Tenía rato que había salido de la mansión donde se celebraba su décimo octavo cumpleaños. Quería un poco de aire ya que tanta gente a su alrededor la hostigaba y lo único que quería era estar sola. Debería estar feliz, pero se sentía vacía y no sabía porque, le había dicho a su padre que no quería una fiesta, pero este argumentó que su única hija no se quedaría sin celebrar la nueva etapa de su adultez. A pesar de que a Hinata no le gustaba relacionarse con muchas personas, era considerada por la mayoría como una chica muy hermosa, su cuerpo curvilíneo dotado de un generoso busto, cabello largo de un color azul poco inusual, cara de ángel, pero un poco tímida y con aire soñador.

―No crees que deberías estar en la fiesta con los invitados ―le dijo una voz conocida a su espalda.

―Eres tú, Naruto ―suspiro cansada.

―¿Qué pasa Hina? Tanto te desagrada mi presencia ―fingió parecer dolido.

Ella giró sobre sí misma y se quedó mirándolo unos segundos.

―¿Qué quieres? ―Dijo, ignorando su pregunta.

―Me di cuenta que no estabas y pensé que tal vez habías escapado de la fiesta. No me equivoqué.

―Podrías dejarme sola un rato. Olvidar que existo sólo por hoy.

―Eso sería algo imposible. Eres tan hermosa que dudo que alguien pueda ignorar tu presencia.

Otra vez esa mirada cínica y sonrisa de idiota, aunque no pudo evitar imaginar que se sentiría ser besada por esos labios. ¿De verdad besaba tan bien como le había dicho su prima Shion? Eso se lo contó ella. Hace unas semanas, cuando su prima fue de visita a pasar unos días a la mansión vio a Naruto y de inmediato le dijo lo mucho que le atraía. Pensó que él no le haría caso, pero se equivocó. Después de eso lo trató con más frialdad de lo normal. Sabía del montón de mujeres con las que había estado y eso le dolía.

Desde que lo conoció hace años se enamoró de él, pero al darse cuenta de que no sería para ella trataba de alejarse todo lo que podía, pero él no se la ponía fácil, siempre con la excusa de que la cuidaba como le había pedido su padre. Cosa que ella creía innecesaria.

―Vamos Hina, quiero bailar contigo.

―Pero yo no quiero.

―¿Qué pasa contigo? ¿Por qué siempre me tratas mal? Últimamente te la pasas ignorándome.

―No sé de qué hablas ―fingió no saber.

―Lo sabes muy bien ―la tomó del brazo con la intención de que ella le respondiera. Estaba furioso de las evasivas de la joven.

―Suéltame ―trató de alejarse.

―No hasta que respondas ―Naruto comenzó a acercar su rostro peligrosamente, por lo que empezó a sentirse nerviosa. Era como si quisiera besarla, pero sería imposible porque para él ella era una niña y lo seguiría siendo. Trato de zafarse, pero con cada intención de soltarse, él le apretaba más el brazo.

―Ahí están ―dijo su padre a unos pasos de ellos. Naruto la soltó.

Tenía que tener más cuidado con Naruto y con su fuerte temperamento. Una vez la encontró besándose con Kiba y fue un desastre, fue como si el infierno se hubiera desatado en sus ojos. Le prohibió acercarse a él y lo mismo fue para él. No entendía su sobreprotección, aunque desde pequeños siempre fue así con ella, pero pronto se iría y aunque le doliera, lo dejaría de ver un buen tiempo, hasta que pudiera olvidarlo.