Nota de autora: El siguiente fic está basado en la historia y personajes de la saga "Cazadores de sombras" de Cassandra Clare.
-Vaya, vaya, vaya, así que vas a ser tu, joven Lightwood, quien acabe conmigo. Mi propio yerno. Esto no se le hace a un suegro.- se burlaba Asmodeus- Magnus, este chico no me gusta para ti.- le dijo de la misma manera en que un padre echaría un sermón a su hijo– Te está poniendo en contra de tu propio padre.-
Hacía aproximadamente unos tres meses que habían descubierto que Sebastián se había convertido en el títere de Asmodeus. El gran demonio nunca había tenido especial interés en los mundanos y los seres del submundo, pero ahora había visto en ellos unos nuevos súbditos que gobernar y le divertía ver como eran destruidos. Desde que Lilith desapareció, "adoptó" a Sebastian y a su ejército de oscurecidos y los manipuló a su antojo. Para afrontar tal amenaza, hombres lobo, hadas, vampiros, brujos y cazadores de sombras habían formado la "Alianza". Entre todos descubrieron la existencia de las piedras Netlar, poderosos minerales capaces de bloquear temporalmente la energía mágica de cualquier ser. Mientras que un grupo de aliados salía en busca de dichas piedras, el resto idearon un plan aparentemente perfecto: sacarían a Asmodeus de su reino y una vez fuera gracias a las piedras que bloquearían su poder tendrían la oportunidad de aniquilarlo.
Todo salió según lo planeado y consiguieron encontrar ambas cosas: las piedras y la manera de sacar al Gran Demonio de su reino a través de un portal. Hubo una gran batalla entre aliados, demonios y oscurecidos. Los primeros, después de muchos esfuerzos y muertes de compañeros lograron tener la situación bajo control. Lo único que faltaba era matar a Asmodeus. Ésta tarea había sido encomendada a Alec, el mejor de los arqueros. Entre todos despejaron la zona e hicieron un círculo alrededor del chico, protegiéndolo del ataque de los enemigos para que pudiera disparar y matar al demonio. Lo que nadie tuvo en cuenta fue que el gran poder del demonio no era tan solo fruto de su magia, su gran sabiduría y poder de manipulación también jugaron a su favor.
-Apuntándome con un arco jamás conseguirás mi bendición, niño ángel- continúo con su discurso.
-Cállate- le despreció Bane.
-Dispara ya, no podremos resistir mucho tiempo más- le gritó una voz desconocida a Alec.
-¿Lo ves a lo que me refiero, hijo? – le preguntó Asmodeus a Magnus -Siempre te dije que tener asuntos amorosos con nefilims era un error. Mira lo que te han hecho, te han puesto en contra de tu propia sangre. Salir con mortales solo trae problemas y dolores de cabeza, mírate, estas triste y demacrado, se te veía mucho más feliz cuando estabas con Camille. – al ver que Alec se tensaba el demonio sonrió victorioso y continuó hablando con su hijo.- Pero no pasa nada, yo como buen padre que soy te perdono. Cuando estés conmigo, en nuestro reino – remarcó éstas palabras- todo volverá a ser como antes. Podrás hacer y deshacer a tu antojo: tendrás miles de amantes, esclavos, tierras que gobernar.
-No te lo llevarás- le amenazó Alec.
-¿A no?- rió – Y dime niñito, ¿Qué crees que pasará cuando dispares esa flecha?-
-No lo escuches- le chilló Izzy mientras que de un latigazo arrancaba la cabeza a uno de los oscurecidos.
-Muy típico de los mortales- siguió burlándose Asmodeus - nunca cuentan la verdad a sus hijos para protegerlos del mundo cruel en el que viven. Pues bien, si yo muero todo lo que está ligado a mí también desaparecerá y no me refiero solo a mi ejército. Si yo muero, Magnus también lo hará.- Alec notó como todo el cuerpo le empezaba a temblar y bajó el arco.
-Miente. Está mintiendo – le chilló Jace a su parabatai – Mátalo. Alec, ¿a qué estas esperando? ¡Hazlo!.- Alexander estaba en estado de shock. Asmodeus se dio cuento y carcajeándose abrió los brazos y se puso de cara al nefilim, dejando su cuerpo completamente descubierto y desprotegido.
-Adelante chico, dispara – le retó – y tu amado novio morirá conmigo.-
-Alexander, mi amor – le suplicó Magnus – dispárale. No tendréis otra oportunidad como ésta, es lo correcto. Dispara cariño. Has sido la persona a la que más he amado, quiero que lo sepas, conocerte me ha cambiado la vida. Pero tienes que matarlo, tienes que hacerlo.-
-No- chilló Alec con lágrimas recorriéndole las mejillas. Algunos demonios empezaron a cruzar el portal de nuevo y sabía perfectamente lo que eso quería decir: que en cuestión de minutos volverían a estar invadidos. Miró a su alrededor y vio que la gente ya no tendría suficientes fuerzas para aguantar una batalla más, todo el mundo estaba cansado y malherido. Sabía que solo necesitaba una flecha para acabar con todo aquello, una simple flecha en el corazón de Asmodeus y todo acabaría: no más guerras, no más demonios, no más muertos. Se lo debía a todos los hombres y mujeres que habían muerto por la causa, era lo correcto. A su alrededor todo eran gritos y gente diciéndole lo que tenía que hacer, pero él estaba como metido en una burbuja y todo le quedaba tan lejos… solo escuchaba el latido de su propio corazón golpeando fuerte contra su pecho como si quisiera salir. Sabía cual era su deber, pero no podía hacerlo.
-Alec, mi niño, mi angelito. Hazlo.- no dejaba de suplicarle Magnus. – Todo irá bien, te lo prometo. Dispara.-
De repente Alec salió de su estado de shock se giró hacia Bane y llorando como una criatura le dijo: - Te quiero- tensó la cuerda del arco y soltó la flecha dirección al demonio.
Magnus le sonrió y le contestó: - Lo sé. Yo también te quiero. – Con mucha dignidad se preparó para morir. Miró a su joven cazador de sombras una última vez, quería que Alec fuera la última persona que sus ojos vieran, y una vez más volvió a pensar que sin lugar a dudas, era el ser más bello que jamás había visto.
La flecha salió disparada hacia Asmodeus, pero pasó por encima de su hombro y se clavó en el brazo de Robert Lightwood, que había aprovechado el momento de confusión para coger una brillante daga e iba a travesar el corazón del demonio con ella. La flecha se lo impidió.
-¿Qué has hecho?- le gritó Izzy. – Has disparado a papá.-
Hubo unos segundos de silencio absoluto donde todo el mundo quedó paralizado, segundos que Alec aprovechó para ponerse delante de Asmodeus.
-No lo tocaréis, no lo permitiré.- dijo amenazando con dos grandes espadas a un par de cazadores de sombras que ya iban hacia al demonio para matarlo. –Vete – le chilló al padre de su novio –Cruza el portal.-
-A por él – gritó con fuerzas un rubio nefilim del Instituto de Irlanda – que no escape-. Pero ya era tarde, Asmodeus cruzó el portal que se cerró de inmediato tras de él. Se había escapado.
-Se ha ido- enfureció el irlandés. –Él le ha ayudado. Es un traidor.-
De repente todo el mundo empezó a chillar y a ponerse nervioso, un grupo de fuertes hombres obligó a Alec a entregar todas sus armas y lo ataron con fuertes cadenas para que no pudiera escapar. -No dejaré que Magnus muera- iba repitiendo una y otra vez el nefilim.
-¿Qué hacéis?- se alarmó el brujo – Soltarlo inmediatamente.- Intentó lanzar su magia sobre aquellos hombres, pero de sus manos no salió ningún rayo de colores. Las piedras Netlar también le afectaban y aún no había recuperado sus poderes, así que sin poder hacer nada para impedirlo, tuvo que ver como de un puñetazo en el estómago obligaban a Alec a ponerse de rodillas en el suelo y con otro fuerte golpe en la mejilla hicieron de dejará de forcejear.
-¡Alec!- chilló Jace desesperado mientras iba corriendo hacia su hermano, pero dos vampiros lo cogieron antes de que llegara.
"Muerte al traidor." "Tiene que pagar por lo que ha hecho" "No merece ser un hijo del Ángel", decenas y decenas de voces chillaban a su alrededor, y Magnus estaba completamente aturdido, era como si al mismo tiempo todo pasase muy rápido pero a cámara lenta a la vez, no recordaba haber tenido nunca una sensación como aquella. Habían atado a Alec a un gran árbol, y alrededor de él se había formado un círculo de gente abucheándolo. Todos aquellos que intentaron defenderlo o poner un poco de paz, habían sido arrinconados al lado derecho del círculo: Jace, Clary, Simon, Izzy y Jocelyn entre otros. Él mismo también estaba allí, cogido de la mano de Maryse.
-Yo voto que se encarcele al traidor para siempre- propuso un cazador de sombras de rasgos asiáticos.-
-Esperad- Luke caminó hacia el centro del circulo poniéndose al lado del acusado – Merece un juicio justo. Él solo protegía a un ser querido.-
-Claro que será juzgado.- le contestó el Cónsul – pero por el Gran Ángel, nosotros no tenemos poder para juzgar semejante acto de rebeldía y desobediencia. No solo ha traicionado a los nefilim, sino a todos los miembros de la Alianza.- Dijo mientras sacaba de su funda de cuero un largo látigo hecho de un extraño material. – Que nadie olvide que las traiciones a la Clave se pagan caras. La ley es dura, pero es la ley y tú más que nadie deberías que saberlo. Se merece el peor de los castigos, la peor de las deshonras y la muerte más dolorosa – Empezó a latigar una y otra vez la blanca piel del chico, que finalmente murió a causa de un fuerte golpe en la cabeza.
-¡Alec, no! – chilló Magnus mientras se incorporaba de golpe de la cama.
-Ei Mag, tranquilo. – Alexander le acarició suavemente el rostro- Ya pasó, era una pesadilla.- El Gran Brujo tenía el pulso y la respiración acelerados, gotas de sudor frío le caían por la espalda y no podía dejar de temblar. –Ya está- lo abrazó fuertemente el nefilim. -Ya está, shhh, tranquilo. Solo era un sueño, estás en casa –la dulce voz de Alec susurrándole en el oído logró tranquilizarlo.
-¿Otra vez tu padre?.-
-Sí- afirmó el subterráneo sin separarse del pecho de su novio.
-¿Qué has soñado? ¿Era uno de tus sueños premonitorios?
-No lo recuerdo- mintió.
-No te preocupes, estamos a punto de conseguir las piedras de Netlar. Cuando las tengamos podremos vencer a tu padre. Ya no volverá a molestarte nunca más. Podrás vivir tranquilo. – dijo mientras le besaba dulcemente los labios.
-Solo vivo tranquilo si sé que estas bien, Garbancito.-
-No me llames así – se quejó mientras golpeaba con la almohada la cabeza del subterráneo. Pero este lo cogió fuertemente por las muñecas obligándole a tumbarse nuevamente sobre la cama, se puso encima de él y empezó a besarle por todo el cuerpo. Esa noche ya no hubieron más pesadillas, solo besos, abrazos y pasión.
Al día siguiente, la bola de energía azul que recorría por toda su espalda fue lo que despertó a Alec. Cuando abrió los ojos seguía con la cabeza apoyada en el hombro de Magnus, que le encantaba ver como a su novio se le arqueaba la espalda y se le erizaba el vello al notar su magia.
-Buenos días ojitos azules-.
-¿Qué haces despierto? ¿Qué hora es?- se alarmó. Siempre era él quien se despertaba primero
-Tranquilo, son las 7:30. Estoy despierto por culpa de tu gran amigo Presidente Miau- mintió el brujo que no tenía ninguna intención de decirle que después de la pesadilla ya no había conseguido pegar ojo.
Desayunaron se vistieron y cada uno se dirigió a sus respectivas tareas: el nefilim fue al campo de entrenamiento y Bane al Salón de Actos donde los representantes de cada una de las especies que formaban la Alianza, se reunían para trazar el plan perfecto para acabar con esa guerra que ya hacía demasiado tiempo que duraba. Esa mañana uno de los hermanos silenciosos tenía una gran noticia: las hermanas de hierro junto con el grupo de búsqueda ya estaban de vuelta con las piedras Netlar.
Gracias al gran conocimiento del reino de su padre y de la magia negra que Magnus poseía, el plan de ataque que idearon era prácticamente perfecto, pero no para él, que sabía como acababa la historia y se negaba a aceptar ese final: haría lo que fuera para impedir que su pequeño Lightwood muriera. Expuso frente el consejo toda su información y argumentos. Cuando terminó su discurso dijo que al finalizar la reunión quería hablar a solas con el matrimonio Lightwood, Jocelyn, Luke y uno de los hermanos silenciosos. Ninguno de los otros representantes dijo nada al respecto, ni siquiera abrieron la boca. Nadie cuestionaba al Gran Brujo de Brookln. Minutos después la sala quedó vacía.
-¿Por qué quieres hablarnos a solas? ¿Va todo bien?-
-Ésta noche he tenido una visión, Luke, uno de mis sueños premonitorios.-
-¿Y qué has visto?- Preguntó Robert- Tu querido e inseparable Alexander no está aquí, así que deduzco que algo va mal. – Maryse le miró con desprecio. Robert seguía negándose a aceptar la homosexualidad de su hijo, creía que Magnus era el culpable de todo eso, que lo estaba manipulando.
El brujo les explicó su sueño detalladamente.
-Sé que para mí ya no hay solución – les comentó resignado.- Tenemos que acabar con mi padre, pero debemos impedir que Alec vaya a la batalla.-
-¿Nos estás pidiendo que te dejemos morir? – preguntó Maryse sin intentar retener las lágrimas.-
-No. Os estoy pidiendo que salvéis a tu hijo.-
-Pero quizá no pasa tal y como tú lo soñaste. No tiene porque acabar así- intervino Jocelyn que tampoco le hacía mucha gracia la situación.
-Quizá no pasará exactamente como en mi sueño, pero el final será el mismo. No permitiré que muera, y mucho menos que lo haga sufriendo como un traidor. El plan es muy sencillo: inventaremos alguna excusa para que Alec se aleje, y luego tu Robert que estarás escondido, dispararás una flecha a Asmodeus. Es muy importante que nadie más lo sepa. Si alguno de sus amigos lo descubriera y Alec lo supiera, morirá allí mismo.-
-¿Estás seguro de que quieres hacer esto?- Le preguntó seriamente Lucian.
-Es la única oportunidad que tendréis de destruirlo a él y a su ejército. Cuando desaparezca todo el mal que esté ligado a él también lo hará. Las fuerzas oscuras cada vez son más poderosas y si no les paramos los pies acabarán por destruir todo nuestro mundo, a todos vosotros, a Alec…. Tenemos que acabar con todo esto.-
-Tienes razón – finalmente recapacito el licántropo. – Yo le dispararé.- le dijo a Robert que se lo miró con cara de sorpresa.- Tu hijo nunca te perdonará que hayas tenido algo que ver con la muerte de Magnus.- le aclaró.
-Semejante gesto es muy noble por tu parte, pero no es tan fácil cambiar el destino.- explicó el Hermano Silencioso- La probabilidad de que el plan no funcione es muy alta. Mandármelo a mí, que traiga documentación. Intentaré retenerlo el máximo de tiempo posible.
Continuará en capítulo 2
