¡Soul Eater no me pertenece!

Maka pensó que aun cuando se graduaran del Shibusen, Soul siempre iba a estar a su lado; eran arma y usuario al fin de cuentas. Las cosas no podían cambiar, seguirán viviendo juntos, yendo a misiones juntos, saliendo con los demás en fin de semana… Pero no fue así.

Era una noche normal de invierno, excepto por que su padre muy repentinamente había aparecido muy elegante invitándola a cenar.

-¿Están celebrando algo?- Preguntó Soul.

Maka se encogió de hombros.

-No lo sé, pero supongo que es algo importante. Esta insistiendo demasiado.- Contestó con una mueca.

Ni siquiera se despidió de él propiamente. No lo abrazó, casi no se miraron. Soul estaba fijó en el libro que ella le había prestado y no levantó la vista por más de dos segundos. Rutina, rutina, rutina. ¡Si hubiera sabido que cuando volviera ya no iba a estar! Por lo menos lo habría mirado a los ojos…

-Regreso en un par de horas, o en lo que mi padre tarde en empezar a flirtear con la camarera.

-¡Suerte!

Cuando le preguntó a Spirit a que se debía la elegante cena el solo sonrió melosamente, como solo él sabía incomodarla y contestó guiñándole un ojo:

-Porque tengo a la hija las linda de todas.

Maka suspiró incrédula.

Curiosamente esa noche su padre se porto de maravilla. No coqueteo con ninguna mujer, ni hizo más comentarios frustrantes de los necesarios. Después de que desapareció Soul, llegó a la conclusión de que su padre ya sabía lo que iba a ocurrir.

Spirit revisaba constantemente la hora, y cuando dieron las doce, Maka se levantó de su asiento.

-Ya es tarde.- Dijo muy seria. La actitud correcta de su padre, la repentina cena elegante, lo tarde que era, todo le hacía sentir que había algo extraño.

-¡No!- Exclamó Spirit.- Aun no llega el postre.

-Es muy tarde para comer dulces.- Dijo Maka intentando acelerar las cosas.

-Hoy tienes mi permiso.- Le contestó con una sonrisa enorme.

Antes de que pudiera quejarse nuevamente el postre llegó a la mesa y Maka se vio forzada a quedarse más tiempo.

-No te preocupes por la hora, Maka. Papá te llevará a casa.

Salieron del lugar a las 12:50, y el camino de regreso le pareció eterno. Su corazón latía desesperado, y conforme los minutos pasaban se incrementaba su velocidad.

Cuando llegó al departamento y bajó del auto de su padre… su alma se sintió completamente sola. Entonces se dio cuenta de que Soul se había ido.

Entró corriendo, y subió hasta el quinto piso en menos de un minuto. Abrió la puerta y entro a trompicones.

-¡Soul!- Gritó apenas puso un pie dentro.

Pero nadie contestó.

-¡Soul!- Volvió a gritar, pero su voz tembló.- ¿Soul…? ¿Hola? ¿¡Soul!?

Miró con atención y notó los espacios vacios en su hogar. No estaba la repisa con los comics de Soul, no estaban sus zapatos en la entrada, no estaba su cepillo de dientes, no estaba su ropa, ni sus posters, ni las odiadas revistas porno que se prestaba con Black Star, no había ni un calcetín abandonado. No estaba, y ella estaba sola.

Lentamente se sentó en el piso de la habitación vacía de su compañero. Se quedó mirando la pared blanca, y por primera vez sintió frio dentro de un hogar que para ella siempre había sido cálido. Y lloró por que Soul ya no estaba.

El tiempo pasó. Los primero meses, si no es que durante más de un año, Maka intentó contactar a su mejor amigo, por resonancia, por teléfono, por mensaje, por medio del Shibusen, por cualquier medio posible, pero nada funcionaba, y nadie sabía que había ocurrido.

Le asignaron una nueva arma muchas veces, pero con nadie obtenía los resultados que alguna vez obtuvo con Soul. No quiso compartir el departamento con otra persona, pero tampoco aceptó vivir con su padre. Le decían que quedarse en ese departamento vacio solo iba a hacer las cosas más difíciles, que iba a seguir sintiéndose sola.

-¡Yo decido como sentirme, y prefiero estar así que remplazar a Soul!

-¡Entiende que Soul no va a volver!- Estallo Kid en una ocasión.

Cada vez que alguien lo decía Maka volvía a sumergirse en la misma amargura que vivió los primero meses. Sabía que lo más probable es que tuvieran razón, Soul tal vez… no iba a volver.

Siete años después.

Estaba en otra fiesta más en la que deseaba no estar. La gente jamás iba a comprender lo abrumada que se sentía en lugares como ese. Después de tantos años su depresión tras la partida de Soul se había ido curando con el tiempo, igual que la excesiva amabilidad por lastima de las personas había ido disminuyendo. Pero ahora que tenía 24 años todo el mundo se había dado la misión de conseguirle compañía, en otras palabras, un novio. "Ya tienes la edad", "Deberías salir con alguien", "En unos años casi toda la gente que conoces va a estar casada"… bla, bla, bla. Nunca paraban.

Era la fiesta anual a mitad del año que organizaba el Shibusen, y dada su experiencia en las últimas fiestas apenas acabó la inauguración del evento, contó treinta minutos y huyó del lugar. Antes era común que la descubrieran escapando, pero ahora ya tenía práctica.

En quince minutos llegó a su departamento, se quitó los zapatos y se arrojó en la cama. Ni siquiera se tomo la molestia de quitarse el vestido. Extrañamente, luego de aislarse por decisión propia era cuando se sentía más sola. No era la primera vez que se quedaba quieta y escuchaba el vació en su departamento.

Se tapó la cara y reprimió el sentimiento que afloraba en su garganta. Sabía que volver a la fiesta tal vez le haría sentir mejor, pero también tenía claro que eso no iba a calmar su soledad.

Siete años que añorando el regreso de su mejor amigo no cambiaban de un minuto al otro. No lo extrañaba menos que el día en que se fue, solo aprendió a mentirse y hacerse creer que había aprendido a vivir con ello.

Las siguientes semanas fueron iguales, por eso ese día brilló aun más.

Por lo menos una vez al mes, tenía que reportarse en las oficinas el Shibusen. Las oficinas estaban en dos edificios largos, independientes uno de otro, con un jardín enorme dividiéndolos. El edificio A era para Usuarios y el B era para armas.

-¡Maka!- Le saludó Tsubaki quien venía desde el otro lado del pasillo. - ¿Vienes a al chequeó medico?

-¿¡Es hoy!?- Preguntó sorprendida.- No lo sabía, fue casualidad que viniera hoy.

-Hoy es el ultimo día, tuviste suerte.- Le contestó con su usual sonrisa tranquila.

-¡Tsubaki!- Gritó Black Star desde el otro edificio agitando las manos con alegría.

Black Star y Tsubaki eran como la representación del romance en el Shibusen, desde que Black Star, siempre tan excéntrico le pidió matrimonió en lo que fue una gran exhibición siempre andaban por los pasillos tomados de la mano, derramando miel. Estaba feliz por ellos. Se despidió de Tsubaki, y continuó por el largo pasillo caminó a las oficinas. Cada vez que había un chequeo médico primero había que registrarse.

Cuando estuvo a mitad del pasillo escucho a lo lejos una voz fuerte y profunda, y sintió un choque de electricidad dentro de sí. Se paralizó y miro al vació por unos segundos hasta que escuchó a alguien salir. Dirigió su mirada con rapidez, aun sin poder pensar claro, deseando ver cabello blanco.

Se encontró con un grupo de gente, y no lo encontró ahí. Al parecer se había equivocado de persona y la voz solamente era parecida. Había sido un final triste para su breve esperanza. Se registró, tuvo su revisión médica y salió del Shibusen. En el camino comenzó a llover, pero no le importó mojarse; su humor se encontraba igual que el clima.

Sus lagrimas se desvanecían con el agua, al igual que el tiempo fue borrando las posibilidades de encontrarlo. La única persona que pudo darle una respuesta a Maka fue Shinigami, quien dijo que al parecer Soul había partido por motivos familiares, pero que él no tenía control o más información sobre eso.

Aun creía que la voy que había escuchado era de él. ¿Sería malo si mantenía un poco de esperanza?

Estuvo sentada en el balcón trasero durante toda la tarde, absorta en la lluvia que no dejaba de caer. Pasó la mano por su empapado cabello y pensó en lo mucho que había pasado desde la última vez que lo había llevado recogido en dos partes. Se acordó de lo mucho que a Soul le gustaba jugar con sus coletas, y se rió un poco.

En los últimos días había sentido el alma de Soul a lo lejos, pero como durante años su mente le había engañado creando el sentir de un alma inexistente, Maka ya no sabía que creer.

De pronto todo se calló; las gotas de lluvia dejaron de hacer ruido al caer… y escuchó a lo lejos el rugir del motor de una motocicleta.

-…- Maka quedó congelada, con los ojos abiertos como dos círculos perfectos y el cuerpo entero tembloroso. - ¿Podría ser?

Tocaron el timbre y su corazón dio un salto. Pensó que podría estar soñando, así que quedo expectante del timbre nuevamente. Lo escuchó otra vez y se lanzó corriendo hasta el primer pisó. Cada peldaño la ponía más nerviosa, pero también la llenaba más de esperanza. Había demasiadas señas, ya no podía estar soñando. Tenía que ser él.

Abrió la puerta.