Hola por ahí! Este es mi primer fic publicado ( Nervios, nervios, nervios) espero les guste a todos y dejen comentarios a ver si quieren que siga o que me valla de aquí de una buena vez por todas :c grrr. Como todos, debo hacer aclaraciones y supongo que lo más importante es que Los personajes y todo Naruto no me pertenecen. Todos estos son de nuestro querido Masashi Kishimoto. Eso si, este fic esta absolutamente hecho por su servidora aquí presente. Por favor, si alguien quisiera algo con esta historia, ¡Consulte por Imbox! Nadie quiere que sus historias sean robadas y ese es mi mayor temor. Quizás no es una de las maravillas del mundo pero es el trabajo de cada uno y nadie quiere que se lo roben ¿no?
¡Besitos enormes para todos y disfruten mucho este primer capitulo!
Darleen
Capitulo 1
Por fin era una ninja, una genin. Había recibido su banda con el símbolo de Konoha hacía solo unos minutos y no aguantaría uno más sin que su familia lo supiera. Sarada entró a su hogar con una energía que solo una pequeña de once años podía irradiar, pero la alegría se esfumó al ver lo de todos los días. Su casa en silencio, como si estuviera vacía y su pelirosa madre sentada en el sofá azul oscuro. Sostenía una fotografía en una de sus manos mientras que con la otra limpiaba sus lágrimas de dolor y soledad para que ella no las viera. Eso no podía llamarse hogar. Sentía rabia, impotencia y casi odio por la fuente del sufrimiento de su progenitora y el hecho de que fuera su mismísimo padre lo empeoraba aun más.
—Cariño, bienvenida a casa. Casi no te oigo entrar. —Su madre cerró sus hermosos ojos jades aparentando alegría y sonrió. Ella era así, no importaba la situación, el momento, si se sentía mal o estaba herida, siempre sonreía — Oh, te has graduado —dijo con regocijo cuando observó la banda en su mano, dejando ver el rastro del llanto en sus ojos— Felicidades, Sarada. Sabía que lo lograrías.
Estaba harta, sabía que su madre era feliz por ella, y que todas sus recientes palabras y sentimientos eran totalmente verdaderos. Pero por mucha alegría que demostrara en ese instante, ella sufría por dentro. Y no por su causa, Sarada sabía que era por, él.
—Mamá —llamó la pequeña pelinegra, atrayendo la atención de su madre—, quiero irme de aquí.
Sakura se sorprendió del deseo de su hija. Pensó que quizás lo decía por el barrio o por las constantes peleas que tenía con el hijo de su mejor amigo y Hokage de la aldea o cosas irrelevantes, pero Sarada tenía una expresión seria y fría. La copia femenina de su padre en sus tiempos de odio y venganza. Era tanto su parecido que hasta un poco de miedo le daba. Había visto incontables veces a su pequeña irritada, seria e incluso molesta. Pero aquella expresión, realmente la impresionó.
—¿A qué te refieres, cariño?
—Vámonos de aquí, mamá. Vámonos de la aldea, encontraremos otro lugar para vivir solo tú y yo. No quiero verte llorar, no quiero verte sufrir por papá.
Su hija no era tonta, había heredado su astucia ante las situaciones. Quizás Sarada tenía razón, quizás era mejor dejar todo atrás y cuando decía todo se refería a Sasuke. Buscar un nuevo hogar, lejos del amor de su vida, el único. Solo para vivir en tranquilidad consigo misma y con su hija. Sería doloroso al principio, pero podía ser una buena idea. Sin embargo, aun que todo sonara bello, habían bastantes contras sobre la idea de la pelinegra y los más profundos eran dos. Primero, que jamás dejaría de amar a Sasuke, eso lo había aceptado hace muchos años y segundo, él era su padre, no podía alejarla de el así como así.
Hablaron por horas, sobre los pros y los contras que la decisión requería, pero Sarada se mantenía firme. Más tarde, ya dormida en los brazos de su madre y tomada la decisión, solo restaba esperar por el correr de las horas, hasta el amanecer, el momento de partir.
No sería para siempre, lo había decidido por si misma ya que no podía separar a su hija de su padre. Tampoco quería hacerlo. Sería solo por un par de días, quizás unas semanas. Necesitaba estar bien. Se dirigió al mercado en busca de provisiones, las necesarias para el viaje. Cuando estaba en la zona de tomates, los favoritos de su hija, escucho un murmullo que la alertó.
—Viven en un apartamento cerca de la torre del Hokage —escuchó decir por la voz a un hombre encapuchado— Debemos apresurarnos, su madre acaba de salir. No hay que subestimarla, puede que sea una genin, pero es una Uchiha después de todo.
Sus rosados cabellos se erizaron completamente, buscaban a Sarada. Dejó lo que hacía y corrió todo lo que sus pies podían hasta su casa. Cuando por fin visualizo el apartamento saltó al tercer piso y abrió la puerta rogando a Dios que su hija estuviera a salvo.
—¡Sarada! —gritó a todo pulmón entrando en la habitación de su hija.
—Mamá, ¿Qué ocurre?
Su pequeña estaba bien. Se abalanzó a ella con rapidez y la abrazó casi estrangulándola con tanta fuerza y alivio. La revisó con la mirada por todas partes a ver si tenía algún daño mientras que Sarada seguía preguntando el que sucedía, pero nada preocupante se veía en su delicado cuerpecillo. Con la misma rapidez que se acercó, se apartó de ella para tomarla de los hombros con su semblante totalmente serio.
—Sarada, quiero que te ocultes en el armario, bloquees tu chakra tal y como te he enseñado y que pase lo que pase no saldrás de él por nada del mundo. ¡Promételo!
—Lo prometo, pero ¿Qué sucede?
—No hay tiempo, ¡Hazlo ya!
Con esta orden la pelinegra hizo lo que su madre le mandaba sin chistar refugiándose en el armario y bloqueando su chakra se quedo en silencio. Sakura sintió el chakra de los individuos avanzar con velocidad hasta donde ellas se encontraban. Tomó la kunai de la envoltura en su pierna derecha y se preparo para la lucha. Los hombres la habían sentido, por lo que entraron al apartamento pateando y derribando la puerta principal. La pelirosa ataco enseguida clavando victoriosamente el kunai en el muslo derecho de uno de los hombres. Ya sin kunai en mano prosiguió con sus puños. Golpe, golpe, golpe, algunos caían mientras que otros eran esquivados. Uno de ellos impactó en el estomagó de uno de los individuos ilesos enviando su cuerpo contra la pared, haciendo en ésta grandes fisuras por la monstruosa fuerza de la pelirosa. El hombre impactado por el golpe se puso costosamente de pie y lanzó una bomba de humo a la habitación.
—¡Mierda! —maldijo para sí misma la ojijade, ya que la bomba dificultaba totalmente su visión.
Cuando estaba por alejarse de su posición sintió un golpe nada delicado en la espalda y todo su cuerpo quedo totalmente quieto.
—Te llevaremos como rehén preciosa, así tu asquerosa Uchiha vendrá eventualmente por nosotros —habló uno de ellos, sonriendo.
—Vámonos ya, antes de que todos se den cuenta —habló otro.
Diciendo esto, los hombres salieron por la ventana, con una paralizada Sakura a cuestas. Por lo menos, Sarada estaba a salvo, pensó la pelirosa, antes de rendir todas sus fuerzas y desmayarse.
Sarada estaba en el armario, sus lágrimas caían por sus mejillas y sus manos cubrían su boca para no emitir sonido alguno. Su madre se había sacrificado por ella. Aún en shock salió del armario abriendo las puertas para dirigirse a la sala. El caos era impresionante, ahora podía encontrar la razón en las palabras del Hokage cuando decía que no era bueno enojar a su madre. Sus pies pisaron una clase de vidrio, por lo que al escuchar el sonido miró hacia este y se encontró la fotografía de ella y su madre. Su favorita. Sakura se encontraba sentada en la banca que daba a las afueras de la aldea, los rayos del sol caían a su rosa cabellera haciendo de este un color hermoso al mismo tiempo que ella acariciaba el enorme bulto de su barriga con amor y ternura mientras sonreía. Sarada abrazó la fotografía como si de su propia madre se tratara y lloró.
N/A: Espero con todo mi corazón que les haya gustado, por favor háganlo saber para poder seguir con esta pequeña historia
Besitos enormes!
Darleen
