Pequeña cosita que tenía en mente desde hace años. Escrito el mismo día que el anterior de Austria, lo cierto es que me sorprendo de escribir cosas como estas...
Basado en la canción Klavier de Rammstein, lo cierto es que siempre lo he tenido en mi cabeza así. Aunque sé que quizás con nyo!Prusia también hubiera quedado bien...
Disfruten de la lectura.
Los personajes pertenecen a Himaruya~
Klavier
El olor fue lo que alertó a los vecinos. Desde hacía días que de aquella casa destilaba un olor extraño que hacía sospechar a los convecinos del edificio. Intentaron llamar a la puerta pero no lograron contactar con el dueño, un chaval joven y húngaro llamado Daniel.
Finalmente acabaron llamando a la policía. Quizás había ocurrido algo, puesto que hacía tiempo que tampoco veían a la novia del chico, una muchachita muy mona austriaca llamada Anneliese.
Quizás se había peleado y Daniel para pasar la depresión había cogido un brote de Síndrome de Diógenes. Quizás por el contrario había ocurrido algo más grave. Cualquier cosa, las vecinas del inmueble ya estaban preparadas para comentar entre ellas cualquier cosa que ocurriera.
La policía en lugar de basura se topó con algo mucho más macabro, si es que ese era el nombre. Sentado en la sala de estar y ajeno al hedor que había en aquella casa, Daniel se tomaba un café reclinado en el sofá y con una sonrisa instó a la policía a que mirará todo lo que quisieran.
La policía merodeó por la casa hasta dar con una habitación, que al igual que la puerta de entrada, tuvieron que echar abajo.
El olor se hizo más intenso. La oscura habitación fue iluminada por el exterior descubriendo un piano como única cosa que había en el lugar. Echado encima de las teclas, el cuerpo sin vida que lograron identificar como la joven y bella Anneliese.
Preguntando a los vecinos a modo de completar los hechos de aquel escabroso crimen, coincidieron en una cosa que hizo que el caso pusiera aun más los pelos de puntas de unos agentes que pasaban por allí por alerta de Síndrome de Diógenes.
La joven parecía que llevaba días encerrada en aquel zulo sin recibir las necesidades básicas que cualquier organismo necesitaba para sobrevivir.
Pero en lugar de gritos de auxilio, lo único que escucharon, y no dejaron de hacerlo por varios días, era el sonido de un piano.
Aquellas melodías que bien sabían que a Daniel le gustaba escuchar.
