Capítulo 1. Ira
Era una pesadilla.
Tenía que serlo para que aquella mujer, de aspecto refinado y mirada intensa, estuviera parada frente a él.
Sus ojos brillaban de una forma parecida a la lástima y eso era algo que no podía permitirse. No mientras tuviera un poco de orgullo en el fondo. Lo poco que le quedaba después de la Guerra.
Andromeda Tonks Black, hermana de su madre, por lo consiguiente la tía "muerta" del árbol genealógico de los Black, había aceptado tenerlo bajo su custodia. Era gracioso que una mujer que nunca en su vida le había dirigido la palabra hubiese decidido tener bajo su mismo techo a un perfecto desconocido.
— Que tal Draco.— saludó con sigilo Andromeda.
Draco no contestó. Su mirada se concentró en una canasta cubierta con un pañuelo, donde podía oler los panecillos de nuez recién horneados, la mantequilla derritiéndose bajo el calor de los panes y el frasco de mermelada de frambuesa a medio cerrar.
Andromeda entrecerró los ojos y le ofreció silenciosamente la canasta a Draco quien, más pálido y ojeroso de lo normal, la tomó con cierta tosquedad. Hubo un silencio prolongado
mientras Draco se sentaba y colocaba diligentemente todo sobre la mesa de la antesala de los liberados de Azkaban, en el Ministerio de Magia.
No quería comer con desesperación, quería disfrutarlo todo con la misma elegancia y pulcritud que como lo hacía en casa, o como solía hacerlo antes de la Guerra.
— Suponía que deseabas comer algo... – dijo ella sentándose al frente.— Tu madre…
Al escuchar esto, Draco levantó la mirada gris y la clavó fríamente sobre la bruja.
— Tu madre… — continuó mientras cuadraba los hombros.— me encargó que vigilara tu alimentación. La comida de Azkaban es terriblemente mala así que creí que te gustarían estos panes. Yo los horneé.
Hubo una pausa incómoda mientras Draco untaba de mantequilla uno de los panes. El mago tenía una fuerte resistencia a ser agradecido, sobre todo con alguien a quien no conocía y nunca le había importado conocer pero sabía que le debía eso a su madre y a su buena educación.
— Gracias.— murmuró Draco sin mirarla a los ojos.
Andromeda sonrió sutilmente de lado.
— Espero que, si bien no seamos amigos, alcancemos a llevarnos bien. Entiendo que no sabemos nada uno del otro pero podemos hacer el esfuerzo.
Draco la miró fijamente. Sus pupilas grises tenían un matiz azulado, como el de un iceberg a la deriva, lo cual hizo que Andrómeda sintiera que estaba mirando a su hermana.
— Tienes los mismos ojos que Cissy.— dijo la bruja distraídamente.
El chico bajó la mirada incómodo y le dio otro bocado a su pan.
— ¿Qué otra opción tengo? – dijo de mala gana.
Andromeda bufó.
— En realidad no tenías tantas propuestas pero pienso que eres bastante afortunado porque siendo mayor de edad deberías de estar cumpliendo tu condena en Azkaban; sin embargo, como te volviste mortífago siendo menor el proceso legal es distinto, así que tienes la opción de ser útil a la sociedad y demostrar que no eres un peligro para la misma.
Draco levantó la mirada y estiró la espalda. La bruja pudo notar la languidez del muchacho, no lucía como el Draco Malfoy de antes, al que veía en las notas de sociales de los periódicos del Mundo Mágico, pero sus ojos revelaban su orgullo herido y su postura se inclinaba a no demostrar la derrota. Andromeda no sabía si sentirse molesta o conmovida de, que a pesar de todo, el chico todavía quisiera revivir lo que fue.
— No me considero afortunado porque he de salir de una cárcel para entrar a otra. ¿Qué tiene de buena suerte vivir desterrado de la sociedad?
— ¿Prefieres Azkaban?
— En Azkaban al menos tengo certeza, sé lo que me espera y sé que estoy solo pero afuera no tengo la certeza de nada.— el chico sonrió burlón.— La sociedad que intenta rehabilitarme en realidad no quiere hacerlo, de hecho preferiría que estuviese muerto.
— Eso no me lo reclames a mí. – dijo Andrómeda seriamente.— No fui yo quien tomó las decisiones.
Draco apretó la mandíbula.
— Sin embargo, estas aquí a un paso de salir de Azkaban y ahora es tu responsabilidad si decides aceptar el beneficio que te dio el Ministerio de empezar de nuevo.
Draco hizo a un lado las viandas como si de pronto le hubiese dado asco.
— A lo que quiero llegar es que tu madre tuvo mucho que ver para que te dejaran salir. Ella tuvo un papel muy peculiar para que esta guerra tuviera un final.
— Y a pesar de eso el Ministerio la tiene en Azkaban.
— Bajo una custodia especial y por poco tiempo. En la misma situación está tu padre.
Draco miró fijamente a la mujer y se dio cuenta que su cuerpo temblaba como si tuviera frío pero sabía que era parte de la rabia contenida. Se sentía traicionado por el Ministerio ya que a pesar de que sus padres estaban colaborando con datos de mortífagos y ubicaciones, no los habían liberado sino que los retuvieron por más tiempo de lo planeado.
El ministerio le había otorgado a Draco un "perdón" especial, pues a pesar de llevar la marca tenebrosa en su brazo lo había hecho bajo la presión de ser menor de edad y amenaza de muerte. Las declaraciones de Harry Potter y otros magos hicieron que Draco fuese liberado a través de una custodia especial durante un año, donde tenía que servir a la sociedad y buscar adaptarse a la misma bajo otros esquemas que implican respetar a magos y muggles por igual.
Siendo de la familia Malfoy, era de esperarse que el ministerio quisiera mantener en observación los movimientos del adolescente.
Draco podía ser liberado pero todas sus pertenencias quedaban bloqueadas por un período determinado y ese período podría ser meses o hasta un año.
Así que Draco estaba solo y sin un galeón en el bolsillo, por lo que tenía que pensar perfectamente bien cuáles iban a ser sus movimientos.
— ¿Draco? – susurró la bruja al ver que no se movía. El muchacho parpadeó y apretó los puños debajo de la mesa. La rabia subía y bajaba, todavía decidiendo si explotar o no.
— Tienes demasiada cólera contenida.— dijo la bruja seriamente.— Si no estás seguro de que puedas hacer esto solo entonces cruza esa puerta y regresa a Azkaban.
El rubio resopló. Ese era su momento decisivo y tenía demasiadas ganas de regresar a Azkaban solo por puro orgullo pero no podría estar un minuto más en ese lugar donde apenas podía estirarse y cuya comida sabía a mierda de elfo.
Andrómeda le mantenía la mirada, observando cada gesto del Malfoy.
— ¿Y bien?
— Si voy contigo, ¿Cuáles son las condiciones?
— Bueno, creo que sabes de antemano que sales con la condición de no usar varita. No tienes derecho a realizar magia con ella, si lo haces regresas a Azkaban en un pestañeo.
— Me quedó muy claro eso, al igual que no van a devolverme mi dinero ni mis propiedades.
— Pero por un período determinado Draco. No es para siempre pero recuerda que tienes que manejar esto de la mejor manera, el ministerio tiene muchas dudas sobre tí.
— Exactamente ¿cuales son tus condiciones para que yo esté en tu casa? La verdad es que me importa un gnomo si voy ahi o no, al caso es lo mismo en cualquier otra parte.
La mujer carraspeó.
La primera regla es que no admito ningún tipo de discriminación sea por su sangre, condición mágica o cualquier otra cosa que se te ocurra. En mi casa hay personas que trabajan para mí y me gustaría que respetaras sus diversas condiciones.
Draco levantó una ceja.
— ¿Eso quiere decir que estaré rodeado de muggles? – dijo intentando contener el tono exasperado de su voz.
— No, no lo son pero…
— Entonces supongo que te refieres a que no tienen ningun estatus social mágico de relevancia. — interrumpió. — Recuerda que salgo de aquí siendo más miserable que todos ellos.
Draco cruzó los brazos y miró fijamente a Andrómeda quien parecía estudiarlo.
— La última regla es que vas a trabajar en mi propiedad. Obviamente tendrás techo y comida confortable pero trabajarás parejo igual que todos. No vas a tener un trato especial.
El chico sonrió sardónicamente.
— ¡Vaya! Supongo que el ministerio pensó mucho en como castigarme.
— Por supuesto que sé que en tu vida no haz hecho algo útil con tus manos. —dijo la bruja — Tendrás que aprender a sembrar y cosechar. Lo que cualquier trabajador del campo hace normalmente.
— Es humillante… — dijo en voz poco audible para la bruja.
El muchacho sentía que le bullía la sangre en el cuerpo pero era de esperarse, el ministerio iba a cobrarse perfectamente con creces el que fuera un mortífago. No había escapatoria si es que quería librarse de Azkaban. Tenía que pasar un año siendo prácticamente un muggle, porque a eso lo habían rebajado sin su varita, sin su posición y sin su dinero.
Draco pudo notar en la bruja una mueca de deleite. Sus ojos brillaban de una forma que le recordaba a Bellatrix no del modo desquiciada pero si decidida, a leguas se notaba que no estaba jugando y tenía que haberlo intuido porque ella, a pesar de todo, era una Black, una sangre pura y ese modo altivo de contestar era el sello de la familia.
Así que no tenía más remedio que pensar en tragarse su orgullo porque sabía a la perfección que su madre se tragó el suyo al pedir hablar con la hermana que mantuvo muerta durante décadas.
El mago apretó la mandíbula y asintió.
Eso era todo. Su destino ahora estaba en manos de Andrómeda Tonks Black y sea lo que fuese a pasar en la residencia de los Tonks eso era algo que Draco no sabía.
Andromeda hizo un ademán a un guardia de la puerta y se levantó de su asiento con el mismo garbo que Narcissa Malfoy lo haría. Mientras se dirigía a la salida, con Draco a sus espaldas, sonrió triunfal.
-o-o-o-o-o-o-o-o
Harry Potter estaba profundamente dormido cuando escuchó un estruendo. Buscó rápidamente sus anteojos entre las sabanas de la cama y bajó las escaleras lo más rápido que pudo.
— ¿Qué es lo que sucede? – preguntó agitado cuando entró a la cocina.
— ¡oh Teddy! – exclamó Hermione.
Harry volteó a mirar a un pequeño niño en su silla alta de comer con la mirada divertida, sus pequeños cabellos estaban pasando de color negro a azul con mucha rapidez y señalaba con su pequeño dedo el plato de comida que había tirado de su silla.
— ¿Qué has hecho esta vez? – le preguntó Harry al niño con una gran sonrisa. El niño extendió los brazos para que Harry lo sacara de su silla.— Teddy deberías portarte bien o Hermione nunca más va a cuidarte.
Teddy sonrió tratando de quitarle las gafas a su padrino. Hermione alzó una ceja.
— Supongo que tendré que servirle nuevamente.
Harry sonrió cariñosamente al bebé Lupin mientras hacía burbujas con su saliva.
— Es algo inquieto, ¿no crees?
— Eso seguro es por su mamá, dudo que Nyphandora haya sido una bebe quieta.
— De hecho me recuerda mucho a ella. — dijo melancolico Harry.
— Se parece mucho a Tonks pero tiene la sonrisa de Lupin.
Harry guardó silencio un momento y carraspeó.
— Andrómeda ya lleva mucho tiempo fuera espero que todo haya salido bien.
— No creo que la haya tenido fácil.- dijo Hermione mientras volvía a colocar un pequeño plato de sopa cerca de Teddy. — No, no vayas a tirar el plato de nuevo. — dijo al niño cariñosamente.
— Me sorprendería si logra que Malfoy acepte de buena gana.
— ¿Sin varita y viviendo con una tía que estaba muerta para la familia? No se antoja pero Malfoy no tiene un pelo de tonto, sabe que es mucho No es tonto y sea como sea es mucho mejor que estar en una prisión.
— A veces el orgullo hace cosas raras pero tienes razón, eso es mucho mejor. Y además me parece sorprendente que Andrómeda haya aceptado tenerlo bajo su mismo techo.
— Narcissa insistió mucho y sea como sea es su hermana. — Hermione colocó una pequeña cuchara cerca de la boca del bebé quien presuroso comenzó a comer.— Según tengo entendido fueron muchas visitas y le pensó muchomucho análisis para llegar a una decisión pero es algo que Andrómeda haría, inclusive si Tonks viviera ella lo hubiera hecho personalmente. Son de corazón bondadoso.
— Tienes razón. Es algo que una persona decente haría.
Las cosas ya no son iguales.
— Cómo salvarle la vida a Malfoy a pesar de la suya. — dijo Hermione mirando de reojo a Harry.
Harry sonrió.
— No tengo idea de lo que pase por la cabeza de Malfoy pero creo que ha tenido suficiente tiempo para pensar en todo lo que ha pasado.— dijo.
Harry miró a Hermione fijamente.
— ¿Te sientes cómoda con la idea de estar en el mismo lugar que él?
— Nunca le he tenido miedo a Malfoy y ahora menos que nunca.
— No me refiero a miedo Hermione, y lo sabes, me refiero por todo lo que pasó.
— ¿Te refieres a esos insultos infantiles? Harry he vivido cosas peores en esta guerra que preocuparme porque él vuelva a despreciarme.
— A pesar de que él nos salvó, de una manera u otra, hay cosas que puede nunca cambien.
— O puede que sísi. — dijo la chica sonriente.
— Sin embargo prefiero que te quedes con los Weasley si no quieres quedarte en casa conmigo.
La chica bajó la mirada.
— Hermione…— Harry tomó cariñosamente de un hombro a la bruja.
Hermione negó con la cabeza.
— Sería muy raro vivir con los Weasley después de lo de Ron y yo.— dijo triste.
— Lamento mucho que las cosas no funcionaran.
— No es culpa de nadie pero penosamente solo sabemos ser buenos amigos. – la chica suspiró.
— Ron te quiere mucho.
— Y yo a él.— dijo Hermione tomándole de una mano.— Eso es lo más frustrante porque sé que en realidad nos queremos pero el tipo de amor que sentimos el uno por el otro no es suficiente para traspasar todo. No es como el de Ginny y tú.
Harry bajó un poco la mirada. En realidad le dolía que Hermione y Ron no siguieran en su relación. Sabía del amor de Hermione por Ron desde mucho tiempo atrás y no entendía cómo las cosas podían terminar así. Ron podía ser algo obstinado pero era totalmente sincero con sus sentimientos.
— ¿Y crees que ayudará a lidiar con todo estar en este lugar con Teddy y Malfoy? ¿Tendrás tiempo para ver tus cosas?
— Malfoy no es un peligro. Si él me muestra el mismo desprecio que antes no es algo que me preocupe además entonces Andrómeda lo mandaríaá directo a Azkaban sin preguntas. Además Sobre Teddy, bueno… Andromeda necesita mucha ayuda y puedo estar aquí en lo que inician las clases de Hogwarts.
— No puedo creer que estés considerando regresar.
— Y yo no puedo creer que tú no lo consideres, Harry. — dijo sonriente.
— Es posible que la escuela esté lista hasta después de las navidades. ¿Vas a ocuparte en leer todos los libros que usamos mientras cuidas a Teddy y lidias con Malfoy?
— No te preocupes Harry. Malfoy y yo no tendremos pornada que interactuar. Andrómeda le tiene listo el cobertizo de enfrente. Así que no hay nada de qué preocuparse. Vamos a estar tan lejos uno del otro que no habrá peligro de ser incomodo.
— Aun así es Malfoy y no eres su persona favorita. — dijo intentando una vez que Hermione cambiara de opinió ír.
Hermione suspiró y le guiñó un ojo como respuesta..
-0-0-0-0-
Amigos lectores: Despues de mucho tiempo me he tomado la molestia de comenzar este fanfic dramione. La verdad es que desde hace varios meses lo habia querido empezar pero no encontraba la forma de iniciar, normalmente en mi cabeza tenia la historia intermedia pero no el inicio. Total que aqui en este primer capitulo quiero plasmar el caracter de ambos protagonistas. Ya que de eso depende el resto de la historia.
Trataré de ser apegada al libro en algunas cosas y otras son de mi total invención. Agradeceré sus comentarios para ver si les está gustando y ver de que manera mejorar la historia a medida vaya avanzando.
Muchas gracias.
Jaina
