Los personajes y el mundo de "Los juegos del Hambre" no me pertenecen, son propiedad de Suzanne Collins.


-SOBERBIA: Finnick-

Yo soy Finnick Odair. El vencedor más popular, deseado y hermoso que haya pisado alguna vez los estadios de los Juegos del Hambre.

En mi Distrito soy un héroe, en el Capitolio un ser de adoración. ¿Qué soy en tu mente? Seguramente un dios. No puedes concebir la idea de que exista más perfección que en mi persona, al menos no en este mundo.

Apuesto a que pagarías mucho por poseer uno de mis cabellos ¿Verdad? Ni quiero imaginar lo que harías por diez minutos de mi compañía. ¿Qué estás dispuesto a perder para poder alardear que estuviste con el gran Finnick? Una guerra. Su ambición por mi belleza y mi cuerpo puede provocar una guerra ¿Acaso no lo valgo?

Qué ingenuos que fueron esos niños en los juegos. Tontos, tontos en verdad, cuando se dieron cuenta de que yo era el enemigo ya era demasiado tarde. Los patrocinadores (Qué también son unos tontos) pusieron muchos billetes por mí, incluso consiguieron un arma perfecta para que mis manos empuñen. Mi amado tridente, el regalo más caro en la historia de los juegos. Ningún otro tributo jamás valió lo suficiente para algo así, ninguno de ellos era tan valioso cómo yo, nadie nunca pudo lo que yo pude con mi habilidad e inmensa belleza.

Un niño de mirada inocente y rostro infantil se transformo en asesino para sobrevivir, ese niño fue vencedor, y ese vencedor hoy es el hombre más apuesto que haya pisado esta tierra: ¡YO! Mi casa llena de espejos que me recuerdan que no hay momento del día en el que se me note alguna imperfección. Alto, musculoso, de masculinas facciones, seductora voz, cabello broncíneo y ojos color verde mar ¿Soy ese joven tan apuesto? ¡Claro que lo soy! Hasta podría atravesar los cristales para poder abrazarme y besarme a mí mismo, pero no ¡NO! Las cortadas arruinarían mi hermosa piel y la gente sufriría al ver a un Finnick feo, no puedo negarles un vistazo de aquello que quizás nunca puedan conseguir.

¿Qué estás dispuesta a hacer para tenerme? ¿Cuánto quieres pagar por estar a mi lado? ¿A quienes matarías para dormir en mi cama? Dame tus secretos y yo te complaceré. Hazme cada vez más poderoso, ¡Idiota! Cuéntame todo lo que sepas a cambio de una noche de placer que para mí no significa nada. Es cómo un hechizo, cuando me acerco todos pierden los estribos y se vuelven mis esclavos ¿Yo soy tu esclavo? ¡No me hagas reír! Tú eres esclava (o esclavo) de tu tentación, pero no te culpo, es natural sentir deseo hacia alguien tan increíble, alguien que sin tus influencias no podrías poseer en toda tu vida. Crees que tienes el control pero con un par de palabras asquerosas dichas al oído te desarmas cómo un castillo de naipes.

Me gusta jugar con todos esos estúpidos del Capitolio, ridículos, ellos son fichas en mi tablero y, si aún no lo son, puedo asegurarles que ya lo serán. Conozco tus secretos ¿No? Bueno, ya los voy a conocer de todas formas, no creas ni por un segundo que puedes escapar de mí ni de mi poder, ni de mis manipuladores labios que pueden convencerte de cualquier mentira.

Vamos tóquenme, tóquenme cómo a la estatua de un dios, pronto se arrodillaran ante ese dios que tanto adoran y se darán cuenta de que nunca les perteneció ni les pertenecerá.

Puedo tomar todo lo que quiera de cualquier persona, no hay límite en el hechizo de mi belleza y galanura. Una mirada, una sonrisa o una palabra dicha con un poco de lujuria y es suficiente para que todos caigan.

No soy un prisionero ni un Avox. SOY FINNICK ODAIR. Quiero que ardan las llamas del deseo hacia mi cuerpo, quiero que la gente cruce los mares guiados por su adoración, quiero que se derritan de envidia, quiero que sucumban ante mi avasallante poder y, más que nada, quiero que nunca olviden quién es el que manda.

Qué venga la guerra entre los que me aman y los que me aman aún más. Qué Panem sea destruido, que el mundo caiga en el olvido, pero no yo. Yo seré recordado cómo un adonis viviente por las generaciones futuras, cómo un ser que todos quisieron poseer, cómo alguien que creían que estaba bajo su control pero en realidad nunca lo estuvo. Soy ese hombre que levantará la ola de la destrucción cuando abra la boca y diga todo lo que sabe ¿Quién se salvará? Nadie… y no me importa.

Yo, yo, yo, yo y yo. Solo eso importa, y si no importa pronto importará. El mundo estaría vacío sin mí, sus vidas estarían vacías sin mí presencia. ¿Nunca se preguntaron qué tan feo sería el mundo sin Finnick Odair? Háganlo, imagínenlo, díganme si no llorarían por semanas ante una visión tan espantosa.

Mientras yo exista habrá un poco de belleza en sus tontas y obtusas vidas, el resto sinceramente no importa.