que Silver estaba recorriendo. Bien, estaba llegando a su destino. Pronto se encontraría con ella. El erizo aumentó su "paso". Estaba realmente impaciente. Más que nada porque ya llegaba diez minutos tarde y a veces las chicas eran demasiado exigentes en eso de la puntualidad. Al menos así se mostraba ella la mayoría de las ocasiones con él. Un ruido de caída fuerte llegaba a oídos del chico plateado. Sonrió al percibir cerca la cascada en donde habían quedado. Sólo fue apartar un arbustillo molesto de su camino…para poder ver una enorme columna de agua que se dejaba precipitar a un hermoso río.

-¿Dónde…dónde está?- se preguntó a sí mismo al tiempo que la buscaba con la cabeza.

En el nacimiento de aquella hermosa catarata, sobre unas rocas, se alzaba una mujer. Por su anatomía felina y esbelta, se la podía clasificar como una gata, una gata de color lavanda. A simple vista parecía más bien una turista que observaba el paisaje con detenimiento y felicidad pero si uno se fijaba más, su postura, arqueada y con un pie delante de otro, podía averiguar que estaba allí por un algo más significativo. Silver clavó sus ojos en la gata y una sonrisa iluminó su rostro. Sin embargo, la gata no lo vio a él. Sin ningún motivo aparente, la felina lavanda saltó al vacío con los brazos extendidos mientras que unos hilos de fuego salidos de la nada comenzaban a rodearla ¡qué demonios se proponía aquella mujer! ¿Matarse? Silver retrocedió, alarmado por aquella actitud suicida, y corrió hasta la orilla del río. La gata caía en paralelo a la columna de agua, todavía con las llamas serpenteando a su alrededor.

-¡Blaze!- exclamó el erizo. Cinco segundos antes de que un suceso realmente terrible hubiese ocurrido, el joven blanquecino dio a mostrar su habilidad y detuvo psíquicamente a la gata lavanda, Blaze, en el aire. El fuego desapareció de repente- ¿Qué creías estar haciendo?- le reprochó, ahora acercándola a él. La dejó delicadamente en la orilla, de pie. El rostro de Blaze no mostraba arrepentimiento y mucho menos algún tipo de impresión.

-Hola, Silver- saludó ella, como si no hubiese pasado nada- Llegas diez minutos tarde.

-Has estado intentando invocar las "Alas de Fénix" ¿verdad?

-¡Oh! No sabía que leyeras la mente ¿eso es nuevo?- pareció bromear, Blaze, ya que no había ninguna ironía en su voz.

-Blaze, no es un juego ¡casi te matas! ¿Y si no llego a estar aquí? ¿Eh? No hubieses podido hacer las Alas de Fénix y ¡puf! ¡Adiós Blaze!- le regañó, realizando gestos descontrolados con las manos.

-No soy una niña. Sé cuidarme sola- continuó la gata, con semblante serio.

-Pero…Blaze ¿dónde tienes el sentido común?- Silver se calmó.

-¿De verdad quieres que te conteste?- la chica se cruzó de brazos y le dio la espalda.

El erizo iba a decir que sí. Quería una explicación pero comprendió aquella actitud rebelde y lo que le iba a contestar de verdad. Realmente, preferiría quedarse con la duda a oír semejante grosería de la felina. Se limitó a suspirar. Lo mejor era olvidarlo pero Blaze era demasiado arriesgada y sabía que tarde o temprano acabaría por volver a poner su vida en peligro.

-Da igual- su compañera pareció relajarse con el desistir de Silver- ¿vamos al lago?

Blaze asintió con la cabeza y ambos comenzaron a caminar, dejando la cascada atrás. Silver lanzó un vistazo rápido a su compañera. Estaba seria, fría, con los brazos cruzados, como la mayoría de las veces. Por esa actitud, Blaze no tenía muchos amigos. Para que andar con rodeos, no tenía ninguno. Sólo tenía al erizo plateado que ahora avanzaba a su lado. Se conocían desde la infancia. En la guardería, Blaze ya era así de difícil. Todo se debía a que perdió a su madre con cuatro años. Él fue el único que sintió compasión por ella y se acercó. Desde entonces, eran amigos y con el tiempo Silver dejó de sentir pena por la gata. Se hicieron inseparables.

-Blaze- le susurró, delicadamente- Sabes que eres mi mejor amiga ¿verdad?

La felina lavanda se detuvo y volteó la cabeza hacia el erizo. Sus ojos dorados brillaban bajo la luz solar que se colaba entre las copas de los árboles. Una sonrisa se esbozó en los labios de Blaze. Una sonrisa tierna y llena de cariño. Una sonrisa sincera.

-Claro que sí, igual que tú- le respondió con el tono más dulce que su voz podía entonar. A ella no se le daba muy bien eso de entregar amistad a la gente pero Silver sabía que era buena persona.

Volvieron a caminar, en silencio, pensando cada uno en sus cosas. El trayecto hacia el lago era bonito y tranquilo. No hacía viento y la temperatura era agradable. Los insectos revoloteaban alrededor de los árboles y los pájaros piaban alegremente en sus ramas. Silver suspiró y aminoró el paso. Sin embargo, algo le hizo tropezar y cayó al suelo lanzando un grito de sorpresa. Blaze se detuvo bruscamente y fue a socorrer a su amigo. No parecía muy preocupada.

-Debes mirar por dónde vas- le reprimió. La joven le agarró un brazo y tiró de Silver hasta colocarlo en pie- ¿estás bien?

-Sí, sí- respondió, frotándose las rodillas- Vaya ¿con qué me he tropezado?

La gata se dio la vuelta y buscó lo causante de la caída del erizo. No fue complicado distinguirlo. Una extraña joya amarilla del tamaño de la palma de una mano humana sobresalía de la tierra en el mismo camino que Silver había estado recorriendo hace unos segundos. Blaze se aproximó a ella y extendió una mano para tocarla. Sus dedos rozaron la superficie de la joya. Era suave y emitía calor ¿se podría tratar de una piedra procedente de las entrañas del suelo? No, esa energía no era calor exactamente. Era algo más…poderoso. La gata la desenterró y la levantó en su mano. Era una esmeralda gigante, que emitía un brillo misterioso, casi etéreo. Blaze la acarició cuidadosamente y, como si la hubiesen conectado a un enchufe, una increíble onda de energía invisible despertó todo su ser ¿qué clase de esmeralda era esa? Nunca antes había visto algo así. Un ardor interno le impedía desprenderse de tal objeto. Debía poseerlo, tenerlo junto a ella. Sólo…sólo Silver sabría la existencia de esa esmeralda. Sin duda, se trataba de algo sumamente sobrenatural…


¡Guau! ¡Cuánto tiempo hace que no me paso por aquí! Ya sabéis: exámenes, deberes, colegio, algún que otro problema, etc..., en fin, lo típico ¡pero ahora estoy de nuevo aquí, en Fanfiction, escribiendo el fanfic que prometí! Sí, muchos diréis: "Qué rollo de capítulo, me esperaba más acción" pero es el primero y el primero nunca es el más entretenido, que digamos (esto es en general). Y una cosa antes de terminar: este fanfic está empezado desde cero, es decir, no tiene nada que ver con mis fanfics anteriores. Nada. Bueno, amigos, ahora sí me voy. Que paséis una estupenda semana ¡y ánimo que se acerca Navidad! Muchos besos y abrazos.

Wings-Dragon