Descargo de responsabilidades: Los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto, el creador del manga de Naruto. Este fue mi primer fic, lo tenia algo abandonado pero como había dicho con anterioridad, lo editaría y lo volvería a subir capitulo por capitulo

─ bla,bla ─ diálogos

"bla, bla" pensamientos

Advertencia: este fic puede tener contexto algo fuerte, sobre todo en las actuaciones de los personajes están basados en situaciones bajo presión psicológica

Summary, Te ayudare a cuidar de él – me dijo, mientras comenzaba a sacarme del hospital – Ino, a pesar de que él me tomo a la fuerza, si la gente se entera que espero un Uchiha, sabes lo que pasará entonces – ella sólo me sonrió con la mayor naturalidad posible – lo sé sakura. Te matarán, a los dos los matarán, pero aún así no permitiré que te lo saques.


Prologo I

Flor marchita

Sus repugnantes, sus caricias era lo único que lograba recordar en esos momentos.

Sus manos sobre su cuerpo, y un sin fin más de actos que en esos momentos que ella rápidamente trataba de olvidar. No le agradaba recordar aquello y más en estos momentos, la aldea, mi hogar, estaba de fiesta. Y no una fiesta cualquiera, estábamos celebrando el fin de nada más y nada menos que la cuarta guerra ninja. La alianza shinobi había ganado, pero el precio que yo pagué, fue el más alto de todos, y ahora iba camino hacia el hospital de Konoha, con el mayor temor que tenía en mi corazón, con un gran sentimiento que con cada paso que daba oprimía mi pecho, que cada movimiento de mi ser hacia adelante me llevaba a enterrarme de una verdad que hasta ahora había tratado de negar, pues como ninja medico que era, sabía que sólo había una respuesta a lo que me ocurría, y esa era que yo estaba…

Suspire con un gran dolor y sin darme cuenta iba camino al lugar que menos esperaba ir en esos momentos, el lugar donde todo había comenzado entre él y yo, donde nuestros caminos se separaron y yo trate de unirlos a cualquier precio y no sabía si reirme ante aquella situación, pues parecía ser que el mismo destino me estaba pasando la cuenta de cobro por mis acciones, por que esta era la voluntad de los dioses, ¡NO!, no era su voluntad y tampoco era la voluntad del destino, sencillamente era la crueldad de la vida.


País de la tierra un mes atrás…

No tenía descanso.

Ser médica era algo cansado, sobre todo cuando llevaba días y horas enteras cuidando de los héroes de guerra. Era demasiado tarde, cercana a la media noche para ser exactos. No tenía tiempo para pensar en el tiempo, no hacía mucho que no tenía tiempo para pensar en él, de todos modos ahora casi todos mis pacientes descansaban y el único sonido perceptible era el de las maquinas conectadas a los pacientes. Giré sobre mi propio eje, ahora tenía que encargarme del paciente que, aunque me doliera admitirlo, era lo único que de una u otra forma me daba esperanza, aunque no sabía en verdad como era eso posible pues sin lugar a duda, el no era necesariamente la mejor de las personas. No, él ya no era ese niño con el que había crecido, del que ella se había enamorado, y aún lo estaba pues en el fondo de su corazón, por más que deseara arrancarse aquel sentimiento de su pecho y lanzarlo lo más lejos posible, sentía que la destruía desde el fondo de su ser.

Tomó una bandeja de acero, la cual estaba en un estado lamentable. Tomó unas pinzas con un poco de algodón, un pequeño frasco con alcohol médico. Lo estaba reservando para ese día. Tomó algo de vendas que estaban hechas de las sabanas blancas de las camas del centro médico, si su maestra supiera que ella estuviera reservando aquellos implementos médicos, no sabría cual habría sido su reacción pero de seguro no sería nada agradable, y aunque a simple vista para muchos fueran los objetos más sencillos, en una situación como esta, en medio de la guerra más sangrienta y destructiva de todo el mundo Shinobi eran cosas que podían salvar la vida de al menos de alguno de sus pacientes

Entre lentamente en la pequeña carpa, estaba algo extrañada. Era la primera vez que no habían guardias, de seguro otra vez habían sido arrastrados por Tsunade-sama a otra de sus competiciones "sanas" como ella solía llamar a su grupo de apuestas; la situación era sencilla los que no estaban heridos, estaban en el frente de batalla con sus respetivos kages persiguiendo a los últimos Zetsus blancos luego de la derrota de Tobi quien había resultado ser el antiguo compañero de equipo de su Sensei, todo el ejército enemigo se había dispersado por los países menores, así que la hokage no había encontrado mejor manera para des aburrirse que arrastrar con ella a los pocos guardias y sus sueldos a lado oscuro como Naruto solía llamar las apuestas de la vieja Hokage.

No pude evitar sonreír ante ello, la mera idea de que esos viejos tiempos en que la paz reinaba en el país del fuego y mas importante en su aldea oculta Konoha, estaban a punto de regresar, me llenaba de una gran alegría. Comencé a caminar hacia la carpa, no importaba si no estaban los guardias, ella era lo suficientemente fuerte para cuidarse, además él… bueno él a penas daba muestras de estar con vida.

Cuando por fin logre entrar con la bandeja en mis manos, miró con una gran determinación y por varios minutos a la persona acostada en una camilla, lo que más llamaba la atención del joven pelinegro acostado allí, eran las grandes cadenas que lo ataban, a su alrededor habían un sinfín de sellos antiguos escritos en el piso algunos con una tinta negra que la única manera que se podía distinguir del suelo era porque la tierra de aquel país era café, y no como la de su tierra natal la cual eran tan oscura como el cabello del chico que se encontraba acostado en aquella camilla.

Me acerqué lentamente al pelinegro, parecía dormir tranquilamente como si nada en este mundo lograra perturbar sus sueños. Desde esta perspectiva cualquiera diría que estaba descansando de tantas cosas que había pasado en su vida, pero la verdad, la sencilla verdad es que estaba tan drogado para evitar que usara cualquiera de sus cinco sentidos. Llevaba en aquel campamento medico más de una semana, lo había traído Kakashi-sensei en su espalda, con un mal herido, Naruto, el cual había tenido que ser evacuado hacia la aldea Iwagakure para una mejor atención, la bendita verdad era que luego de la destrucción de Tobi y de Kabuto, ahora los kages y las aldeas ninjas comenzaban nuevamente su lucha interna por los botines de guerra, y nadie quería al Kyuubi cerca cuando eso llegara, pues muchos temían que la Hokage aprovechara el último de los dos bijuu que quedaba libre.

Lo mire con gran interés. ¿Qué estaría pensando?, ¿Qué estaría pasando por su mente? Tomé una de las pinzas con algo de algodón, le unté un poco de alcohol y tal como lo había estado haciendo la última semana, comencé a limpiar nuevamente sus heridas. Sus brazos parecían ser los más lastimados, tenía un sinfín de cortadas, unas demasiado profundas. No, no tenía el valor para preguntarle, no quería preguntarle a Naruto sobre cómo había logrado derrotarlo, cómo habían logrado traerlo de vuelta, pero sobre todo, no quería saber cómo las tres personas más importantes para mí, se habían enfrascado en una batalla a muerte.

Pero ahora lo único que importaba era terminar con su rutinaria de limpieza de las heridas, le cambie las vendas un y otra vez, pero ahora venia la parte más molesta y la que Tsunade-Sama me tenía prohibido realizar, pero que sin lugar a duda la había estado rompiendo toda la semana, baje hasta sus muñecas y tranquilamente de un fácil movimiento en su brazo izquierdo abrí la cerradura de sus esposas. Comencé a cambiar la venda de su muñeca, pero un fuerte suspiro salió del cuerpo del chico lo cual de inmediato me helo la piel, lo mire rápidamente pero me di cuenta que el aun seguía durmiendo, aun seguía anestesiado, debió haber tenido un pensamiento relajador pensé, pero note que tenía una gran sonrisa en su rostro, tal vez recordó algo bueno, de seguro una de las pocas cosas que aun tenía de su infancia.

Aunque seguía cambiando aquella venda en su muñeca, algo en mí, algo en mi interior me decía "huye". Pero ¿qué tonterías estaba pensando en esos momentos? Bueno, parecía ser que la paranoia se estaba apoderando de mí últimamente, claro que con toda esta guerra cual quiera estaría así, o eso quería pensar, lo último que necesitaba era auto medicarse, emití un pequeño suspiro de seguro todo estaría bien. Y por fin ya había terminado de cambiarle la ultima venda de su muñeca, algunas de sus heridas ya estaban bastante cicatrizadas, lo que me daba a entender que algunas de ellas, daba la impresión de ser bastante viejas. Me acerqué más a estas y las observé con gran detalle. Eran cortadas en verdad algo profundas. Retiré un poco las vendas recién puestas, mi curiosidad era más grande que todo el trabajo que había realizado hasta el momento.

Abrí mis ojos sorprendida, no tenía que ser una genio como Neji, o como la misma persona que la se encontraba ahí, ni mucho menos tener el gran IQ de Shikamaru, porque estas marcas, aquellas que a simple vista muchos dirían que se habían originado en medio del campo de batalla eran en verdad marcas, cortes de kunai en sus venas, el mismo se habría intentado cortar las venas, pensé. "No, ¿eso no sería posible o sí?", pero ¿cómo podría ser verdad algo como esto?, comencé a bajar lentamente su mano, de seguro solo eran suposiciones mías.

Se estaba haciendo ya demasiado tarde incluso para un campamento militar, o eso me daba a entender mi cuerpo. Estaba realmente agotada, apenas tenía chakra para caminar hasta mi pequeña tienda, y lanzarme sobre mi descuidada cama, pero algo apretó mis muñecas, algo que hizo que tragara un pequeño grito de dolor que estaba por salir de mi boca.

─ Hola Sakura ─ me dijo, mientras me miraba con esos ojos rojos llenos de una profunda oscuridad, un Sharingan me miraba directamente a mis ojos, que, sin lugar a duda, podía sentir como mi alma se congelaba. Tenía un gran temor y aun así las únicas palabras que lograban salir de mi boca fue un sencillo pero profundo

─ Sasuke-kun ─ dije, con un gran temor que se veía en mis ojos. Por alguna razón mis pies temblaban. ¿Acaso debía temer?, estaba en mitad de un campamento ninja, con varios shinobis de las cinco grandes potencias… claro que ahí estaba el problema de que más de la mitad estaba mal herido y la otra mitad, bueno estaba al borde de la muerte.

Él me miró por unos segundos, que para mi fueron una eternidad. Apretó más fuertemente mi muñeca como si quisiera rompérmela por gusto, trato de mover su otro brazo pero las cadenas se lo impedían, pude notar un gran fastidio. ─ parece ser que hoy no soltaste las dos cadenas a la vez ─ decía, mientras una pequeña sonrisa aparecía en su rostro.

Entonces entendí lo peor, él lo tenía todo planeado ─ Sasuke, sueltamente ahora mismo, me lastimas ─ dije, tratando de poner una clara muestra de autoridad en aquel lugar. Ya no era aquella niña débil que ante cualquier acto de él, caía rendida a sus pies, o eso en esos mismos momentos quería creer.

Él me soltó, pensé que había logrado un claro triunfo en aquella situación, pero al ver que llevaba su mano a su otra muñeca apretó con fuerza la cadena. Claro, como si fuera posible que la rompiera, pero quedé en shock al ver como sencillamente con sus dedos lograba dicho cometido. Al romperse dicha cadena de inmediato noté que lo había hecho con demasiada fuerza pues una pequeña mancha de sangre. Lo miré con algo de preocupación, pero cuando él regresó mi mirada a mí, la preocupación pasó a un gran temor. Miré rápidamente los sellos del suelo, porque no se activaban.

─ Pierdes tu tiempo ─ me dijo ─ hace dos días, mientras ibas por vendas y me dejabas totalmente libre ─ sonrió sin lugar a duda, de una manera tétrica, algo no estaba bien en su cabeza ─ los desactivé ─ lo miré con horror, rápidamente traté de concentrar chakra en mis manos pero era poco. Estaba totalmente agotada ─ ¿entonces por qué no habías huido? ─ él sólo comenzó a tratar de ponerse de pie, se notaba que aún estaba muy agotado ─ hmp… ─ claro, ya estaba extrañada que él fuera tan sociable. Y más conmigo.

Él sólo comenzó a desatar o, mejor dicho, a romper cadena por cadena que lo sujetaban en sus tobillos. El silencio era totalmente incómodo. Debía detenerlo, pero la gran pregunta era cómo, y aún no sabía por qué no se había marchado si había tenido la oportunidad desde hacía un par de días ─ y bien, Sakura, ¿te quedarás ahí o te quitarás de una maldita vez?, ya curaste mis heridas ─ luego me miró con un gran enojo ─ ¡Quítate ahora; Me estorbas! ─.

Ahora entendía. Jamás en mi vida me había sentido tanto como una tonta. Él estaba esperando sanar completamente, pero ¿y toda esa droga que le habíamos inyectado en su cuerpo?, ¿acaso sería posible que Sasuke se hubiera vuelto inmune a ella? Claro que con ese tipo de heridas que tiene, me atrevería a decir que se había vuelto hasta adicto sólo para calmar el dolor que de ellas de seguro emanaba.

Un fuerte tirón de cabello me había regresado a la realidad. Él me miraba con una sonrisa que sencillamente me parecía repulsiva. ¿Desde cuándo Sasuke tenía una sonrisa para todo? Eso en verdad no me agradaba ─ ¿y mi Chokuto? ─ Lo miré con odio y desprecio. No iba a responderle, mi orgullo recién recuperado me pedía a gritos que le lanzara un fuerte derechazo a esa sonrisa que tenía en estos momentos.

Él me miró por unos pequeños segundos antes de soltarme. Suspiré aliviada pero rápidamente sentí un fuerte golpe en mi mejilla que me lanzó directo al suelo. Lo mire sorprendida más que con el gran coraje que sentía en este momento, él me había… ¿acaso me sorprendía él ya había tratado de matarme una vez? Pero esto… Llevé mi mano derecha a mi mejilla mientras un pequeño hilo de sangre salía de mis labios. No lo podía creer ─ creo que eres tan estúpida que no me oíste ─ me dijo con gran arrogancia. Se arrodilló ante mí sin dejar de sonreírme de una manera que me daba un gran temor en todo mi ser.

─ Sasuke-kun, aléjate ─ ¿por qué no podía luchar?, ¿por qué no podía ni ponerme de pie? Por una extraña razón no tenía ni aire para gritar. ¿Su sharingan acaso estaba en un jutsu? Pero aún así creo que me habría dado cuenta en el momento en que hubiera caído en uno, o tal vez sencillamente era peor de lo que me imaginaba. Sencillamente era un miedo y un temor que jamás en toda mi vida hubiera imaginado ─ ¿me dirás Sakura, o tal vez… ─ su mano llego a mi cuello mientras bajaba lentamente por mi pecho ─ será hora de divertirnos? ─.

Me desperté agitadamente. Otra vez, otra vez había tenido ese sueño. No. Negué con mi cabeza, ojalá hubiera sido un sueño. Mire con gran atención el lugar donde había parado. En aquella banca, apreté con fuerza mis puños, estaba en el mismo lugar donde él me había dejado abandonado tiempo atrás. De seguro mi mente otra vez alucinaba, mi cuerpo siguió caminando hasta donde mis piernas se lo habían permitido, y en todos los lugares había terminado aquí. Me levanté rápidamente, no sin antes notar que varias lágrimas caían por mis mejillas, pero rápidamente llevé mi mano a limpiarme sin importar que me lastimara a mi mismo en el proceso, con tal de borrar todo rastro de estas.

El bullicio de la gente mientras caminaba de un lado al otro celebrando, sólo me hacía pensar en lo cruel que era el destino conmigo en esos momentos… luego de aquel pequeño acto, por así llamarlo, Tsunade y los demás, me encontraron encadenada a mí a la camilla y no recordaba nada más apreté de los ojos de mi maestra mirándome con gran temor, pero de seguro estaba asustada por el hecho que él no estaba allí, pues cuando me soltaron note que llevaba puestas mis ropas era lo único que hasta el momento había logrado evitar que los demás sospecharan de mi estado.

Caminé rápidamente, sin detenerme en el camino incluso me tropecé, pero me levante. Sólo tenía un camino, un objetivo en esos momentos, pero cuando llegue a la puerta del hospital, la miré con gran temor. La miré con gran miedo, como si el nuevamente estuviera encima de mi tocándome con sus labios sobre toda mi piel y dejándome su marca… su asquerosa marca en medio de su maldita risa, sólo para demostrar lo imponente que era en ese momento aunque incluso lo era ahora.

Sencillamente lloré. Lloré hasta no más poder ahí, aprovechando que toda la aldea se estaba preparándo para la gran noche en que se celebraría el triunfo de a la alianza Shinobi y en que Naruto Uzumaki se comprometería con Hinata Hyuga. Ahora más que nunca estaba sola en este mundo y aunque no podía negar mi alegría por Naruto, en otra oportunidad lo habría hecho, pero según tenía entendido este era más un matrimonio político para ayudar al rubio a ser Hokage.

─ tengo que sacarlo de mí ─ me dije a mi misma mientras entraba al hospital y caminaba directamente al lugar que jamás pensé en toda mi vida visitaría. Una zona del hospital que muchas kunoichis considerábamos un lugar de deshonra pero ahora era la mejor opción que tenia. Llegué a una pequeña puerta blanca, la abrí con fuerza pero quede en shock al ver quien estaba ahí.

─ Ino ─ dije entre susurros. Ella me miró por unos segundos, al principio con una sonrisa. Llevaba una bata blanca de enfermera, y con un lapicero parecía estar tomando unos apuntes ─ Sí, ya sé, Sakura, que no es el mejor trabajo pero alguien lo tiene que hacer, frentona – me dijo, sin quitar esa sonrisa en su rostro, pero luego me miró con más detalle ─ tú no estás aquí, por mi nuevo trabajo como enfermera de abortos, ¿cierto, Sakura? ─ abrí los ojos de par en par y ante su mirada yo nuevamente me desplomé al suelo mientras lloraba con un inmenso dolor, como una niña, como lo era en este momento… una temerosa niña. Oí caer su lapicero junto con varios de los papeles que tenía en la mano ─ Sakura, ¿acaso tu estas… ─ no termino su pregunta. Se lanzó sin pensarlo mucho sobre mí y me abrazó. Me abrazó como cuando una madre abraza a su hija.

─ Todos estos días pensé que estabas así por el compromiso de Naruto ─ me decía mientras me abrazaba con fuerza ─ pero ya veo que no era por ello, Sakura. ¿Por qué quieres hacer esto? ─ me decía mientras comenzaban a salir lagrimas de su rostro, yo sólo pude seguir llorando mientras entre sollozos le suplicaba ─ Ino, sácalo, sácalo, por favor, te lo ruego sácalo de mí. Saca ese engendro de mí ─ le pedía.

La abrace pegándome a su pecho sin querer separarme pero ella al oír esto comenzó alejarse de mí como si mi mera presencia la quemara ─ ¿Por qué? ─

Me preguntaba como si estuviera loca, luego de eso su mirada se horrorizo más ─ ¿quién es el padre? ─preguntó con un claro temor y obviamente, temiendo la respuesta.

Yo no la pude seguir mirando al rostro mientras trataba de contener mis lágrimas ─ Sólo sácalo, Ino. No llevaré esa sangre en mi interior y mucho menos ahora que está prohibida ─ alcancé a decir, pero ella me dio una firme cachetada que sin lugar me recordó a la de él, sin embargo, esta por alguna razón sentía que la necesitaba, y ella sólo se lanzó a mis brazos de nuevo – creo saber quién es el padre ahora, Sakura –

Luego de ello me ayudó a ponerme de pie, y me sacó de la habitación en silencio mientras le ponía seguro a esta.

¿Qué acaso pensaba que entraría por mis medios y yo misma lo sacaría?, ya lo había intentado en la cocina de mi casa con un par de tijeras y eso era otro recuerdo que tenía que olvidar sin lugar a duda… como el último mes de mi vida.

─ Te ayudaré a cuidar de él ─ me dijo mientras comenzaba a sacarme del hospital ─ Ino, a pesar de que él me tomó a la fuerza, si la gente se entera que espero un Uchiha sabes lo que pasará entonces ─ ella sólo me sonrió con la mayor naturalidad posible ─ lo sé, Sakura. Te matarán, a los dos los mataran, pero nadie tiene que saber que es su hijo


Bueno con esto termino el prologo I, recién editado, organizado, corregido lo mejor que pude en verdad, borre algunas frases, puse otras, y claro trate de organizar las ideas principales, tratare de subir pronto el segundo prologo espero que mañana a mas tardar. Dejen sus comentarios sobre esta nueva edición del fic´s el cual por cierto fue el primero que escribí.