Un niño solitario.
Ling miraba por la ventana, estaba taciturna, distraída, vagaba levemente por los recuerdos de su solitaria infancia cuando Ray entró en la habitación. Llevaba un wok lleno de dulces y chocolates y parecía dispuesto a encender el televisor un rato cuando vio a su hija, mirando la lluvia caer abundantemente contra ésa ventana.
– ¿Ling? Cariño ¿Estás en éste planeta? ¡Ling!
–Papá, estoy muy aburrida, no me gusta ser hija única.
–Pero tienes a Goh y a Makoto.
–Pero ellos están en sus casas. Aquí no hay nada qué hacer.
–Yo también era un niño solitario.
–No mientas. Tú creciste con los White Tigers.
–Ven aquí. ¿Quieres saber cómo los conocí?
– ¿Qué? ¿O sea que no naciste destinado a ser un White Tiger?
–No, yo me acoplé un tiempo después.
–Pero, a los seis años tú…
–Ven, te contaré la historia.
.
Disclaimer: Beyblade no me pertenece ni pretendo usar esto con fines lucrativos, mi único interés es que disfruten de mis arranques de imaginación. Bueno, espero les guste.
.
–Ray, tienes que saber algo.
–Es de madre y padre ¿Verdad?
–Sí.
–… Estoy preparado.
–Verás, ellos emprendieron un viaje muy largo, y no los vas a ver en un tiempo.
–Murieron. –Dijo el pequeño niño de cinco, casi seis años. Un niño con el cabello negro como la noche y brillante, más bien como el ónix, piel tersa, suave, alto para su edad, con colmillos ligeramente afilados y unos ojos demasiado profundos, como si comprendiera más cosas de las que la gente comúnmente hacía, y menos un niño de su edad, por supuesto, lo estaba demostrando ahora al entender la situación tan dura que estaba pasando. –Ellos murieron ¿No es así? –El hombre no sabía cómo reaccionar, no esperaba tener que decir algo tan fuerte de frente pero al comprenderlo el niño, no tenía más remedio que hablar. –No se preocupe. Lo entiendo, ¿Ellos murieron, no es así?
–Sí Ray. Hubo un deslave en la carretera. Tu madre se detuvo a ayudar, tu padre fue por ella y… quedaron enterrados. Sea como sea, yo sé que van a reunirse contigo en algún punto.
–Bien. Eso lo sé.
–Bueno, entonces los…
–Espera, ¿Me voy a quedar en dónde?
–En el pueblo de tus padres, a las afueras de china. Hay una pequeña cabaña que te pertenece, estarás al cuidado de un Si-Fu de la región. Él te enseñará Kung Fu y otras cosas, como el Beyblade. Te gustará.
–Sí. Eso espero.
–Bueno, es aquí. –Dijo abriendo la carreta en la que viajaban, el hombre, un amigo bastante allegado de los padres del joven neko-jin, le dio un rápido recorrido a pie por el pueblo, diciéndole dónde podría encontrar a algunas personas y suministros y por último, indicándole dónde estaba la casa en la que se quedaría.
–Supongo que tendré que cumplir con un horario.
–Sí, el itinerario de tu día a día está sobre tu cama. Observa la casa, es bastante grande, en mi opinión, demasiado para ti solo, pero no conseguí que compraran o consiguieran una casa más pequeña.
–Parece una pensión.
–Sí. Eso creo también. Pronto vendré a pasar unos días contigo para ver cómo vas.
–De acuerdo. ¿Algo más?
–Sí. Seré tu tutor hasta nuevo aviso. Eso era lo que tus padres querían.
–Tomaron buenas decisiones toda su vida, ésta no iba a ser la excepción.
–Me alegro que te agrade la idea.
–A ti te conozco de toda la vida Hiroshi. Me inspiras confianza.
–Joven Kon. –Dijo tendiéndole la mano solemnemente. –Usted y yo nos vamos a llevar bastante bien. Cuídate campeón.
–Lo haré.
.
–Pero si los abuelos… –Interrumpió Ling ganándose una mirada sarcástica de parte de su padre.
– ¿Quieres saber la historia?
–Lo siento, olvidé que no te gusta que te interrumpan.
–Sin embargo, fue una intromisión bastante oportuna. –Dijo Mariah entrando a la habitación con una bandeja de pequeños sándwiches de queso fundido tostados. –Te contaré una parte de la historia que no conoce papá.
– ¿Una parte de la historia que no conozco?
–Sí. Pero primero háblale de tu vida. Ya haré yo mi intromisión.
–Bien. Como te iba diciendo…
.
El niño leyó de nuevo las cosas que tenía que hacer ése día. Prácticamente ya se sabía sus horarios de memoria, sin embargo, en su opinión, nunca estaba de más repasar lo que no estaba seguro de recordar al cien porciento. Miró la hoja y recalcó en voz alta. –6:30, salir a trotar una hora. 7:30 buscar al Si-Fu para las lecciones de Kung Fu. 9:15 desayuno con Hiroshi en la casa. 10:30 recreación. 11:15 entrenamiento de katas y meditación hasta las 4:30… Libre hasta las siete… meditación de nuevo… 8:15 cena, 9:30 a dormir. –Ray miró su horario conforme. –Me lo dejaron algo flojo… Pero bueno, es domingo, está bien que no sea tan duro.
Dicho esto salió corriendo en dirección al bosque, sabía que si seguía derecho llegaría hasta una cascada en la que su madre solía meditar cuando iban de visita al pueblo, no estaba del todo seguro de cuánto tiempo pasaba ahí puesto que solo tenía un año la última vez que había visto a su madre bajo ésa cascada, pero era verdad, la había visto con sus ropajes tradicionales y con los ojos cerrados recibiendo sobre su cabeza todo el peso del agua.
Corrió con más fuerzas, seguro de que al llegar al lugar, recordaría claramente la imagen de su madre. Era extraño pero cuando más pensaba en ella menos la recordaba. Sin embargo, al escuchar la cascada tan cerca se sintió incapaz de querer mirar el recuerdo de su madre y salió corriendo justo a tiempo para encontrarse con el Si-Fu.
Siempre es un buen momento para interrumpir… ¿No neko-jin?
… ¿Neko… jin?
Una pequeña niña de cabellos rosas, de unos cuatro años de edad caminaba en el borde de una barda, misma que daba al patio principal de una casa que hasta hacía dos meses había estado deshabitada, y miraba el cielo distraídamente, al menos así era hasta que escuchó a alguien saliendo de la casa. Un niño como de su edad, si acaso un año o dos mayor que ella, que se dirigía hacia la cascada por la dirección que había tomado. Se veía tan tierno, y tan solo. Y al mismo tiempo tan triste.
Ya era su costumbre observarlo mientras entrenaba en el patio, y usualmente así era, él entrenaba en el patio pero ahora había salido corriendo en otra dirección, eso despertó su curiosidad. Lo siguió, así sin más, sin pedirle permiso ni nada, se dirigió sigilosamente hasta él.
Ray se detuvo cerca de la cascada y comenzó a hacer sus "Formas" de Kung Fu siguiendo el sonido del agua.
Ya eran cerca de las dos de la tarde cuando se detuvo a descansar bajo las sombras de los árboles, el calor era agradable, claro si no habías pasado toda una mañana entrenando. Suspiró y abrió los ojos (los había cerrado para recostarse contra el tronco de un árbol), acto seguido, vio cómo un listón rosa claro pasó frente a sus ojos, como era un chico bastante curioso no tuvo otra opción que detenerse a levantarlo y observarlo bien. Tenía arrugas clásicas de nudos, así que el chico dedujo que alguien lo había traído amarrado no hacía mucho. – ¡Hola! –Exclamó mirando hacia arriba. – ¿Hay alguien ahí?
–Sí. –Mustió la niña de cabellos rosados, que se aferraba fuertemente a una gruesa rama y lloraba desesperadamente. –Ayúdame por favor.
– ¿Qué pasa?
–No puedo bajar.
Ray suspiró. Buscó cuál era el tronco al que pertenecía ésa rama y comenzó a trepar ágilmente hasta llegar a la niña. –Mira, pisa por donde yo pise, mírame bajar y en seguida hazlo tú. ¿De acuerdo?
–L-lo… intentaré.
Ray comenzó a bajar lentamente, mirando a la niña de vez en cuando para asegurarse de que ella aún lo miraba y cuando estuvo en el suelo, extendió los brazos hacia la joven y sonrió sinceramente. –Ven, es sencillo.
– ¿Y si me caigo?
–Yo estaré aquí para atraparte.
– ¿Lo prometes?
–Lo prometo.
La niña comenzó a bajar lentamente, congelándose de vez en cuándo cuando sentía que se deslizaría hasta el suelo. Cuando creyó que por fin estaría a salvo, pisó en falso y se deslizó casi hasta el suelo con una velocidad increíble, pero Ray la detuvo a tiempo y sostuvo su pequeño cuerpo antes de que ella pudiera salir lastimada. –Gracias. –Mustió en un susurro a penas audible y aferrándose a la camiseta del niño, aún incapaz de moverse.
–No te preocupes. ¿Estás bien?
Ella se bajó como pudo y sonrió un poco más tranquila. –Sí. Me llamo Mariah, ¿Y tú?
–Ray Kon.
–Mucho gusto.
– ¿Tú eres la niña que me espía, verdad?
–Sí. –Admitió sonrojada.
– ¿Por qué?
–Es que… todo el tiempo estás tan solo que me da la sensación de que estas triste. Yo quiero ser tu amiga, pero como siempre estás tan ocupado entrenando, no sé si quieras salir a jugar con nosotros.
– ¿Nosotros?
–Sí, con mi hermano y con mis amigos Gary y Kevin.
–No lo sé… Tengo mis entrenamientos y…
–Pero eres un niño. Los niños deben jugar. Mi abuelo dice que para todo hay un momento y que hay que hacer lo que el momento nos pide que hagamos. Él nos enseña kung fu pero le da prioridad a que juguemos, dice que los niños deben jugar no importa lo que los adultos piensen… Quiero que lo conozcas. –Dicho esto, Mariah tomó la mano de Ray y salió en dirección a su casa, donde sus padres y abuelos la esperaban para cenar; en todo el camino, Ray no pudo evitar mirar a Mariah, quien lo llevaba de la mano a su casa para presentarle a sus amigos y familiares. Que niña tan bonita es, y es muy amable conmigo.
.
–Además, es considerada y tierna. –Dijo Ray tomando la mano de su esposa con cariño.
–Que niño más amable y tierno, además se ve que es muy responsable de lo que hacer. Y está tan solo, quiero estar siempre con él.
– ¿Y nunca se habían dicho lo que pensaron ése día? –Exclamó Ling incrédula.
–No. –Admitió Ray sonriente mirando a su hija. Poco después me enteré de que mis padres estaban vivos en realidad, los rescataron con vida del derrumbe y habían estado en cuidados intensivos por las heridas. Volvieron al pueblo un mes después de eso y comenzaron a entrenarme como un White Tiger. Ellos sabían que yo sería el líder.
–Ah. Que bien.
–Mira Ling, ha parado de llover. –Dijo Mariah contenta.
Ambas miraron por la ventana y vieron que Makoto y Goh se dirigían a la puerta de los Kon. –Mis amigos. ¿Puedo ir?
–Ve, diviértete con tus amigos.
–Gracias, regreso en la tarde.
Ling salió corriendo con ánimos renovados. Ella conocía a Makoto y a Goh literalmente de toda la vida, al saber la triste historia de su padre ya no tenía nada por lo que quejarse. Ahora que lo sabía estaba más feliz que nunca. Tomó sus cosas para irse y en la puerta miró a sus padres. –Mamá… la próxima te toca a ti. Tú me vas a contar la próxima historia.
–De acuerdo, ve pensando qué quieres escuchar.
–Gracias. –Y tras decir aquello salió corriendo al encuentro de sus amigos, dejando a sus padres con unas sonrisas de ternura y satisfacción en el rostro.
Se me ocurrió después de escuchar una canción triste, espero les haya gustado. Iré subiendo historias conforme se me vallan ocurriendo, acepto sugerencias de temas, por cierto. A ver que se me ocurre. No sé si será largo o corto, éso dependerá de mi imaginación y de sus comentarios.
Jane-bye
わ
た
し
は
白
虎
