Summary: La Muerte le dio dos opciones: regresar o no. Esta vez, él subió al tren. Elfing!Harry.
Little, Little Star
I
Le dio dos opciones.
Podía volver con sus amigos, a cargar toda su vida con el estandarte del Niño-que-Vivió, a vivir amado y odiado según los caprichos de la gente. Podía seguir construyendo una vida siguiendo lo que los demás querían, durmiendo dentro una piel que le asfixiaba cada día más.
Y Harry… bueno, él estaba realmente agotado.
¿Y sí por una vez... fuese egoísta?
Esta vez no estaba Dumbledore ni nadie para inspirarle así que Harry pidió perdón a sus amigos, a la novia que no supo amar pero con quien se iba a casar, miró a la Muerte a los ojos y le dijo:
— Voy a tomar el tren.
Y por primera vez en siglos la Muerte sonrió.
Estaba cayendo.
… ¿Es él…?
Sus recuerdos eran como una bruma, ahogados por la oscuridad lo envolvía, pero no estaba asustado, no, porque había una voz cantándole en tonos dulces, y una extraña sensación, como si alguien estuviese acariciando su cabello y su frente.
La última palabra que oyó –y quedó resonando en sus oídos- fue muy peculiar.
Elhir.
Hace muchos, muchos años atrás, cuando Legolas todavía era un niño pequeño su Adar solía contarle como los elfos habían abierto los ojos por primera vez y visto las estrellas brillantes en el inmenso cielo. Pero ninguna de ellas podía compararse a su señora, Elbereth, la reina de todas ellas, la más brillante y hermosa.
Él salía todas las noches que podía a ver las constelaciones y recordar las viejas historias, admirando la belleza resplandeciente. A veces, su Ada también se unía, y juntos lo contemplaban en silencio, uno de los pocos momentos que compartían como padre-hijo.
Fue solo gracias a esta costumbre que una noche, recostado sobre un árbol con los ojos hacia arriba, logró ver un destello en movimiento muy cerca de donde estaba. Un pedazo de estrella que impactó en silencio a no mucha distancia de allí.
La idea de ver en persona un regalo de Elentári hizo cosquillas a su lado aventurero y antes que alguien pudiese verlo desapareció entre los árboles en dirección hacia el lugar donde había visto el final del destello. Iría y volvería pronto, se dijo, nadie se daría cuenta de su ausencia.
(Solo diez minutos más tardes más de la mitad del palacio sabía que el príncipe no estaba en su lugar habitual.)
Despertar en mitad de la oscuridad en quién-sabe-donde no fue lo que Harry tenía como ideal de diversión. Los ruidos eran fuertes, de animales de todo tipo, y por más que lo intentó no pudo ponerse de pie. Se sentía débil y asustado, lejos del calor y la ternura de su sueño.
La idea de llorar no le hacía gracia teniendo en cuenta que nunca había servido a su causa pero por más que intentó mantener a raya los sollozos no lo logró. Pronto estaba llorando a lágrima viva.
-.-.-.-.-.-.-.-.-
Oyó un extraño ruido cuando se acercó a su destino.
¿Era eso… llanto?
Hi! 500 palabras de una historia que lleva hace rato en mi cabeza.
Capaz y hasta la sigo xDD
Saludos y buen año! (Un poco tarde pero bue)
