Las tres rosas de cristal
Prologo
En una oscura noche de invierno un hombre solo en un callejón lamentándose en silencio susurrando un nombre al viento que aduras penas se podría escuchar, no se podía distinguir entre las sombras aquel rostro devastado de aquella persona que trasmitía su sufrimiento y dolor sin necesidad de tocar o hablar con alguien. la duda es porque tiene ese gran sufrimiento.
La lluvia empieza a caer gravemente en esta devastada ciudad pero esta no hacer mover aquel hombre que su lamento se empieza a escuchar más y más lo cual hace que el nombre de aquella persona por la cual se escuchara. Era un lamento terrible que asía sufrir hasta la persona menos interesada entre mi terrible duda uno de sus desgarradores gritos me ase escuchar perfectamente las palabras que de su boca provenían las cuales se lamentaban por su amada perdida
Aquellas palabras eran- Hinata lo siento- aquellas palabras que se convertirían en una gran leyenda.
Capitulo i
La primer joya
Con lágrimas en los ojos y sin voz por tanto gritar me levante empezando a caminar asía aquel hospital donde la vería por última vez , recordando que esta estúpida mañana la ignore solo por una simple discusión sin sentido, para que en mi borrachera recibiera una llamada la cual me destrozaría.
Acelere el paso pues era de madrugada y pronto se la llevarían. Al llegar al hospital con temor miro a la enfermera del mostrador y le pregunto –la habitación de hinata hyuga-l
Aquella enfermera de cabello rosa me indico con su mano la habitación sin atreverse a mirarme o tan siquiera a hablarme. Al entrar no puedo evitar que escurran lágrimas de mis ojos era terrible ver a mi princesa con los ojos cerrados acostada en aquella camilla, era como una estatua de cristal casi transparente, fría y sin vida en ella, me desgarraba el alma aquel profundo dolor.
Mis fuerzas se avían ido de mi cuerpo uno podía parar de suspirar, inclinándome asía ella bese aquella piel suave y blanca para terminar susurrándole al hondo –te amo lo siento -todo fue mi culpa
Al acabar esas palabras entro un doctor decrepito con una mirada profunda que alejaba al que la viera interrumpiendo aquel momento diciendo –ya es tiempo-
La volví a besar al mismo tiempo que la tapaba con una sábana vieja y arrugada para que se la llevaran. Sin poder evitar grite como si fueran mis últimas palabras en este mundo – ¡te amo Hinata!-
Al salir del hospital solo quería huir de ai para olvidar lo sucedido aunque sabría que eso no pasaría regrese aquel olvidado callejón subí a mi auto golpeando el volante como si el tuviera la culpa pero no era así el que la tenía era yo.
Arranque y fui por otra calle para no pasar por aquel hospital perdido por ese gran dolor no me di cuenta que el semáforo estaba en rojo hasta recibir el impacto de otro auto, el cuál hiso que el mi rodara pero eso no me intereso solo pensaba la forma en que pudiera regresar a Hinata. Aquel impacto hiso que terminara golpeándome con el volante dejándome inconsciente "eso creía yo".
Al despertar me encontré tapado por una sabana la cual no me podía quitar pues mi cuerpo no respondía intente gritar pero solo resonaba en mi cabeza ese intento de pedir auxilio. ¿Acaso avía muerto? Y si era así porque no avía ido al cielo o al infierno donde me tocara pero estaba hay.
Ala media hora de estar allí escuche una voz diciendo –tenemos uno nuevo-al mismo tiempo de hacer esto me jalo para que me para y así lo hice al hacer eso quede petrificado viendo mi cuerpo recostado en un cuarto de morgue a lo que aquel anciano que me levanto me dijo
-eso es normal para nosotros lo muertos-
-¡que!- proteste
-si no te acuerdas como sucedió – me pregunto
Sin contestar y sin reprochar el hecho de que hubiera muerto le pregunte - ¿pero porque sigo aquí? –el riendo solo dijo -nadie lo sabe –solo sabemos que la sensual enfermera de pelo rosa viene a ponernos su carta y por cierto contigo ya se tardó-
Acabando de decir eso ella iba entrando la enfermera del mostrador del hospital donde murió Hinata aquel anciano pervertido después de todo decía la verdad, ella tomo de su bolso una carta tipo bakugan con una figura en ella poniéndola sobre mi cuerpo diciendo –sal jema de los inmortales- pero nada sucedió lo cual me hiso preguntarle aquel anciano –que es esa jema- a lo que contesto –luego te lo diré porque esa gran leyenda aún no tiene final, por cierto soy Jiraya –
