Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling, Bloomsbury Publishing, Scholastic Inc. y AOL/Time Warner Inc. Glee es propiedad de Ryan Murphy, y Fox. Nadie gana ningún beneficio económico con esta historia ni se infringen deliberadamente derechos de copyright.
Título: Entre el León y la Serpiente.
Pairing: Blaine Anderson & Kurt Hummel.
Rating: NC-17. (MA)
Resumen: Blaine Anderson comienza su quinto año en la Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería sin saber que el mundo como lo conoce va cambiar. Nubes de oscuridad se ciñen nuevamente sobre el mundo mágico luego de cuarenta y cuatro años de paz desde la caída del Señor Tenebroso. El león dorado de Gryffindor deberá enfrentarse a los peligros de ser el nieto de el-niño-que-vivió, mientras una serpiente se enrosca alrededor de su corazón, amenazando con robárselo para siempre.
Notas: ¡Hola todos! Acá les traigo una nueva historia. Es un crossover entre Glee y Harry Potter, ambientado en el misterioso Mundo Mágico. En este primer capítulo se ve como comenzó la historia, y en el siguiente habrá un salto de cuatro años, en e que empezaré a contar el quinto curso. Espero que les guste.
¡Que disfruten la lectura!
CAPITULO 1: Gryffindor y Slytherin.
El niño de once años temblaba de arriba abajo, mirando extasiado la gigantesca locomotora escarlata que echaba humo delante de él. Se aferró aun más a la pierna de su abuelo, quien bajó la vista y le sonrió con cariño al verlo tan nervioso. Sus padres hablaban con unos conocidos, unos pocos metros alejados de ellos.
Su abuelo se puso en cuclillas ante él, obligando a que lo mirara a los ojos. Harry sonrió y le revolvió los rulos.
- ¿Qué sucede, Blaine? – El niño soltó un suspiro y se mordió el labio.
Harry Potter, su abuelo, el salvador del mundo mágico, seguía teniendo esos penetrantes y amables ojos color verde, ese característico pelo azabache desordenado y también esas gafas redondas. Blaine era hijo de Lily, la hija pequeña de Harry, y de James, un mago hijo de muggles que se había enamorado de ella. Era el nieto más pequeño de Harry, y sabía que el hombre tenía una especial debilidad por él. Blaine había sacado los rulos de su padre, y el pelo negro e incontrolable de su abuelo, así como sus ojos. El niño hizo un pequeño puchero.
- Voy a extrañarlos.
– Todo saldrá bien, estaremos en contacto por lechuza todas las semanas, y vendrás a casa para las vacaciones de invierno.
- Lo sé, pero… - Harry entrecerró los ojos y vio el mismo brillo angustiado que años atrás había visto en su hijo Albus.
- ¿Tienes miedo de no quedar en Gryffindor? – Blaine asintió levemente, y Harry sonrió con comprensión.
- No soy valiente. – Admitió el niño avergonzado. Harry lo miró fijamente a los ojos, y negó con la cabeza.
- En mis años en Hogwarts aprendí muchas cosas. Una de ellas fue que no hay que tener prejuicios por cómo es uno, y no hay que dejarse cegar por lo que una casa dice que es. No todos los Hufflepuffs son débiles, no todos los Ravenclaws son creídos, no todos los Gryffindors son valientes y… - El moroco bajó la mirada, con aire triste. – No todos los Slytherins no conocen el amor. – Blaine frunció el seño ante esto último. – No tengas miedo de estar en otra casa. Como le dije a Albus antes de subir al tren, conocí a un Slytherin que fue valiente, el más valiente de todos. – Blaine sonrió. – Si llegas a terminar en Slytherin, enorgullécete de ello. – El niño se mordió el labio, y lo miró algo apenado.
- Pero… Yo… No soy como tú, o el tío Albus. Tengo mucho miedo de que no me acepten en su casa, de que… de ser el primero en la familia que no vaya a Gryffindor. – Harry lo envolvió entre sus brazos, en un abrazo apretado.
- Solo se puede ser valiente cuando tienes miedo, Blaine. No te preocupes por sentirlo. – Le dio un beso en la mejilla, y le sonrió con cariño. – ¿Sabes cuál es mi mayor temor? ¿En lo que se convierte mi Boggart? – El niño negó con la cabeza. – En un Dementor. – Blaine abrió los ojos como platos, y Harry asintió, sabiendo que había comprendido. – Mi mayor temor es tener miedo. Tuve mucho miedo durante mis años en Hogwarts, pero el amor y la preocupación por las personas que amaba hicieron que saliera adelante y luchara. Neville… él nunca fue muy valiente…. Pero la lealtad, la amistad, el amor lo hizo fuerte. Sin Neville, nunca podríamos haber vencido a Voldemort, y él era el niño que temblaba mientras su abuela lo regañaba en el andén. – El niño sonrió, sintiendo como la presión de su pecho se aligeraba.
- Gracias. – Lo abrazó con fuerza, escondiendo su rostro en el hueco de su cuello.
- Recuérdalo, Blaine- Le murmuró su abuelo, tomándolo del rostro. – Tal vez no llevas mi apellido, pero llevas mi sangre.
El pequeño asintió, con determinación. Sí, tal vez no llevaría el apellido Potter, pero por sus venas corría la sangre del más pequeño de los hermanos Peverell, tenía la sangre de un Merodeador, y de un héroe. Sonrió con más fuerza, sintiéndose más confiado.
- ¿Listo? – Levantó la cabeza y se encontró con la sonrisa de su madre. Asintió devolviéndole el gesto con creces. Se acercaron a la locomotora, y Blaine subió a ella, metiéndose en el vagón donde había dejado su baúl y su lechuza. Se acercó por la ventana y los saludó con la mano, mientras sentía que comenzaba a moverse. - ¡No te olvides de mandar una carta luego de la ceremonia! – Le gritó su madre. Blaine rodó los ojos, y asintió.
Harry soltó una leve risita, viendo como su nieto se alejaba en el tren. Se mordió el labio, sintiéndose extrañamente intranquilo. Suspiró, al tiempo que se llevaba de forma mecánica la mano hacía su cicatriz, que había dejado de dolerle hacía muchos años.
Sabía que Blaine era especial. Después de todo él también era hijo de un James y una Lily.
Miró con fijeza el pequeño punto rojo en el que se había convertido la locomotora de Hogwarts, preguntándose qué desafíos le tendría preparado la Escuela de Magia y Hechicería a Blaine Anderson.
Blaine se desplomó sobre su asiento, soltando un suspiro. Ya estaba hecho. Estaba de camino a la escuela de magia más grande del mundo, aquella escuela que había presenciado los primeros pasos de Tom Riddle, y de su abuelo, también la caída del primero a manos del segundo.
Respiró con tranquilidad, tratando de calmar su corazón, que parecía querer escaparse de su pecho, y abrió la puerta de la jaula que retenía a Pav, su lechuza completamente negra, excepto por un característico círculo blanco alrededor de su ojo derecho. El ave saltó a su rodilla, y Blaine se entretuvo un rato, acariciándola.
Unos golpecitos en la puerta del compartimiento lo hicieron sobresaltar. La puerta se abrió ligeramente y una cabeza rubia, extremadamente rubia, apareció.
- Hola. – Lo saludó el niño, que por lo que Blaine veía también debía ser de primer año. - ¿Puedo sentarme aquí? – Blaine asintió con una sonrisa, y el joven pasó, cerrando la puerta tras él. – Gracias. – El joven rubio se sentó frente a él, y le estiró una mano en forma de saludo. – Soy Jeff, Jeff Sterling.
- Blaine Anderson. – Contestó, estrechándole la mano. Vio como el rubio entrecerraba los ojos ligeramente.
- Tu nombre me suena conocido.
- Soy el hijo de Lily Potter. – Susurró, ruborizándose levemente al ver la sonrisa brillante del otro niño.
- ¡Wow! Genial, debe ser increíble ser el nieto de Harry Potter. – Blaine se encogió de hombros, algo divertido ante el entusiasmo del chico. – Seguramente estarás en Gryffindor, como él. – El morocho volvió a sentir como se apretaba el nudo de nerviosismo en su estómago.
- Tal vez… ¿Tú donde crees que estarás? – Preguntó, tratando de desviar la atención de él.
- No lo sé. – El rubio se encogió de hombros, con gesto resignado. – Casi toda mi familia estuvo en Ravenclaw, pero no creo que pertenezca allí. No me atrae todo eso de leer, o estudiar… - Blaine soltó una carcajada, y negó con la cabeza divertido. - ¿Hufflepuff, tal vez? No lo sé. Tampoco soy muy trabajador que digamos… - El morocho sonrió, deseando que, sea donde fuera que los pondría el sombrero seleccionador, los pusiera juntos.
Estuvieron hablando varias horas. Jeff le contó todo sobre su familia, Blaine se dio cuenta enseguida que el joven era muy comunicativo, y si lo dejabas podía estar horas hablando él solo. Blaine también le relató algunas anécdotas del verano, contándole los campeonatos de Quidditch que habían hecho con sus tíos y sus primos.
- ¿Es verdad que tu abuelo y Ginny ya no están más juntos? – Preguntó el chico. Blaine asintió.
- Sí, se separaron hace unos años, poco tiempo después de que naciera mi mamá. Pero siguen siendo amigos muy cercanos, Harry siempre dice que la quiere como una hermana. Y todos los veranos nos juntamos en la Madriguera. - Los interrumpió el carrito de la comida. Compraron pasteles y jugo de calabaza, y también varias ranas de chocolate para el resto del viaje.
- ¿Piensas entrar en el equipo de Quidditch? – Le preguntó el rubio.
- Sí, espero poder ser buscador, como todos los Potter desde James.
- Yo también, aunque no como buscador. No tengo la paciencia suficiente para estar buscando una pelotita dorada increíblemente rápida, me gusta más estar en movimiento, ser cazador. – El morocho asintió, mientras mordía una de sus ranas. – Gracias a tu abuelo, los de primer año pueden unirse al equipo otra vez, así que si tenemos suerte, este año entraremos.
- Solo espero que estemos en la misma casa, no me gustaría jugar en contra.
En eso la puerta del compartimiento se abrió sin previo aviso, dejando pasar a dos chicos, y una joven, también de primer año, que ya llevaban las túnicas del colegio. Blaine sintió su rostro enrojecer ligeramente al ver que el joven del centro era particularmente lindo. Los ojos azules se cruzaron con los suyos, y el joven enarcó una ceja.
- ¿Qué es esa cosa arriba de tu cabeza? – Soltó el chico, mirando sus rulos con desprecio. – Parece un nido de ratas. – Blaine apretó la mandíbula, pero permaneció en silencio. El joven castaño lo miró por unos instantes con el ceño fruncido. – Eres el nieto de Harry Potter ¿Verdad? Blaine Anderson. – El morocho asintió. El joven castaño sonrió ligeramente, y pasó su mirada a Jeff. – A ti no te conozco, no eres importante. – El chico que estaba al lado del castaño sonrió con malicia al ver el rostro sonrojado del rubio. El castaño de ojos azules volvió sus ojos a Blaine.- Puede que no seas tan estúpido como tu abuelo, y aceptes mi ayuda. – Estiró una mano, y la mantuvo allí, con una sonrisa engreída. – Podemos ser amigos. – Entrecerró los ojos, y miró de reojo a Jeff, que aún tenía el rostro colorado. – Seguramente seré mejor compañía que él. – Blaine apretó la mandíbula con enojo, y miró la mano extendida delante de él con desprecio.
- No, gracias. – Murmuró cortante. – Él es mi amigo. – El castaño lo miró por unos segundos con enojo, antes de bajar la mano.
- Como lo pensé, tan cabezota y estúpido como todos los Potter. – Se dio media vuelta, no sin antes mandarle una mirada envenenada. – Cuida tu espalda, Anderson. – Soltó antes de salir del vagón. – Sebastian, Santana, vámonos, no vale la pena seguir aquí.
Los jóvenes se marcharon, dejándolos nuevamente solos. Blaine frunció el seño, y cerró la puerta del compartimiento.
- ¿Qué fue todo eso? ¿Quién era ese chico? – Jeff se encogió de hombros.
- Ni idea, pero no me gustó para nada. – Blaine negó con la cabeza. – Como sea, será mejor que nos vayamos poniendo las túnicas, no falta mucho para que lleguemos al castillo.
Blaine asintió y se estiró para sacar su túnica negra, mientras reflexionaba acerca de lo que acababa de pasar, y se preguntaba quién era ese chico tan poco amigable.
Pasaron hacia el Gran Salón, todos nerviosos y preocupados. Blaine podía sentir como su corazón palpitaba fuertemente contra su pecho, y sus latidos ahogaban el sonido a su alrededor. A su lado Jeff se veía igual de pálido que él. Todos los alumnos de primer año quedaron entre las mesas de Ravenclaw y Hufflepuff, observando la mesa principal, donde se hallaban todos los profesores.
Blaine sonrió ligeramente al ver a su tío Albus, y a Teddy Lupin entre ellos. Albus había tomado el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, mientras que Teddy era el nuevo guardabosque y profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas. Los saludó con una mano, y ellos le devolvieron el saludo con una gran sonrisa. Blaine miró a su alrededor, y vio que varias miradas se posaban irremediablemente en él, reconociendo al nieto del famoso Harry Potter.
Soltó un suspiro nervioso, y se volvió hacia Jeff, el rubio lo miró con cara asustada. La directora Mcgonagall acercó un banco al centro de la plataforma de piedra junto con el remendado Sombrero Seleccionador.
- Cuando diga su nombre, se acercaran, se colocaran el Sombrero Seleccionador, y este les dirá a qué casa pertenecen. – Un completo silencio se hizo en todo el lugar. Blaine contuvo el aliento, mientras la profesora pronunciaba el primer nombre. Sabía que iba a ser uno de los siguientes, ya que iba por orden alfabético. Se volvió hacia Jeff, y lo tomó de la mano. El rubio lo miró algo extrañado.
- ¿Me prometes que si terminamos en casas separadas seguiremos siendo amigos? – El rubio abrió los ojos y asintió, con una sonrisa nerviosa. - ¿Incluso si termino en Slytherin? – Añadió con algo de temor. Jeff contuvo la respiración, y volvió a asentir. Blaine lo abrazó por unos pocos segundos antes de volver la vista en frente.
- Anderson, Blaine. – El joven tomó un trago de aire, y se abrió paso por entre la marea de chicos de primero, tratando de hacer caso omiso a los murmullos que se habían formado a su alrededor. Finalmente llegó a la plataforma, subió, tratado de que las piernas no le fallaran, se sentó en la banqueta, y se mordió el labio para no temblar al sentir como la profesora Mcgonagall le colocaba el sombrero sobre la cabeza, para su fortuna era muy grande para él, y este cayó sobre sus ojos, evitando que viera las caras de todos los presentes.
Mmm… No un Potter, pero hijo de uno al fin y al cabo. – Escuchó que hablaba una gruesa voz dentro de su cabeza. – Difícil… como todos los Potter anteriores a ti. Veo tu miedo de estar en Slytherin, pero esa casa tiene muchas sorpresas preparadas para ti… podrías ser grande, muy poderoso… - Blaine negó ligeramente con la cabeza. – Eres el segundo que se niega rotundamente a estar allí… Entones, si estás tan seguro, te pondré en…
- ¡GRYFFINDOR! – Blaine sintió como un peso enorme desaparecía dentro de sí al escuchar esa palabra gritada por el sombrero. La profesora Mcgonagall se lo sacó de la cabeza, y Blaine no pudo evitar sonreír, mientras veía como la mesa de Gryffindor festejaba la incorporación de un nuevo alumno. Bajó de la plataforma, y se unió a la mesa de su casa, recibiendo las felicitaciones de sus nuevos compañeros.
Levantó la vista, y se encontró con la mirada de orgullo de su tío Albus, y la sonrisa de felicidad de Teddy. Los saludó con entusiasmo, y volvió a prestar atención a la selección, rezándole a Merlín que Jeff fuera con él.
- Berry, Rachel. – La joven se colocó el sombrero.
- ¡Hufflepuff! – Gritó el sombrero, y la niña se unió a sus compañeros tejones con una sonrisa. De poco a poco los alumnos fueron pasando, subiendo al banco con diferentes grados de nerviosismo, y bajando de él con sonrisas.
- Hummel, Kurt. – Se hizo el silencio nuevamente. Blaine frunció el seño al ver que se trataba del joven castaño que lo había molestado en el tren. No entendió los cuchicheos que se extendieron por todas partes al escuchar su nombre. El castaño se sentó, y se colocó el Sombrero Seleccionador sobre su cabeza. Apenas habían pasado unos pocos segundos, cuando se escuchó el grito:
- ¡SLYTHERIN! – Blaine se mordió el labio, mientras observaba la mirada y la sonrisa satisfecha del joven, mientras caminaba para unirse a su nueva casa. Pasaron varios alumnos más, hasta que le tocó el turno a la joven que se hallaba con el castaño en el tren.
- López, Santana.
- ¡Slytherin! – Blaine no se sorprendió, y tampoco lo hizo cuando el otro joven castaño amigo de ellos dos, Sebastian Smythe, terminaba en la misma casa.
- Sterling, Jeffrey. – Blaine alzó la cabeza, sintiéndose nuevamente nervioso. El rubio subió a la banqueta, pálido. Pasaron varios segundos, que se le hicieron eternos al morocho, antes de que el Sombrero volviera a hablar.
- ¡Gryffindor! – Blaine sonrió con todas sus ganas, y se unió a la celebración de sus compañeros. Jeff bajó corriendo y abrazó a Blaine, antes de sentarse a su lado, con una sonrisa triunfante.
- Por un momento pensé que me iba a mandar a Ravenclaw. – Dijo el rubio. – Me alegro de que estemos en la misma casa.
- Va a ser genial. Podremos presentarnos a las pruebas del equipo juntos. – Jeff sonrió, y siguieron viendo la ceremonia, hasta que todos los alumnos hubieron sido repartidos en sus respectivas casas.
Luego del discurso de bienvenida de la directora, los platos se llenaron de comida, y los alumnos no tardaron en atacarlos. Blaine no podía sacarse la enorme sonrisa del rostro. Estaba en Gryffindor, al igual que toda su familia, y también estaba con Jeff.
Levantó el rostro al escuchar unas fuertes risotadas de la mesa de Slytherin. Frunció el seño al ver a todos los alumnos, pendientes del castaño.
- No me sorprende que haya terminado en Slytherin. – Soltó, Jeff, que también miraba la escena.
- ¿A qué te refieres? – Pregunto curioso, mientras volvía a centrarse en su plato.
- Kurt Hummel. – Dijo, como si eso explicara algo. Blaine lo miró con extrañeza y negó con la cabeza. - ¿No lo sabes?
- ¿Saber qué? – Frunció el seño, ahora realmente interesado.
- Es el nieto de Draco. Draco Malfoy.
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