NOTA PREVIA: Esta es una reversión editada, que ahora publicare cad días, sin falta. Borre la versión anterior porque bueno, hasta lo que había publicado era una introducción (y ni había terminado), así que iba a ser un fic larguísimo, aparte de eso, puse cosas que interferían con la trama a futuro (también olvide algo importante), y no estaba conforme al 100%, ahora está mejor, obviamente muchas cosas no cambiaran con respecto a la versión anterior, ahora serán capítulos más largos también, baje un poco la dosis de drama, creo que fui muy sádica al hacer sufrir tanto a los personajes, y dicho esto comencemos.
LAS CONFESIONES DE CUBONE
Origen
Hola, la verdad no tengo un nombre, así que mi entrenado me llama por el nombre de mi especie, así que me es un poco raro presentarme, quizá conozcan a los de mi especie por todo aquello que se dice sobre el origen del cráneo que llevo sobre los hombros, o por la naturaleza solitaria de los de mi especie, o simplemente como una entrada más en la pokedex, a diferencia de muchos otros como yo, actualmente estoy al cuidado de un humano, y a decir verdad uno muy bueno, mi camino hasta donde estoy ahora ha sido difícil, y a decir verdad a veces muy tormentoso, a veces muy alegre, y ahora estoy dispuesto a contar mi historia, con el fin de mostrarme como soy, lejos de las especulaciones y de los mitos, lejos de las historias tristes, y lejos de lo común. Así comencemos por el inicio de todo.
A diferencia de los humanos, los pokemon, podemos recordar fácilmente el momento en que nacimos, quizá porque mientras estamos dentro del huevo ya somos capaces de oír y entender. No me gusta recordar mi nacimiento, quizá he pasado demasiado tiempo entre humanos, pues me parece ahora algo antinatural, y desagradable, sé que es lo normal para los de mi especie, y en ese momento fue natural para mí también. Recuerdo haber nacido en una cueva, no muy oscura, pues mis inexpertos ojos, al abrirse se deslumbraron un poco y luego pude ver con claridad todo, y lo primero que vi fue a mi mamá, ella era una Marowak salvaje, como les dicen los humanos a los pokemon sin dueño, recuerdo que lo segundo que vi, fue un ser muy parecido a ella que estaba a mi lado, también había salido de un huevo, pero a diferencia de mi, tenía una cabeza parecida a la de mamá, pero más pequeña, aunque más grande que mi cabeza, solo tenía una pata, y se retorcía y respiraba haciendo ruido.
- mamá ¿Quién es él? ¿Está bien? – le pregunte a mi mamá acercándome a ella, pues estaba tibia.
- es tu hermano, te protegerá, solo espera a que se calme, todo va estar bien – me dijo.
Mi mamá se acurruco a mi lado, calentándome, tuvo cuidado de no tocarme la cabeza, pues, mi cabeza era blanda y me dolía cuando me la tocaba, recuerdo que incluso, algo que los humanos llaman cartílago sobresalía por mis orejas y era gelatinoso, lamento decir que no puedo describir como lucia mi cabeza en ese momento, pues simplemente no me vi. Mi mamá me acurruco hasta que me quede dormido, viendo como mi hermano no podía respirar, mi instinto me decía que todo estaba bien, así que me sentía a gusto, sé que les parece quizá horrible, pero así sucedió, no solo con migo sino con todo los cubone. Al despertar, seguía entre los brazos de mamá, ella mastico bayas y saco esa papilla tibia de su boca para dármela de comer, me dijo que reconociera ese sabor y aroma, pues así encontraría comida, mi hermano ya estaba tieso, cuando estuvo completamente frio, mamá le arranco la cabeza, y la limpio, hasta dejar el cráneo listo, luego saco el hueso de su única pata, lo limpio, enterró el resto de mi hermano, y cuando los huesos dejaron de tener olor a sangre, me puso el cráneo en la cabeza, y me ordeno que nunca me lo quitara, y me dio el hueso, me dijo que esa sería mi mejor arma, en ese tiempo no me importo tener el cráneo de mi hermano muerto en la cabeza, mi mamá me cuidaba, y fui feliz. Mi mamá comenzó a hablarme de muchas cosas.
- Hay mucho que debes saber, para salir al mundo exterior, solo ve hacia arriba, cuando tus ojos se deslumbren abras salido de la cueva, sabrás que estas fuera porque veras que hacía arriba es vacio y azul, y hay mucha más luz, no todos los pokemons se parecen a mi o a ti, los que sí son de nuestra especie, pero no tienes que preocuparte de ellos, solo de ti, ni de otro, hay algunos que no dudaran en comerse a una cría como tú, pero para eso tienes tu hueso, ahora el único ataque que puedes hacer es gruñir o mover la cola para disuadir a tu oponente, pero practica, y has todo lo que puedas para hacerte fuerte, hasta que logres golpear con tu hueso, luego podrás pelear, cuanto más luches, más fuerte serás y podrás convertirte en un ser como yo, pero no todos ahí afuera son iguales, existen unas criaturas raras, llamados humanos, son más grande que tu o que yo, pero más bajos que un árbol, su piel no tiene pelo o plumas o escamas, salvo en parte de la cabeza y el rostro, esas criaturas, no pueden entender lo que decimos, pero nosotros sí lo entendemos, algunos son buenos, otros malos, también existen pokemons diferentes, llamados legendarios, ellos son muy poderosos … – me explico el mundo mientras me dormía en sus brazos de nuevo, y esa fue la última vez que vi a mi mamá.
Cuando desperté, tenia frio y no encontré a mi mamá por ningún lado, creí que se había ido afuera, así que decidí salir a buscarla, llevando conmigo mi hueso, y seguí las instrucciones que me dio, para salir de la cueva, me cansaba mucho, porque aun era un cachorro de un día de nacido, descanse varias veces antes de lograr salir de la cueva, habían algunos pokemons en la entrada de la cueva, recuerdo que pregunte por mi mamá y todos parecían sentir pena por mí, y no entendía porque, hasta que un pidgey me explico.
- tu mamá nunca volverá, así son los de tu especie, dejan a sus crías a penas nacen, porque también fueron abandonados, y tu también cuando tengas crías, ni la veras, pues tu pareja, las abandonara cuando nazcan – me explico.
Tenía hambre, así que no tuve tiempo para preocuparme de eso, corrí a buscar algo de comer, mi mamá me dijo que comiera tierra para endurecer mi cráneo y lo hice, pero no tenía el sabor de las bayas, y las busque, porque quería eso, tuve cuidado, alejándome de los pokemons que eran más altos que yo, al encontrarlas comí, y volví a la cueva asustado, pues no sabía qué hacer, busque un lugar y me acomode en la tierra a dormir, sentía una vacio muy grande, recién ahí me di cuenta de lo solo que estaba, y de que jamás volvería a ver a mi mamá.
No recuerdo cuando, si fue la primera o la segunda noche, o quizá después, pero me desperté en medio de la noche, y vi la luna, ese color blanco me recordó a mi mamá, llore, y creo que eso no le gusto mucho a mis vecinos, pues una parvada de zubat salió volando, desde entonces aprendí que mi llanto era horrible. Me sentía mal, no tenía ni un mes de vida, y todos los días estaba solo, mientras los demás eran criados por sus madres, yo estaba solo en el mundo, no podía jugar con los demás pokemon de mi edad, pues tenía que buscar comida, y no tenía tiempo, y no sabía cómo acercarme a ellos. Mi mamá me conto que los pokemons, somos representaciones de todo lo que existe, tanto lo bueno como lo malo, aunque ningún pokemon es malo, al menos no por sí mismo y nosotros teníamos la desgracia de ser el pokemon que representaba la soledad. Mi mamá en algun momento me lo advirtió, me dijo que sufriría mucho, pero que después ya nada podría hacerme daño. Pero esos días de tristeza, no podrían ser eternos, debía haber algo que pudiera hacer, para dejar de estar triste, decidí buscar respuestas, a ver si podía salir de ese estado tan miserable.
Los días pasaban, e iba aprendiendo de los demás de mi especie, un pokemon solitario, quedamos tan dañados que ni podemos recurrir a los demás, y me era difícil confiar en ellos, sobre todo en los marowacks, no eran amables, de hecho, si algun otro pokemon se les interponía, ellos atacaban, era curioso, era como si estuviésemos relegados de algun modo, solo podíamos golpear, otros podían controlar fuerzas de la naturaleza, pero nosotros solo golpeábamos, los marowacks salvajes son duros hasta su núcleo, como si no sintieran, si todos los de mis especie sufren así, seguramente terminan endureciéndose hasta que es demasiado tarde, ya no sienten dolor, pero tampoco pueden sentir, o eso yo pensaba al verlos, y para alguien que esta triste, de repente entrar en calma y ser fuerte parecía un buen destino, pero siempre me pregunte si habían otros destinos posibles para mi, uno en el cual pudiera llenar el vacío sin dejar de sentir.
La primera vez que vi la lluvia, me cogió desprevenido, la tierra es absorbida por las plantas, y el frio le hacía daño a nuestros cuerpos, pero sobre todo, la tierra se derrite con el agua. Pensé que la lluvia me dañaría, pero no, solo me dio frio y me molestaba, pero estar mojado me comenzaba a resultar insoportable, y claro que en lo que corría a mi cueva la lluvia fue empeorando, en ese momento estaba en el bosque buscando hongos bajo troncos podridos, pero después de comer termine lejos de mi cueva, no podía más así que me refugie bajo un árbol, me abrace al tronco, era un árbol frondosos, y bajo él no me molestaría, en ese momento subí la mirada pues un Pidgeot voló y se poso en una rama, era una hembra, recién ahí vi un nido, tenía Pidgeys pequeños, era una familia, su mamá los cubría del frio y los cuidaba. Eso me hizo querer llorar, pero no quise interrumpirlos. Me contuve y solloce en silencio. En eso otro pokemon se acerco, a refugiarse volando, era un pokemon que jamás había visto antes, lo que me sorprendió, llevaba algo encima, una capa, claro que en ese momento no sabía qué era eso. Quiso posarse en las ramas, pero la madre de los Pidgey no se lo permito, de hecho fue algo hostil "Largo, no sé que seas, pero aléjate de mis crías", la verdad a mí también me preocupo, era raro ver especies desconocidas, en el área en el que yo vivía, solo habían ciertos pokemons, y todos ya sabían quien comía a quien, y un pokemon desconocido era un enigma, y aun peor si llevaba algo humano consigo, pero claro que no todos tendrían ese sentimiento, pero era una novedad demasiado grande.
No se alejo del árbol, solo se poso cerca mío, eso me asusto, la capa que traía lo cubría demasiado y vi un par de ojos rojo y hostiles, que me asustaron.
- calma, no voy a hacerte daño – dijo el pokemon quitándose la capucha mojada, y pude ver su verdadera apariencia, los ojos que vi eran parte de su plumaje, en realidad no era un ser amenazante. Aun así no dije nada.
- lamento haberte asustado ¿pero tienes idea de donde es la cuidad humana más cercana? – me pregunto.
-no sé – respondí algo tímido, no era normal que me hablasen.
- eres solo una cría ¿estás perdido? – me pregunto.
- no – dije a penas.
-tranquilo, no voy a comerte, prefiero las vallas, y las semillas – me dijo sonriéndome.
- es que soy el pokemon soledad – me explique.
Él se quedo mirándome fijamente, me incomodé, nunca nadie me había prestado tanta atención.
- te diré que estás destinado a algo grande, y no es tan solitario tu destino, pero claro que todo depende de ti, puedes seguir la línea que desees, pero creo que seguirás la correcta – dijo él bastante tranquilo como si yo pudiera entenderle.
- veo que no entiendes, bueno, creo que debes saber que hay pokemon que podemos ver el futuro, a decir verdad podemos equivocarnos, pues cada decisión abre más de un camino, que puede alterar todo, pero algunas veces cuando alguien está por tomar una senda muy segura, es imposible equivocarse – dijo ese pokemon, que resultaba ser psíquico.
- ¿Qué viste? – le pregunte, sí sabía de aquello, pokemons con dones como esos, solían guardárselos, no solían hablar al respecto, ni siquiera con otros de confianza.
- me temo que deberás averiguarlo tú mismo, confía en tus instintos, se paciente, y no tengas miedo, solo eso – me dijo, lo cual termino frustrándome, pensé que blofeaba.
- si no me crees, antes de que el invierno haya pasado, tu vida habrá cambiado, por cierto, si te preguntas que hago, busco el lugar donde me encontrare con mi humana, y me vendría bien saber si estoy cerca de ciudad Endrino, o al menos donde estoy, esos son los peligros de volar sin saber a dónde vas – me dijo.
- no sé donde esta eso, pero si te sirve, dicen que por aquí hay un túnel humano llamado el túnel roca – dije no muy seguro de lo que hacía.
- gracias, aunque creo que me desvié bastante – me agradeció.
Yo no quise hablarle, de cierto modo, lo que me decía era algo que sonaba muy falso, pues hasta donde yo sabía el invierno, no duraría lo suficiente, como para que evolucionara, pues esa era la única salida que yo veía para mi dolor. Esa noche dormí bajo aquel árbol, al despertar tenía frio y el cuerpo mojado, estaba cubierto de lodo, y el pokemon que estaba con migo antes, desapareció, del mismo modo que mi mamá, pero no me preocupo, tenía frio y fui a acurrucarme en mi cueva, pero seguí helado, así que Salí al sol, todo seguía húmedo, pero el sol secaba todo y eso me calentaría, me subí sobre una pila de rocas con cuidado de no ponerme en un lugar muy aparente, hacia días había visto a uno de los míos ser capturado por un Arbok, como aun no golpeaba con su palo, y era pequeño, fue devorado, así que debía mantenerme a salvo, aun no era suficientemente fuerte como para atreverme a luchar contra otro.
Me quede dormido oculto entre piedras tibias cuando algo me despertó, pokemons que huían, "Humanos, humanos" gritaban, la verdad estaba bien escondido entre las rocas así que me quede quieto, veía algunos otros no huir, sino lejos de eso quedarse tranquilos, o simplemente sin inmutarse.
Nunca había visto a un humano, así que quería verlo, me quede quieto, cuando apareció, llevaba sobre él una mochila, era un macho joven, iba acompañado de un pokemon ya evolucionado, se lo veía tranquilo, venia hacia el roquedal donde estaba, entre en pánico, caminaba por la hierba, se lo veía cansado, y en la mano llevaba un objeto redondo del que mi mamá me hablo, una llamada pokebola, un objeto capaz de almacenar un pokemon y hacerlo caber en la palma de la mano un humano, Un vez dentro, podías luchar en contra buscando salir, si estabas aturdido, cansado, débil, paralizado o dormido, obviamente luchar por liberarte era más difícil, claro que si tu humano no te gustaba y no era peligroso, bastaría romper aquella cosa después y huir, pero los humanos se movían constantemente, así que era difícil saber cuán lejos estarías de tu habitad, así que era en parte peligroso. Ese humano jugaba lanzando al aire la pokebola y atrapándola, en un momento se sentó, demasiado cerca de donde yo estaba, esperaba que no me viera, ni él ni su pokemon, y no lo hicieron, pero luego se acercaron a una caverna y de ahí salió un Marowack, yo sabía de su territorio, como muchos de mi especie era agresivo, ataco a este humano sin dudarlo, pero su pokemon lo defendió y lucho contra él lo paralizo y luego el humano lo atrapo dentro de una pokebola.
- valió la pena venir hasta aquí, Ivysaur, ese Marowack era fuerte, seguro será una gran adición a nuestro equipo – le dijo al pokemon.
Su pokemon estaba cansado por la pelea, pero estaba tranquilo y feliz, eso era extraño, los humanos eran extraños, sin saberlo aquello fue el punto de partida de muchas cosas a futuro. No deje que me vieran, luego de esto ese humano y su pokemon, se fueron, y la calma volvió, en realidad no a todos les desagradaban los humanos, pero habían algunos pokemons, que les tenían pavor, y eso era muy obvio, huían a penas escuchaban sobre un humano cerca, incluso le temían a objetos que los humanos dejaban atrás, otros simplemente veían a los humanos como una especie más, no les causaban ni temor ni asombro, ni nada, solo era un poco extraño verlos, pues en la zona en la que yo vivía, casi no se veían humanos, al parecer, ellos vivían cerca del límite del bosque en un pueblo y a menudo por caminos alejados de donde yo estaba, algunos viajaban, y se movían en grandes maquinas o en pequeños artefactos, pero claro que en ese tiempo me daba un poco igual, si bien los humanos me daban curiosidad, no significaban nada, podían ser buenos o malos, pero eso implicaba que podían ser indiferentes con respecto a los pokemons, compartíamos el mundo, pero mi especie no era parte de nada, el pokemon soledad, por lo tanto, éramos solo los excluidos de las comunidades, los excluidos del mundo, y eso era triste.
Recuerdo que no había ni un solo momento de gran alegría, solo calma si es que no me sentía miserable, y si algo llegaba a gustarme solo me traía un buen rato, pero no me contentaba, a veces me daban gana de hablarle a otros de mi especie, solo para tener una noción acerca de que estaba bien o mal al sentirme así, o quizá hasta para buscar compañía, pero mi naturaleza propia me hacia desistir, pues no me atreví nunca.
El otoño estaba terminando, y se sentía más frio, sabía que en el invierno habría poca comida, mi instinto me lo decía, pasaba largas horas del día comiendo para que no me faltara comida en el invierno, pues aunque en esa zona no nevara, sino simplemente todo se haría más frio, en invierno siempre escasearía el alimento, pues los hongos que solía comer, que crecían al interior de las cuevas, no brotarían más, las raíces comestibles se harían escazas, pues las plantas no crecían en invierno, ni que decir de las bayas y otros frutos, solo quedaría tierra, algunos se podían guardar, otros no, así que era necesario que aumentara mi peso para resistir mi primer invierno. Se me había prometido que mi vida cambiaria antes de que invierno terminase, pero aun así, no tenía esperanzas, una cría sola en el mundo como yo, debía ser fuerte, por otra parte ya no estaba tan indefenso, poco a poco me hice lo suficientemente fuerte como para pelear por mí mismo. Un día logre golpear con mi hueso, no podía golpear pokemons voladores, pero podía, y eso me dio la opción de luchar, por lo cual me hice a la idea de que ser fuerte era la única salida.
Para entonces había perdido un poco el interesen los humanos, pero lo recuper el día en el que vi algo curioso. Iba buscando comida, cualquier cosa que no fuera tierra, ya comenzaba el inviernos, así que ya comenzaba a escasear la comida, la vi, una cubone de mi edad, jugando y saltando junto a otros pokemon, se veía muy feliz, hasta parecía imposible, pues todos los demás cubones, como yo tenían una permanente expresión osca, no entendía que pasaba, juagaban alrededor de una cosas redondas que yo jamás había visto, que tenían algo que olía a comida, ahora sé que eran platos de comida con comida pokemon, estaban sobre una tela a cuadros, claro que en ese momento nunca había visto nada parecido, y apareció un humano, era una hembra pequeña, apenas una cría, y no muy lejos de ella, una pareja de adultos, era lo que sedefinia como familia, una familia humano, los padres cuidando de sus crias, algo que jamáshabía visto en humanos, ellos cuidaban a sus crías hasta adultas y en ese momento lo supe, la niña acariciaba y jugueteaba con los pokemons, a parte de la Cubone, un par de otros pokemons, que ahora sé, eran un Persian y un Delcatty, los alimentaba, y la Cubone se veía tan feliz, sus pokemons al parecer estos pokemon querían a la niña, porque hacían un montón tonterías, y juegos para hacerla sonreír, los vi por largo rato antes de que se marcharan, no lograron verme, de cierto modo estaba teniendo una epifanía, los humanos no solo aceptaban en su grupo pokemons, sino aceptaban a pokemons que en otros lugares no serian aceptados, y con esto los integraban a aquello que llamaban equipo, lo más parecido de lejos a formar parte de una familia, quizá mi única opción, pero era difícil, para mi pensar en un decisión tan radical, algo verdaderamente extraño, pero no me gustaba mi vida, y si había oportunidad quería cambiarla.
