Capítulo 1. Té para dos

Su risa explota y se desborda estrepitosamente llenando todos los rincones del apartamento, mientras Sherlock la observa con agudo interés mientras pasa un sorbo de té.

–No, –le dice ella aun luchando entre respirar o seguir riendo, –lo estás inventando, Sherlock, no te creo…

–Todos tenemos alguna historia extraña de nuestros días universitarios, Molly…

–Creo usar el travestismo para atrapar a un ladrón de joyas, va un poco más allá de eso…

–Supongo que tienes razón...– réplica él satisfecho, mientras toma una postura más cómoda en su silla

Molly exhala los últimos rezagos de su histérica risa, toma su taza de sobre la mesa, y la acerca hacia sí, mientras baja tímidamente la mirada –Eres divertido, Sherlock, es algo que no sabía sobre ti… Siempre pareces tan serio… –Molly levanta apenas la cara para cruzar su mirada con la de él; suficiente apenas para obsequiarle una suave sonrisa, tomar un trago de té, y luego volver a esquivarlo.

–¿Qué ocurre Molly?

–Nada, es… una tontería… – le responde con los ojos aún clavados en el fondo de la taza

–¿Él qué?

Ella muerde su labio inferior, muy suavemente, mientras hace una pequeña exhalación por la nariz que resulta en ese pequeño sonido curioso, tan poco atractivo o femenino, tan propio de ella...

–Creo que hubiera sido lindo ¿sabes? Un poco más… de esto… olvidalo, es tonto…

–No, no lo es– acota él de repente, tan precipitadamente que logra hacerla levantar de nuevo la cara y clavar sus ojos sobre los de él– No creo que sea tonto, Molly– ahora el turno de bajar la mirada, es para él; como si las palabras que a continuación, ofrecerá fuera la más dura y penosa confesión en su vida. –Tú y yo, Molly Hooper... juntos... hubiera sido… bueno… ¡No! –se corrige enérgicamente– hubiese sido algo brillante.

Sus ojos y boca se abren grandes con asombro, jamás vio venir eso, de ninguna parte; el estupor se cruza con un destello de resentimiento que asoma brevemente en sus ojos, pero es inmediatamente descartado por una tibia y melancólica sonrisa, –Que mal que nunca estuviste interesado– masculla ella al interior de su taza.

Es una respuesta dura, pero justa. La única posible, la que él sabe que merece… no obstante…. –¿Por qué no?– preguntará él, verdaderamente extrañado.

–¿Disculpa?

–¿Por qué no lo estaba?

Molly lo mira con la paciencia de un santo, su gesto reservado, –No lo sé, Sherlock. Tal vez porque estas casado con tu trabajo, tal vez por el tamaño de mi boca y de mis pechos…

Sherlock cruza la pierna sobre la rodilla, y junta ambas manos bajo su barbilla, tratando de escoger lo más cuidadosamente sus siguientes palabras, mientras ella lo mira expectante, su rostro es una mezcla entre curiosidad, ternura y confusión, con algún elemento de desconfianza.

–Molly, yo no… Yo nunca...

–Quisiste herirme…–Interrumpe ella– Lo sé Sherlock, nunca has sido cruel por el propósito de serlo, tú solo...

–¡No!

–¿No?

– No, eso no es lo que iba a decir…

–Oh…– Ella supone que debe decir algo, disculparse por interrumpir, más no está segura que le gusta la dirección que la conversación está tomando; no obstante y sabiendo que se arrepentirá en un futuro muy inmediato, pregunta –¿Y qué era, lo que ibas a decir?

Sherlock parece apenado, pero es diferente, no como esa vez, en navidad, algo parecido más bien, a aquel día en las escaleras, después de entrevistar a ese tipo, sobre los trenes…

–Molly, cuando dije esas cosas, yo… no me refería a que… no quise decir que YO encontrará las proporciones de tu... rostro o... tu cuerpo… inadecuadas; sólo me limité a señalar dos punto, sobre los que TU te sientes insegura… Jamás he dicho que seas no-atractiva… Si, tus pechos son pequeños, Molly, eso es un hecho, no algo abierto a apreciación subjetiva… pero no es a mi a quien le molesta eso, es a ti… Y si, fue innecesariamente cruel de mi parte señalar todas tus inseguridades, frente a todas esas personas, pero solo lo hice porque encontraba tan irritantemente absurdo tu comportamiento… me refiero al cabello, el maquillaje, y el vestido, tanto esfuerzo invertido, en atraer la atención de un hombre, cuando tu no necesitas nada de eso… Eres inteligente, dulce y generosa, Molly Hooper, pero sobre todo bella en tu propio derecho, tal y como eres todos los días, y cualquier hombre que no lo vea a simple vista, es un completo idiota…

–Entonces, lo que estás diciendo es que…

–Sí, soy un idiota….

Molly sonríe dulcemente, toma otro sorbo de su té, el silencio se vuelve a extender entre ellos, pero es un silencio cómodo esta vez, confortable, conciliatorio. Un teléfono móvil suena en la distancia, rompiendo con la magia del momento.

–¿No deberías atender eso?

–John la tomará…

El sonido del teléfono se prolongará por otro instante, irritando al detective, unos minutos después John Watson tocará a la puerta del estudio

–¿Sherlock? – inquiere el Doctor, entrando a la habitación sin esperar respuesta de su antiguo compañero de piso. –Era Lestrad…

– ¿La encontraron?– pregunta el detective, levantándose de su silla

–Hay un cuerpo en Aberdare, que coincide con la descripción, pero se encuentra en mal estado y… alguien debe ir a identificarlo.

–Ya veo… – comenta Sherlock sin mayor emoción.

–Greg estará aquí en unos veinte minutos… –John pausa, espera una respuesta por parte de Sherlock, no la hay, en el inter, el médico observa el juego de té sobre la mesa servido para dos– ¿Tuvimos visitas?

–No– responde secamente el detective–Solo, trataba de pensar...

fin capitulo 1