Sus pasos eran graciosos y precisos, aunque a penas y recordaba un par de lecciones que tuvo de parte de 2D. Su tempo se desarrollaba muy rápido y se doblaba con facilidad, el cabello se agitaba con sus pasos y su camisa se doblaba con el viento helado. Notó que él la miraba con sorpresa, así que saltó para ir en su busca, siguiendo sus impulsos, que siempre iban a por afecto, atención. El cabello le cubría el rostro, que había empezado a sonrojarse.
No era más que una muchachita, con sueños echados a perder y ambiciones que jamás serían satisfechas. Ya hacía tiempo que no le recriminaba absolutamente nada al infierno y seguía adelante por cuenta propia. La abandonaron y si despertó fue para notar aquello. Que nunca tendría familia alguna, un esposo o algo parecido, nada que no fuera un cuerpo quebrado y fantasías descompuestas con él. Lo correcto sería alzar los brazos al infinito por lo que resta de la eternidad, ya que el lujo de vivir y morir decentemente le fue vedado. No era más que una niña.
Murdoc se dio vuelta. La miró. La tomó en brazos, haciendo que su danza finalizara abruptamente. Todos aquellos planes de huída que tomó un momento atrás se esfumaron de repente. Tocó su piel hasta que estremecerla. Sus recuerdos juntos perdurarían. Y no la dejaría sola de nuevo, aunque sólo quedaran heridas en su cuerpo.
