Hola a todos! Gaby esta aquí para traerles una historia que rondaba en mi loquisha mente durante varios días. Gaby espera que les guste y dejen reviews. Muchos, millones de reviews!
(Ok no!) Aunque sea unos pocos, solo para saber lo que piensan los lectores, saber su opinión, tomatazos, intentos de asesinarme... etc.
Deben saber que Gaby no puede morir, porque Gaby es inmortal! xD lalalalala...
Para evitar confusiones, dejo la siguiente explicación:
–Bueno…–. /Comentarios dichos.
Pero, yo... / Pensamientos
(N/A:) / Nota de la autora. (Gaby espera no molestarlos, pero es para que no haya dudas y la lectura se entienda a la perfección)
Como todos saben, Fairy Tail no le pertenece a Gaby, (Si lo fuera, imaginen lo que Gaby le haría a Jellal y a Gray-sama [Mas que nada a Gray-sama *p*]) Es propiedad de la mente maestra de Mashima Hiro-sama (Que ademas de apiadarse de nosotros creando Rave Master, fue tan genial al crear Fairy Tail)
Por otro lado, la historia es de la completa autoría de Gaby (No sean malas personas, robando lo que es de Gaby *O les ira muy mal!*) Y les ruego avisen si alguien la ve publicada en otro sitio. (Gaby sera fiel a :D)
Sin mas avisos por el momento, Gaby les desea disfrutar al máximo de la lectura.
*~*Uno*~*
La desconocida recién llegada.
–Magnolia…–. Murmuraron los labios rosados de una joven de alrededor de diecisiete años, con los ojos negros admirando las edificaciones que se encontraban frente a ella, sin tomar en cuenta las miradas que los demás transeúntes.
Parecía una turista, aunque su vestimenta no era diferente a la usanza de los ciudadanos.
Usaba un vestido gris hasta la rodilla, que hacía parecer su piel mucho más blanca de lo que realmente era, con mangas hasta los codos y sin escote pronunciado, pero que igual mostraba cautelosamente, la silueta de sus grandes senos. Las botas de color negro, altas, pero no lo suficiente, alcanzaban el borde de encaje del vestido de la chica.
Su cabello azul oscuro, largo y suelto, ondeaba con la agradable brisa vespertina. Delgados mechones del flequillo que le cubría parte de la frente, le entrecortaban a la vista, que continuaba absorta en todo lo que sus ojos lograsen devorar de la ciudad en la que ahora estaba.
No ha cambiado gran cosa… Pero aun así, es como si estuviese en otro sitio… Pensó la joven deteniendo su andar a mitad del puente que había para cruzar el canal de Magnolia.
Avisto a un par de barqueros en sus respectivas y pequeñas balsas. Su mano derecha se alzo a punto de saludarlos, pero se contuvo, acomodando parte de su cabello detrás de su oreja.
Sintiéndose un poco tonta, volvió a ponerse en marcha, sin prestar atención al frente, pues aun seguía observando los detalles de algunos comercios y unas cuantas casas que lentamente iba dejando atrás.
No estoy soñando. De verdad estoy aquí…! La chica se emociono bastante al decirse aquello. Ambas palmas se encontraron justo enfrente de sus senos, pero logro controlar los deseos de saltar y gritar lo feliz que se sentía al estar pisando el suelo de Magnolia.
Desde que era pequeña, albergaba la posibilidad de algún día, viajar hasta ahí. Habían pasado cinco años buscando hasta que se topó con la única oportunidad. Y no iba a dejarla pasar. Tenía que viajar a esa ciudad, como fuera.
El sol brillaba con poca intensidad debido a la avanzada tarde, había nubes encima de su cabeza, blancas y esponjosas en un amplio fondo azul. De alguna forma, el cielo le recordó a alguien, a cierta mujer a quien no le había hablado sobre su viaje, siendo prontamente atacada por la nostalgia.
Aquella joven estaba preocupada y dentro de sus propios pensamientos que le comenzaban a crear un nudo en la garganta y un dolor en el pecho. ¿Qué pasaría cuando su madre se enterara que había escapado? Le había dejado una nota, pero no deseaba que ella perdiera los estribos buscándola.
¿Qué debo hacer ahora?… Todavía no puedo regresar a casa. Pero… y si okaa-san… Se debatía en su mente sobre las opciones que tenía. En su rostro se habían formado los gestos que hacían notar las emociones de la chica, que era enfriado por el aire…
¡Baam! (N/A: Sonido de golpe. *Como cuando te pega un balón en la cara :D*)
Lo que la había golpeado directamente en el bonito rostro no podía ser brisa, ni siquiera un viento poderoso. Y no lo era en realidad.
– ¡Ouch!–. Chillo ella llevándose una mano a la zona entre los ojos y la nariz que le dolía, frotándose. –Lo siento, no estaba prestando atención al frente–. Admitió. Sus pupilas oscuras, se abrieron con sorpresa al descubrir con lo que se había impactado.
Un gato con pelaje de color azul, se incorporo del suelo. Su diminuta patita hacía lo mismo que la chica. Al escucharla alzo la vista, con sus redondos ojos examinándola.
–Yo tampoco estaba mirando por donde iba–. Unas alas blancas aparecieron en la espalda del curioso ser, haciendo que se elevara por el aire, frente a ella.
Lejos de impresionar a la joven con la que había chocado, lo abrazo, atrayéndolo a su abundante pecho, moviéndolo de un lado a otro.
– ¡Eres tan adorable y lindo!–. Exclamo ella.
– ¡Aye!–. Fue el gritito emocionado del gato, que no se quejo por el contacto tan lleno de confianza de una desconocida. – Me llamo Happy y soy un gato–. Dijo él, una vez fuese soltado.
–Soy Livieri. Acabo de llegar a Magnolia… –. Los ojos de la chica se dirigieron al suelo, incomoda de pronto, pero se animo a cuestionar. – ¿Sabes dónde se encuentra el Gremio de Magos Fairy Tail? –.
– ¡Aye! –. Repitió más animado que la ocasión anterior. – Te llevare hasta ahí. Yo soy un miembro de Fairy Tail. ¿También quieres unirte? –. Cuestionó Happy con tono vivaz, volando en la dirección de la que había venido.
–Emm… Bueno–. Comenzó a decir Livieri un poco dudosa. –Quiero conocerlo primero–. Aquel comentario pareció no molestar al gato.
– En cuanto lo veas, vas a querer unirte –. Menciono Happy con un tono firme, como si predijera lo que iba a suceder. – ¿De dónde vienes? –. Señalo flotando cerca de ella, que no se esperaba la pregunta del gato.
Livieri se detuvo en una posada y compro un pescado para obsequiárselo a su pequeño guía. Los ojos redondos de Happy brillaron.
– ¿Como supiste que yo amo los pescados? –. Preguntó el gato, tomándolo entre sus patas delanteras para luego darle un mordisco, disfrutando de encajarle los colmillos a tan sabrosa comida, olvidándose de lo que había inquirido mucho antes.
–Creo que más bien me pareció obvio, ya que a los gatos les agrada el pescado. No creí que te gustara tanto en realidad–. Fue la respuesta de ella, sonriente que había evadido la pregunta que el gato azul le había hecho hacía unos pocos minutos.
Ambos, Gato y Humana, continuaron hacía el gremio en silencio, mientras que el primero disfrutaba de su comida y la chica avanzaba emocionada. Sus mejillas se habían tornado un poco sonrosadas y las pupilas oscuras brillaban dentro de sus parpados.
Los labios femeninos se curvaron ampliamente en una hermosa sonrisa.
Estaba en Magnolia, a punto de conocer el gremio de magos más problemático y destructivo de todo Fiore…
