Azul.

Profundidad, lealtad, inteligencia, estabilidad entre otras muchas cosas eran lo que caracterizaban la grandeza de Shikamaru… algunas otras sin embargo eran vistas como excentricidades de un genio y no como fallos de carácter, porque simplemente no lo eran.

Él no sólo era la cabeza del equipo, también era su balance. Ya desde sus inicios en los exámenes chunin lo habían alabado por su nula impulsividad y en su primera misión a cargo había demostrado su alto grado de responsabilidad y los recursos de los que se valía, desde entonces se había demostrado una y otra vez que se le podía confiar la vida. Aunque no era del todo infalible.

La infalibilidad, una cosa extraña en la que no se podía confiar. Por esa razón se esforzaba al máximo en sus entrenamientos (aunque no lo pareciera), lo analizaba todo junto con la infinidad de posibilidades para tratar de cubrirlo todo (aunque él bien sabía que no era posible) y tener un margen mínimo de error (cosa difícil ya que trataba con humanos, él mismo era uno) para así evitar lo más que pudiera situaciones parecidas a aquellas que marcaron su vida. La muerte de su maestro y la casi vida de su mejor amigo.

Recordaba esa lección aprendida con un dejo de amarga nostalgia. En ambos se sintió impotente, con miedo, dolor, estaba tan perdido que no podía imaginarse como se sentiría ahora si perdiera a alguien (valioso o no) bajo su inmediata responsabilidad, cosa por demás dificilísima en la guerra…aquella guerra.

Sus compañeros lo respetan por su inteligencia y capacidad de mando, sus amigos lo querían por su lealtad, los aldeanos lo apreciaban por su tranquilidad. Los niños le tenían una admiración callada; él no era deslumbrante como Naruto, o lúgubre como Sasuke. Era como todo él era.

La admiración que generaba era tranquila, firme, profunda, estable, sabía. A los niños les daba la seguridad de un jefe patriarcal y a ellos les encantaba verlo con el hijo de Asuma observando el cielo. Algunos no entendían porque podría pasar horas sin inmutarse viendo solamente las nubes. Otros se exasperaban por su aparente apatía. Otros tantos simplemente lo dejaban ser, pero muy poco entendían por qué.

Para él, mirar las nubes en un cielo azul (oscuro o brillante) era nada más y nada menos que flotar en una infinidad de posibilidades. Le ayudaba a relajarse y al mismo tiempo a pensar. Él sabía que no era muy fuerte y por ello no se esforzaba físicamente de más, lo consideraba innecesario, no obstante agilizaba su intelecto.

Sus sentimientos poco mostrados eran fuertes, profundos y bastos como el cielo que lo atraía. Su apatía no era otra cosa que reserva de energía, porque era un gasto físico, mental y emocional discutir con personas como Ino, explicarle algo a Naruto, contarle algo a Kiba, obligar a Hinata, aguantar a Lee, ganarle a Sasuke, integrar de forma común a Shino, calmar a Temari, intentar quitarle la máscara a Kakashi… o pensar en los muertos. No, no era apatía, era ahorro de energía para las verdaderas batallas de la vida y por la vida.

Por ello él hacia todo lo necesario y más en el justo momento y de ahí no se detenía. Todo, hasta morir si fuera preciso por proteger y cuidar a sus amigos. A su familia. A su hogar. Grande o pequeño.

A Shikamaru podría, pese a todo, describírsele como azul, y todo lo que ello significaba. Lealtad, inteligencia, profundidad, tranquilidad, equilibrio, honestidad. O al menos eso era lo que pensaba Chouji cuando le preguntaban -¿Cómo es Shikamaru?.