¡Hola a todos! Aquí se halla nuestra primera historia (publicable) de Harry Potter. En realidad está situada en la generación de los hijos, véase James Potter Jr., Albus Severus, Lily... por lo tanto, cabe destacar que si no te has leído Deathly Hallows, no sigas leyendo el fic, puesto que, aunque no hace demasiada referencia al epílogo y final de la saga, sí es posible que te enteres de algo que no quieres. Ya os advertimos: posibles spoilers de DH.
Dicho esto, sólo nos queda hacer un pequeño disclaimer: ninguno de los personajes con apellido de las sagas de Harry Potter, lugares, juegos, hechizos, etc, nos pertenece; todo está sacado de la imaginación de JK Rowling. Ahora, puesto que está ambientado una generación posterior a los libros, la mayoría de los personajes son inventados; ésos sí nos pertenecen. Ah, el título tampoco nos pertenece; es el título de una canción de T-Rex, más conocida por salir en la banda sonora de "Billy Elliot".
Esperamos que os guste el fic. Cada capítulo lo cuenta una de las protagonistas femeninas... ¡disfrutad! ^_^
Capitulo 1. Robs.
En ocasiones siento deseos de asesinar a James. Después me doy cuenta de que no es ético ni moral matar a tu mejor amigo.
Y yo soy una buena persona, con ética y moral incorporadas.
…
O al menos intento serlo.
Pero, ¿qué se supone que tengo que hacer cuando mi supuesto amigo reduce a cenizas una redacción sobre las guerras entre los gigantes del siglo XIX en la que estuve trabajando durante dos días? ¿Decirle: "Tranquilo, Jimmy, no te preocupes, puedo repetir en una noche el trabajo de dos tardes, tú sigue jugando con Jack a lanzaros llamitas con la varita"?
…
Vale, mi reacción fue un pelín exagerada. Es decir, en vez de gritarle una sarta de improperios como hago normalmente cuando me cabrea, empecé a perseguirle por toda la Sala Común lanzándole todos los objetos arrojadizos que he encontrado a mi paso, así, en plan muggle, olvidándome de que llevaba la varita en el bolsillo, y que hubiera sido más certero lanzárselos con magia… pero es que cuando me enfado me sale el pronto mediterráneo de mi madre.
De todas maneras, la culpa la tiene él. Primero por llegar a estas horas e interrumpir mi trabajo. (¿Con quien se habrá estado liando esta noche?) Segundo, porque a los 16 años, se sigue comportando como cuando tenía 11, y abduce al pobre Jack con él. (Por mucho que Jack diga que él hace lo que quiere porque quiere, si no estuviera todo el día con James, no haría estas cosas). Y tercero, y más importante… en vez de suplicar mi perdón, se echó a reír. Sí, a reír. Y aún tiene el valor de decirme:
- Robs, estas cosas te pasan por estar a estas horas en la Sala Común.
¿Es, o no es para matarlo?
Ahora le debe su vida a Jack, que me inmovilizó con una de esas llaves de Aikido que su padre el maestro molón a lo Jackie Chan le ha enseñado a usar. El muy traidor. Obviamente yo no puedo pelear contra el señor "Hola, soy Jack Leighton y casi igual de alto que Hagrid". Es una de las pocas cosas que odio de ser fémina. Tenemos el cerebro, la inteligencia, el carisma… pero ellos tienen la altura. Eso y tener la regla. Y esa noche coincidieron las dos cosas. Después de hacerme jurar que me había calmado y que no iba a cometer nuevos intentos de homicidio, mi otro supuesto amigo, mundialmente conocido como Jack Leighton, me soltó. Fulminé a James con la mirada y me he precipité escaleras arriba. Cerré la puerta con un pelín de ímpetu, porque hice algo de ruido. De hecho, de todas mis compañeras de habitación, sólo Mischa se despertó.
- ¿Qué haces? – siseó, mirándome con lo ojos entrecerrados.
- ¡Nada!
- ¿Y por qué haces tanto ruido?
- ¿Cómo? No he hecho tanto ruido, es que tú tienes un oído ultrasensible. Algún día compraré uno de esos silbatos para perros, a ver si te molesta cuando lo soplo.
Mi amiga se incorporó frotándose los ojos por debajo del flequillo alborotado y me miró entre dormida y curiosa.
- ¿Se puede saber qué te pasa?
- Se puede, se puede. Baja a la Sala Común y pregúntale a Potter. Seguramente estará contándole a Jack sus aventuras nocturnas.
- ¿Aventuras nocturnas? ¿Y cómo es que no se ha llevado a Jack con él? ¿Le has llamado Potter?
- Sí, le he llamado Potter; y me refiero a otro tipo de aventuras en las que ya tenía pareja, y por lo tanto, no necesitaba a Jack de aguantavelas.
- ¿Y el cabreo es por la aventura?
- Mischa, ¿de qué estás hablando? Te perdonaré la insinuación de que estoy celosa porque te acabas de despertar y no te rigen bien la neuronas todavía… ¿Sabes lo que ha hecho ese energúmeno cerebro de paramecio? Ha chamuscado la redacción de cinco pergaminos para Binns. ¿Y sabes lo que ha hecho el muy imbécil cuando ha visto lo que había hecho?
- Sorpréndeme.
- Reírse. Y decirme que era mi culpa por estar en la Sala Común a estas horas. ¿Te lo puedes creer?
- Sí que ha debido de irle bien en la cita nocturna, si no veía el peligro inminente después de quemar tu trabajo de dos días…
- Me importa un comino cómo le haya ido, pero espero por su propio bien que mañana yo no tenga un 0 en Historia de la Magia.
A la mañana siguiente, yo seguía de mal humor. Hay quien dice que una noche de sueño cura todos los males, pero a mí me carcomía el hecho de no tener trabajo que entregar. Historia de la Magia es tan sumamente aburrida, que siempre apruebo por lo pelos, con noches de insomnio y estrés para ello. Me había esforzado tanto en ese trabajo, rezando para que me subiera nota…
Mientras me tomaba el zumo de calabaza y Mischa terminaba frenéticamente su redacción, mis dos supuestos mejores amigos se sentaron enfrente nuestro.
- Buenos días, Robs – Jack tanteó el terreno, esperanzado. Le miré por encima de mi copa sin decir una palabra.
- Robinne – Odio mi nombre, y él lo sabe. James Potter tiene un instinto de supervivencia bastante curioso. – Es de buena educación dar lo buenos días, hasta mi hermana lo sabe, y es como 4 años mas pequeña que tú.
- James Sirius Potter, mis hermanas de 8 años tienen un grado de madurez tres veces superior al tuyo, así que no te atrevas a decirme lo que tengo que hacer.
- ¿Me hablas de nuevo?
- James… - Mischa se asomó detrás de su pergamino – ¿alguna vez te he dicho que eres idiota?
- Me lo dices alrededor de cinco veces al día, pero se que en el fondo me aprecias, así que te perdono. Por cierto, tu novio te está haciendo señas desde la mesa de Hufflepuff. ¿Todavía no le has dicho que no ves de lejos?
- Chris no es mi novio, tarugo – al decir eso me miró de soslayo – y ahora mismo llevo puestas las gafas, así que veo perfectamente de lejos.
La relación entre Mischa y Jack es bastante normal y agradable… la relación entre James y ella es un tanto peculiar. No se llevan mal, pero tampoco se acaban de llevar bien. Supongo que tendrá que ver con que James es el gallito del corral, y eso mi amiga no lo soporta, pero se toleran por mí. Supongo.
- ¿Sabes, Robs? Estoy bastante convencido de que Jones esta interesado en ti. Eres una de las pocas que se resiste a sus encantos.
- ¿Sabes, James? El hecho de que me haya pedido salir tres veces en lo que llevamos de curso ya me daba alguna pista de que estaba interesado en mí, pero gracias por tu gran aclaración.
- ¿Por qué no le dices que sí? No te hará mal salir con algún tío; últimamente estás de un humor de perros…
- ¿Por que será? ¡A lo mejor se debe a que cierto chulo engreído va quemando mis deberes a altas horas de la madrugada!
- ¿Chulo engreído? Eso me ha dolido. Te lo estoy diciendo muy en serio, Robs, llévate a Chris Jones a algún rincón oscuro… si quieres te dejo el mapa, para que encontréis algún aula vacía…
Aquello fue la gota que colmó el vaso. Sin más miramientos le arrojé lo que me quedaba de zumo por la cabeza.
- Algún día te darás cuenta, Potter, de que yo no soy como tú. No tengo poya, ¡así que utilizo el cerebro para pensar!
Salí del Gran Comedor como un bólido, sin saber muy bien si volverme a la cama, encerrarme en el baño, o ir al aula de Historia de la Magia y presentarle alguna excusa a Binns. Aunque no sé si eso le serviría de algo… ¿por qué va a sentir compasión de alguien a quien llama por un nombre diferente en cada clase?
Sin embargo, antes de que me diera tiempo a decidirme, Jack me alcanzó a mitad de las escaleras del vestíbulo.
- Robs, espera, no lo decía en serio, ya sabes que estaba bromeando…
- ¿Por qué tienes que defenderle, Jack? ¿Por qué siempre tienes que defenderle? Es un cretino, un arrogante y…
- …y tu mejor amigo? – me cortó – Ya sé que últimamente está un poco… gallito…
- ¿Un poco?
- Pero es que está teniendo mucha suerte con las chicas, y eso… sólo es una etapa.
- ¿Cuándo ha tenido James mala suerte con las chicas? Además, gallito ha sido siempre, lo que no entiendo es porqué me tiene que venir a molestar a mí ahora.
- Porque tú también eres una chica, Robs. Es la actitud que adopta ahora ante ellas.
- Yo no soy como las demás. Yo no babeo por él, he ido durante seis años bajo la capa de invisibilidad de su padre con vosotros, he compartido el Mapa del Merodeador, y ahora… ¿soy sólo una chica, a la que, como no puede ligarse, martiriza?
- Lo de ayer fue un accidente, Robs, tuve tanta culpa como él.
- Bueno, al menos tú no te echaste a reír en mis narices.
- Mira, vale, ayer James se portó como un imbécil, pero se arrepintió en cuanto despareciste por las escaleras.
- ¡Pues tiene una bonita manera de demostrarlo!
Sintiendo que la rabia volvía a bullir en mí, y no queriendo cabrearme también con Jack, le deje allí plantado y corrí hasta el aula de Historia de la Magia, donde la mayor parte de la clase ya estaba instalada. Dispuesta a afrontar mi 0, me dirigí a la mesa de Binns, mientras veía por el rabillo del ojo cómo Mischa me lanzaba una mirada alentadora.
- Profesor Binns, lo siento muchísimo, pero no puedo entregarle la redacción. – El fantasma dio un respingo (o algo parecido, teniendo en cuenta que los fantasmas no pueden coger aire) y me miró sin demasiado interés.
- ¿De qué habla, McAmys?
- De la redacción que nos mandó la semana pasada, profesor, no la tengo.
- Por supuesto. La tengo yo.
- ¿Cómo? – Binns estaba empezando a desvariar de manera preocupante. Tal vez habría que decirle a la profesora McGonagall que debería buscar otro profesor… vivo, a ser posible.
- Si, aquí, - me mostró un pergamino con mi nombre – ¿No es usted Robinne McAdams?
- Sí. – le miré incrédula.
- Entonces, McDamian, ¿qué me está diciendo?
Me dejé caer al lado de Mischa.
- ¿Tú tienes algo que ver con esto?
- ¿Yo? – mi amiga lanzó una risotada – Apenas he podido acabar el mío, como para rehacer tu trabajo completo.
En ese momento, un avioncito de pergamino se posó con suavidad ante mis ojos.
"No es tan bueno como lo era el tuyo, pero creo que al menos te salvará del 0. Hice un hechizo duplicador y alteré las letras para que no se note que es de la misma persona. Aunque pone lo mismo, no creo que Binns se dé cuenta… en fin, lleva 6 años dándonos clase y todavía no se sabe nuestros nombres, así que… ¿me perdonas?"
En ocasiones siento deseos de matar a James. Luego me doy cuenta de que sin él mi vida sería de lo más aburrida.
¿Qué os ha parecido? Es un capítulo más introductorio; a partir de el tercero las cosas empiezan a enredarse más. Decidnos si os ha gustado (o no) dejando alguna review ^_^ prometemos que no tardaremos en colgar el siguiente.
