Futuro perdido
Era un frío día de invierno en la que una niña y su padre caminaban por el poblado saliendo del castillo de Nueva Amberia.
- Padre…- dudaba la niña en si debía preguntar o no, era muy tímida pero sólo tenía a su padre y, aunque su padre antaño fue un hombre radiante de felicidad, ella le conocía lo suficiente para saber el dolor de una pérdida.
- ¿Qué ocurre, Faye? - preguntó su padre con un tono cariñoso aunque tenía un tono algo débil al de costumbre.
- Hoy…hace ya 9 años desde que mamá…y...quería preguntarte como te encuentras – contestó su hija, quien aun no teniendo recuerdo alguno de su difunta madre le pesaba la pérdida con sólo contemplar la mueca de dolor de su padre al acercarse la fecha.
El joven padre, sonriendo con las lágrimas en los ojos le contestó - Si…hija, ya han pasado 9 años…y no ha pasado un solo día en que no la eche de menos ni haya llorado su pérdida – abraza a su hija en un leve sollozo abrazándola con cariño acariciando su pelirrojo pelo con matices azabache.
- ¿Y por qué venimos al bosque padre? – preguntó la curiosa niña intentando animar el ambiente que había generado su pregunta.
- Venimos a coger un tronco para celebrar Yule. – dijo él con un tono más calmado y con un rostro más alegre al ver a su hija con la curiosidad innata de su amada esposa.
- ¿Yule? ¿Qué es eso padre? Siempre me lo he preguntado. – Preguntó Faye en un tono jubiloso a la vez que curioso.
- El Yule es una celebración en la que celebramos el solsticio de invierno, cogemos un leño de Yule y lo quemamos durante 12 horas, colocamos muérdago, esperamos la salida del sol en una vigilia nocturna y colocamos figuras de madera. – contestó el relajado padre mientras miraba el mejor árbol para coger un leño de Yule. –Éste servirá. – decía mientras cogía un leño bastante llamativo y de buena madera tratándolo con respeto.
- ¿Quién te enseñó todo eso padre? – preguntó Faye.
- Tu padrino, ¿quién iba a ser? – dijo con una carcajada.
- Te refieres al tío Alystair? – contestó Faye.
- Exacto, ahora está en un lugar mejor…con Cinnia ojalá te hubiera visto crecer igual que tu madre… - en su tono se notaba cómo echaba de menos a las únicas dos personas que fueron su familia en los peores momentos de su vida.
- ¿Padre mi nombre tiene algún significado? – intentó cambiar la subjetiva de la conversación.
- Pues Faye significa Hada, tu madre y yo queríamos que fuera un nombre especial y aparte, tu padrino trataba con seres feéricos y le pedimos ayuda, así que nos ayudó a proporcionarte uno y la verdad es que te pega mucho, eres dulce, risueña y curiosa, y sobre todo muy tenaz, como lo era tu madre. – contestó su padre más animado viendo como a su hija se le iluminaba la mirada con lo que le contaba su padre.
- Me encantan tus historias padre, ¿puedes seguir contándome alguna mientras volvemos al castillo? – decía la niña mientras cogía a su padre de la mano una vez había terminado de cargar el tronco de Yule a su espalda.
- Sabes que para eso está Zacharias, ¿no? – alegó él mientras aseguraba el tronco a su espalda. – Además, él lo cuenta con mucho más...ehh convicción que yo. – terminó de contestarle a su hija.
- A mí siempre me encantan cuando me las cuentas tu papá, no es que no me gusten las de Zekrom pero me gusta cuando es mi padre quien me las cuenta. – dijo su hija cogiendo la mano de su padre y caminando de vuelta a casa, ahora con una sonrisa dibujada en el triste rostro de su padre.
Había comenzado a nevar.
